Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 4 de diciembre de 2011

LAS MAS.... DE LA TARDE 4 DE DICIEMBRE DE 2011

Protestas en Yemen
Taiz. Habitantes de Yemen se manifiestan en contra de la represión ordenada por el presidente Ali Abdullah Saleh, que en los últimos días ha dejado al menos 19 muertos en el país, entre ellos dos médicos en esta ciudad. Reuters

ecciones en Rusia
Oster. Rusos votan en legislativas bajo tensión; bloquean sitios internet de medios. Unos 110 millones de electores están convocados para elegir los 450 diputados de la Duma, en elecciones que son una prueba para Vladimir Putin, quien se prepara para volver al Kremlin en 2012. Ap

Procesión
Musulmanes participan en Karachi en una procesión durante el mes sagrado islámico del Muharram en Pakistán. Se trata del primer mes del calendario musulmán. Xinhua

Lucha anticrisis
Policías vigilan una protesta de Ocupa Los Ángeles, quienes exigen la liberación de los presos del desalojo del campamento del movimiento que exige medidas contra la crisis. Xinhua

Decenas de miles de belgas rechazan las previstas medidas de austeridad

Última modificación 03/12/2011 10:20
por Tania Molina
Bruselas, 2 de diciembre. Hagamos valer nuestros derechos ante la dictadura del capital, fue la consigna con la que decenas de miles de manifestantes marcharon hoy por calles de Bruselas en contra de las medidas de austeridad previstas por el futuro gobierno encabezado por el socialista francófono Elio di Rupo.
Publicado el: 3 de diciembre de 2011
Decenas de miles de belgas rechazan las previstas medidas de austeridad
Trabajadores públicos y privados se manifiestan en el centro de Bruselas contra el gobierno socialista. Foto: Reuters
Dpa, Afp y Notimex
Publicada el 3 de diciembre en la versión impresa.
Bruselas, 2 de diciembre. Hagamos valer nuestros derechos ante la dictadura del capital, fue la consigna con la que decenas de miles de manifestantes marcharon hoy por calles de Bruselas en contra de las medidas de austeridad previstas por el futuro gobierno encabezado por el socialista francófono Elio di Rupo.
Los manifestantes venidos de todas partes del país desfilaron por las principales arterias de la capital belga, al ritmo del ruido ensordecedor de petardos, la música de los Rolling Stones y de Manu Chao.
Los trabajadores portaban pancartas con lemas como no a los recortes indiscriminados, tenemos alternativas, y acusaban a los capitalistas por la crisis europea.
La secretaria general de la Federación General del Trabajo de Bélgica sostuvo que la austeridad no es la solución. ¿Cuándo tendremos en cambio una regulación para los bancos?, inquirió.
Los principales sindicatos del país y sus agremiados protestaron por la dura política de ahorro que se propone aplicar el nuevo primer ministro, Elio di Rupo, del Partido Socialista francófono, para cumplir con su obligaciones ante la Unión Europea (UE).
Entre las medidas se contemplan un impuesto especial a las rentas más altas, recortes en las prestaciones por el desempleo, reducciones en algunos estratos de las jubilaciones más altas y un aumento para la edad de pensión.
Los sindicatos temen que el gobierno esté preparando la reducción generalizada de sueldos y contemple también despidos de interinos o la falta de renovación de contratos en la función pública.
Con una perspectiva de crecimiento económico de 0.9 por ciento, Bélgica debe reducir su déficit hasta el 3 por ciento de su producto interno bruto en 2012 y evitar que su deuda aumente hasta 99.2 por ciento ya que las normas de Bruselas ante la UE establecen un máximo de 60 por ciento.
La manifestación ocurre en un contexto político difícil, cuando los belgas han estado cerca de 540 días sin gobierno, lo que concluirá el lunes o martes con la toma de protesta del nuevo premier.

El segundo viento del movimiento en pos de justicia social: Immanuel Wallerstein

Última modificación 03/12/2011 10:39
por Tania Molina
Durante las protestas en la plaza Tahrir en noviembre de 2011, Mohamed Alí, de 20 años, respondió a la pregunta de un periodista –de por qué estaba ahí– diciendo: Queremos justicia social. Nada más. Es lo menos que merecemos.
Publicado el: 3 de diciembre de 2011
El segundo viento del movimiento en pos de justicia social: Immanuel Wallerstein
“Somos el 99 por ciento”, proclaman activistas que intentan entrar a donde se realizan las sesiones de la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático, en Durban. Las consignas se globalizan. Foto: Reuters

Immanuel Wallerstein
Publicada el 3 de diciembre en la versión impresa.

Durante las protestas en la plaza Tahrir en noviembre de 2011, Mohamed Alí, de 20 años, respondió a la pregunta de un periodista –de por qué estaba ahí– diciendo: Queremos justicia social. Nada más. Es lo menos que merecemos.
La primera ronda de movimientos asumió múltiples formas por todo el mundo –la llamada Primavera Árabe, los movimientos de ocupación que comenzaron en Estados Unidos y luego se diseminaron por un gran número de países, Oxi en Grecia y los Indignados en España, las protestas estudiantiles en Chile y muchos otros.
Todos fueron un logro fantástico. Lo que han alcanzado puede medirse en un extraordinario artículo escrito por Lawrence Summers en el Financial Times, el 21 de noviembre: La inequidad no puede ya mantenerse a raya con las ideas habituales. Éste no es un argumento por el que se le haya conocido a Summers con anterioridad.
En el artículo anota dos puntos importantes, considerando que personalmente él ha sido uno de los arquitectos de las políticas económicas mundiales de los últimos 20 años, las que nos han puesto a todos en esta aguda crisis en la que el mundo se encuentra ahora.
El primer punto es que ha habido cambios fundamentales en las estructuras económicas mundiales. Summers dice que el más importante es el fuerte viraje en la recompensa que el mercado le hace a una pequeña minoría de ciudadanos en relación con las recompensas disponibles para la mayoría de los ciudadanos.
El segundo tiene que ver con dos clases de reacciones públicas ante esta realidad: una es la de los que protestan y otra, aquélla de quienes siendo muy fuertes están contra los que protestan. Summers dice que él está contra la polarización, que es lo que, según él, hacen quienes protestan. Pero luego dice: Al mismo tiempo, aquéllos que muy rápidamente etiquetan cualquier expresión de preocupación por la creciente inequidad como algo fuera de lugar o como producto de la lucha de clases, está todavía más fuera de base.
Lo que el artículo de Summers indica no es que él se haya convertido en exponente del cambio social radical –lejos está de eso– sino más bien que está preocupado por el impacto político del movimiento mundial en pos de justicia social, especialmente en lo que él llama el mundo industrializado. Yo considero esto un logro del movimiento en pos de justicia social.
La respuesta a este éxito han sido unas cuantas concesiones menores aquí y allá, pero luego una creciente represión por todas partes. En Estados Unidos y Canadá, ha habido un sistemático despeje de todas las ocupaciones. La virtual simultaneidad de estas acciones policiacas parece indicar alguna coordinación de alto nivel. En Egipto, los militares han resistido cualquier dilución de su poder. En Grecia e Italia las políticas de austeridad fueron impuestas por los decretos de Alemania y Francia.
La historia, sin embargo, está lejos de haber terminado. Los movimientos desarrollan un segundo viento. Los manifestantes reocuparon la plaza Tahrir y al mariscal de campo Tantawi le están dando el mismo tratamiento de desdén que le dieron a Hosni Mubarak. En Portugal, el llamado a una huelga general de un día paralizó por completo el sistema de transporte. Una huelga anunciada en Gran Bretaña en protesta por los recortes en las pensiones esperaba reducir el tráfico en Heathrow en 50 por ciento, lo que tendría repercusiones mundiales, dada la centralidad de Heathrow en el sistema de transportación mundial.
En Grecia, el gobierno ha intentado exprimir a los pensionados pobres instaurando un enorme impuesto en su recibo de luz, y amenazan cortar la electricidad si no pagan. Hay resistencia organizada. Los electricistas locales están reinstalando ilegalmente la energía eléctrica, pues cuentan con la incapacidad del reducido personal municipal para hacer cumplir su ley. Es una táctica que se ha utilizado con éxito en el suburbio de Soweto en Johannesburgo durante ya 10 años.
En Estados Unidos y Canadá, el movimiento de ocupación se ha diseminado de los centros de las ciudades a los campus universitarios. Y los ocupas están discutiendo lugares alternativos qué ocupar durante los meses del invierno. La rebelión estudiantil en Chile ya se expandió a las escuelas secundarias.
Debemos resaltar dos cosas acerca de la presente situación. La primera es que los sindicatos –como parte de lo que ha estado ocurriendo, como resultado de lo que ha estado ocurriendo– se han vuelto mucho más militantes, y mucho más abiertos a la idea de que deberían ser participantes activos en el movimiento mundial en pos de justicia social. Esto es cierto en el mundo árabe, en Europa, en Norteamérica, en el sur de África, aun en China.
Lo segundo que hay que resaltar es el grado en que los movimientos por todas partes han podido mantener su énfasis en una estrategia horizontal. Los movimientos no son estructuras burocráticas sino coaliciones de múltiples grupos, organizaciones y sectores de la población. Siguen trabajando duro en debatir de modo continuo sus tácticas y sus prioridades, y están resistiendo el volverse excluyentes. ¿Funciona esto todavía con suavidad? Por supuesto que no. ¿Funciona esto mejor que reconstruir un nuevo movimiento vertical, con un liderazgo claro y disciplina colectiva? Hasta ahora, claro que ha funcionado mejor.
Debemos pensar en las luchas mundiales como una larga carrera, en la que los corredores tienen que usar su energía sabiamente con tal de no desgastarse mientras mantienen la mira en el objetivo final –una clase diferente de sistema-mundo, mucho más democrático, mucho más igualitario que nada de lo que tenemos ahora.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein

De nuevo en la plaza Tahrir: Robert Fisk

Última modificación 02/12/2011 10:08
por Tania Molina
En estos días en la plaza Tahrir se puede conseguir lo que sea. Maíz en mazorca, té, café, maletas, vacaciones baratas en Sharmel-Sheikh, queso feta, cohetes, basura, huevos, cartuchos vacíos de gas lacrimógeno y montones de discusiones y rimeros de pancartas que exaltan el valor de los mártires y la perversidad de los policías. Incluso hay algunos miles de personas cada día –hoy, los revolucionarios convocan a reunir otro millón–, pero los muchos más millones que hicieron fila para votar el lunes y el martes han puesto en duda la integridad de la plaza.
Publicado el: 2 de diciembre de 2011
De nuevo en la plaza Tahrir: Robert Fisk
Imagen de la jornada electoral el pasado 28 de noviembre. Mujeres egipcias se forman para votar, en Maadi, un suburbio de El Cairo. Foto: Ap

Robert Fisk, The Independent
Publicada el 2 de diciembre en la versión impresa.

En estos días en la plaza Tahrir se puede conseguir lo que sea. Maíz en mazorca, té, café, maletas, vacaciones baratas en Sharmel-Sheikh, queso feta, cohetes, basura, huevos, cartuchos vacíos de gas lacrimógeno y montones de discusiones y rimeros de pancartas que exaltan el valor de los mártires y la perversidad de los policías. Incluso hay algunos miles de personas cada día –hoy, los revolucionarios convocan a reunir otro millón–, pero los muchos más millones que hicieron fila para votar el lunes y el martes han puesto en duda la integridad de la plaza.
¿Quién representa hoy a Egipto? ¿Los jóvenes revolucionarios seculares en la plaza, o la creciente lista de candidatos islamitas exitosos –Hermanos Musulmanes y, lo que resulta sorprendente, un número cada vez mayor de salafistas– con sus millones de votos? Sin duda no el mariscal de campo Mohamed Hussein Tantawi, gobernante militar del país, cuya mirada reprobatoria aparece en carteles de la plaza. Debería deshacerse de la ridícula gorrita de beisbolista estadunidense y ponerse una cuartelera militar reglamentaria, como todos sus hombres. Todas las mañanas espero verlo saltar la cama y decir tres veces: No fui electo, no fui electo, no fui electo. Porque de eso se trata, ¿no? Tahrir no fue electa. Tantawi tampoco.
Se pueden pintar mil paisajes en Tahrir. Habrá un gran levantamiento aquí, me dicen en una tienda donde dan atención médica: una lucha titánica entre un Parlamento recién electo y el consejo militar, hasta que, por supuesto, los Hermanos Musulmanes hagan un pacto secreto con el ejército (lo sospecho, lo sospecho) para que Tantawi pueda gobernar como un Mubarak de clóset, la gran figura paterna que escapará del control militar permitiendo a los islamitas lidiar con las tareas de gobierno a cambio de privilegios de lesa majestad, un pouvoir por encima del pouvoir, como en Argelia.
En Tahrir es fácil ser cínico. Los revolucionarios –los jóvenes, los laicos, los hermanos y hermanas de los mártires de enero-febrero– quieren poner fin al consejo militar, a la renovada brutalidad de la policía secreta de seguridad del Estado, a la impunidad del Ministerio del Interior.
Incluso han reunido otro grupo de mártires: 42 en total, abatidos por francotiradores y policías el mes pasado con un gas lacrimógeno menos común, más sofocante, disparado a los ojos de los manifestantes. Cuarenta y nueve jóvenes perdieron la vista, y los hombres y mujeres de Tahrir han rebautizado el bulevar que conduce al Ministerio del Interior como calle de los Ojos de la Libertad, antes calle Mohamed Mahmoud. Resulta interesante: Mahmoud fue uno de los más terribles ministros del Interior hace ocho décadas, un acólito del partido Wafd que sirvió al rey Farouq y fue apresado por los británicos en Malta junto con ese estupendo jurista que fue Saad Zaghloul. Este último es el padre de todas las revoluciones egipcias –contra los británicos– y héroe de los revolucionarios de hoy en día. Su colega Mahmoud fue un Mubarak antes de Mubarak. Incluso llegó a primer ministro en 1928 y gobernó sin Parlamento durante 18 meses; uno de esos hombres de ley y orden. ¿Suena familiar, como dicen?
Pero la vieja plaza Tahrir de enero y febrero es hoy más un recuerdo que una inspiración. Es reconocible como el mismo lugar: los grandes y viejos conjuntos de departamentos y el maligno edificio de concreto Mugama, de la era soviética –gris tumba burocrática de abandonad-toda-esperanza-quienes-entren-aquí, cerrada por la revolución egipcia–, el Museo Egipcio con sus paredes rosadas, el bulto del viejo Hilton y el Ministerio del Exterior de Farouq. Pero el florecimiento de valor juvenil, la derrota de los policías y sus baltagis enajenados por las drogas, la alegría que brotó en cánticos espontáneos a la caída de Mubarak, han ido a dar al pozo de todas las revoluciones. Esperanzas traicionadas, partidos políticos secuestrados, policías de nuevo en las calles. Recuerdo una mujer que entonces me decía: todo lo que queremos es que se vaya Mubarak, y yo le comentaba que de seguro se refería también al sistema, pero de algún modo Tahrir en aquel tiempo sólo apuntaba a Mubarak, los soldados eran héroes y todo estaría bien en el mejor de los mundos posibles.
El pueblo ganó. El dictador cayó. Viva Egipto libre. Y luego resultó que Mubarak no había entregado el poder al presidente del tribunal constitucional –como ordenaba la Constitución egipcia de 1971–, sino a su viejo amigo Tantawi y a los otros 19 generales de quienes alguna vez Mubarak había sido comandante en la fuerza aérea. Y Tantawi siguió designando o aprobando a más amigos de Mubarak, entre ellos el pasado primer ministro Kamal Ganzouri, que había tenido el mismo cargo con Mubarak: un gobierno no electo, algunos de cuyos integrantes eran muy ancianos, guiaría ahora la revolución, viejos dirigiendo a jóvenes.
Parece increíble ahora que el consejo militar haya arrestado a tantos miles de manifestantes después de la revolución, que tantos hayan sido torturados por policías, que el ejército instituyera pruebas de virginidad para mujeres detenidas. Y sí, ¿qué hacen los soldados egipcios, realizar pruebas de virginidad a jóvenes egipcias? ¿Es de veras éste el mismo ejército de valientes que cruzó el canal de Suez en 1973 y recuperó la gloria militar de Egipto?
Fuera de libreta –desde luego–, un oficial del ejército explicó que las pruebas fueron para evitar que las mujeres alegaran después que habían sido violadas por los soldados. Luego, añadió con risa despectiva, descubrieron que de por sí las mujeres no eran vírgenes. ¡Cielos! No lejos de la plaza Tahrir ocurrió la escandalosa batalla sectaria en la que un vehículo blindado del ejército pasó por encima de cristianos coptos porque al parecer el conductor –me encantó la explicación– sufrió un colapso nervioso. Pero no, el pueblo no está contra el ejército. Los soldados son sus hermanos, tíos e hijos. Es el consejo militar.
Los consejeros se las ingeniaron para encontrar unos cuantos miles de egipcios que se manifestaron en su favor, en un festín de amor al régimen como los que veíamos en El Cairo en tiempos de Mubarak, en Túnez con Ben Alí, en Trípoli con Kadafi, en Damasco con Assad, en Saná con Saleh y en Bahrein con el rey. Es como si Blair hubiera podido organizar un mitin en favor de la fe cuando 2 millones marcharon en Londres contra la guerra en Irak.
Pero no todo el espíritu de Tahrir se ha evaporado. Wissam Mohamed, traductora de 26 años que termina su maestría en ciencia política y lleva una pañoleta en la cabeza, afirma que sigue siendo revolucionaria y cree que el consejo militar no entregará el poder si no hay más protestas del pueblo. Lamenta que muchos de los muertos y heridos el mes pasado fueran jóvenes y de familias pobres. Siente que en realidad Mubarak –el granjero señor Smith de 1984, de Orwell– no se ha ido. “El señor Smith nunca se fue –dice–. Sus hombres siguen aquí. Hasta podrían volver a ponerlo en palacio.”
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya

La policía rechaza en Durban a manifestantes

Última modificación 03/12/2011 10:27
por Tania Molina
Durban, 2 de diciembre. La policía sudafricana impidió este viernes que cientos de manifestantes ingresaran al centro de conferencias de esta ciudad, donde se realiza la Conferencia de la ONU sobre el Clima.
Publicado el: 3 de diciembre de 2011
La policía rechaza en Durban a manifestantes
Manifestantes se expresaron ayer en Durban, en demanda de que se establezcan medidas urgentes para frenar el cambio climático; intentaban ingresar a las instalaciones donde se efectúa la reunión de Naciones Unidas que aborda el tema. Foto: Ap
Afp, Notimex y Reuters
Publicada el 3 de diciembre en la versión impresa.
Durban, 2 de diciembre. La policía sudafricana impidió este viernes que cientos de manifestantes ingresaran al centro de conferencias de esta ciudad, donde se realiza la Conferencia de la ONU sobre el Clima.
Unos 50 agentes participaron del operativo y los manifestantes, que incluían activistas altermundialistas y campesinas africanas, pedían a gritos medidas urgentes contra el cambio climático. Los manifestantes retornaron al local donde se habían concentrado al mediodía. No hubo detenciones ni heridos, informó la policía.
A partir del lunes están previstas reuniones organizadas en las proximidades del centro de conferencias para reclamar soluciones justas contra el cambio climático.
La secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, Christiana Figueres, consideró hoy positivo que la COP 17 reporte algunos avances técnicos en sus primeros cinco días de trabajos. En rueda de prensa para hacer un balance de la primera semana de la 17 Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 17), que se realiza del 28 de noviembre al 9 de diciembre en esta ciudad, Figueres expuso que este fin de semana se conocerán los primeros borradores de los trabajos. Pero los principales grupos, añadió, no cerrarán sus trabajos hasta que sea necesario. Comentó que tal es el caso del grupo de cooperación a largo plazo, que estudia diversos temas sobre financiamiento, acciones de mitigación en reforestación y diversas áreas técnicas. No se trata de documentos perfectos, pero este fin de semana se conocerán algunos borradores de lo avanzado, antes de pasar a la ronda de alto nivel la semana próxima, indicó.
Figueres subrayó que el próximo domingo será cuando comiencen a llegar los ministros de gobierno, que entre ese día y el martes participarán en rondas informales de consultas e irán conociendo lo avanzado para iniciar el segmento de alto nivel.
Sobre las negociaciones en torno a la continuidad del segundo periodo del Protocolo de Kyoto, señaló que se confía en las consultas que realiza la presidencia sudafricana de la COP para tratar de acercar posturas.
Por otra parte, China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, podría firmar un acuerdo con recortes obligatorios en el marco de la iniciativa para lidiar con el calentamiento global, dijo el viernes uno de sus negociadores en Durban.
La medida podría rescatar las estancadas conversaciones que comenzaron esta semana para reavivar el Protocolo de Kyoto, que está a punto de caducar. No descartamos la posibilidad de obligaciones legales. Es posible para nosotros, pero depende de las negociaciones, dijo Su Wei, principal negociador chino, a periodistas en una rueda informativa en el marco de la cumbre de dos semanas.
Los delegados de más de 190 naciones se encuentran en la ciudad costera para intentar superar un estancamiento de cuatro años en torno a un nuevo pacto global

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