Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 13 de marzo de 2013

La austeridad pasa por el banco central- Los cardenales indeseables del cónclave- Hugo Chávez: pueblo, socialismo, patria y nación

La austeridad pasa por el banco central
Alejandro Nadal
Obama dice no estar contento con los recortes fiscales de 85 mil millones de dólares que tuvo que aplicar la semana pasada. Es comprensible su desagrado, pero lo cierto es que el único desacuerdo de Obama ha sido sobre el monto de los recortes, no sobre la idea misma de contraer el gasto. En realidad, la discusión ha estado mal enfocada desde el principio. El problema no es si el gasto fiscal está abultado, sino por qué no existe una agencia capaz de financiarlo.
 
Vamos por partes. Estos recortes fiscales forman parte de un programa para reducir el nivel de endeudamiento en más de 1.5 billones (castellanos) de dólares a lo largo de los próximos 10 años. Las reducciones en el gasto público afectan todo tipo de programas y dejarán una huella profunda sobre la actividad económica. El crecimiento del PIB se reducirá en 1.5 puntos porcentuales este año. Para una economía que está apenas creciendo al 2 por ciento, este es un duro golpe.

El objetivo de estas medidas es reducir el endeudamiento del gobierno federal. El programa de recortes se extiende a lo largo de nueve años para disminuir la deuda del gobierno federal que hoy asciende a alrededor de 16 billones (castellanos nuevamente) de dólares. Pero ¿de donde surge esta deuda? ¿Por qué tiene que pedir prestado el gobierno de Estados Unidos? Mucha gente piensa que ese gobierno tiene su banco central, la Reserva Federal, y que puede imprimir su propio dinero. Casi habría que decir que si el gobierno estadunidense pudiera imprimir (su propio) dinero para financiar su déficit, la deuda sería cero.

El artículo I, párrafo octavo de la Constitución federal de Estados Unidos establece que el Congreso de ese país tiene el poder de acuñar moneda y regular su valor. ¿Por qué tiene que pedir prestado el gobierno? La respuesta es que en 1913 se creó el sistema de la Reserva federal y ese año el gobierno de aquel país delegó su poder de creación de moneda de alto poder a la Fed (como se la llama coloquialmente).

En el fondo, la Reserva Federal es una entidad creada por y para los bancos privados de Estados Unidos. Está encargada de la emisión de billetes que son prestados al gobierno en Washington (así como a los estados y a los municipios). Esto es lo que explica que el gobierno federal en Estados Unidos tenga esa deuda de 16 billones (castellanos) de dólares por la que pagó en 2011 unos 454 mil millones de dólares de intereses. Lo cierto es que cuando el gobierno en Washington quiere gastar mil millones de dólares por encima de lo que le queda disponible lo único que tiene que hacer es imprimir bonos del Tesoro por ese monto y vendérselos a la Reserva federal. Ésta crea mil millones de dólares de la nada (con unos teclados de la computadora) y paga por esos bonos acreditando ese monto a la cuenta del Tesoro. Y los bonos se colocan en el sistema de bancos privados y otros agentes en una subasta de la Fed (lo que hace que la deuda sea detentada en buena medida por entidades del mismo gobierno, así como por entidades extranjeras). En síntesis, hoy la deuda del gobierno estadunidense es unas cinco mil veces más grande que lo que era cuando se creó el sistema de la Reserva Federal.
 
En los últimos años Ben Bernanke, presidente de la Fed, ha dicho que le preocupa el déficit fiscal de Estados Unidos. Pero Bernanke prefiere olvidar que uno de sus ilustres predecesores, Marriner Eccles (presidente de la Fed entre 1934 y 1948) aconsejaba al gobierno un mayor déficit para sacar a la economía de la gran depresión. Bajo su mando, la Fed financió la gigantesca deuda de la segunda guerra a tasas de interés muy bajas, lo que permitió una rápida recuperación en la posguerra. Lo que sucedía en ese tiempo es que la Reserva federal pudo mantenerse más independiente de los intereses del capital financiero que hoy dominan a la Fed.
 
En realidad, la Fed no es más que la punta del iceberg. Los bancos privados a los que respalda tienen la capacidad de crear dinero de la nada y prestarlo a todo tipo de entidades, desde particulares para comprar un auto, hasta empresas para comprar una planta de aluminio, pasando por el gobierno de alguna ciudad que necesita pagar algunas obras municipales. Por eso la carga de la deuda total de Estados Unidos, privada y pública, asciende a unos 55 billones (castellanos) de dólares. Y la Reserva federal genera las reservas que los bancos van necesitando al ampliar sus operaciones (de préstamos).
 
El endeudamiento del gobierno federal en Estados Unidos, al igual que el de los gobiernos de Europa y de muchas partes del mundo, no es una casualidad. Proviene de decisiones políticas que cerraron la puerta al control soberano sobre el principal objeto económico de nuestros tiempos, el dinero. El resultado es un sistema financiero basado en una pirámide de endeudamiento que siempre exigirá más sacrificios. Episodios como el de los recortes introducidos la semana pasada no sólo no sirven para resolver el problema de la deuda, sino que ayudan a perpetuarlo.
 
 
Los cardenales indeseables del cónclave
Bernardo Barranco V.
Una de las novedades de este cónclave atípico es la participación de asociaciones laicales, fieles y no creyentes, que cuestionan la presencia de ciertos cardenales que llegan con las manos sucias a la reunión. Aquellos cardenales implicados en los casos de pederastia. Su presencia, su voto, en cierto sentido empaña el valor teológico que significa elegir un nuevo pontífice. Por primera vez en los tiempos recientes los laicos se organizan para expresar, presionar y exigir cuentas a aquellos prelados cuyo comportamiento es dudoso, en el mejor de los casos, y en otros, francamente reprochable en tanto altos representantes de la jerarquía católica han desacralizado su función. Carentes de misericordia hacia las víctimas, se convierten en cómplices de los abusadores. Los católicos estadunidenses iniciaron una intensa una campaña bajo el lema Stay at home (quédate en casa), para que el cardenal Roger Mahony no participe en el cónclave. Sus archivos, expuestos por mandato a la luz pública, revelan encubrimientos y complicidades sistémicas que la Iglesia mantiene como manera de afrontar acusaciones por diferentes formas de transgresiones, especialmente los abusos sexuales. Esta activa campaña se combinó con la iniciativa de la famosa revista italiana Familia Cristiana, moderada, con más de un millón de suscripciones. En Roma la revista tuvo la iniciativa de preguntar a sus lectores si creían conveniente la participación de Mahony en la reunión de cardenales votantes en la Capilla Sixtina. La respuesta ha sido masiva y de indignación de los lectores, quienes juzgan de manera tajante la inconveniencia de que el cardenal participe en el cónclave. De Los Ángeles a Roma los laicos repudian la presencia de Mahony, quien antes de salir hacia Roma, el 23 de febrero, declaró ante la justicia por otro caso de abusos y encubrimiento. No es la primera vez que Mahony declara en procesos por este motivo. La arquidiócesis de Los Ángeles ha expuesto los documentos confidenciales relativos a unos 120 curas acusados de abusos sexuales.
 
En México se generó un ejercicio interesante en esa línea. El ahora ex sacerdote católico Alberto Athié intentó por más de seis años ser atendido por el cardenal Rivera para exponerle, con pruebas, lo que el clérigo Manuel Fernández Amenábar le había confiado sobre la conducta patológica de Marcial Maciel cuando se desempeñaba como rector de la Universidad Anáhuac. La respuesta fue cuestionarlo. Athié quedó marginado y reprendido por la máxima autoridad eclesiástica de la arquidiócesis. La lealtad a Maciel pudo más que la verdad. Rivera cae en un doble juego de discursos, soberbia y doble moral. Desde entonces Alberto Athié ha tomado como propia la denuncia, la reivindicación de las víctimas de abusos y violencia sexual. Recientemente presentó una carta contundente: Miembros de la Iglesia y la sociedad mexicana exigimos que el cardenal Norberto Rivera no participe en el cónclave que tendrá lugar en el Vaticano y exigimos que responda públicamente por sus actos. La carta, firmanda por muchas víctimas de abuso sexual, plantea que Norberto Rivera Carrera no tiene derecho a votar ni a ser votado en el cónclave, ya que protegió a Marcial Maciel y Nicolás Aguilar aquí en México y es señalado al autorizar el traslado de éste a Los Ángeles, donde Aguilar abusó, además de los de aquí de México, al menos de otros 26 niños en la ciudad californiana. En unos cuantos días, en las redes sociales se sumaron miles de firmas. Integrantes de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual de Sacerdotes México (SNAP, por sus siglas en inglés), los ex legionarios José Barba y Saúl Barrales, junto con Athié, entregaron a la nunciatura la carta con 15 mil firmas. Esta ahora cuenta con cerca de 25 mil personas que reiteran que el cardenal Rivera no tiene derecho, desde el punto de vista ético, a participar en el cónclave para elegir nuevo Papa, porque encubrió y protegió a sacerdotes que abusaron física y sicológicamente de niños.
 
Algo parecido ha ocurrido en Bélgica. Los representantes de las víctimas de pédocurés (curas pedófilos) presionan para que el cardenal Godfried Danneels quede fuera del cónclave. El padre Rik Devillé, jefe del Grupo Derechos Humanos en la Iglesia, cuestinó la presencia de Danneels en Roma: Sería moralmente inaceptable. Con todo lo que sabemos acerca de cómo el cardenal mantuvo una política de ocultación sistemática durante años sobre el abuso sexual de sus sacerdotes.
 
De manera recurrente, el Vaticano cierra filas frente a los reproches de feligreses. En un comunicado, el 23 de febrero, la Secretaría de Estado denuncia los intentos de condicionar a los cardenales, con vistas al cónclave, con la difusión de noticias a menudo no verificadas o ve­rificables y, por tanto, falsas, con gran daño a personas e instituciones. Aparentemente se refería a las filtraciones de la Repubblica, pero ya veía venir el movimiento de fieles que se gestaba en Los Ángeles y se extendía en otros países.
 
El 5 de marzo, en rueda de prensa en Roma, la SNAP difundió una lista de cardenales que llegan al cónclave marcados por el tumor canceroso de la pedofilia clerical. Advirtieron que 12 cardenales no deben ser considerados papables, ya que no afrontaron con suficiente rigor los casos de clérigos pederastas, quitaron importancia y rechazaron reunirse con las víctimas. Entre ellos además de Rivera, Danneels y Mahohy, se encuentra Angelo Scola, uno de los punteros, así como los estadunidenses Timothy Dolan (Nueva York), Donald Wuerl (Washington) y Sean O’Malley (Boston) y el argentino Leonardo Sandri, quien junto con Angelo Sodano, despreciaron la pederastia y fueron fieros y astutos defensores de Marcial Maciel. Federico Lombardi, vocero de la oficina de prensa, no entró al fondo; se limitó a descalificar a la SNAP y reiterar que no está autorizada a decidir quién entra al cónclave. Una cómoda posición para cardenales incómodos. La campaña internacional ha sentado un precedente importante, pues los feligreses en tanto sociedad civil presionan para validar la calidad moral de la hasta ahora intocable jerarquía católica.
 
Hugo Chávez: pueblo, socialismo, patria y nación
José Steinsleger
Su insistencia era tenaz:
–¿Te gustaría aprender a bailar el tango conmigo?
–¡Populismo musical! –le respondía.
–¿Y el bolero?
–Ni cagando.
A temprana edad, las desviaciones ideológicas son irreversibles. Pero la culpa era de Bertoldo. Decía que los jóvenes debíamos evitar las distracciones perniciosas y consagrarnos a elevar (sic) el-nivel-político-cultural-del-pueblo. Granítica, la prédica de Bertoldo se parecía a la de los mormones que merodeaban por el barrio, y a la de Pagano, el casposo profesor que llamaba tirano prófugo al caudillo que por decreto se prohibía nombrar.

Para Bertoldo, la revolución cubana era nacionalista y pequeñoburguesa. Y Pagano nos obligaba a leer a Ortega y Gasset, aprobando con 10 a los que repetían una capciosa frase del padre del aula inmortal, Domingo F. Sarmiento, en carta al general Bartolomé Mitre: ¿Son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad? (1861).

Cuando Cuba derrotó a la invasión de la CIA en Playa Girón, Bertoldo se hizo la autocrítica. Pero los vientos de la época ya eran otros y apareció Ferrero, su media naranja. Bertoldo dividía el mundo en fascistas y democráticos, y Ferrero en estalinistas y trotskistas.

Un día acompañé a Ferrero al frigorífico donde militaba. Los trabajadores de la carne discutían un pliego para conseguir aumento salarial. A su turno, intervino: “¡Compañeros…! Si acá no hay duda de que el yugo del capital nos explota, propongo abolir el régimen de salarios…” Entonces, un veterano bigotón que vestía delantal manchado en sangre vacuna le dijo con aliento nacional y popular: “Nene… ¿no tenés otro lugar para hacerte la paja?”

Ofendidísimos, nos retiramos en medio de las risotadas de los matarifes. Ferrero comentó: ¡El caudillo les lavó el cerebro! ¡Les falta conciencia de clase! Regresé a casa, y me sumergí en Conceptos elementales del materialismo histórico, interpretados por una compañera trasandina que estaba buenísima. Y cuando el caudillo regresó para desairar a los chicos que lo habían vitoreado, Bertoldo y Ferrero me dijeron: ¿ves?

Bertoldo y Ferrero no eran Gargantúa y Pantagruel, Bouvard y Pécuhet, Narciso y Goldmundo, ni Sócrates o Aristóteles imaginados por Platón y Santo Tomás. Eran la prueba bizarra de que en política las convicciones personales no alcanzan para sumar y multiplicar.

Años después, en Colombia, conocí a un experto en tango y se movieron fibras que bien podían ser nacionales o universales. Y en Ecuador, con motivo de un acto de solidaridad con Malvinas, tuve que persuadir a la directora de la Academia de Belleza Eva Perón para que nos prestara el único disco del himno nacional existente en el país.
 
–Pero me lo devuelven… ¿eh? Miren que por acá queremos mucho a la señora Eva.
 
Liberales y marxistas aseguran que los pueblos son amnésicos. ¿Coartada hegeliana para ocultar la ignorancia de una historia escamoteada? Salvo contadas excepciones, los pensadores latinoamericanos se formaron inspirándose en el maniqueo karma europeo-anglosajón: civilización/barbarie; izquierda/derecha; democracia/tiranía; reforma/revolución; capitalismo/socialismo.
 
Cautivos de esa suerte de ley de causalidad o retribución inevitable, los liberales creen que capitalismo y democracia son sinónimos, y los marxistas que la revolución conduce en línea recta al socialismo. Por esto, cuando aparecen caudillos y movimientos populares que hacen picadillo con los dogmas del karma, lo primero que dicen es “hum…”
 
Las ideas extrapoladas de la cultura universal (y no de la nacional que las engendra) son sus referentes. Así fue desde la independencia de Haití. Y ni siquiera la amplia difusión del radical y generoso pensamiento de José Martí les permite reconocer las causas por las que el legado político de nuestra primera independencia continúa vigente. Yo quiero patria libre o morir, dijo Sandino.
 
En México, la muerte de Chávez suscitó opiniones paniaguadas entre los máximos referentes de la izquierda. El uno tomó rápida distancia del líder bolivariano y después extendió sus condolencias. Y el otro, sin nombrarlo, manifestó su solidaridad con el dolor-del-pueblo-venezolano. ¡Vamos, muchachos!... ¿Costaba mucho echar un guiño al comanche? Que hace ya algunos años, Fidel también dijo: Cuando un pueblo llora, la injusticia tiembla.
 
Con respecto a los otros, irremediablemente mezquinos de alma y corazón, el escritor brasileño Paulo Coelho (insospechado de izquierdismo) dio una lección: ¿Murió Hugo Chávez y hay gente que se alegra? La burla al dolor ajeno sólo demuestra la pobreza y miseria humana. (@PaulocoelhoDice 6/3/13).
 
En la capilla ardiente, frente al ataúd de Chávez y la espada de Bolívar, el presidente interino Nicolás Maduro dijo: ¡Hemos roto el maleficio de la traición a la patria, y romperemos el maleficio de la derrota y la regresión...! ¡No pudieron contigo, comandante! ¡No podrán con nosotros, jamás! ¡Jamás podrán!
 
A la distancia, no me arrepiento de mi atropellada iniciación político-sentimental. Sólo que me hubiera gustado aprender a bailar el tango. O, siquiera, cantar boleros. Así pues, me resigno a bailar el son. Pero sueltito, porque no sé llevar.

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