Qué caradura, Luis Videgaray
Por: Alejandro Páez Varela - septiembre 9 de 2013 - 0:05COLUMNAS, Historia de unos días - 5 comentarios
El Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, tuvo un supuesto ataque de sinceridad ayer por la tarde cuando hizo su balance de 9 meses en el poder:
Que la economía no ha avanzado en los últimos 30 años y que está asociado al nulo crecimiento de la productividad. Que el bajo crecimiento no ha permitido satisfacer las necesidades del segmento más bajo de la población y que, por ello, más de 45% de la población está en situación de pobreza. Que 61% de los mexicanos carece de acceso a la seguridad social y dos terceras partes de los adultos mayores nunca cotizaron en un esquema de protección. Que México es el único país de los integrantes de la OCDE que no tiene seguro de desempleo. Que 60% de la población que trabaja está empleada en la informalidad. Que somos el segundo país en la OCDE con mayor prevalencia de obesidad. Que en México, el consumo de combustibles por habitante es superior al de países más desarrollados y las emisiones de gases de efectivo invernadero están generando grandes daños de salud pública. Y que en el último año, la economía se ha debilitado.
Ja, ahora resulta.
No dijo que en los últimos 30 años a los que hace referencia, el país entró en una serie de reformas que incluyeron la desincorporación de las empresas nacionales que, devoradas por la corrupción y la ineficiencia de los políticos, tuvieron que ser vendidas al mejor postor.
No dijo que, en esos 30 años, el modelo económico generó más pobres pero, en cambio, hizo obscenamente ricos a unos cuantos: los que recibieron a precios ridículos (los bancos o Telmex, por ejemplo) las empresas que pertenecieron al Estado mexicano.
No dijo, en ese supuesto ataque de sinceridad, que hace 30 años gobernaba el entonces Presidente Miguel de la Madrid Hurtado, de su partido, el PRI, y que fue él quien inició la serie de reformas para llevarnos “al primer mundo”. No digo que siguió el priista Carlos Salinas de Gortari, quien puso a todo Televisa a cantar su “Solidaridad” –algunos cantantetes hasta lloraron– y mientras, entregaba las empresas nacionales a unos cuantos que ahora son los multimillonarios que nos gobiernan. No dijo, Luis Videgaray, que después vino Ernesto Zedillo, del PRI, y con él tuvimos años de recetas amargas de liberalismo –para calmar una tormenta financiera– que no acabaron la desigualdad, sino que la acentuaron. Y tampoco dijo –faltaba más– que los dos mandatarios siguientes, Vicente Fox y Felipe Calderón, ratificaron ese mismo modelo económico que no ha sido sino una maldita fábrica de jodidos.
No dijo que la Reforma Energética que proponen es exactamente el mismo modelo que nos llevó a esta ruina: Hacer una venta escondida de Pemex (es decir: está desplumada, denle los negocios a los extranjeros), como lo hicieron en el pasado con otras empresas estatales: las quebraron con corrupción e ineficiencia, y luego las entregaron a sus aliados.
No dijo que los que saquearon Pemex y Telmex y Ferronales y los bancos y tantas y tantas empresas de los mexicanos nunca fueron a prisión, mientras los líderes sindicales y los políticos y sus empresarios favoritos se enriquecían.
Lo que Luis Videgaray no dijo es que con menos de un año en el poder, Enrique Peña Nieto y él, encargado de la hacienda pública, han llevado la economía de los mexicanos al resbaladero: estamos ya en recesión técnica por la cantidad de meses acumulados con crecimiento nulo.
Y ya ni le sigo. Como si no lo supiéramos, nos viene a decir que estamos de la fregada. Ja, qué caradura. Como si esta condición en la que nos encontramos no tuviera culpables: todos ellos presidentes priistas menos dos inútiles igualitos, pero del PAN: Fox y Calderón.
Nos viene a decir que los pobres son un montón y que algo debe hacerse. ¿En seriooo? Como qué, ¿como crear programas asistencialistas para secuestrar su votooo? ¿Como mantener a –y servirse de– líderes corruptos como Romero Deschamps, Juan Díaz, o los sátrapas con los que organizan sus circos cada 1 de mayooo?
(Alargo las “ooo” para darle tono de sarcasmo).
Pues más que un arranque de sinceridad, el del Secretario de Hacienda –y cerebro de Peña Nieto– es un arranque de desfachatez.
Qué caradura son nuestros políticos, la neta. Qué caradura, Luis Videgaray.
FUENTE: Sin embargo.mx
Decíamos el fin de semana en este espacio que el gobierno federal difícilmente podría pasar una reforma con mayores cargas impositivas, en un escenario económico que se ha acercado a la recesión y donde lo único que ha crecido en México son los millones de pobres, un segmento importante incluso en pobreza extrema y alimentaria.
Ayer, el Presidente Enrique Peña Nieto presentó al país una propuesta de Reforma Hacendaria que es “una reforma social”, dijo, y que recoge las propuestas y sugerencias de los partidos que integran el Pacto por México y, en especial, de los emprendedores y los empresarios, que exigían medidas para dar empleo, impulsar el crecimiento y la productividad internas.
No se reforma el Impuesto al Valor Agregado (IV), actualmente de 16%, ni se aplicará a alimentos y medicinas como se venía planteando. Desaparece el Impuesto Empresarial de la Tasa Única (IETU), que entró en vigor en 2008 en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, y que impactaba directamente a las personas físicas con actividad empresarial y a las empresas establecidas, y también se elimina el Impuesto a los Depósitos en Efectivo (IDE) por más de 15 mil pesos, que operaba desde enero de 2010, también en la administración del panista Calderón Hinojosa.
Además, el Presidente propone incluir el derecho de una pensión universal y el seguro de desempleo para los trabajadores formales, un viejo reclamo, dijo, de los trabajadores en México.
Hay más detalles en esa iniciativa que se comenzará a discutir en los próximos días en el Congreso pero, políticamente, es interesante este giro que ha dado la administración peñista.
Su Reforma Hacendaria es, sin duda, una respuesta poco tecnócrata y más sensible a la calle, donde Peña Nieto ha perdido la mayoría de sus bonos en los últimos meses.
Responde claramente al reclamo y a la movilización social que despertaron sus iniciativas en materia de telecomunicaciones, energética y, en especial, de educación; ésta última se tornó en una piedra en el zapato del Presidente y su equipo, y evidenció también que el gobierno federal pensó, unilateralmente, que podría pasarlas por sobre cualquier reclamo social sólo bajo el amparo del Pacto por México.
Es una Reforma Hacendaria con sentido social, sí; pero donde también el gobierno de Enrique Peña Nieto y su gabinete económico, encabezado por el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Luis Videgaray Caso, reconocen que los primeros meses del sexenio salieron peor de lo que presupuestaron y los que están por venir no serán un día de campo.
Al menos ahora, con esta iniciativa, ponen los pies sobre la tierra y muestran que el gobierno reconoce un escenario de crisis donde su principal reto es tratar, con todos los recursos que tiene a la mano, de incentivar el crecimiento y la productividad con mayores alicientes y menos cargas fiscales tanto para los que emplean como para los trabajadores.
Toca revisar con toda precisión esas propuestas. El diablo, dicen, está en la letra chiquita. Por lo pronto, claramente, EPN optó por una política menos tecnócrata y por dar un respiro, aunque sea pequeño, a una sociedad que día con día ve menos cercano el progreso que tanto se le ha prometido.
FUENTE: Sin embargo.mx
Reforma Hacendaria: Una respuesta poco tecnócrata
Decíamos el fin de semana en este espacio que el gobierno federal difícilmente podría pasar una reforma con mayores cargas impositivas, en un escenario económico que se ha acercado a la recesión y donde lo único que ha crecido en México son los millones de pobres, un segmento importante incluso en pobreza extrema y alimentaria.
Ayer, el Presidente Enrique Peña Nieto presentó al país una propuesta de Reforma Hacendaria que es “una reforma social”, dijo, y que recoge las propuestas y sugerencias de los partidos que integran el Pacto por México y, en especial, de los emprendedores y los empresarios, que exigían medidas para dar empleo, impulsar el crecimiento y la productividad internas.
No se reforma el Impuesto al Valor Agregado (IV), actualmente de 16%, ni se aplicará a alimentos y medicinas como se venía planteando. Desaparece el Impuesto Empresarial de la Tasa Única (IETU), que entró en vigor en 2008 en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, y que impactaba directamente a las personas físicas con actividad empresarial y a las empresas establecidas, y también se elimina el Impuesto a los Depósitos en Efectivo (IDE) por más de 15 mil pesos, que operaba desde enero de 2010, también en la administración del panista Calderón Hinojosa.
Además, el Presidente propone incluir el derecho de una pensión universal y el seguro de desempleo para los trabajadores formales, un viejo reclamo, dijo, de los trabajadores en México.
Hay más detalles en esa iniciativa que se comenzará a discutir en los próximos días en el Congreso pero, políticamente, es interesante este giro que ha dado la administración peñista.
Su Reforma Hacendaria es, sin duda, una respuesta poco tecnócrata y más sensible a la calle, donde Peña Nieto ha perdido la mayoría de sus bonos en los últimos meses.
Responde claramente al reclamo y a la movilización social que despertaron sus iniciativas en materia de telecomunicaciones, energética y, en especial, de educación; ésta última se tornó en una piedra en el zapato del Presidente y su equipo, y evidenció también que el gobierno federal pensó, unilateralmente, que podría pasarlas por sobre cualquier reclamo social sólo bajo el amparo del Pacto por México.
Es una Reforma Hacendaria con sentido social, sí; pero donde también el gobierno de Enrique Peña Nieto y su gabinete económico, encabezado por el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Luis Videgaray Caso, reconocen que los primeros meses del sexenio salieron peor de lo que presupuestaron y los que están por venir no serán un día de campo.
Al menos ahora, con esta iniciativa, ponen los pies sobre la tierra y muestran que el gobierno reconoce un escenario de crisis donde su principal reto es tratar, con todos los recursos que tiene a la mano, de incentivar el crecimiento y la productividad con mayores alicientes y menos cargas fiscales tanto para los que emplean como para los trabajadores.
Toca revisar con toda precisión esas propuestas. El diablo, dicen, está en la letra chiquita. Por lo pronto, claramente, EPN optó por una política menos tecnócrata y por dar un respiro, aunque sea pequeño, a una sociedad que día con día ve menos cercano el progreso que tanto se le ha prometido.
FUENTE: Sin embargo.mx
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