Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 27 de octubre de 2011

A un año del fallecimiento de Kirchner, la voluntad popular expresa sus sueños- De Libia, América Latina, Argentina y Cuba

A un año del fallecimiento de Kirchner, la voluntad popular expresa sus sueños
Patricia Vaca Narvaja*
Eligió el camino más complicado porque quiso –y pudo– restituirle a la política el objetivo primordial de transformar lo que parece irreversible. Fue el líder necesario en los momentos que, como él mismo solía decir, estábamos en el infierno. Le devolvió a los argentinos la posibilidad de apropiarse de la autoestima, de la convicción que un pueblo necesita para crear su propia historia y darle, así, sentido a su biografía.
Cuando llegó al poder, con mayor cantidad de desocupados que de votos que lo legitimaran, entendió que la solución cotidiana de los problemas públicos mediante la gestión le daría la posibilidad de emparentarse con un pueblo que hizo suyo desde el inicio de su mandato, en 2003. Tradujo en política pública la demanda de amplios sectores sociales, al tiempo que entendió que las necesidades de la sociedad argentina postcrisis de 2001-2002 requerían transgresión y originalidad en la toma de decisiones.
Sus gestos, su manera de ser, su postura descontracturada frente a la solemnidad y el protocolo del poder, lo mimetizaron aún más con su pueblo. Esas actitudes fueron parte de un líder político que entendía la emergencia y la prioridad de las circunstancias, separándose de las formas que encierran al ejercicio de la presidencia. De esta manera, Néstor se convirtió en estadista, porque supo traducir en políticas concretas las demandas de la coyuntura con una visión de largo plazo, con una planificación que se propuso mejorar cualitativamente a toda la sociedad.
Es así que avanzó en una política de derechos humanos que devolvió memoria, verdad y justicia; es así que recuperó la capacidad de decidir sin condicionamientos al cancelar la deuda con el Fondo Monetario Internacional; es así que restructuró la deuda externa con una quita de 70 por ciento; es así que le devolvió a la Corte Suprema de Justicia su función de árbitro imparcial; es así que, a través de esa sana rebeldía que desafiaba a los poderes fácticos, recuperó institucionalidad, poder de decisión, y desterró la impunidad.
La simbiosis afectiva y política con su compañera de toda la vida hizo que ese par perfecto perdiera su mitad más visceral. Pero la pérdida irreparable alcanzó un sentido político a partir de la irrupción de aquel sector de la sociedad que mantenía latente el mensaje del 25 de mayo de 2003: un amplio sector de la sociedad entendió que había que incorporarse definitivamente a un proyecto colectivo que se constituía como un relato de trascendencia histórica. Ese sólido núcleo de apoyo lo aportó una generación que había decodificado el mensaje de Néstor, y se apropió del mismo. Como suele decir la presidenta Cristina Fernández: En toda la juventud militante él está presente. Esos jóvenes son quienes hoy ratifican la identidad política del proyecto colectivo, al tiempo que transforman los sueños de Néstor en realidades concretas.
Hoy, a un año de la pérdida de Néstor, los argentinos comprometidos con este proyecto político-social, que nació de las cenizas de la peor crisis que la Argentina haya vivido, entendemos y estamos convencidos que hay que profundizarlo. El mejor resguardo y tributo a su memoria es levantar sus banderas más allá de las adversidades, porque es esa la única forma de terminar con la imposición de los intereses sectoriales que a lo largo de la historia argentina condujeron el destino colectivo.
La apelación a la sensibilidad de los dirigentes para que abandonen la retórica voluntarista y resignifiquen la función del servicio público para incorporar más compatriotas a una vida digna, tal cual el legado de su mandato político, es condición necesaria para estar a la altura de las circunstancias históricas que exigen un desarrollo que avance hacia la soberanía política y la independencia económica.
Sobre el final de su vida abrazó la causa continental. La concreción de la Unasur y la secretaría general que dejó vacante fueron formas que adquirió su compromiso con América Latina. Él creía que la unión de nuestras naciones sería la garantía para concretar el destino de grandeza que está construyendo nuestro continente.
Es así que en ocasiones, cuando los líderes políticos dejan literalmente la vida para defender sus convicciones, se comprende que las causas por la defensa de los pueblos son más justas y más nobles. Néstor defendió sus convicciones con su cuerpo y, así, su alma vive en los cuerpos de millones de argentinos que hoy caminamos con un recuerdo que nos ilumina, pero que nos llena de responsabilidad.
Y finalmente fue su pueblo el que, por medio del emocionante ejercicio democrático, brindó la palabra más elocuente y le tributó el mejor homenaje. El pasado 23 de octubre ese pueblo ratificó, con un contundente 53 por ciento de los votos, la voluntad de continuar con ese sueño que tomó forma de proyecto de transformación social a partir de mayo de 2003, cuando Néstor Kirchner comenzaba su mandato presidencial.
*Embajadora de la República Argentina en México
De Libia, América Latina, Argentina y Cuba
Ángel Guerra Cabrera
En los últimos días han ocurrido hechos muy importantes que me han decidido a dedicar esta entrega no a uno de ellos sino a algunos de los más destacados. Comenzaré por el bárbaro linchamiento y asesinato de Muammar Kadafi una vez capturado en descarada violación de la Convención de Ginebra, expuestos sus restos en un circo macabro que vulnera la ley islámica, de la que se dicen portadores los ilustres mercenarios del Consejo Nacional de Transición, y es una burla a la decencia elemental. Qué preocupados Obama, Sarkozy y Cameron por la justicia. Campeones de los derechos humanos, el premio Nobel de la Paz y sus socios galo y británico no dudaron en apoderarse de las reservas internacionales y el petróleo de Libia, ahora que sus economías están en terapia intensiva, con el argumento de proteger a su población civil de los ataques aéreos de Kadafi. Todavía estamos esperando la primera evidencia gráfica de esos ataques, en estos tiempos en que las imágenes se difunden en cuestión de minutos. Los masivos bombardeos de la OTAN a la residencia del líder libio, las reiteradas afirmaciones del trío de que el tirano debe irse y la desagradable sonrisa de la señora Clinton al hacer su obsceno comentario de llegamos, vimos y él murió muestran que el final del líder libio estaba escrito en el guión desde un principio.
La intervención de la OTAN en Libia creó el modelo que puede aplicarse ahora a cualquier nación incómoda para el imperio, especialmente si como Venezuela posee las primeras reservas probadas y probables de petróleo del mundo y enormes reservas de oro, un mineral que se ha convertido en presa codiciada por los imperialistas. Puede alegarse que en ese país, Cuba, Bolivia o Ecuador el gobierno reprime a la población y hay que protegerla como en Libia. De Cuba, por ejemplo, hace meses algunos en esa mafia intentan crear una matriz de opinión sobre protestas reprimidas por el gobierno que solamente ocurren en su enferma imaginación.
Horas después del asesinato de Kadafi, en Argentina se producía un hecho totalmente distinto. Cristina Fernández de Kirchner conservó la presidencia con asistencia a las urnas y votación arrolladoras, en una de las victorias más sonadas de los movimientos populares latinoamericanos en los últimos tiempos. Dato elocuentísimo, el copioso sufragio juvenil que recibió, subrayado por la festiva concentración de cientos de miles de jóvenes, mujeres, trabajadores e indígenas que aclamaron su gestión en la histórica Plaza de Mayo. Entre los méritos de Cristina y su desaparecido compañero resalta haber devuelto a los jóvenes la confianza en la política, que los ha estimulado a su fervorosa y consciente participación en el proyecto kirchnerista. Con el relámpago del país austral se refuerza el rumbo de una mayoría de países latinoamericanos hacia la independencia, la soberanía, la unidad y la integración, que pronto se verá coronada en Caracas con la fundación de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, virtual sepultura de la OEA. Mientras, al otro lado de los Andes, en Chile, continúa firme y combativo el ejemplar movimiento de los estudiantes y profesores chilenos por la educación pública, gratuita y de calidad, devenido ya en movimiento popular que cuestiona de frente al neoliberalismo.
Otro relámpago, este en el edificio de la ONU en Nueva York, es la clamorosa y unánime condena al inamovible bloqueo contra Cuba, sólo objetada por Estados Unidos y su aliado sionista. Con 186 votos de 192 posibles, los estados miembros, por encima de diferencias ideológicas y políticas, censuraron este acto de guerra no sólo contra Cuba sino nada menos que contra la libertad de comercio, de la que el imperio se jacta de ser su apóstol. Para escarnio del gobierno de Obama, mientras finge la prometida flexibilización del acto punitivo, como le recordaron varios embajadores latinoamericanos, resulta que se ha destacado más que el de Bush –algo que se antojaba imposible de superar– en la persecución de las operaciones financieras de Cuba en el mundo entero. El bloqueo ha costado ya a la isla más de 975 mil millones de dólares, la priva de préstamos de los organismos internacionales de crédito y cada vez son más las empresas no estadunidenses que sanciona por comerciar con Cuba y, por lo tanto, mayor el daño a la economía cubana. Como dijo Fidel Castro, no es sólo al bloqueo al que hay que poner fin sino al sistema que lo genera.
 

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