Las elecciones de la ignominia
La escena de una ejecución en Chihuahua.
Foto: Ricardo Ruíz
Foto: Ricardo Ruíz
Para Nepomuceno, que buscaba a su hijo desaparecido por la corrupción del Estado y fue asesinado por el desprecio de ese mismo Estado.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Alguna vez, hace muchos años, el escritor Gonzalo Celorio me dijo, con la verdad que guarda la ironía: “Si Kafka hubiera nacido en México habría sido un autor costumbrista al que nadie leería”. Los universos aparentemente absurdos y horrorosos del escritor checo –un burócrata que se convierte en cucaracha, un agrimensor que muere a las puertas de un castillo al que nunca pudo entrar por el intrincado tejido burocrático, un hombre al que procesan y asesinan sin haber cometido crimen alguno– eran ya entonces una realidad cotidiana del país.La guerra que hoy vivimos, con su cauda de terror, de crímenes impunes, de familias victimizadas y criminalizadas, de miles de desaparecidos (un Estado que no sabe dónde se encuentran 10 mil de sus ciudadanos, es un Estado criminal o inexistente), de miles de amenazados por pedir justicia y finalmente asesinados –como Nepomuceno Moreno Núñez– porque el gobierno, a pesar de las evidencias de amenaza, no quiso protegerlos, es de esa índole. Lo son también las supuestas elecciones que ya dieron inicio en algunos estados de la República.
Sólo en un mundo imaginado por Kaka, un país en guerra, balcanizado por el crimen organizado, sin justicia y derruido en sus instituciones, puede creer que hay y habrá elecciones y que esas elecciones se llaman democracia. Sólo en un mundo así, los medios de comunicación, los politólogos y los analistas políticos pueden no sólo aceptar ese absurdo, sino publicitarlo y señalar que la única alternativa que tiene el país es ir a ellas. Sólo en un mundo kafkiano podemos aceptar lo absurdo y acostumbrarnos a ello como nos estamos acostumbrando a aceptar –sin protestar, sin salir a las calles día tras días a gritar nuestra indignación– que la gente continúe desapareciendo, que aparezcan fosas con cientos de cadáveres, que a cientos de seres humanos se les secuestre, se les cercene y sus pedazos sean arrojados ante nosotros. Ir a las elecciones así, no es sólo un acto de profunda irresponsabilidad, es una aceptación de la ignominia; es afirmar lo que no puede afirmarse, a menos que hayamos perdido ya cualquier noción de la realidad y de cualquier memoria, de que en este país no pasa nada.
Hace casi siete meses, el 8 de mayo, en el zócalo de la Ciudad de México, en el discurso que pronunciamos con una Plaza de la Constitución y un país repleto de indignación, dijimos perentoriamente –y una gran mayoría ciudadana asintió– que no aceptaríamos “más una elección si antes los partidos políticos no limpian sus filas de esos que, enmascarados en la legalidad, están coludidos con el crimen y tienen al Estado cooptado e impotente. Porque hasta ahora sólo hemos podido ver eso”.
Después de casi siete meses no sólo continuamos viéndolo, sino que los muertos de esta guerra, los desaparecidos, los desplazados y la impunidad aumentan día tras día, y que junto a eso el Congreso, que dice representar a la ciudadanía, le ha negado al país un arma de participación digna: la reforma política.
Ante esa realidad, ante la falta de una limpieza honorable y transparente de los partidos, estamos a punto de llegar a esas elecciones kafkianas e ignominiosas para preguntarnos lo que ya anunciábamos ese mismo 8 de mayo: “¿Por qué cártel y por qué poder fáctico tendremos que votar?”.
Esa pregunta, que está detrás de los discursos de los candidatos, de los inauditos gastos de campaña, de la propaganda que empieza a ser colgada como se cuelgan cuerpos sobre los puentes; esa pregunta atroz que eluden todos los partidos, todos los candidatos, todos los que no quieren ver, no es sólo una pregunta fundamental que debemos hacernos los mexicanos, es una pregunta que en sí misma pone en evidencia la ausencia del sentido democrático que ya acompaña a estas elecciones. Poner casillas –con anuencia de los criminales, porque una infinidad de sitios de la República están cooptados por ellos–, imprimir votos, ir a las casillas y votar, supervisados por un IFE no sólo incompleto sino manipulado por los intereses de los partidos, de los poderes fácticos y del crimen, y aceptar que se puede ganar con mayorías relativas, no constituyen ni una elección ni mucho menos una democracia. Lo que demuestra es sólo una profunda ignorancia de la emergencia nacional que vive el país y de lo que realmente una democracia significa.
En estas condiciones no sólo la perderemos –gane quien gane, con mayorías relativas, es decir, con el mínimo del padrón electoral y con un país asolado por el crimen, sólo podrá gobernar la desgracia, y allí está Felipe Calderón para mostrarlo con creces–, sino que habremos perdido la transición que la anunciaba.
La única posibilidad de salvar la democracia es, como siempre he dicho y no me he cansado de señalar, un gobierno y una agenda de unidad nacional, que nos devuelva la paz, la justicia y dignidad. Pero cómo podría entender esto gente que ha hecho de la administración del Estado un botín, de la democracia una simulación y de la vida humana un mundo señoreado por los universos de Kafka y la costumbre del horror.
Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar todos los presos de la APPO, hacerle juicio político a Ulises Ruiz, cambiar la estrategia de seguridad y resarcir a las víctimas de la guerra de Calderón.
País de muertos y desaparecidos
Desaparecidos. Suplicio.
Foto: Octavio Gómez
Foto: Octavio Gómez
MÉXICO, D.F. (apro).- Este artículo se lo dedico a la memoria de Nepomuceno Moreno –don Nepo, como le decían en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad–, que fue asesinado el pasado 28 de noviembre y criminalizado por el gobierno de Sonora, no obstante que su único delito fue buscar a su hijo Mario, desaparecido en julio del año pasado.
También a las mujeres de este movimiento, quienes se han convertido en el eje de las acciones y en el bastión de lucha por la justicia y la presentación de sus seres queridos que han muerto o se encuentran desaparecidos, víctimas de la guerra contra las drogas.
Quiero retomar el título de uno de los libros del historiador y escritor británico Tony Judt para hablar de lo que está pasando en México en los últimos años. “Algo va mal”, dice el pensador inglés para describir la crisis de Estado en Norteamérica e Inglaterra, pero que bien se puede aplicar en muchos de países.
En el caso de nuestro país bien podríamos decir que “algo va mal” cuando comenzamos a tomar como “normal” que todos los días se informe del número de muertos ocurridos, como si fuera el reporte del tiempo; cuando deja de conmovernos la tragedia que miles de familias viven porque están desaparecidos sus esposos, hijas e hijos, primos, nietos o algún familiar que salió de casa y ya no regreso; también, cuando vemos que se gasta más en armas que en salud o educación; que los jóvenes ven en el narcotráfico una vía aspiracional o que siguen en el olvido indígenas y campesinos que ven en el cultivo de drogas una forma de supervivencia.
Sí, “algo va mal” cuando hacemos de la violencia y la muerte una normalización que también aqueja al medio periodístico. ¿Cuántas veces no nos hemos sorprendido a nosotros mismos hablar del pozolero en tono de broma; de los migrantes esclavizados como una situación normal; de la corrupción y de la impunidad como algo inevitable; de fosas clandestinas con cientos de cuerpos sin identificar, de descuartizados y decapitados sin rubor?
“Algo va mal” si ya no nos sorprende que estén asesinando a periodistas, defensores de derechos humanos, activistas sociales o que desaparezcan sin que las autoridades hagan algo.
Sí, “algo va mal” si de nuestra memoria borramos el registro de que desde hace casi siglo no había habido tanto muertos, desparecidos, desplazados, heridos, viudas, huérfanos y discapacitados en un periodo tan corto, como en los últimos cinco años.
El pasado 25 de septiembre realicé un trabajo dedicado a las mujeres que integran el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, lo pensé como un homenaje a estas mujeres de todas las edades y clases sociales que con su lucha nos dan una lección de vida; porque del dolor han sacado la fuerza para transformarlo, para sublimarlo en ímpetu y esperanza.
Este trabajo recibió el tercer lugar del Premio Alemán de Periodismo, mientras que otro par de trabajos de Marcela Turati y uno más de Thelma Gómez, tuvieron el primero y segundo lugar respectivamente. Los tres trabajos, coincidentemente hablan de la importancia del trabajo y la presencia de las mujeres en estos momentos de crisis del país. Y es que las mujeres se han convertido en el eje central de la lucha de miles de familias que buscan justicia para sus muertos y que demandan de las autoridades eficiencia para encontrar a sus desaparecidos. También hay hombres, pero son menos, quizá porque las mujeres sienten desde el vientre, desde su carne, la ausencia de sus hijos o de sus esposos.
La voz desgarrada de estas mujeres es la llamada de alerta contra la normalización de la violencia y de la muerte en la que nos hemos metido todos sin excepción. Su incansable lucha, su amor por la vida, su permanente presencia dando consuelo a quien se acerca nos llena de ilusión de que no todo está mal.
Son ellas las que están construyendo la esperanza desde su dolor (quizá por eso la Esperanza es nombre de mujer) y las que en medio de esta crisis nos muestran el camino.
Pero también son ellas quienes se están convirtiendo en blanco de ejecuciones y atentados como en el caso de Julia Marichal, actriz y promotora del movimiento de paz asesinada; o el de Norma Andrade, fundadora de la organización “Nuestras Hijas de Regreso a Casa”, que recibió cinco balazos.
Ante la “normalización” de la violencia, de las ejecuciones y desapariciones forzadas, este grupo de mujeres mexicanas ha levantado la voz rompiendo esa cortina oficial que, al final, sólo sirve al gobierno y los partidos políticos a resbalar su responsabilidad en vísperas de tiempos electorales.
Sea este artículo y los tres reportajes que ganaron el Premio Alemán de Periodismo un homenaje y una llamada de atención para proteger a estas mujeres que de su casa han salido a la calle para convertirse en guerreras para encontrar la paz.
También a las mujeres de este movimiento, quienes se han convertido en el eje de las acciones y en el bastión de lucha por la justicia y la presentación de sus seres queridos que han muerto o se encuentran desaparecidos, víctimas de la guerra contra las drogas.
Quiero retomar el título de uno de los libros del historiador y escritor británico Tony Judt para hablar de lo que está pasando en México en los últimos años. “Algo va mal”, dice el pensador inglés para describir la crisis de Estado en Norteamérica e Inglaterra, pero que bien se puede aplicar en muchos de países.
En el caso de nuestro país bien podríamos decir que “algo va mal” cuando comenzamos a tomar como “normal” que todos los días se informe del número de muertos ocurridos, como si fuera el reporte del tiempo; cuando deja de conmovernos la tragedia que miles de familias viven porque están desaparecidos sus esposos, hijas e hijos, primos, nietos o algún familiar que salió de casa y ya no regreso; también, cuando vemos que se gasta más en armas que en salud o educación; que los jóvenes ven en el narcotráfico una vía aspiracional o que siguen en el olvido indígenas y campesinos que ven en el cultivo de drogas una forma de supervivencia.
Sí, “algo va mal” cuando hacemos de la violencia y la muerte una normalización que también aqueja al medio periodístico. ¿Cuántas veces no nos hemos sorprendido a nosotros mismos hablar del pozolero en tono de broma; de los migrantes esclavizados como una situación normal; de la corrupción y de la impunidad como algo inevitable; de fosas clandestinas con cientos de cuerpos sin identificar, de descuartizados y decapitados sin rubor?
“Algo va mal” si ya no nos sorprende que estén asesinando a periodistas, defensores de derechos humanos, activistas sociales o que desaparezcan sin que las autoridades hagan algo.
Sí, “algo va mal” si de nuestra memoria borramos el registro de que desde hace casi siglo no había habido tanto muertos, desparecidos, desplazados, heridos, viudas, huérfanos y discapacitados en un periodo tan corto, como en los últimos cinco años.
El pasado 25 de septiembre realicé un trabajo dedicado a las mujeres que integran el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, lo pensé como un homenaje a estas mujeres de todas las edades y clases sociales que con su lucha nos dan una lección de vida; porque del dolor han sacado la fuerza para transformarlo, para sublimarlo en ímpetu y esperanza.
Este trabajo recibió el tercer lugar del Premio Alemán de Periodismo, mientras que otro par de trabajos de Marcela Turati y uno más de Thelma Gómez, tuvieron el primero y segundo lugar respectivamente. Los tres trabajos, coincidentemente hablan de la importancia del trabajo y la presencia de las mujeres en estos momentos de crisis del país. Y es que las mujeres se han convertido en el eje central de la lucha de miles de familias que buscan justicia para sus muertos y que demandan de las autoridades eficiencia para encontrar a sus desaparecidos. También hay hombres, pero son menos, quizá porque las mujeres sienten desde el vientre, desde su carne, la ausencia de sus hijos o de sus esposos.
La voz desgarrada de estas mujeres es la llamada de alerta contra la normalización de la violencia y de la muerte en la que nos hemos metido todos sin excepción. Su incansable lucha, su amor por la vida, su permanente presencia dando consuelo a quien se acerca nos llena de ilusión de que no todo está mal.
Son ellas las que están construyendo la esperanza desde su dolor (quizá por eso la Esperanza es nombre de mujer) y las que en medio de esta crisis nos muestran el camino.
Pero también son ellas quienes se están convirtiendo en blanco de ejecuciones y atentados como en el caso de Julia Marichal, actriz y promotora del movimiento de paz asesinada; o el de Norma Andrade, fundadora de la organización “Nuestras Hijas de Regreso a Casa”, que recibió cinco balazos.
Ante la “normalización” de la violencia, de las ejecuciones y desapariciones forzadas, este grupo de mujeres mexicanas ha levantado la voz rompiendo esa cortina oficial que, al final, sólo sirve al gobierno y los partidos políticos a resbalar su responsabilidad en vísperas de tiempos electorales.
Sea este artículo y los tres reportajes que ganaron el Premio Alemán de Periodismo un homenaje y una llamada de atención para proteger a estas mujeres que de su casa han salido a la calle para convertirse en guerreras para encontrar la paz.
Momentos difíciles para los migrantes
Migrantes en Estados Unidos.
Foto: Rafael Durán
Foto: Rafael Durán
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Las aguas comienzan a moverse en las campañas para las elecciones de 2012 en Estados Unidos. Por lo pronto, las batallas se dan en los debates previos a la elección del candidato del Partido Republicano. Allí se pone en evidencia cuál es el ánimo general de ese partido, los temas prioritarios de su agenda y las posiciones hacia problemas que son de interés para México, como es la política hacia los trabajadores migratorios. Van de por medio 11 millones de mexicanos que se encuentran, la mayoría indocumentados, en Estados Unidos.
El problema de la migración no puede ser ajeno al ambiente de incertidumbre y desencanto que reina en Estados Unidos como resultado de la situación económica. El país no logra elevar los índices de crecimiento y se mantiene estancado el problema del desempleo que rebasa el 9%. El empeoramiento de la situación de las clases medias es cada día más evidente y el malestar entre quienes ya no pueden pagar sus hipotecas y aún menos mandar a sus hijos a la universidad se está generalizando. Ese es el estado de ánimo que explica movimientos que, desde la izquierda o la derecha, están expresando la crisis del american way of life. Allí están los jóvenes indignados que piden Ocupar Wall Street y las voces ultraconservadoras, listas a los reclamos irracionales, que se encuentran detrás del movimiento del Tea Party.
En los debates entre los precandidatos republicanos la migración ha ocupado un lugar importante como argumento que puede contribuir a levantar rechazos o simpatías entre las filas más conservadoras. La competencia, hasta hace poco, parecía definirse en términos de quién tomaba la posición más dura. Palabras como amnistía, que en otras épocas formó parte de las propuestas para regularizar la situación de inmigrantes indocumentados, han pasado a ocupar el lugar de un concepto esencialmente negativo, que se utiliza para descalificar a un precandidato dispuesto a justificar la violación de la ley en Estados Unidos.
Los argumentos para pedir la deportación de indocumentados (ilegales los llaman ellos) se han vuelto esencialmente jurídicos: han violado la ley, deben irse. Desde allí se camina a la petición para no otorgar educación a sus hijos, castigar a los empleadores que los utilizan, negarles cualquier servicio de salud y ver con simpatía las medidas estatales que autorizan la detención de una persona, simplemente por “parecer” un trabajador indocumentado.
Esa tendencia, que habla de la voluntad de congraciarse con la parte más conservadora del partido, ha tenido matices que se han corregido rápidamente. Tal ha sido el caso de Rick Perry, gobernador de Texas. No se le conoce por su simpatía hacia México, por lo contrario, se conoce su insistencia en pedir mayores fuerzas militares en la frontera e incluso el envío de dichas fuerzas al interior de México. Sin embargo, su conocimiento del tema de los inmigrantes en Texas lo llevó, en alguna ocasión, a calificar de personas sin corazón a quienes exigen negar educación a los hijos de inmigrantes indocumentados. Ha tenido que esforzarse para aclarar el sentido de sus palabras y no pasar por conciliador ante sus contendientes.
Más recientemente, la sorpresa la dio Newt Gingrich, un candidato que inesperadamente ha subido en las encuestas hasta ocupar el tercer lugar al momento de escribir este artículo (las encuestas varían semana a semana). Gingrich señaló que el Partido Republicano no se veía favorecido al forzar el exilio de inmigrantes que han estado en Estados Unidos durante años, han pagado impuestos y no han cometido algún delito. Aunque todos esperaban una rectificación, el hecho es que Gingrich ha mantenido su posición. Para algunos, con ello dificulta seriamente su nominación como candidato. Punteros de la actual competencia, como Mitt Romney, exgobernador de Massachusetts, se apresuró a declarar que la posición de Gingrich equivalía a una amnistía. Sin embargo, para otros, ha introducido un elemento de racionalidad en el debate que, a la larga, favorecerá al Partido Republicano.
Los últimos tienen gran parte de razón. En efecto, una vez terminada la primera etapa que es conseguir la nominación, los republicanos se verán obligados a moderar su exigencia en el tema de la inmigración por dos motivos. La primera es la importancia del voto hispano que demostró ser un elemento importante para decidir la votación a favor de Obama en algunos de los llamados “estados que oscilan”. No se debe perder de vista lo necesario que es triunfar en tales estados cuando se llega a la decisión final del colegio electoral. Para los hispanos, la política en materia de migración tiene una fuerte influencia para saber cómo orientan su voto.
De otra parte, un diagnóstico serio del papel de los inmigrantes en la economía de Estados Unidos lleva a valorar la contribución de los indocumentados, conocidos por la excelencia de su trabajo en labores intensivas de mano de obra o en su buen dominio de algunas técnicas en la recolección de frutas y legumbres o en jardinería o, en el caso de mujeres, en cuidados hospitalarios y muchos otros. Después de haber pasado una ley muy represiva contra los inmigrantes en Alabama, el estado ha resentido la pérdida de cosechas enteras que normalmente levantan, y saben cómo hacerlo, mexicanos indocumentados. Lo cierto es que a pesar de “violar la ley” los indocumentados mexicanos contribuyen bastante más a la economía de Estados Unidos de lo que quieren reconocer quienes manejan el problema desde llamados emotivos, sólo útiles para satisfacer la extrema ideologización del tema en momentos de malestar económico.
Es muy probable, entonces, que surja un discurso menos agresivo cuando la contienda no sea para atraer la ola conservadora republicana sino para derrotar a Obama. Al llegar a ese punto, la batalla puede tomar otros cauces. El presidente demócrata tiene en su haber muchas contradicciones en materia migratoria. No pudo someter al Congreso la ley que había prometido (no se daban las condiciones para ello dado el bloqueo republicano) y el hecho es que el número de deportados a México durante su administración ha sido el más alto de las últimas décadas. En efecto, se calculan en el orden de 400 mil. Estas deportaciones, el refuerzo de las medidas de control en la frontera y la caída de actividades que emplean mano de obra mexicana, como la construcción, han resultado en una reducción a prácticamente cero del número de trabajadores migrantes de México hacia Estados Unidos en el último año.
Más allá de la dinámica de las elecciones, de la reducción del crecimiento en Estados Unidos, toda la situación apunta hacia condiciones desfavorables para los migrantes mexicanos. La posibilidad de construir un acuerdo laboral que permita regular y utilizar mejor la mano de obra mexicana en Estados Unidos parece políticamente muy lejano. Su incorporación con posibilidades de empleo y remuneración digna a las zonas expulsoras de México de ninguna manera están aseguradas. La válvula de escape que siempre ha sido irse del otro lado se está cerrando. ¿Qué están pensando al respecto los políticos mexicanos? ¿Qué hacer internamente y cómo conducir el diálogo con las fuerzas que decidirán sobre el tema en Estados Unidos?
Indigna a cibernautas defensa a Peña Nieto en Tercer Grado
Enrique Peña Nieto, gobernador del Edomex.
Foto: Octavio Gómez
Foto: Octavio Gómez
MÉXICO, D.F., (apro).- En las redes sociales se desató una serie de críticas a los periodistas que conducen el programa Tercer Grado, de Televisa, por minimizar la actuación de Enrique Peña Nieto en la Feria Internacional del Libro (FIL).
“Leer es irrelevante a la hora de gobernar”, defendió Adela Micha, también exconductora del reality show Big Brother.
“Parte de la crítica que se ha hecho a esta pifia, o dislate, es de personas que no tienen la menor idea del libro del que habló Peña Nieto, de los autores, que jamás leyeron a Rulfo, que forman parte de la ignorancia de bibliografía en México”, atacó Carlos Marín.
En respuesta, en Twitter se creó el tema “#TercerGrado”, con los siguientes comentarios:
“NetasMx MARCE AGUIRRE ❤
Niños no lean! Se puede llegar a ser Presidente de la Rep. sin leer! #TercerGrado Pseudo- lideres de opinión siguiendo linea del tricolor
“jmazpiroz José Manuel Azpiroz
Ayer dijo Adela Micha que leer es irrelevante para gobernar… Si, y también para “opinar” en televisión. #TercerGrado
“Yunqueland YAZ
Hija de EPN nos dijo pendejos, prole y envidiosos. En #TercerGrado, Marín nos dice ignorantes… Mañana Salinas nos dirá “pinches indios”
“La máquina Televisa “despierta” para defender a Peña: #TercerGrado va contra los twiteros, ahora resulta que todos somos pagados ignorantes.
“angeltapia Angel Dionisio
Si López Obrador hubiera cometido la pifia de Peña Nieto, ahora en #TercerGrado estarían diciendo lo importante que es un Presidente culto..”.
“Leer es irrelevante a la hora de gobernar”, defendió Adela Micha, también exconductora del reality show Big Brother.
“Parte de la crítica que se ha hecho a esta pifia, o dislate, es de personas que no tienen la menor idea del libro del que habló Peña Nieto, de los autores, que jamás leyeron a Rulfo, que forman parte de la ignorancia de bibliografía en México”, atacó Carlos Marín.
En respuesta, en Twitter se creó el tema “#TercerGrado”, con los siguientes comentarios:
“NetasMx MARCE AGUIRRE ❤
Niños no lean! Se puede llegar a ser Presidente de la Rep. sin leer! #TercerGrado Pseudo- lideres de opinión siguiendo linea del tricolor
“jmazpiroz José Manuel Azpiroz
Ayer dijo Adela Micha que leer es irrelevante para gobernar… Si, y también para “opinar” en televisión. #TercerGrado
“Yunqueland YAZ
Hija de EPN nos dijo pendejos, prole y envidiosos. En #TercerGrado, Marín nos dice ignorantes… Mañana Salinas nos dirá “pinches indios”
“La máquina Televisa “despierta” para defender a Peña: #TercerGrado va contra los twiteros, ahora resulta que todos somos pagados ignorantes.
“angeltapia Angel Dionisio
Si López Obrador hubiera cometido la pifia de Peña Nieto, ahora en #TercerGrado estarían diciendo lo importante que es un Presidente culto..”.
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