Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 26 de octubre de 2011

Petróleo: el interés tiene pies- PRI: mercadología y reversiones

México SA
Petróleo: el interés tiene pies
Margen de ganancia por barril
Tabú, audacia y destete
Carlos Fernández-Vega
 
Por enésima ocasión políticos, magnates, candidatos a Los Pinos, ex funcionarios, ex embajadores, ex gobernadores y también un ex presidente, entre otros, suman sus desinteresadas voces y sus no pocas influencias y presiones para que los lerdos mexicanos entiendan de una buena vez por todas que la privatización petrolera los hará vivir como noruegos (Davidow dixit), que destetados de la ubre petrolera (Guillermo Ortiz dixit) tendrán un futuro maravilloso y que sólo con inversión privada, audacia y valentía (Pancho Pantera Peña Nieto dixit) se evitará la quiebra de Petróleos Mexicanos, por ser ésta, según dicen, una empresa del Estado que cada día gana menos y que irremediablemente terminará en el hoyo si los obtusos nativos se aferran al tabú y se niegan a que sea desincorporada.
Se agradece el sano interés mostrado por todos ellos, pero el análisis que ninguno aportó es el relativo a si en realidad Pemex es una empresa que cada día gana menos, si el oro negro mexicano de tiempo atrás dejó de ser un enorme negocio, y si en los hechos esta industria nacional ya representa un pesadísimo fardo para los lerdos naturales de este país, tanto que de plano obligó a los siempre altruistas magnates, solidarios ex embajadores y demás caritativa fauna citada líneas arriba a brincar a la palestra y ofrecer su sacrificio con tal de que el bienestar noruego alcance a los mexicanos y el primer mundo se materialice en México.
De entrada, nadie diría que está en quiebra una empresa que, como Pemex, aporta cerca de 40 por ciento del ingreso gubernamental, que 40 centavos de cada peso que gasta el gobierno provienen del oro negro. Difícilmente podría calificarse de improductiva. Entonces, ¿qué motiva realmente a los que suman sus desinteresadas voces, influencias y presiones a exigir la privatización del consorcio paraestatal, con ganas de entrar al quite?
Pues bien, la respuesta puede encontrarse en los propios informes periódicos que Petróleos Mexicanos se ve obligada a entregar a la Securities and Exchange Commission (SEC) de Estados Unidos sobre el estado que guardan sus finanzas, los cuales muy pocos mexicanos conocen, aunque sí, y en detalle, todos los que se pronuncian en contra del tabú y a favor de la audacia, la valentía y el capital privado. Y lo primero que surge de tales reportes es el suculento margen de ganancia que tiene la paraestatal a punto de quebrar, según las altruistas voces que pugnan por acabar con el monopolio grandote (Ricardo Salinas Pliego dixit, digno representante de los más puros intereses del pueblo mexicano).
De acuerdo con la información de la paraestatal, al cierre de 2010 el margen de ganancia de Pemex por barril petrolero de exportación fue, modestamente, de mil 395 por ciento con respecto a su costo total de producción. Ese año el precio promedio de la mezcla mexicana fue de 72.33 dólares por barril, mientras el costo total de producción fue de 5.22 dólares. Un año antes, en 2009, tal margen fue un poco menor, si vale el término: mil 183 por ciento, resultante de un precio promedio de exportación de 57.4 dólares y un costo total de producción de 4.85 dólares por barril.
Lo anterior da cuenta del enorme, jugoso negocio que representa el oro negro mexicano, algo muy distante a los señalamientos y advertencias de la fauna político-empresarial citada líneas arriba. En 2010, la ganancia neta por barril exportado fue de 67.11 dólares, y de 52.55 dólares en 2009. Algunos pensarán que lo anterior se debe al incremento en los precios internacionales del crudo, pero aún en las peores caídas en este renglón las ganancias han estado presentes. Por ejemplo, el peor año del gobierno foxista en materia de precios petroleros internacionales fue 2001, cuando el barril mexicano de exportación promedió 18.57 dólares. Ese año el costo total promedio de extracción por barril fue de 3.34 dólares, de tal suerte que el margen de ganancia fue de 15.23 dólares, igual a 456 por ciento. Y para el gobierno de Ernesto Zedillo el año más complicado fue 1998, con un precio promedio de la mezcla mexicana de 10.77 dólares (el más bajo en una década) y un costo de extracción de 2.21 dólares, es decir, un margen favorable de 387 por ciento.
Con estas cifras parece despejarse el acertijo: ¿de dónde nace tanto interés de políticos, magnates, candidatos a Los Pinos, ex funcionarios, ex embajadores y conexos por salvar, vía capital privado, a la industria petrolera nacional y, de paso, a los mexicanos a punto de contar con pasaporte noruego, siempre y cuando dejen el tabú a un lado?
¿Qué detalla el informe de Pemex a la SEC? Entre otras cosas, que en 2010 nuestro costo de producción promedio fue de 5.22 dólares de Estados Unidos por barril de petróleo; aumentó 7.6 por ciento en comparación con los 4.85 dólares por barril en 2009. Este aumento se debió principalmente a una apreciación de 6.5 por ciento en el tipo de cambio del peso mexicano frente al dólar, así como por un incremento de 22.6 por ciento en los costos de compra de gas. Estos factores fueron parcialmente compensados por un aumento en la producción total de hidrocarburos en 2010 en comparación con 2009, de un millón 378 mil de barriles de petróleo equivalente en 2009 a un millón 384 mil barriles en 2010, así como la reducción de los costos asociados con los gastos de mantenimiento.
Por si hubiera duda, la paraestatal señala al organismo estadunidense: nuestro costo de producción total se compone de todos los costos directos e indirectos incurridos para producir petróleo y gas, incluidos los costos asociados con la operación y el mantenimiento de pozos y equipos relacionados y las instalaciones. Además, incluye los costos de mano de obra para operar los pozos y las instalaciones, los costos de materiales, suministros y combustible consumido, incluyendo gas que se usa para el levantamiento de gas, nitrógeno y otros productos químicos, los costos de mantenimiento y otros, tales como honorarios por servicios generales, un fondo de mano de obra para activos personales, servicios corporativos y los gastos indirectos.
¿Se entiende ahora la audacia y la valentía de la que habla Peña Nieto? ¿Se comprende la urgencia de erradicar el tabú y alcanzar el destete?
Las rebanadas del pastel
¡Agarraos!, mexicanos silenciosos, que el mismo clarividente que pronosticó un simple catarrito para el país por la sacudida de 2009 ahora vaticina que México no entrará en crisis (obvio que lo dijo Agustín Carstens) por la nueva oleada. Entonces, si lo dice él, a rezarle al Altísimo.
 
PRI: mercadología y reversiones
Luis Linares Zapata
 
A contrapelo de los aires de justicia distributiva que corren en masa por varias partes del mundo, aquí un aspirante priísta a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, muestra, sin tapujos, las feroces intenciones regresivas de la derecha. Y no es la suya cualquier facción de la derecha, sino esa que es monopólica, corrupta y depredadora. Esa derecha que ha sido, por su desbocada ambición de poder y riqueza, detonante de la inconformidad mundial y de los enormes bolsones de miseria y marginación en naciones como la nuestra. Esa derecha irresponsable e improductiva que se atrinchera tras un tramposo pensamiento de modernidad y eficiencia. Derecha que, como pregona ahora este joven producto neto de la mercadología televisiva, se afilia con cinismo a los fundamentalismos del financierismo especulador y privatizante. Una modalidad harto conocida que, por lo demás, atora y ha vuelto obsoleto al modelo de gobierno vigente. Pero, no obstante sus limitantes y evidente quiebra, todavía busca, por varios medios, su continuidad.
No bien empieza la contienda oficial cuando el ex gobernador se lanza, de manera subordinada, a la conquista de sendos grupos de presión. Sus guiños, bien se sabe, no han estado dirigidos al pueblo, menos aún a ese segmento que padece las terribles consecuencias del ya largo periodo neoliberal. Él atiende, presuroso, a los intereses de aquellos que, en este caso especial, se mueven en las alturas decisorias: el gran capital trasnacional de la energía y al atrincherado aparato directivo de la radio-televisión. Dos sectores que, sin duda, juzga indispensables para terminar la tarea que él y Televisa (su atento patrocinador) iniciaron hace ya seis largos, onerosos e intensos años: hacerse con la Presidencia de la República. Años en que su presencia, bajo el oneroso subterfugio de cotidiana información noticiosa, se hizo familiar en todos los hogares dominados por el duopolio televisivo.
Al capital privado, en particular el trasnacional de la energía, puesto que es el dominante en el sector, le promete alianzas por venir. No se aclara el tipo ni las tareas a ser emprendidas en común. Pero se advierte que es una vuelta a las que siempre han estado, como obsesiones redundantes, en el horizonte de los traficantes de influencia locales y en el entorno estratégico de Estados Unidos. Unos y otros no han quitado el dedo del renglón a pesar de las movilizaciones habidas y del repudio popular hacia tales intentos de enajenación y entreguismo al extranjero que dominan a las élites conservadoras mexicanas. El conocimiento que el señor Peña puede tener tanto del manejo de la petrolera como de las repercusiones para el desarrollo futuro de Pemex y del país, con seguridad, ha de ser reducido y de puro oído. De ahí que esa valentía, esa audacia mencionada en su discurso, sea fruto de la ignorancia o, con mayor seguridad, de los afanes de hacer negocios que ha caracterizado al grupo de los llamados tolucos. Lejos han quedado las informadas discusiones tenidas en el Senado, hace poco tiempo, donde se evidenciaron los efectivos rumbos alternos: liberar a la petrolera de la carga impositiva y llevar a cabo una reforma fiscal completa, justa, e invertir con recursos sanos.
El señor Peña debía aclarar, primero, la pertinencia y oportunidad de esas sus propuestas alianzas. Si son parecidas, aunque sea de manera remota, a las que se han hecho con el capital especulativo internacional entregándoles la banca nacional, o la que se llevaron a cabo con los ferrocarrileros estadunidenses, no se irá por la ruta adecuada. Habría que buscar los ejemplos de privatizaciones en ramas como el acero, las pensiones, los seguros, los puertos o los aeropuertos para obtener lecciones preventivas. Qué decir de esas alianzas establecidas por la CFE con los llamados productores independientes, eufemismo del contratismo con trasnacionales (especialmente españolas) que han encarecido sobremanera el precio de la electricidad. Acaso el señor Peña está pensando en esas otras alianzas recientes de Pemex con trasnacionales para explorar y extraer crudo de ese manantial de frustraciones que es Chicontepec. A lo mejor se alude a esas alianzas, del tipo acostumbrado con las mineras (canadienses) que, en tropel indetenible, depredan inmensas zonas y transan a los propietarios originales para llevarse miles de millones de dólares en oro y plata a cambio de migajas impositivas. Es difícil pensar otro tipo de alianzas distinto a las mencionadas. Quedan áreas de Pemex prometedoras de inmensos negocios, además de la exploración y extracción de crudo en aguas profundas y el gas shale del norte. Ahí están las refinerías por construir que tienen un jugoso mercado asegurado de petrolíferos y petroquímicos. A lo mejor ahí se divisan las alianzas mencionadas. Lo cierto es que la veta de negocios y trafiques es inmensa.
En lo que toca a la industria de la comunicación, el señor Peña fue más explícito. Se hizo eco, por entero, de la narrativa que los barones propietarios difunden a través de sus numerosos voceros e intelectuales orgánicos. Sienten tan angustiados concesionarios sumamente pesada la carga impositiva (doble tributación la llaman) y limitada su libertad de expresión. Un gremio que se dice realmente expoliado por el sistema en su versión populista. En particular por vengativos legisladores que buscaron limar sus frustraciones en la carne de inocentes que nada tuvieron que ver en el asunto de los abusos y las trampas contra la democracia electoral en 2006: ellos sólo vendieron sus tiempos disponibles. Un gremio que nunca ha intentado, y menos conseguido, prebendas, mimos, regalos y privilegios fiscales o de otro tipo pensable. Un gremio que, en efecto, es vital para las pretensiones de triunfo para aquellos carentes de base social de apoyo. De esos aprendices de político que hacen su trabajo mirando hacia arriba, lisonjeando a poderosos y disponiendo de los recursos públicos con gracioso patrimonialismo. Sin duda, atractivos prospectos de corte moderno que plantean, sin otras pretensiones, alianzas con el SNTE de Gordillo para mayor transparencia de la venidera elección y, ahora sí, llevar a cabo la reforma pendiente de la educación.

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