Peña Nieto y Pemex, los enredos y la ganga
Una efigie de Lázaro Cárdenas en las oficinas de
Pemex.
Foto: Miguel Dimayuga
Foto: Miguel Dimayuga
MÉXICO, D.F. (apro).- En ningún otro gobierno entrante, el nombre del futuro
director de Pemex había generado tantas expectativas y ambiciones. No es para
menos. Los sectores empresariales, burocráticos, políticos y sindicales ya saben
que el principal negocio del sexenio peñista será el energético y quien encabece
la paraestatal más importante del país protagonizará el nuevo montaje del sueño
petrolero… para la iniciativa privada.
En menos de tres meses hay versiones de cuatro nombres que se barajan en el
equipo de transición para encabezar la paraestatal: Alfredo del Mazo González,
el tío más influyente de Peña Nieto, exgobernador mexiquense, ex secretario de
Energía y que anhela restablecer los negocios suspendidos desde que no fue
presidente de la República en 1988; Liébano Sáenz, cuyo nombre se mencionó entre
los círculos zedillistas para hacer valer la fuerza del expresidente más famoso
entre los corporativos multinacionales; Francisco Labastida Ochoa, interlocutor
del calderonismo en la frustrada reforma energética de 2008, experto en la
materia, excandidato presidencial y con un fuerte veto de quien tiene más poder
en el tache que en el palomeo: Carlos Salians de Gortari; y otro perfil que
represente menos compromisos y más cercanía directa con el propio Peña Nieto,
que podría ser alguien de su círculo más cercano.
Hasta los calderonistas y foxistas mencionan al actual director de Pemex,
Juan José Suárez Coppel, como un posible repetidor en la paraestatal, a pesar de
la ola de corrupción que deja tras su gestión; de la forma escandalosa y opaca
con la que ha manejado temas como el de los floteles u “hoteles flotantes” de
Galicia; o el caso de Mexicana de Lubricantes que en Proceso se ha documentado
con toda precisión.
Las ambiciones están desatadas porque el peñismo se ha encargado desde la
campaña electoral de alentar la “venta de garage” de Pemex. El exgobernador
mexiquense dijo que era hora de “rebasar los prejuicios” ideológicos y abrir la
paraestatal a la inversión privada.
Nunca hubo una reflexión mínima sobre el carácter estratégico de Pemex, no
sólo para la economía, sino para la soberanía y la fortaleza de nuestro país en
un contexto internacional cada vez más incierto.
El “cerebro” de Peña Nieto, Luis Videgaray, reiteró en una entrevista
reciente con The Wall Street Journal que el próximo gobierno priista reitera su
inclinación por la apertura a la inversión privada, al mismo tiempo que en
Brasil su jefe reiteraba que el modelo de Petrobras sería el más viable para
México.
¿Por qué se extraña ahora Peña Nieto que sus declaraciones sobre la
privatización de Pemex generen ambiciones, confusiones y críticas obvias de los
sectores que están en contra de esta posibilidad?
En España, ante la crema y nata de los inversionistas ibéricos que se han
convertido en los grandes beneficiarios de la obra pública y de los modelos de
asociación público-privado (APP), Peña Nieto rechazó que la apertura al capital
privado significara la “privatización” de Pemex. En lenguaje cantinflesco, el
priista insistió que será el Estado mexicano el propietario original de los
yacimientos y del hidrocarburo.
Al mismo tiempo que negaba que privatizar significara privatizar, Peña Nieto
presumió que su gobierno continuará con la inversión de 380 millones de dólares
para generar empleo en los astilleros gallegos Navantia e Hijos de J Barrera en
la construcción de dos hoteles flotantes.
La Jornada publicó en su edición de este 16 de octubre el texto de una
presentación de Pemex donde presume que los ingresos de la empresa petrolera son
equiparables a los de América Móvil, Walmart, Femsa, Cemex y Alfa, juntos. Es
decir, los corporativos privados más importantes del país.
Añade que Pemex invierte anualmente unos 23 mil 200 millones de dólares, más
que todas las empresas que forman parte del Índice de Precios y Cotizaciones
(IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores.
Esta presentación fue realizada a los grandes capitales privados, sobre todo,
a los inversionistas europeos y estadunidenses con los que Peña Nieto sostuvo
reuniones en su reciente gira.
No se trata de enredos declarativos, sino de engaños. Mejor que el futuro
gobernante presente una iniciativa de ley para conocer hasta dónde pretenden
“privatizar sin privatizar”.
Michoacán, el desgobierno
PF toma control de Escuela Normal de Tiripetío,
Michoacán.
Foto: Xinhua
Foto: Xinhua
MORELIA, Mich. (apro).- La violencia no para un solo día en esta entidad.
Desde el gobierno perredista de Leonel Godoy y ahora con el mandatario del PRI,
Fausto Vallejo, la espiral de violencia en el estado se ha convertido en
síntomas de debilidad de una administración que no acaba de asentarse y a la que
algunos ya observan señales de terminación adelantada.
Desde hace algunos meses, a partir de la llegada de Fausto Vallejo como
gobernador, los problemas en Michoacán se han agudizado severamente. Sin
presupuesto federal y con una de las mayores deudas públicas del país, el
horizonte de conflictos se ha ampliado a sectores de la sociedad que no estaban
involucrados previamente.
El último de ellos es el grupo de estudiantes normalistas rurales que hace
apenas unos días fue severamente reprimido por policías estatales y federales,
quienes realizaron un operativo de persecución más fuerte y violento que los
desplegados contra el crimen organizado.
Jóvenes campesinos e hijos de obreros, fueron reprimidos y perseguidos en las
escuelas normales de Tiripetío, Arteaga y Cherán como si se trataran de
delincuentes de alta peligrosidad por agentes estatales y federales, quienes
usaron helicópteros y perros en el operativo en el que participaron cerca de mil
500 elementos.
Semanas antes del acto desmedido de represión, los estudiantes habían logrado
sentar en una mesa de diálogo al secretario de Gobierno, Jesús Reyna, para
discutir la intención del gobernador de aplicar la reforma curricular a las ocho
escuelas normalistas de la entidad.
Entre esas reformas destaca la puesta en marcha de clases de inglés y
computación en escuelas indígenas y campesinas, donde a veces no hay luz y mucho
menos Internet, y sólo se habla la lengua propia y el castellano.
Durante semanas, los estudiantes alegaron que no necesitaban una reforma
curricular de este tipo, sino rescatar sus propias lenguas, usos y costumbres,
aspectos que dan fuerza y resistencia a sus comunidades ante peligros como el
crimen organizado.
Carentes de dinero, los estudiantes tomaron autobuses para transportar a sus
compañeros y liberaron casetas de cobro. A la mesa de negociaciones el
gobernador Vallejo nunca asistió (quizá por una enfermedad que se ha tratado de
ocultar) y su secretario de Gobierno cerró toda posibilidad de acuerdo al
sentenciar a los jóvenes estudiantes a entregar los autobuses y las
instalaciones normalistas en unas cuantas horas, advirtiéndoles que se usaría la
fuerza.
Las dos horas de plazo fueron insuficientes para los estudiantes, y las
policías entraron a las escuelas con una fuerza desmedida, utilizando armas
largas, helicópteros, perros de ataque, toletes y gases para someter a los
jóvenes.
El saldo de la refriega: 176 estudiantes detenidos (los dos dirigentes del
magisterio fueron liberados inmediatamente), 13 autobuses incendiados (algunos
de ellos por los mismos uniformados), 10 policías heridos y decenas de jóvenes
golpeados.
A pesar de que el mensaje que se quiso dar fue de fuerza y gobernabilidad, al
final lo que quedó fue lo contrario: un gobierno débil que no ha sabido resolver
problemas como el del crimen organizado; el conflicto del cierre y destrucción
de las escuelas públicas en la comunidad religiosa de Nueva Jerusalén; la
pretensión de desaparecer los Telebachilleres, dejando a 16 mil estudiantes
rurales sin escuela; así como el reclamo de miles de estudiantes, quienes exigen
un espacio en la Universidad Michoacana.
El gobierno de Fausto Vallejo ha entrado en una etapa de desgaste que no se
ha podido controlar. Sin agentes de negociación y diálogo, la mano dura y la
represión son la única vía que se ha utilizado para tratar de controlar a una
población cada vez más inconforme.
Los aires de desgobierno campean en Michoacán: en el PRI ya se están
inventando enemigos desestabilizadores dentro del propio gobierno y en el PRD
para encubrir sus propias deficiencias y errores.
No se descarta que el gobernador esté esperando la llegada de Enrique Peña
Nieto a la Presidencia para hacerse de recursos financieros y políticos para
apaciguar las aguas que él mismo ha agitado.
Mientras tanto, este jueves 18 los maestros y estudiantes iniciarán un paro
de labores y un plantón indefinido frente a palacio de gobierno.
Falta un mes y medio para el cambio de gobierno presidencial, habrá que ver
si Fausto Vallejo aguanta hasta entonces o abandona su puesto por “razones de
salud”.
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