Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 4 de diciembre de 2011

De Villa a “El Chapo” Guzmán: Las historias de “El otro México”

De Villa a “El Chapo” Guzmán: Las historias de “El otro México”

Este domingo 4 se clausura la XXV Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y una de sus actividades finales es la presentación del volumen El otro México, de Ricardo Raphael, crónica de viaje que realizó por el norte del país para entender el fenómeno de la violencia. En entrevista, el autor explica cómo a lo largo de su periplo por esa región encontró las respuestas a la violencia en México que no hallaba en las explicaciones de los políticos ni en las investigaciones académicas. El libro lo presentan los narradores Vicente Leñero y Alberto Ruy Sánchez.
GUADALAJARA, JAL. (Proceso).- Analista político en diversos medios de comunicación, Ricardo Raphael se convenció un día de que las respuestas sobre la actual crisis de violencia e inseguridad en el país, especialmente en el norte, no las hallaría en las declaraciones de los políticos, pues sólo dejan ver la punta del iceberg.
Así, decidió tomar camino “tierra adentro” y constatar por sí mismo qué ocurre en aquella región, qué piensa la gente de a pie sobre esa situación, qué hay en la historia de aquellos lugares grandes y pequeños. Había leído los libros de crónicas de viaje de autores como Robert Kaplan, Claudio Magris, Fernando Jordán o Guillermo Prieto, y consideró que de esa manera podría encontrar mejores respuestas.
“Hacia 2007 o 2008, como muchos otros periodistas, empiezo a sentir que un terremoto mayor está ocurriendo en el país, particularmente en el norte. Y ni mi formación académica ni mi trabajo desde la Ciudad de México me permitían ya entender qué ocurría.”
Tenía en la mente el libro del periodista estadunidense Robert Kaplan Viaje hacia el futuro del imperio, hecho a finales de los años noventa en Estados Unidos, en el cual “narra cómo se vive el imperio desde las poblaciones pequeñas, porque él no se mete a las grandes ciudades, y hacia dónde va el imperio”. La experiencia de ese trabajo y el ser lector asiduo de crónicas de viaje le impulsó al suyo propio:
“Soy lector de crónica de viaje, me gusta mucho y me parece que es el género de última instancia: cuando los grandes marcos académicos no funcionan, las grandes teorías no funcionan, las explicaciones de los grandes analistas no funcionan; la crónica de viaje ayuda a comprender la realidad. Y México tiene una larga tradición de crónicas de viaje.”
Rememora que en la Nueva España el reino peninsular pagó al barón de Humboldt un viaje, y sus aportes son hoy fundamentales para entender el siglo XIX, como lo son las narraciones de Guillermo Prieto, o las crónicas Salvador Novo en el siglo XX. De ahí partió su intención del viaje, cuyo resultado es el libro El otro México. Un viaje hacia el país de las historias extraordinarias, publicado por Editorial Planeta.
El volumen de 534 páginas se presenta este domingo 4, a las 17:30, en el Salón Mariano Azuela de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, con los comentarios de Vicente Leñero y Alberto Ruy Sánchez. Incluye 17 textos, entre ellos “Camino hacia el infierno”, “Vivir jodido en el país de uno”, “Edén subvertido”, “La capilla generosa”, “Desobediencia conservadora”, “Más vale un amor sincero que vivir en soledad” y “¿Todos somos Juárez?”
Muchas historias unidas sólo por el camino que recorrió de la Garita de San Ysidro a Monterrey, no en ruta única sino por diversas ciudades, lo mismo Tijuana que Durango, Nuevo Laredo que Ciudad Juárez o más pequeñas como Topolobampo y Santiago Papasquiaro.
El “otro México” para los chilangos, pues aunque –aclara– seguramente cada región tiene su otro México, si en algún lugar del país él se siente extranjero es en el norte. Por ello se acercó con fascinación a Baja California, Sonora, Sinaloa, Durango, Chihuahua. Monterrey no se incluye ya en el libro, “pues si así son cerca de 550 páginas, ¡imagínese!”.
Egresado de derecho en la UNAM, de ciencias políticas del Instituto de Estudios Políticos de París, Francia, y con estudios en economía política y políticas comparadas, Ricardo Raphael no se conformó con registrar como en un diario su propia percepción; fue tras el testimonio del ciudadano común, habló con los cronistas locales (para quienes solicita el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes pues –dice– ellos hacen la microhistoria regional), leyó mucho sobre la historia de cada lugar y volvió en más de una ocasión para corroborar sus informaciones.
Entrevistado por Proceso en su hotel, considera que “sólo vemos al presente con un nihilismo espantoso, parece que todo lo importante se inventó hace unas horas”; por eso quiso confrontarlo con la historia y tener atisbos del futuro, saber cómo se vislumbran los pueblos hacia adelante.
“Y acaba siendo un libro que descubre a la nueva generación… La idea era buscar cuál era la crisis y descubro que el centro de la crisis que vive el norte, no es la violencia, no es el crimen organizado, esos son resultados, son consecuencias. El centro de la crisis me lo responden los jóvenes que entrevisto: es que el país y el norte no están sabiendo cómo acomodar a la siguiente generación, no saben dónde ponerla.”
Para muchos jóvenes, dice el autor, el ascenso social es muy difícil, es casi imposible que puedan mejorar la situación que tuvieron sus padres y abuelos. Es más fácil fugarse al otro lado, caer en la frustración, “que es lo que a muchos les está pasando”, o en actividades ilegales.
“Entonces, un país que no está sabiendo acomodar a la siguiente generación, tiende a estallar, como ocurrió en 1910. En 1910 esos jóvenes se fueron a la bola con Doroteo Arango (Pancho Villa), no porque creían en la revolución o eran revolucionarios o democráticos, no nos creamos eso. Era la oportunidad de tener un arma y con el arma la tierra: cambiaron el arma por tierra. Antes de la revolución uno de cada diez mexicanos tenía propiedad, ¡o sea nueve de cada 10 no tenían! El arma les permitió hacerse de un pedazo de tierra.”

Continuidad
–Quería hacer un libro donde no tuviera que hablar con políticos y funcionarios, pero no se desprende del análisis político.
El conductor del programa Espiral del Canal Once, coordinador del recién aparecido libro El México indignado y autor de Los socios de Elba Esther, ríe y responde que no se desprende de las preguntas, pues “son las preguntas de uno”, pero ahora tiene un lente distinto; algo le afectó en el camino, y el libro fue una reeducación, ya no se conforma con pensar que el presidente es el único problema del país:
“… pues eso me parece ahora tan pequeñito.”
Pero en modo alguno es un libro de análisis denso o cavilaciones incomprensibles para los lectores comunes. Por el contrario, tiene historias tan amenamente contadas como aquella de la intervención del entonces presidente Miguel Alemán para que el cineasta Ismael Rodríguez lograra al parecer algo imposible: Reunir a Jorge Negrete y Pedro Infante en Dos tipos de cuidado.
O aquella que resume el propio Raphael en su conversación con este semanario, acerca de su visita a la capilla de Jesús Malverde, el llamado santo de los narcotraficantes, en Sinaloa. Sabía quién era, había visto su imagen en medallitas y reliquias por todo el país, pero encontró muchas dudas acerca de su existencia real.
“Dicen que murió en 1909, pero nadie ha visto su cuerpo; que nació 25 años antes y no hay registro de su nacimiento; que el gobernador Francisco Cañedo lo mandó matar, pero él se estaba muriendo en 1909, y está un poco complicado asumir que Cañedo lo mandó matar, porque no hay edicto. Y el dato más relevante: supuestamente hubo una tumba suya entre 1909 y 1971.”
En su libro registra a un bandido apodado El mal verde, a quien sí persiguió Cañedo. Y cuenta en la entrevista que Malverde se descubrió en 1971 cuando Eligio González afirma que Malverde le pidió limpiar su tumba y a partir de ese momento comienza a hacer milagros. A decir de Raphael, González “mete en la licuadora” a tres personajes que sí existieron:
“Heraclio Bernal, el bandido social más importante de la zona en el porfriato, quien murió 10 años antes que Malverde, y todas las anécdotas que se le adjudican a Malverde son de Heraclio Bernal: hay una orden de aprehensión y muerte por parte del gobernador Cañedo contra Heraclio Bernal. Malverde tomó prestada la vida de Bernal, que fue un bandido social muy divertido… Bernal murió igual que Malverde.”
El segundo componente es el rostro de Pedro Infante, “un ícono importantísimo”.
Y el tercero, poco conocido, es Felipe Bachomo, un indio que fue general con Villa y cuyo culto desapareció justo cuando surgió el de Malverde:
“La parte importante de la historia no es Malverde, es Heraclio Bernal. Él tuvo un socio en Durango, cuando lo perseguían en Sinaloa cruzaba la sierra y se escondía en Durango, su socio se llamó Ignacio Parra.”
Agrega la historia de un jovencito de catorce años, que luego de pegarle un tiro al patrón del rancho donde trabajaba porque quería violar a su hermana, se refugia con Ignacio Parra. Raphael visitó la gruta donde una leyenda afirma: “Aquí durmieron Heraclio Bernal e Ignacio Parra”:
“Ese muchachito de 14 años, que también se ocultó en la mencionada gruta, se llamó Doroteo Arango, quien fue entrenado por Ignacio Parra, el que a su vez se formó con Heraclio Bernal, lo cual es una tradición de bandidos sociales muy impresionante.
“Y pa’ colmo, para ponerle la cereza, ¿dónde se escondían? ¡Ah, pues en la sierra entre Sinaloa y Durango! ¿En dónde? Entre Santiago Papasquiaro y Guanaceví. ¿Quién se esconde ahí? Según el obispo, el Chapo Guzmán, todo mundo dice que ahí se casó. Es como si un bandido perverso de la época actual en Inglaterra se escondiera (como Robin Hood) en el bosque de Sherwood.
“Estamos hablando del crimen, de los muertos, en fin, tratando de entender el tejido social sobre el que se construyó esto, y estas vidas son instituciones más fuertes que el artículo 1º y 3º de la Constitución, las obedecemos en sus consecuencias mucho más, de manera más fuerte, que a las grandes instituciones de este país. Eso es lo que descubrí.”
Resume el escritor que siempre que el país ha tenido problemas, desde la época de la Colonia, la intervención francesa, la Revolución Mexicana, hasta hoy, “suena una campana en el norte”.
Y redondea:
“¿Seis mil 500 muertos en Juárez o las muertas de Juárez, no eran campanas suficientes como para que nos pusiéramos a temblar todos? Ah, pero como nuestra fuga es hacia adelante, ‘Eso les pasa a los norteños’, ‘Eso es de los barrios’… Lo que sigue es que la guerra comienza a correrse hacia el resto del país.”

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