y la sombra de la historia
Ramón Alberto Garza
El sexto año de gobierno suele ser en México el de los grandes golpes políticos, el de algunos aciertos y el de muchos grandes desaciertos.
La sombra de su cita con la historia suele perseguir en sus últimos 12 meses a los presidentes mexicanos que buscan afanosamente redimirse antes de abandonar Los Pinos.
Fue en el sexto año cuando Luis Echeverría debió hacer frente a la crisis política y económica que lo confrontó con los empresarios y lo obligó a devaluar el peso por primera vez en 22 años.
Fue también en el sexto año cuando José López Portillo encaró a sus demonios en medio de una profunda crisis financiera que decidió enfrentar estatizando la banca.
Fue en el sexto año cuando la luna de miel de los primeros cinco años de Carlos Salinas de Gortari se convirtió en una pesadilla con el surgimiento del zapatismo en Chiapas y los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu.
Fue en el sexto año cuando Ernesto Zedillo entregó los mejores resultados de un sexenio que se tambaleó con el error de diciembre y culminó con la primera alternancia democrática en 70 años.
Fue en el sexto año de Vicente Fox cuando la obsesión antilopezobradorista sacudió al “Gobierno del Cambio”, frustró un desafuero y obligó al aparato panista a fincar una alianza con la disidencia priista que terminó, haiga sido como haiga sido, llevando al poder a Felipe Calderón.
Por eso es crucial el sexto año. Porque los presidentes olvidan que son políticos efímeros, y en su búsqueda por perpetuarse, buscan la eternidad histórica con acciones y decisiones a veces desesperadas o con sucesiones malogradas.
Felipe Calderón no será la excepción. Por eso es sensato hacer un corte de caja de su sexenio cumplidos los primeros cinco años de gobierno. Para trazar, para intuir lo que podemos esperar antes de que deje el poder el primero de diciembre de 2012. Analicemos.
ESTABILIDAD, INVERSIÓN Y DEUDA A LA BAJA
No hay duda de que el logro que más puede presumir Felipe Calderón es la estabilidad económica y financiera.
Los niveles de inflación se mantienen abajo de 4 por ciento, el déficit del gasto público es manejable, la deuda pública como porcentaje del PIB bajó de 45 a 19 por ciento y la inversión en infraestructura, sobre todo en carreteras y vivienda, se elevó de 2.8 a 4.9 por ciento del PIB.
Las cifras son optimistas aun en medio del pesimismo generado por la ola de violencia que alejó a la inversión extranjera y el turismo. Sin contar que la crisis en Estados Unidos lesionó el volumen del ingreso de divisas.
Por eso son dignas de presumir esas cifras. Porque en un mundo convulsionado por el sacudimiento de los mercados, el europeo y el estadounidense, el reconocimiento es merecido.
POBRE CRECIMIENTO, AUN CON PETRODÓLARES
Cuando Felipe Calderón asumió la Presidencia en 2006, el precio del barril de petróleo apenas alcanzaba los 53 dólares. Hoy supera los 100 dólares.
Y si el promedio del sexenio es de 75 dólares, ¿a dónde fueron a parar los miles de millones de dólares de la petrobonanza?
Está claro que no a la inversión productiva, porque el crecimiento promedio del sexenio calderonista es de apenas 1.5 por ciento anual.
La cifra es menor que el porcentaje promedio del sexenio de Vicente Fox y casi la mitad del crecimiento anual que se generó en los complicados sexenios de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo.
Y si nos comparamos con el resto de las naciones latinoamericanas, nos quedamos muy rezagados en el crecimiento de los últimos cinco años.
FABRICAMOS ‘POBRES’, 2.5 MILLONES AL AÑO
De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en los primeros cinco años del sexenio calderonista, más de 12 millones de mexicanos se sumaron a la clasificación de “pobres”.
Y de acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), México y Honduras son las únicas naciones del continente donde la pobreza creció. Fallamos en abatirla y sumamos cada año cerca de 2.5 millones a esta ignominia.
La pregunta es cómo una nación con excedentes petroleros, en años de petroprecios récord y con inversiones nunca vistas en infraestructura, puede terminar fabricando más y más pobres.
La única respuesta es que papá tiene la chequera más llena, pero a costa de bajarle una comida al día a la familia.
O que los dineros de la abundancia terminaron en unos cuantos bolsillos de los privilegiados, pero no en la nutrición, ni en el vestido, ni en el hogar de los que menos tienen.
Y si el Seguro Popular fuera lo eficiente que se dice, no seríamos testigos de la proliferación de las farmacias y los consultorios del Doctor Simi.
MÁS Y MÁS MILLONES…PARA MÁS MUERTOS
Tres policías se han creado en los dos gobiernos panistas. La AFI, la PFP y la Policía Federal. El presupuesto destinado a la seguridad aumentó 163 por ciento de 2006 a 2012. Las muertes violentas también se han multiplicado.
En cinco años, se secuestró la tranquilidad de una nación cuyo gobierno perdió el monopolio del uso de la fuerza y acabó cediendo poder y territorio a los cárteles de la droga.
El siempre cuestionado Genaro García Luna se ostenta como el gran pasivo de un gobierno calderonista que lo sostiene a pesar de las sangrientas cifras. Pareciera como si los 50 mil muertos fueran un logro, y no una maldición.
Si las creadas y recreadas policías federales de la Secretaría de Seguridad Pública fueran lo eficiente que presumen en la teleserie “El Equipo”, no habría necesidad de sacar ni al Ejército ni a la Marina a las calles.
La intención presidencial puede ser la mejor en el combate al crimen organizado. Pero, al final del día, se topa con una estrategia que sólo produce más y más muertos.
CORRUPCIÓN Y OPACIDAD FLOTANDO EN IMPUNIDAD
El único caso de corrupción sonado en lo que va del sexenio, el de Néstor Moreno en la CFE, no fue descubierto por el gobierno de Felipe Calderón.
Nos enteramos del Ferrari Rojo y del yate de 82 pies gracias a una investigación hecha en Estados Unidos. Los corruptores de allá están presos. Los corrompidos de aquí, libres.
Cumplimos cinco años sin que la Secretaría de la Función Pública pueda mostrar para qué sirve. Y si sumamos la veda en la captura de “peces gordos” desde el sexenio foxista, la sequía va para 11 años.
Como si Pemex, la CFE, el IMSS, el ISSSTE o la docena de gobernadores preciosos que hicieron de las arcas de sus estados su patrimonio personal, fueran templos de la transparencia.
Una transparencia que se presume en leyes, pero se escuda “en reserva” durante 12 años toda información incómoda, ya sea financiera o política. Desde una deuda estatal hasta un avionazo.
UN GABINETE BISOÑO, CON LO PEOR DEL PRI
Si los mejores rostros del calderonismo son Alejandro Poiré y Ernesto Cordero, es entendible por qué el gobierno naufraga. No existe la capacidad de convocatoria, mucho menos de ejecución.
Se criticaba al PRI por el amiguismo, el compadrazgo y hasta el nepotismo. Pero en el sexenio calderonista tampoco se gobierna con los mejores hombres ni las mejores mujeres. Si acaso, con los mejores amigos y hasta las mejores hermanas.
El tan cuestionado “dedazo tricolor” que imponía candidatos fue relevado por el “dedazo azul”, que desde Los Pinos decide candidatos a gobernador, a diputados, a senadores y hasta al presidente del partido. La elección de Gustavo Madero es la excepción que confirma la regla.
Pero ya desde ahora los blanquiazules se aprestan a justificar la selección directa de candidatos. Porque las nuevas cúpulas panistas “compran” voluntades y trafican con votos en las internas. Al más puro estilo del viejo PRI.
¿O no es acaso bisoño que el nuevo secretario de Gobernación acuda, en su primera semana, a tomarse una foto con los precandidatos del PAN a la Presidencia?
REPROBADOS EN EDUCACIÓN; summa cum laude ELECTORAL
La gran asignatura pendiente seguirá siendo la educación. Y Felipe Calderón no podrá aprobarla, porque su ascenso al poder lo hizo de la mano de los favores electorales del sindicato de maestros.
La alianza entre el calderonismo y Elba Esther Gordillo con los gobernadores del Tucom terminó cobrando una muy elevada factura de impunidad que lesionó la credibilidad del segundo presidente panista.
Sólo así puede entenderse que mandatarios sometidos en los últimos cinco años al cuestionamiento público, como Natividad González Parás, Mario Marín, Eugenio Hernández y hasta Ulises Ruiz, recibieran el “pase automático” hacia la impunidad.
La Maestra confirmó en cada elección su efectividad como operadora electoral. Y la movilización magisterial en las urnas termina por verse reflejada en la falta de exigencia en las aulas. El Enlace se dio en las urnas.
Carta a Paulina Peña Petrellini por
Héctor Zagal
El escritor mexicano llama la atención a la hija del candidato
presidencial por haber utilizado la palabra "prole" para ofender.
Gran controversia causó Enrique Peña Nieto al no poder mencionar
en la Feria internacional del Libro de Guadalajara tres libros que han
influenciado su vida, pero peor se puso el asunto cuando su hija Paulina Peña
Petrellini compartió por Twitter un comentario de su novio José Luis Torre en
el que ofende a la población. “Un saludo a toda la bola de pendejos, que
forman parte de la prole y sólo critican a quien envidian!” , decía el Tweet.
El filósofo y escritor mexicano Héctor Jesús Zagal Arreguín, quien
ha escrito sobre diferentes temas de cultura, política, historia del arte y
literatura, publicó este miércoles en elneorama.wordpress.com una carta
en la que llama la atención de la joven más que nada por haber utilizado la
palabra "prole" para ofender a los ciudadanos.
"'Hijos
de la prole' no es un insulto, sino un título honorable", menciona el
escritor en su carta y abunda en educar a la hija del virtual candidato
presidencial por el PRI a los esfuerzos que las personas de escasos recursos
debe hacer para salir adelante en el país que su padre podría gobernar.
Aquí te
compartimos la carta completa:
No tengo
el gusto de conocerte personalmente. No sé cómo eres, desconozco tus
cualidades, tus aficiones, tus intereses. Entiendo tu molestia al escuchar las
críticas a tu padre, Enrique Peña Nieto. Son gajes del oficio. Deberás irte
acostumbrando a los ataques contra él. En una democracia, la crítica es un
ejercicio fundamental. Tu padre es una figura pública y, por ende, sus actos
serán juzgados con rigor. “¿Por qué son tan duros con él?”, te preguntarás.
Bueno, los funcionarios públicos ganan mucho dinero. Hay miles de personas
dispuestas a sufrir críticas y cuestionamientos con tal de figurar en la nómina
oficial. El sueldo bien vale esos golpes. ¿No?
Pero no es
de tu padre de quien quiero hablar, sino de ti. ¿Te confieso algo? Me aterra
que hayas utilizado la expresión “hijos de la prole” como un insulto. Insisto,
es disculpable que te enfades por la burla hacia tu padre. No me asustaría que
los llamaras “babosos”, “tontos”. Es más, no le preocupa el que nos hayas
llamado “pendejos”. En cambio, no se puede excusar tu menosprecio a los hijos
de los trabajadores, de los obreros.
¿Oíste del
escándalo de las Ladies de Polanco? Descalificaron a un policía llamándolo
“asalariado”. Algo similar hiciste tú: descalificas a la mitad del país por su
condición social. ¿Qué tiene de malo ser hijo de un obrero? Sabes, yo soy nieto
de un minero, un proletario. No me da vergüenza decirlo. ¿Te avergonzarías de
tu padre si fuese un vendedor de tamales o un plomero?
Tu padre,
que ha leído la Biblia, te puede recordar una frase de Jesús en el Evangelio:
“De la abundancia del corazón, hablará la boca”. Sin pretenderlo, con tus
palabras has revelado tu clasismo. Desprecias el trabajo manual. Minusvaloras a
quienes se mantienen con su esfuerzo. ¡Qué tristeza que así piense la hija de
un candidato presidencial!
“Hijos de
la prole” son, en efecto, quienes estudiaron en escuelas públicas, quienes
utilizan el metro, quienes no comen cortes argentinos y quesos españoles,
quienes no utilizan zapatos de miles de pesos, quienes no se atienden en el
hospital ABC, quienes no viajan en helicóptero. Los hijos de la prole, por el
contrario, deben hacer largas horas de filas en las clínicas del seguro social,
deben comer carbohidratos (tortillas), deben estudiar en salones sin
computadoras, deben apretujarse en los transportes públicos. Los hijos de la
prole, querida Paulina, ganan en un año lo que tu padre gana en una semana.
Cuando
leas estas líneas has el siguiente ejercicio. Revisa lo que llevas puesto
encima: perfume, cremas, desodorante, ropa, zapatos, celulares, aretes. Suma el
total. ¿Sabes que traes encima más de lo que una indígena gana durante un año
de trabajo duro?
Paulina,
me da terror que pienses así. Tu lapsus reveló tu “realidad”: vives en una
burbuja color de rosa. “Hijos de la prole” no es un insulto, sino un título
honorable. Este país, que tu padre aspira a gobernar, depende de los obreros,
de los campesinos, de los empleados, depende de esas personas a quienes
menosprecias.
Ojalá este
gravísimo desliz, no sea fruto de la educación que recibiste en casa. Ojalá y
sea culpa tuya, fruto de tu arrogancia (tan propia, eso sí, de la clase alta
mexicana). ¿Qué será de México si lo llega a gobernar una persona que desprecia
al proletariado?
Mira
Paulina, me parece que por tu bien, debes inscribirte en una escuela pública,
reducir tu escolta al mínimo, tomar el metro en horas pico, y ponerte a
trabajar. Por si no lo sabes, muchos de los “hijos de la prole” se pagan sus
estudios con su trabajo: los hay campesinos, vendedores, obreros. Algunos
trabajan desde niños.
Paulina,
haz puesto en riesgo el futuro político de tu padre. Pero lo que es más grave:
pones en peligro en riesgo el futuro de México.
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