Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 14 de noviembre de 2011

Fraude, hartazgo y la rebelión Ocupa- Monti: ¿enviado de bruselas?- México SA

Jornada de protesta en Bolivia con corte de vías y manifestaciones

Inconformes salieron a las calles en diversas ciudades del país en protesta a problemas que van de la regularización vehicular a la reinserción de acuerdos comerciales.
Afp
Publicado: 14/11/2011 17:01
La Paz. Bolivia vivió este lunes una agitada jornada de manifestaciones en diversas ciudades, con cortes de carreteras domésticas e internacionales, en protesta a problemas que van de la regularización vehicular a la reinserción de acuerdos comerciales.
El departamento (provincia) de Oruro (sudeste) inició este lunes una huelga de 72 horas convocada por organizaciones civiles, bloqueando las rutas que comunicaban a esta población con el resto del país y con Chile, en demanda de una solución al centenario conflicto limítrofe con Potosí.
El ministro de la Presidencia, Carlos Romero, calificó la medida de injustificada porque "no existe una ruptura de diálogo entre el gobierno y la dirigencia cívica" y llamó a los líderes civiles de Oruro a discutir sus reclamos "en el ámbito de la coordinación y el diálogo".
La dirigencia de Oruro rechazó una convocatoria del gobierno para iniciar negociaciones con sus pares de Potosí, región con la que se disputa un territorio rico en piedra caliza, donde se proyecta instalar una fábrica de cemento.
En otro conflicto, el sindicato del transporte pesado cerró con vehículos de alto tonelaje los accesos a instalaciones aduaneras, en oposición a los aranceles y multas por la regularización de sus remolques ingresados al país, según la Aduana, vía contrabando.
Asimismo, manifestaron por las calles de La Paz los dueños de vehículos ingresados al país a través del contrabando, demandando la ampliación del plazo de amnistía de tres meses otorgado por el gobierno para la regularización de sus documentos y que concluyó la semana pasada.
Además, el centro de La Paz permaneció colapsado por obreros textiles que piden la reposición de la Ley de Promoción Comercial Andina y Erradicación de Drogas (ATPDEA), una suerte de pacto comercial con Estados Unidos.
Este acuerdo, que favorece el acceso preferencial de exportaciones andinas a cambio de la erradicación de plantaciones de coca, fue suspendido en 2008 por Estados Unidos, tras la expulsión de su embajador en Bolivia, acusado por el gobierno de injerencia en asuntos internos.
Como corolario de la jornada de protestas, convocada de manera independiente por organizaciones sociales, los trabajadores de un seguro estatal de salud manifestaron en varias ciudades en demanda de la renuncia de un alto ejecutivo nombrado por el presidente Evo Morales.
Asimismo, se oponen a la determinación oficial de permitir la libre afiliación al seguro médico, hasta ahora exclusivamente en manos de la Caja Nacional de Salud.

México SA
Empleo, la otra violencia
Calderón: nefasto balance
Peña Nieto, pragmático
Carlos Fernández-Vega
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Feria del Empleo en el Palacio de los DeportesFoto Guillermo Sologuren
En el infausto transcurso de la autodenominada Presidencia del empleo, poco más de 5 millones de mexicanos se han incorporado a la población económicamente activa (PEA), y sólo dos de cada 10 de ellos logró emplearse permanentemente en el sector formal de la economía, sin que ello sea garantía de plazas laborales dignas. Los otros ocho sobreviven en la informalidad y la desocupación abierta. He allí un logro concreto del gobierno que a los mexicanos prometió vivir mejor.
El Inegi actualizó las cifras del calderonato, alarmantes de por sí, en materia laboral: casi 5.2 millones de mexicanos se sumaron a la PEA en el quinquenio del Presidente del empleo, y el balance resulta explosivo: de ese total, en números cerrados, sólo un millón pudo emplearse en el sector formal, en precarias condiciones; 2 millones engrosaron las filas de la informalidad; un millón adicional fue obligadamente incorporado a la desocupación abierta y otro más se encuentra disponible (eufemismo técnico para ubicar a la población que está desempleada, pero que no busca ocuparse).
Los ojos de la sociedad mexicana se mantienen fijos en la catástrofe calderonista de su guerra contra el crimen organizado. Violencia creciente, decenas de miles de muertos, voluminoso cuan insostenible gasto para mantener aceitado el aparato policíaco-militar y violación de los derechos humanos como parte del tétrico balance quinquenal. Un desastre, sin duda, pero no el único, de tal suerte que esos mismos mexicanos deben ampliar su visión y acción para atacar otras formas de violencia extrema y sistemática que los conduce a la muerte, lenta, pero segura.
La violencia no se circunscribe a la citada guerra. Ésta es ruidosa, aparatosa, terrible, pero hay otras que aparentemente son más silenciosas, pero igual de crueles que la primera, aunque escasos u ocasionales sean los ojos que las registren. En cincuenta y ocho meses de estancia calderonista en Los Pinos (hasta septiembre pasado), más de 4 millones de mexicanos (sin considerar rezagos) fueron brutalmente excluidos del mercado laboral, y los pocos que lograron colarse lo hicieron en condiciones de precariedad. Al Presidente del empleo le restan 12 meses de estancia en la residencia oficial, de tal suerte que se incrementará el negro inventario laboral del régimen que a los mexicanos prometió vivir mejor.
En vía de mientras, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, comparte su análisis sobre la realidad laboral en el país: más de 3 millones de trabajadores mexicanos no perciben remuneraciones, más de 6 millones obtienen hasta un salario mínimo o menos; más de 30 millones no cuentan con acceso a la salud; otros 12 millones no cuentan con otra prestación distinta a la salud; al cierre del tercer trimestre de 2011, la población ocupada en la informalidad creció 8 por ciento con respecto a igual periodo de 2010, lo que representa un tercio de la población económicamente activa (13.4 millones de personas en informalidad).
Además, la tasa oficial de desocupación de 5.6 por ciento en septiembre del presente año fue igual a la registrada durante el mismo periodo en 2010, siendo las más altas y superadas únicamente por la observada en la crisis de 2009. La situación de precariedad se agrava al considerar el crecimiento de la informalidad (existen más de 13 millones de personas trabajando en este sector) y los trabajadores sin contrato escrito (más de 14 millones), teniendo implicaciones importantes para la economía, lo que además sugiere la incapacidad del sistema productivo para generar empleo formal bien remunerado y con prestaciones adecuadas.
El más reciente reporte del Inegi muestra que los problemas de la precariedad del empleo continúan avanzando, elementos como la falta de seguridad social, empleos sin contrato por escrito, gente que gana menos de un salario mínimo, economía informal, solamente por citar algunos de los más relevantes, crecieron de manera significativa a lo largo del último año. Un elemento da muestra de ello: para el tercer trimestre del año, el empleo formal permanente del IMSS contabiliza a menos trabajadores que las personas que laboran en la economía informal. El problema que lo anterior reviste es que ello impide una reactivación del mercado interno, sin empleo, con bajos salarios y escasas o nulas prestaciones sociales es muy complicado estimar que en los meses próximos la economía será capaz de enfrentar la desaceleración económica que se vive en el exterior, apunta el CIEN.
Las deficiencias del entorno laboral también se reflejan en la escasa generación de patrones (los que contratan); éstos presentan una tendencia estancada, la misma que no ha podido recuperar su ritmo desde 2008. La tasa de subocupación en septiembre pasado fue la más alta desde que se mide esta condición, es decir ha existido una elevación importante de personas que cuentan con dos empleos dado que los ingresos de uno solo no resultan suficientes para cubrir sus gastos, y son más de 4 millones de personas las que se encuentran en esta situación, excediendo incluso lo suscitado durante la crisis de 2009.
Un aspecto a resaltar de estas cifras de ocupación y empleo es el cambio de empleo formal por la informalidad que se ha dado en los últimos cinco años, ya que en 2006 el empleo permanente registrado era superior a la ocupación generada por la informalidad, en tanto que para el mismo periodo en 2011, la situación es la opuesta, es decir, la generación formal de empleo es superada por las circunstancias de la economía informal. De la misma forma que se han deteriorado las condiciones laborales de los trabajadores y que no ha existido un avance en la generación de empleo, se evidencia un retroceso importante en lo que los gobiernos panistas han denominado emprendedores. En este sentido, ha existido una reducción significativa de la población ocupada por cuenta propia, así como de la generación de empleo en el total de los micronegocios, siendo que, en los que no cuentan con establecimiento, se registraron más personas ocupadas que en aquellos que cuentan con uno. ¿Así, o más violento?
Las rebanadas del pastel
En materia petrolera, dice Enrique Peña Nieto, hay que ser pragmáticos y abrir la puerta al capital privado. Pues bien, más que pragmática ha sido la venta de garaje de los cinco gobiernos neoliberales, y allí están los resultados: una decena de magnates marca Forbes, 57 millones de pobres (y contando) y una clase política descaradamente entregada al gran capital, como el ex gobernador mexiquense comprenderá.
American Curios
Fraude, hartazgo y la rebelión Ocupa
David Brooks
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Integrantes del movimiento Ocupa protestan en las calles de Nueva YorkFoto Mike Fleshman
Casi cincuenta millones –uno de cada seis estadunidenses– viven ahora en la pobreza, según datos actualizados del Censo de Estados Unidos divulgados la semana pasada. De repente se descubrió que eran 3 millones más de los que inicialmente se calculaba en septiembre.
Aquí en Nueva York se registró el número más alto jamás visto de personas sin techo. Según el nuevo informe de Coalition for the Homeless, la población sin techo en los albergues llegó a 41 mil a finales de octubre. También se estableció otro nuevo récord: el número de menores de edad sin techo en los albergues alcanzó 17 mil. En 2004, el alcalde Michael Bloomberg prometió reducir la población sin techo en dos tercios en un periodo de cinco años. Tal vez el multimillonario no se fijó en que cada vez hay más pobres.
A la vez, a nivel estatal, se ha registrado un incremento de 70 por ciento en el número de individuos que reciben los llamados bonos de alimento, el programa público que ofrece asistencia para aquellos que no tienen con qué comprar suficiente alimento, y que llegaron a un récord de 3 millones este año.
Mientras tanto, los responsables de todo esto la siguen pasando mejor que nunca. No sólo la crisis es la más grande desde la gran depresión, sino, según las estadísticas oficiales, la disparidad de ingresos entre los más ricos y todos los demás también es la más grande desde entonces.
Los jefes de los principales bancos y casas bursátiles, casi todos con sus sedes aquí en Nueva York, viven entre los homeless y los hambrientos, mientras continúan ganando millones de dólares en ingresos y evitando cualquier consecuencia personal por la crisis que detonaron vendiendo productos financieros no sólo defectuosos, sino que llegaron al fraude. Por cierto, Citigroup acaba de pagar una especie de multa de cientos de millones de dólares por violar leyes antifraude. Pero nadie va a la cárcel.
De hecho, el pago de tales multas para resolver estos casos siempre incluye una promesa de la empresa de nunca más violar una ley antifraude. Pero el New York Times encontró que Citigroup ha violado estas leyes de manera repetida. No es el único: casi todas las principales empresas financieras del país –Goldman Sachs, Morgan Stanley, JP Morgan Chase y Bank of America– han violado repetidamente leyes antifraude, a pesar de sus promesas de que ya se portarán bien. En 15 años, el Times identificó por lo menos 51 casos en los cuales 19 empresas de Wall Street habían violado estas leyes, muchas de manera repetida.
Ante la desigualdad cada vez más obscena, la peor crisis en más de medio siglo y la impunidad, ¿que están haciendo los políticos? Casi nada. El presidente Barack Obama y la dirigencia del Partido Demócrata afirman que entienden las frustraciones de los estadunidenses y que intentan trabajar con los republicanos para intentar mejorar las cosas, pero que los otros no quieren. Los republicanos desean que las cosas vayan de mal en peor, para su juego electoral –culpar a Obama y a los demócratas del desastre– y afirman su fe en su dios capitalista.
Literalmente: Herman Cain, el precandidato presidencial que era el favorito hasta la semana pasada, ex jefe de la peor cadena de pizza jamás inventada, Godfather’s Pizza (Pizza El Padrino), afirmó este fin de semana que Dios fue el que le dijo que tenía que lanzarse por la presidencia... y eso después de que cuatro mujeres lo han acusado de hostigamiento sexual. Los otros no dejan de hablar de su fe, y de cómo se dedican a orar para recibir mensajes de su guía divino.
Ante todo esto, la cúpula política de ambos partidos sufre del nivel más alto de desconfianza del público jamás registrado. Todo lo político y lo económico en este país se siente cada vez más como un gran fraude.
Hasta el ex candidato presidencial republicano que se enfrentó contra Barack Obama, el senador John McCain, advierte que la gente está frustrada con todos, y que podría surgir un tercer partido que podría llamarse el partido del hartazgo. Agregó que a menos de que ambos partidos cambien, creo que será inevitable. No estamos haciendo nada para el pueblo, reportó Reuters.
Las encuestas demuestran que los estadunidenses están más enojados y más polarizados que en cualquier momento desde la guerra de Vietnam. No sorprende. Tenemos la peor economía desde la gran depresión y el peor debate político en memoria viviente. El surgimiento de la derecha regresiva a lo largo de las tres pasadas décadas por fin ha engendrado una reacción progresista. Ocupas y otros ya están hartos, escribe Robert Reich, ex secretario de Trabajo de Bill Clinton e intelectual público.
Matt Taibbi, el columnista político de Rolling Stone, escribió sobre cómo, poco a poco, se dio cuenta de lo que representa el hartazgo expresado por el movimiento Ocupa Wall Street, y que era más que una protesta contra los grandes bancos y el mundo de finanzas. Se trata de ofrecer un foro a la gente que demuestre lo harta que está no sólo de Wall Street, sino de todo. Éste es un rechazo visceral, apasionado, profundo de toda la dirección de nuestra sociedad; un negarse a dar un solo paso más hacia el abismo comercial superficial de farsa, cálculo de corto plazo, idealismo desecado y bancarrota intelectual en que se ha convertido la sociedad de masas estadunidense. Si se puede hacer una huelga de la cultura de uno mismo, esto lo es. Y por ser tan amplio en su esfera de acción y tan elemental en su motivación, ha pasado sobre las cabezas de muchos, tanto en la derecha como en la izquierda. Agrega que los de Ocupa Wall Street “no saben exactamente lo que quieren, pero como lo expresó un amigo: ‘Saben una cosa, ¡a la chingada con esta mierda! Queremos algo diferente: una vida diferente, con valores diferentes, o por lo menos una oportunidad de intentar valores diferentes’”.
Monti: ¿enviado de bruselas?
Tras la dimisión de Silvio Berlusconi como jefe del gobierno de Italia, la mayoría de las fuerzas palamentarias de ese país dieron visto bueno a la propuesta del presidente Giorgio Napolitano de colocar en el cargo a Mario Monti, economista, académico y tecnócrata de larga carrera en las instituciones de la Europa comunitaria y asesor de Goldman Sachs, así como de Coca-Cola. Si todo ocurre conforme a lo previsto, Monti empezará a despachar, mañana o el miércoles próximo en el palacio Chigi.
La misión de Monti es clara e inequívoca: garantizar el cumplimiento del paquete de medidas de austeridad impuestas por la Unión Europea a Berlusconi pocos días antes de que éste se viera forzado a renunciar. Será, en suma, un ejecutor de la política neoliberal en esa nación mediterránea.
Para la mayor parte de la sociedad italiana, exultante por el fin de un gobierno caracterizado por sus ramificaciones delictivas y por la falta de escrúpulos y de maneras del propio Berlusconi, el perfil de Monti posiblemente sea visto con alivio. Acaso pocos reparen en que el próximo jefe de gobierno forma parte del grupo de funcionarios y financistas bajo cuyas narices se gestó la crisis económica que sacude a Italia; que ese mismo grupo toleró sin aspavientos la impunidad y los excesos de Berlusconi en tanto éste resultó de utilidad para los grandes capitales europeos, y que éstos no consideraron indeseable al político milanés hasta que su administración rebasó todo límite imaginable en el desaseo de las cuentas públicas.
Monti se trasladará ahora de Bruselas a Roma con el designo de sanear las finanzas del gobierno y aplicar medidas draconianas a la población. Su prioridad no consistirá en procurar justicia ni en investigar el turbio acceso de Berlusconi al poder con base en su fortuna personal, ni el ensanchamiento de ésta como resultado del ejercicio gubernamental. Un dato esclarecedor sobre lo que pueden esperar los italianos de su próximo primer ministro es que éste nunca se pronunció, en su calidad de comisario europeo de Competencia, ante el desmesurado crecimiento del consorcio Mediaset, propiedad de Berlusconi, y su conversión en un cuasimonopolio radial, televisivo y editorial.
En tal circunstancia, da la impresión de que, bajo el alivio causado por la salida del magnate milanés, puede estarse preparando una fórmula gobernante no menos nefasta para el grueso de los italianos, quienes están en riesgo de transitar de un saqueo de los recursos públicos para enriquecer a una mafia gobernante local, a una depredación de dineros públicos para calmar la voracidad de los grandes bancos y de los organismos financieros internacionales.
Es improbable, por último, que la próxima administración italiana acepte afectar la perpetua impunidad para Berlusconi, sobre quien pesan varias acusaciones penales. Lo más seguro es que Il Cavaliere siga evitando poner un pie en los tribunales, en los cuales enfrenta acusaciones por diversos delitos.
Si esa impunidad persiste, después de un nuevo ciclo de postración económica, Italia estará en permanente riesgo de que alguien más aparezca en el escenario y emprenda un nuevo ciclo de acanallamiento del país.

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