Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 9 de diciembre de 2011

Amenaza de recesión global-¿Derrumbe del euro?

Amenaza de recesión global
Pacto fiscal que endurecerá normas sobre gasto y deuda, perfilan líderes de la UE
Acuerdan en principio fijar a estados un déficit anual máximo de 0.5% del PIB
Nunca ha sido tan grande el riesgo de que Europa explote, afirma Sarkozy
El francés y Merkel llevan la batuta en la cumbre que busca salvar el euro
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El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, se dirigen a una reunión durante la cumbre de jefes de Estado y de gobierno que se realiza en Bruselas, BélgicaFoto Reuters
Dpa, Afp y Reuters
Periódico La Jornada
Viernes 9 de diciembre de 2011, p. 2
Bruselas, viernes 9 de diciembre. Los dirigentes de la Unión Europea (UE) llegaron a un acuerdo de principio en torno a un nuevo pacto fiscal sobre normas de presupuesto y deuda más estrictas para la zona euro, en el primero de dos días de negociaciones en Bruselas, considerada la cumbre de la última oportunidad para salvar el euro, bajo la presión de que la falta de respuestas contundentes a la crisis de la deuda hunda al mundo en una nueva recesión.
Los jefes de Estado y de gobierno de la UE acordaron reforzar la disciplina presupuestaria en la eurozona, con castigos automáticos a los socios incumplidores, que deberán someterse a la vigilancia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Sin embargo, los líderes siguen divididos sobre la forma de alcanzar la verdadera integración europea, informaron fuentes diplomáticas.
Un borrador de conclusiones filtrado anoche a la prensa señala que los presupuestos de los gobiernos de la eurozona deberían en principio estar equilibrados.
El proyecto de declaración contempla un déficit estructural anual de un máximo de 0.5 por ciento del producto interno bruto (PIB), salvo en caso de circunstancias económicas excepcionales. Como querían Alemania y Francia, esta regla de oro debe inscribirse en la Constitución de los países y será vinculante para los miembros de la zona euro. El nuevo acuerdo fiscal incluirá sanciones automáticas para los infractores que superen 3 por ciento del déficit previsto en el Pacto de Estabilidad.
La UE podrá controlar los presupuestos nacionales, incluso durante su elaboración, señala el proyecto de declaración.
Los 27 miembros del bloque proponen que se apliquen castigos automáticos para los socios de la eurozona que vulneren la regla de oro, el límite de déficit público de 3 por ciento del PIB, tal como querían Berlín y París. Se trata de la primera medida concreta que, en principio, han fijado los líderes del bloque, aun cuando no se ha especificado cómo se alcanzará.
Poco antes del comienzo de la cita de Bruselas, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, advirtió sobre la gravedad del momento. Europa enfrenta una situación extremadamente peligrosa, dijo.
Nunca ha sido tan grande el riesgo de que Europa explote, expresó durante una reunión de líderes conservadores en Marsella.
Mientras, Alemania rechaza aumentar la capacidad de préstamo consolidado de los mecanismos destinados a servir de cortafuegos para prevenir el contagio de la crisis de la deuda en la UE, así como dotarlos de licencia bancaria, según una fuente cercana a las negociaciones en la cumbre de Bruselas.
Estos son dos de los puntos más conflictivos del proyecto de declaración con el que trabajan los mandatarios de los 27 países de la Unión Europea que asisten a la cumbre en Bruselas.
La canciller alemana, Angela Merkel, rechaza convertir, como quiere el jefe de la UE, Herman Van Rompuy, el mecanismo de rescate permanente en una institución crediticia que pueda recibir fondos del Banco Central Europeo (BCE).
El documento contempla que el Mecanismo de Estabilidad Financiera, que prevé su entrada en vigor a mediados de 2012 (un año antes de lo previsto), tenga una capacidad de préstamo de 500 mil millones de euros.
A esa cantidad se sumarían los 250 mil millones de euros de que dispone el Fondo de Estabilidad Financiera, que seguiría activo hasta mediados de 2013.
Dejan claro que la decisión de repartir responsabilidades con el sector privado para la reestructuración de la deuda, como decidieron el pasado 21 de julio en el caso de Grecia, es única y excepcional.
Los estados miembros de la zona euro estarían dispuestos a aportar al Fondo Monetario Internacional (FMI), según un diplomático, 200 mil millones de euros para garantizar que la institución tenga los recursos para ayudar a los países europeos amenazados.
A pesar de los problemas, Merkel se mostró confiada en que los líderes europeos alcanzarán en las próximas horas un acuerdo, pero expresó preocupación porque el euro ha perdido credibilidad, hay que devolvérsela, comentó a la entrada de la cumbre.
Cinco países europeos, entre ellos Gran Bretaña (que no pertenece a la eurozona, pero sí a la UE), advirtieron que vetarán una reforma de los Tratados a la Unión Europea, ante el temor de que las normas atenten contra sus intereses o de quedar excluidos en la nueva Europa a dos velocidades que dibujan Alemania y Francia. Otros, como España, señalaron que aceptan las nuevas reglas de juego: si va a haber dos Europas, habrá que quedar en la primera lista.
Ante la oposición británica, la madrugada de este viernes una fuente diplomática informó que los dirigentes de la UE descartaron una reforma de los tratados decidida por los 27 países del bloque. Ahora consideran la opción de un acuerdo limitado a los 17 miembros de la unión monetaria y aquellos que quieran sumarse.
Los europeos intentan lograr en la cumbre que el BCE ayude de manera contundente a los países más amenazados por la crisis, como Italia y España, comprando su deuda.
Las presiones para una solución a la crisis de la deuda proceden tanto de las agencias de calificación, con Standard & Poor’s a la cabeza, que ha blandido la amenaza de rebajar la nota de la deuda europea, como de dirigentes políticos y operadores económicos del resto del planeta.
El presidente francés encabeza, junto a la canciller alemana, Angela Merkel, la batuta en estos dos días de Consejo Europeo, que, teóricamente, debería finalizar el viernes con un acuerdo que cierre o ponga los cimientos definitivos para acabar con la crisis de deuda soberana en la eurozona. No habrá una segunda oportunidad, sentenció Sarkozy.

Amenaza de recesión global
Recortes del sector público agravan la crisis, señala premio Nobel
Sindicatos demandan a líderes de la UE atender a ciudadanos, no a calificadoras
Afp
Periódico La Jornada
Viernes 9 de diciembre de 2011, p. 4
Bruselas, 8 de diciembre. Sindicatos y ciudadanos europeos protestan cada vez más por la picota de austeridad impuesta por sus dirigentes para salir de la crisis de deuda, pero este asunto no está en la agenda de la cumbre de la Unión Europea que se inició este jueves en Bruselas.
Ustedes deberían preocuparse por el futuro de sus ciudadanos, no por la opinión de las agencias de calificación, insistió la Confederación Europea de Sindicatos (CES) en un mensaje urgente dirigido a los dirigentes europeos, ante la cumbre que se extenderá hasta el viernes. Pero el pedido parece quedar en el vacío.
Los políticos europeos deberían ser conscientes de que no pueden marginar por más tiempo las opiniones y propuestas constructivas de quienes representamos el principal factor para la creación de la riqueza: el trabajo, deploran varios responsables en un texto divulgado el miércoles por el periódico español El País, firmada por distintos sindicalistas europeos.
Cada vez más personas salen a las calles de Europa para decir basta. Al menos 50 mil personas protestaron contra el anuncio de recortes en Bruselas. Para el lunes 12 se prevé un paro laboral de tres horas en Italia y para el martes 13 una jornada de protestas en Francia.
La crisis provocó además el fortalecimiento de movimientos sociales como los indignados, que desde que se inició en España se propagaron por todo el mundo, con multitudinarias manifestaciones de protesta contra el sistema financiero.
Pero lo que sucede en las calles no parece llegar a los dirigentes europeos, que por ahora se muestran más preocupados por las notas que sus países reciben de las agencias de calificación. Los mercados son una bestia feroz, hay que domarlos, señaló el jefe de gobierno italiano, Mario Monti.
Varios economistas han advertido contra las medidas de austeridad. Los recortes actuales del sector público no resuelven el problema de los despilfarros pasados; sencillamente empujan a las economías hacia recesiones más profundas, escribió Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, en un análisis divulgado en El País.

¿Derrumbe del euro?
 
Arrancó ayer, en Bruselas, una cumbre de mandatarios de la Unión Europea (UE) que es considerada como la última oportunidad para salvar al euro, la moneda empleada en 17 de las 27 economías que integran ese conglomerado de naciones y que en meses recientes se ha visto severamente afectada por los descalabros de algunos de sus integrantes como resultado de la crisis de deudas soberanas.
La incertidumbre y desconfianza sobre la posibilidad de lograr un acuerdo en la citada cumbre en torno al plan elaborado por los gobiernos de Francia y Alemania –reformar el Tratado de Lisboa para establecer la disciplina fiscal obligatoria entre los miembros de la UE y fortalecer el Banco Central Europeo– se saldó ayer con nuevas caídas del euro en las cotizaciones internacionales. A ello habrá que agregar las advertencias recientes de empresas calificadoras en el sentido de someter a revisión la nota crediticia de 15 de las 17 economías que integran la moneda común, y de hacer lo propio con el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera.
Aunque hace unos días la canciller alemana Angela Merkel sostuvo, en alusión a una eventual desaparición del euro, que los dirigentes europeos no permitiremos que se llegue a ese extremo, la sola mención de esa posibilidad a cargo del gobierno de Alemania –la potencia económica de ese continente– permite ver que el abandono de la unidad monetaria es una posibilidad real y preocupante.
El menor de los problemas sería la dificultad técnica de los bancos centrales de cada país de Europa para reintroducir, a sus respectivas economías, las viejas divisas empleadas antes de la entrada en vigor del euro. Lo más preocupante de ese escenario es que, de concretarse, asestaría un golpe demoledor al proyecto de integración económica en la Europa comunitaria y ocasionaría, en consecuencia, un desajuste mayúsculo y una retroalimentación de la crisis planetaria: según el actual presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, una ruptura de la zona euro implicaría sacrificar 50 por ciento del PIB de la región y redundaría en la pérdida de un millón de puestos de trabajo tan sólo en Alemania. Un escenario similar fue esbozado la semana pasada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy: “La desaparición del euro tendría consecuencias dramáticas para los franceses (…) haría que nuestro endeudamiento fuese incontrolable, el hundimiento de la confianza paralizaría todo y la población se empobrecería”.
La incertidumbre que se vive hoy en Europa es indicativa, por otra parte, de las fallas que arrastra de origen el proceso de integración que se desarrolla en esa región del mundo: en efecto, aunque la preocupación inmediata de autoridades regionales, los gobiernos nacionales, las empresas y las sociedades pase por la salvación del euro, el problema de origen no parece ser tanto la adopción de la moneda común, cuanto la aplicación de un modelo económico que ha mostrado su capacidad para socavar la solidez económica, institucional, social y política en las naciones y en los bloques regionales en que ha sido implantado.
En el caso de la Europa comunitaria, como han señalado diversos analistas, esa raíz desestabilizadora del neoliberalismo se expresó con la poca o nula atención, puesta en su momento por las autoridades a los desequilibrios y asimetrías existentes entre las economías de la zona –en la que convergen países industrializados, pero también economías débiles y dependientes–, y con la falta de capacidad de los gobiernos para contener la carga de corrupción y opacidad que históricamente ha acompañado la aplicación del llamado consenso de Washington.
Ante tales elementos de juicio, la salvación del euro sería insuficiente para detener el deterioro social y político en el viejo continente a consecuencia del neoliberalismo. De no reformularse de raíz el modelo económico vigente en esa y otras regiones, la economía mundial podría encaminarse a una nueva y peligrosa debacle, con los consiguientes y dramáticos saldos humanos, sociales y nacionales.

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