POLIAMOR: ¿EL FIN DE LA MONOGAMIA?
Por: Alfonso Castañeda - marzo 9 de 2013 - 0:00
INVESTIGACIONES, Investigaciones especiales - 1 comentario
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Ciudad de México, 8 de marzo (SinEmbargo).– Daniela, de 36 años, nunca pensó en enamorarse otra vez. Claro, era impensable porque llevaba una relación de casi 10 años con otra chica, planeaban vivir juntas, tener hijos, compartir un patrimonio, viajar y convivir con algunos familiares y amigos. Una pareja ideal. Pero no: Daniela, luego de convivir con una compañera de trabajo, de salir al cine, de tomar café, de discutir temas psicológicos, se enamoró. “Me sentí culpable, rara. A pesar que con mi pareja teníamos acuerdos, este sentimiento hacia mi amiga me contrarió mucho, me sacó de onda”, cuenta Daniela.
Después de algunas semanas haciéndole run-run la cabeza, decidió compartírselo a su pareja. “Lo más chistoso es que yo amo a mi novia, pero me sentía enamorada de otra mujer”, dice Daniela, quien después de tantas dudas, mientras se dirigía al trabajo, por fin se hizo la pregunta del millón: ¿Se puede amar a dos o más personas al mismo tiempo?
Lejos estaba de saber que aquella respuesta tenía un nombre específico. Y lo mejor, que la probabilidad de amar y vincularse a dos o más personas al mismo tiempo comenzaba a visibilizarse. No era una moda, una tendencia ni tampoco un disparate. Por el contrario, sexólogos, psicólogos y varios amorosos comenzaban a mencionar la palabra poliamor.
“Es la vivencia del amor con diferentes personas simultáneamente, donde hay claridad de que se tienen relaciones amorosas. Es una perspectiva horizontal, donde no hay jerarquías y se basa en acuerdos mutuos. Y además, son vínculos que se replantean en cada momento”, explica la sexóloga y psicoterapeuta Karla Barrios.
En su consultorio, la especialista ha recibido a muchas personas que acuden con las mismas dudas que Daniela. La mayoría lo censura, lo invalida y hasta lo penalizan. ¿Puede una persona enamorarse de manera simultánea de otras personas? ¿Es promiscuidad? ¿Es amor?
Cuando Daniela se lo dijo a su pareja, la relación sufrió varias sacudidas. Reproches e insultos por parte de su novia; miedo y culpa por parte de Daniela. ¿Cómo era posible plantear semejante sentimiento?. “Por supuesto que a mi amiga no le dije nada. Pensaría lo peor de mí. Ella sabía de mi relación con mi chica. En verdad me sentía acorralada”.
Para el director del Instituto Mexicano Sexología, José Luis Álvarez-Gayou (Imesex), el poliamor “se fundamenta en la honestidad. Aquí se dice todo, se habla desde la sinceridad, no tiene que ver con infidelidad ni sólo con el sexo, sino con quitarse la máscara. El poliamor cuestiona la monogamia. Creemos que la monogamia es natural”.
Pero todo cambió el día en que Daniela salió a pasear con su amiga y ésta le robó un beso. El desconcierto fue tal, que Daniela se molestó. No quiso tocar el tema. Aquellos sentimientos eran un revoltijo de culpa y vergüenza. ¿Terminar su relación? “No. Yo quería andar con las dos. Qué cínica, ¿no”, se ríe. Y es que al paso del tiempo, luego de tomar terapia y desprejuiciarse, asumió su capacidad para amar, en ese momento, a dos mujeres al mismo tiempo.
TRANSGREDIR LAS LEYES DEL AMOR
Víctor, de 24 años, es soltero. A pesar de su corta edad estuvo casado, pero hace un tiempo se divorció. Estuvo enamorado de su esposa, pero Víctor tampoco dejaba de pensar en un amor del pasado. Una novia que tuvo a los 17 años y que, hasta el momento, la recuerda con mucho amor. “Cuando me casé, me incomodaba mucho el hecho de tener que descuidar u olvidar ese vínculo tan bonito y especial con mi ex, en pro de una nueva vida, de una institucionalización de los sentimientos”.
Tampoco en Víctor fue la excepción y la pregunta clave también se formuló en automático: “¿Tendrá, en verdad, algo de malo el amar a dos personas?”. Este fue su primera confrontación con su idea sobre el amor, la pareja y sus vínculos. Sumado a su oficio de Sociólogo y el constante interés a temas culturales e históricos sobre “los valores dominantes, las concepciones de la realidad, y el acercamiento al feminismo, mis dudas se multiplicaron”, cuenta.
Tiempo atrás, leería Eros y anarquía, del periodista Osvaldo Baigorría. En esa obra, Víctor volcó sus inquietudes y comenzó a responderse varios puntos sobre el amor; incluso a replantearse la posibilidad de mantener relaciones simultáneas, pero sin el típico enredo telenovelesco de la esposa y la amante en pugna por el hombre. Claro que antes de dar el primer paso, debatió este tema con su hermana y con amigos.
“El poliamor siempre se veía como algo imposible. Esto me dejaba insatisfecho. Sabía, en el fondo, que debía haber algo más, que no podía ser el único loco con estas ideas. El problema es que no encontraba a nadie con quien compartirlas. Muchos hombres entendían esto como una carta abierta a la promiscuidad patriarcal, sin reciprocidad alguna para las compañeras, lo cual tampoco me convenció”, relata Víctor.
Karla Barrios, reiteradamente, escribe sobre estos temas y elucida de qué se trata el poliamor. Lo que Víctor sentía y pensaba acerca de esta opción de amor, las contrariedades y los prejuicios, la sexóloga aprovecha para explicar que a muchas personas les cuesta asumir el poliamor porque “nos vendieron una idea del amor, de cómo debe ser. Por ejemplo: que el amor es monógamo, dura para toda la vida o por un largo periodo de tiempo. Siempre se habla de pareja, es decir, que sólo es entre dos. Por eso es tan penalizado socialmente que una persona transgreda las leyes del amor”.
En el caso de Daniela, algunos familiares y amigos quisieron normarla. Hacerle ver la relación de 10 años que tenía con su pareja, lo difícil que fue para ambas familias aceptar su lesbiandad y su relación de pareja. Se sentía incomprendida, juzgada, sola. Como psicóloga se volvió su propia terapeuta, pero de tanta introspección, de un análisis de su infancia y de cómo aprendió el amor: toda una explicación edípica, hasta que “un buen día asumí mi enamoramiento. Decidí hablarlo con mi novia. También lo hice con la otra chica. Ni siquiera hablé de noviazgo o de un acostón. Sólo de lo que sentía”.
Son posturas muy normativas, explica Karla Barrios. Por eso, cuando alguien se sale de los parámetros del amor “hay una violencia social hacia la persona que los transgrede”. Daniela lo reconoce: “Una amiga, que también es terapeuta me hizo ver, en ese momento, que yo no era honesta, que debía terminar mi relación con mi novia y aclarar mis emociones. Por más que le decía que no estaba confundida, ella me hacía ver lo contrario. Entonces comprendí que no por ser psicólogos, estamos exentos de todos estos prejuicios”, recuerda.
“El poliamor no quiere decir que se deje de querer a la persona con quien se tiene una relación, sino con la capacidad de vincularse con dos o más personas. Pareciera que el amor también se ha convertido en una institución”, enfatiza Barrios.
LAS ESTRUCTURAS DEL POLIAMOR
Los especialistas consultados para este reportaje coinciden en que no es el poliamor una forma de aniquilar la monogamia. Tampoco es una panacea, mucho menos una moda. Lo cierto es que para muchas personas es otra opción de relacionarse y vivir otro tipo de guión amoroso.
“La casa de los mil cuartos” fue el primer programa de radio en América Latina sobre poliamor. En él, Diana Neri, junto a otros colaboradores, transmiten todos los lunes a partir de los 20:30 horas temas tan polémicos y profundos como el duelo poliamoroso, algunas causas de rupturas, discusiones acerca de si vivir o no juntos, ideas políticas sobre dichos vínculos, noticias, erotismo y diversos temas en torno al poliamor.
Diana Neri va más allá del concepto del poliamor como la capacidad de amar y relacionarse simultáneamente con varias personas. “Es, también, una apuesta ética que implica revisar las relaciones de poder que se entrañan en las personas. Es desenmascarar cómo las instituciones nos habitan en el cuerpo a través del amor. Es una alternativa que abre el marco de posibilidades honestas frente a ese deber ser”, precisa.
Y es que sobre el poliamor recaen varios prejuicios. Por ejemplo: que son promiscuos, que son infieles o inseguros respecto a sus sentimientos; a veces se les confunde con los intercambios sexuales o swingers. Sin embargo, José Luis Álvarez-Gayou insiste en que el poliamor estriba en la honestidad.
“Hay acuerdos, se negocia. Por ejemplo, cuando alguien, en la pareja expone que está enamorado de otra persona, no necesariamente quiere decir que andará con ella. Lo que hace es exponer su sentimiento, quizá vivirlo, pero en plena honestidad. Si esto pudiera hablarse, por ejemplo en una pareja que tienen hijos, quizá ellos aprenderían a no mentir, a no ocultar sus emociones y a no vivir en una doble moral”, considera el también psiquiatra.
¿Pero cómo se estructuran las relaciones poliamorosas? Vamos con un ejemplo: Diana Neri. Ella mantiene, desde hace siete años una “trieja”. Sí, un amor entre tres. Ella, Sergio e Israel. Con uno lleva 10 años; con el otro, ocho. Cada quien tiene su espacio. A veces salen los tres: van al cine, comen juntos, viven una vida erótica. Ellos, a su vez, sostienen otras relaciones, se enamoran, viven duelos. La familia de Diana lo sabe, aunque no lo aceptan. Ella, por ejemplo, socialmente tiene un punto en contra: es mujer, y en un mundo patriarcal, ese detalle no para menos.
El director del Instituto Mexicano de Sexología (Imesex) explica teóricamente una posible estructura poliamorosa: “En una relación de poliamor, pueden existir distintas formas de vincularse. Se les llama relaciones primerias. Un ejemplo puede ser éste: una persona que viva con otra, tengan patrimonio en común y quizá un proyecto de vida compartido, tal vez tengan hijos; puede que uno de ellos se relacione con otra persona, con quien sale al cine, o escuchen la misma música… podría ser una relación secundaria. En el poliamor no se viven las relaciones de la misma manera, así como tampoco nos relacionamos igual con todos los hermanos, o una madre con sus hijos. Es decir, no es que se quiera más a uno que otro: pero se quiere de forma distinta”, aclara.
Karla Barrios afirma que desde antes de los 60 del siglo XX, el poliamor se ha discutido teóricamente. “Lo cierto es que, hoy en día, no hay una forma de vivirlo, de esquematizarlo”, y añade que existen muchos modelos, “aunque puede pensarse que al hablar de relaciones secundarias o terciarias, se jerarquicen las relaciones, sin embargo, muchas veces se hace para ponerle nombre a estas relaciones, y no que haya vínculos jerárquicos o de poder”, advierte la especialista.
Cuando la sexóloga se refería a que en el poliamor hay una constante actualización de los vínculos, su comentario encaja muy bien en cómo Diana, Sergio e Israel viven su amor. Sergio, admite Diana, ha sido más noviero. Hace poco terminó una relación con dos chicas, novias entre ellas; en la actualidad, se corteja con una compañera, aunque no hay nada formalizado. Israel, en cambio, sostiene amistades sexuales, pero sale con una mujer. “Somos una trieja abierta a otras relaciones”, declara Diana, orgullosa.
EL AMOR LIBRE
Osvaldo Baigorría, en El amor libre, lo expone así: “Apunta más alto: no a la mera posibilidad de tener múltiples relaciones sexuales, sino a la de amar a varias personas al mismo tiempo. Reintroduce la noción de camaradería, de compañerismo afectivo. Insiste en que uno siempre está amando a varios al mismo tiempo, aunque en diferentes intensidades y propósitos. Apuesta, por lo tanto, a una nueva educación sentimental”.
José Luis Álvarez-Gayou, coautor de Te celo porque te quiero, sostiene que el poliamor es la capacidad de amar a varias personas, “tan es así que las personas podemos amar y relacionarnos con nuestros amigos, y quererlos de distinta manera. Así pasa con este tipo de relaciones. Pero la idea impuesta de la monogamia sólo muestra la pareja como la única opción”, dice. Y asegura el psiquiatra que el poliamor tampoco escapa a los celos: “Es el talón de Aquiles de todas las relaciones humanas”.
Por eso, para Karla Barrios es importante desmitificar otra idea del poliamor: que se trata de gente que no tiene celos, ni control o posesión. “También se tienen momentos donde se quiere poseer a las personas. El poliamor plantea muchas preguntas, cuestiona mucho. No sólo a nivel cognitivo, sino emocional”.
La propia Diana reconoce que en las diferencias, incluso en las crisis con Jorge e Israel, han crecido juntos. Revisar sus vínculos, incluso replantearse reglas en su relación, ha hecho que su “camaradería sea más sólida”.
No así con Víctor, quien se asumió como poliamoroso al año de divorciarse. Tuvo que modificar su forma de ver el amor y asumir su capacidad de enamorarse de varias mujeres a la vez, sin que esto sea una visión machista. Cuando conoció a Diana y sus novios, Víctor vio otra posibilidad: ya no la utopía del amor, sino otra opción de relacionarse con honestidad y reglas claras. “Estuve mucho tiempo tratando de encontrar chicas que compartieran mi idea del amor. Me cansé porque nadie lo entendía. Así fue como entré a la monogamia, un poco resignado, pero ya luego quedé curado de espantos”.
Daniela sigue con su novia. Terminó con la otra chica, y aunque ha conocido a otras personas, “la verdad es que no me he enamorado. El poliamor es como cualquier enamoramiento. No lo buscas. Un día te sientes muy bien con alguien y de repente, descubres… esa es la palabra, descubres que Cupido te flechó de nuevo”, finaliza.
Y aunque en México comienza a discutirse con más seriedad sobre el tema, países como Holanda o Canadá avanzan en leyes que protegen este tipo de vínculos. En Latinoamérica, ciudades como Buenos Aires, Santiago o Medellín discuten sobre él. México, no es la excepción. Lo cierto es que en Brasil, por citar otro ejemplo, en mayo del año pasado un hombre y dos mujeres fueron reconocidos ante el Estado como un “trío amoroso estable”. ¿Sería posible que México, en algunos años, una ley que dé certeza jurídica al poliamor? La respuesta sigue pendiente.
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