Las cuentas pendientes
Sólo falta un mes para que Felipe Calderón y su equipo se vayan del gobierno y, seguramente, del país. Se mencionan como posibles destinos Estados Unidos y España, este último beneficiado hace unos días con contratos petroleros directos (sin licitación internacional de por medio, como lo exigen las leyes en la materia) por miles de millones de pesos, para “salvar de la crisis” a esa nación europea.
La huida del actual presidente panista y algunos de sus secretarios de Estado buscaría evitar represalias o reclamos por parte de millones de mexicanos afectados por su mal gobierno. Fue el mismo Calderón quien mencionó a la Universidad de Texas, en donde pretende un refugio académico y una nueva vida.
Sin embargo, hasta ese estado texano llegaron las protestas: decenas de estudiantes y maestros se pronunciaron en contra de que el mandatario mexicano pretenda arribar a esa institución para impartir cátedra, sin tener los méritos académicos e intelectuales para ello, además del rechazo natural que les produce una persona que fue causante de miles de muertos y desaparecidos por su pésima administración.
Mientras Calderón prepara la huida, en México deja muchos pendientes al nuevo gobierno priísta que encabezará Enrique Peña Nieto. Uno de tantos casos se archiva en un voluminoso expediente abierto en la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delitos Federales, de la Procuraduría General de la República (PGR), a cargo del maestro Irving Barrios Mójica.
Se trata de la averiguación previa UEIDFF/FISM08/185/2011, que involucra actos de presunta corrupción, contrabando y defraudación fiscal que durante casi 15 años habrían realizado grupos empresariales que adquirían su-puestamente telas de China y Corea, y cuyos cargamentos llegaban primero a territorio estadunidense y después ingresaban a México, amparados en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, sin pagar los impuestos correspondientes.
Este importante caso, que le ha significado al fisco mexicano dejar de cobrar impuestos por miles de millones de pesos en más de una década, fue descubierto por el Inmigration and Customs Enforcement (servicio de inmigración y control de aduanas estadunidense) e investigado directamente por el Grupo de Fraude Comercial en Laredo, Texas. Los agentes especiales de dicha institución armaron un expediente completo, con pruebas y declaraciones suficientes, que entregaron a México por conducto de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el Servicio de Administración Tributaria (SAT), la Procuraduría General de la República y la Administración General de Aduanas.
A pesar de ello, la PGR no ha concluido la averiguación previa y tampoco la ha consignado ante un juez federal que lleve ante la justicia a unas 15 empresas y sus dueños por los delitos de fraude, evasión fiscal, contrabando y lo que resulte.
Abogados de los empresarios involucrados aseguran que la PGR ya envió al archivo la averiguación, porque no había elementos para responsabilizarlos;?ello porque “son empresarios textileros que actuaron de buena fe”, razón por la cual, dicen, nunca se consignó el expediente ante un juez federal.
Sin embargo, en la Subprocuraduría que atiende el caso opinan distinto y aseguran que éste no ha sido cerrado como refieren los empresarios señalados. “Sólo esperamos que las autoridades de Estados Unidos cierren la instrucción para que acá, en México, se continúe con la averiguación previa y se cite a declarar a los presuntos responsables por el delito de contrabando por subvaluación de mercancías”.
El fiscal responsable de la investigación en la PGR explicó que “el caso involucra a miembros de la comunidad judía y se inscribe en una modalidad que nosotros conocemos como contrabando por subvaluación. Sí es una investigación que llevamos aquí en la Subprocuraduría desde hace siete u ocho meses, y estamos colaborando con las autoridades de Estados Unidos, y con Aduanas”.
—¿Algunos involucrados dicen que es un caso que ya se cerró?
—No. Es una investigación que está viva. No se ha cerrado, al menos aquí en la PGR. En Estados Unidos no lo sé. Nosotros estamos armando el expediente a partir de información que nos proporcionan la Secretaría de Hacienda y las autoridades de Estados Unidos. Pero Estados Unidos no nos entrega toda la información con la que cuenta y no puedo saber exactamente en qué momento está su investigación. En este caso hay un colaborador allá, que es el que ayuda en todo lo de los pedimentos. Lo que sabemos es que cuando llegan a hacerle una auditoría le detectan información de las etapas legales y las ilegales, y que eso sí lo tienen muy bien documentado. Pero ellos, por política, no nos comparten esa información hasta que proceden en contra de los responsables; es entonces cuando nos mandan los datos. Y esto lo hacen así para evitar que desde México algunos abogados ya cuenten con información para usar en los juicios allá.
—¿Cuánto dinero se involucró en este caso de contrabando?
—Nosotros no lo hemos podido cuantificar y, hasta donde sé, tampoco las autoridades de Estados Unidos. Lo que sí sabemos es que es considerable, porque además estas operaciones las estuvieron haciendo durante mucho tiempo.
—¿Ustedes llamarán a declarar a los responsables en México?
—No. Hasta que se integra todo el expediente y se tiene claro de qué son responsables, es cuando se pueden generar las medidas cautelares de arraigo. Pero en este caso hay que ver quién es el responsable, porque el tema se dio en Estados Unidos. Entonces cuando allá se procese al responsable de estas operaciones, acá vamos a ver si podemos interrogarlo. Porque los empresarios judíos no son los que directamente operaron esto, eso lo hizo quien está en Estados Unidos.
—Le quedan dos meses a este gobierno. ¿Es tiempo suficiente para terminar la investigación?
—No. Dos meses es muy poco tiempo para terminar de integrar el expediente y empezar el proceso. Entonces, en el acta de entrega-recepción lo que se hace es destacar los casos más relevantes, a los que se considera necesario dar seguimiento.
*Periodista
Fuente: Contralínea 307 / Octubre de 2012
Con el ascenso de Miguel Treviño Morales como jefe de Los Zetas, sus mandos estratégico y operativo se cohesionaron en uno solo. Con ello podríamos esperar una ola de violencia mayor, ejercida por un liderazgo criminal más compacto y uniforme.
La jefatura que ejercía Heriberto Lazcano Lazcano ya era inútil y no representaba ventaja para la organización criminal. Lazcano estaba debilitado por la muerte y captura de sus lugartenientes y se hallaba prácticamente desbordado por la hiperactividad operativa de Treviño a la cabeza de los llamados Nuevos Zetas.
Hasta el momento de su muerte –ocurrida en el municipio de Progreso, Coahuila, el pasado 7 de octubre– Lazcano había mantenido el liderazgo que le confería haber encabezado el grupo de exdesertores del Ejército Mexicano desde la muerte temprana de su fundador, Arturo Guzmán Decena.
Progresivamente, a medida que el Ejército y la Armada de México iban matando o arrestando a Los Zetas originales, el peso de las operaciones fue recayendo en Miguel Treviño Morales, un pandillero de la frontera entre México y Texas convertido en sicario y jefe de la seguridad de Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, conocido como Tony Tormenta, también muerto tras un enfrentamiento con miembros del Ejército Mexicano y la Armada de México el 5 de noviembre de 2010.
Treviño había sido el jefe de la “plaza” de Nuevo Laredo y gozaba de liderazgo debido a que él encabezó la resistencia contra la ofensiva de otros narcotraficantes que pretendían controlar la “plaza”, un lugar estratégico para el movimiento de drogas hacia Estados Unidos por el número de camiones de carga que cruzan al día.
El aniquilamiento de Los Zetas originales empujó a Treviño hacia el liderazgo de la estructura operativa de todo el cártel del Golfo. Al dividirse el mando estratégico único en 2010, los Nuevos Zetas se quedaron con la estructura operativa y táctica de toda la organización delictiva y la usaron contra el cártel del Golfo. Aunque Lazcano mantenía el mando formal, en la práctica Treviño encabezaba a todas las fuerzas de la organización. Paralelamente, Los Zetas originales iban perdiendo jerarquía y control de las áreas que las células de Treviño iban conquistando en otras zonas del país. Con la mayoría de Los Zetas muertos o detenidos, Lazcano perdió control sobre el resto de la estructura operativa y táctica que controlaba Treviño. Y éste, por el contrario, fue capaz de desarrollar su propio liderazgo con base en una estrategia generalizada de confrontación y terror.
Existían otras condiciones que colocaban a Lazcano en una posición inconveniente para el grupo criminal. Estaba convertido en un administrador que había dejado de entrenar como soldado, tenía sobrepeso y había perdido disciplina personal. Las fotografías que circularon tras su muerte muestran una apariencia física muy alejada de los rigurosos hábitos castrenses.
Tanto Treviño como Lazcano habían resistido unidos la ofensiva gubernamental, dura e implacable, en su contra.
Con pocas habilidades en el campo de la negociación y muchas en el de la extorsión y el asesinato, Los Zetas habían atentado contra efectivos de inteligencia militar y generales del Ejército Mexicano durante su expansión como organización criminal en otras partes de México y Centroamérica. La extorsión había llegado a afectar las estructuras de propiedad de las familias tamaulipecas asociadas tradicionalmente al cártel del Golfo. El reclutamiento forzado y matanza de inmigrantes indocumentados, la liberación de miembros detenidos en las cárceles y el despedazamiento de sus víctimas eran actividades más propias de los Nuevos Zetas que de los viejos líderes que aún sobrevivían.
Luego de que el gobierno mexicano extraditó a Osiel Cárdenas Guillén a Estados Unidos el 19 de enero de 2007, los efectivos del cártel, leales al mando estratégico localizado en Matamoros y los del mando operativo que ejercían Lazcano y, en segundo lugar, Treviño, quedaron enfrentados. Acuartelados en Nuevo Laredo, en el otro extremo de la llamada frontera chica, Los Zetas comenzaron a disputar el mando del cártel del Golfo en Reynosa y a sabotear sus tratos con grupos de Sinaloa, con quienes estaban enfrascados en una lucha atroz en su propia sede.
Treviño logró imponer a sus lugartenientes en el control de la “plaza” de Reynosa, pero ésta no tardó en ser disputada a sangre y fuego por el cártel del Golfo, lo que abrió las hostilidades armadas entre los seguidores del cártel y las tropas de Los Zetas a partir de 2010.
El cártel del Golfo organizó entonces una alianza con el cártel del Pacífico y la Familia Michoacana para expulsar a Los Zetas de la zona comprendida entre Reynosa y Ciudad Mier, en la frontera de Tamaulipas con los condados texanos de Hidalgo, Starr, Webb y Zapata.
Este conflicto armado ocurrió simultáneamente con la entrada de fuerzas conjuntas del Ejército y la Armada, cuyas tropas tendieron un cerco a los miembros de Los Zetas que huían a los municipios de Nuevo León y Coahuila.
Al momento de separarse, Los Zetas se quedaron con toda la estructura operativa y táctica del grupo. Por esa razón, el cártel del Golfo requirió de refuerzos para mantener Reynosa y expulsar a Los Zetas de sus zonas de operación. Con todo, el cártel del Golfo perdió a su mando estratégico con la muerte de Tony Tormenta, y con el arresto de Jorge Eduardo Costilla Sánchez, el Coss, el 12 de septiembre de 2012.
Los cambios estratégicos en ambas organizaciones pueden significar una nueva etapa de violencia en todos los estados del país donde hay presencia de uno u otro cártel y sus aliados.
Sería un error pensar que la muerte de Heriberto Lazcano significó un daño grave a la estructura operativa y táctica de Los Zetas. Una revisión a la historia reciente de la organización arroja, más bien, que la muerte de Lazcano terminó por cohesionar y, paradójicamente, fortalecer a la organización de los Nuevos Zetas.
*Especialista en Fuerzas Armadas y seguridad nacional; egresado del Centro Hemisférico de Estudios de la Defensa, de la Universidad de la Defensa Nacional, en Washington
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Fuente: Contralínea 307 / Octubre de 2012
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