Los debates serán abiertos y plurales; nombran al comité organizador
Convocan a analizar los principios éticos de la república amorosa
Fabiola Martínez
Periódico La Jornada
Viernes 24 de febrero de 2012, p. 13
Viernes 24 de febrero de 2012, p. 13
Un grupo de intelectuales y especialistas en diversas disciplinas convocó a analizar los principios éticos de la república amorosa, idea impulsada por el precandidato presidencial de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.
La invitación es abierta y los promotores destacaron que se busca un encuentro plural.Mencionaron su interés de conversar con el poeta Javier Sicilia, representante del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, y con integrantes del movimiento zapatista, quienes en algún momento han discrepado del concepto en referencia, cuyo eje es la reconstrucción del tejido social.
Este debate se centra en que la sociedad mexicana vive una profunda crisis económica, social y ética, por lo que se requiere desarrollar una nueva estrategia.
El comité organizador está integrado por 17 profesionales de diversos ámbitos de la ciencia, las humanidades y la cultura. En el orden de presentación destaca el historiador y antropólogo Alfredo López Austin, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM, erudito en el periodo precolombino.
López Austin dijo en conferencia de prensa que esta lucha por la democracia tiene un enfoque diferente, porque trasciende al ejercicio del voto y se enfoca al diálogo profundo e indefinido.
“Partimos de la idea –añadió– de que México es un mosaico cultural que nunca ha funcionado como tal, porque siempre ha habido una voluntad hegemónica que ha dictado las reglas. A esto hemos llegado y no queremos seguir hacia una catástrofe; tenemos derecho a transformar el mundo. No nos creemos esta idea, en el sentido de que el hombre ya no puede hacer nada porque todo está regido por leyes de carácter financiero-económico”, expresó. También forman parte del comité organizador la escritora Laura Esquivel; Hugo Gutiérrez Vega, poeta; Raquel Serur, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; Enrique Dussel, filósofo, y Ernesto Lammoglia, sicoanalista. Además, Manuel Pérez Rocha, Emma Laura Manjarrez, Julio Glockner, Pedro Mendoza, Antonio Jara, Pio Bautista Ruiz, Honorio Alcántara, Luisa Cortés, Jesús Ramírez Cuevas y José Luis Marín.
El filósofo Gabriel Vargas Lozano, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, explicó que López Obrador ha convocado a un grupo de intelectuales para que se analicen principios éticos que formaran parte de la República amorosa, entendida como una república justa, solidaria y fraterna.
En México, dijo, desde la Independencia, ha habido momentos críticos en los cuales se han requerido ciertos principios; igualmente, en otras etapas la definición no la hicieron los ciudadanos, sino los grupos de poder.
Para participar en el encuentro se creó una página, congresorepublicaamorosa y para la recepción de propuestas el correo electrónico: congreso.republica. amorosa@gmail.com.
Poder adquisitivo-Ahumada
Dos continentes contra el neoliberalismo
Raúl Zibechi
Desde América Latina observamos con preocupación los derroteros que va tomando la crisis económica y política europea, y estamos esperanzados en las respuestas que van dando, y seguramente darán, los diversos pueblos con la convicción de que el futuro de los de abajo de ambos continentes tendrá mucho en común.
En diferentes periodos históricos (durante la década de 1990 en América del Sur, luego de 2008 en Europa), el capital financiero lanzó brutales y miserables ofensivas para arrebatar a los de abajo conquistas históricas, empujando a los sectores populares a situaciones de sobrevivencia en condiciones de dominación. Es necesario considerar que esto no es un desvío ni un error del sistema, sino el modo cada vez más habitual en que el capital se comporta en esta etapa de decadencia, que será prolongada, porque busca arrastrarnos a todos a la ruina para alargar su agonía.Los pueblos sudamericanos hemos conseguido plantarle cara al modelo neoliberal. Aunque no conseguimos derrotarlo completamente, fue posible por lo menos deslegitimar sus aristas privatizadoras y crear una nueva relación de fuerzas que nos permite mirar el futuro con mayor esperanza. Lo que sigue son apenas apuntes y reflexiones sobre cómo fue posible dar aquellos pasos, sin la menor pretensión de indicar o sugerir lo que los demás deben hacer.
El tiempo es la primera dimensión a tener en cuenta. La resistencia contra el modelo demandó un largo periodo para poder comprender lo que estaba sucediendo y, sobre todo, para adecuar las fuerzas sociales a la nueva realidad. Muchas de las viejas formas de lucha se revelaron inadecuadas o insuficientes a la hora de enfrentar los nuevos desafíos. Pero esa dimensión temporal requiere no sólo miradas hacia delante, que nos permitan imaginar cómo avanzar, sino también mirar hacia atrás para recuperar las mejores tradiciones que, naturalmente, no pueden ser reproducidas sin más.
La segunda cuestión es que el capital es insaciable e incontenible. Nunca se da por satisfecho y siempre quiere más. No se conformará con ese brutal 30 por ciento que arrancó a los salarios de los funcionarios griegos. La rapiña es su modo de ser y no entiende otro lenguaje. No tiene freno y sólo entiende el lenguaje de la fuerza: tanto la que utiliza para imponer sus deseos como la que es capaz de hacerlo retroceder.
En la experiencia sudamericana, fue la irrupción de la gente en los espacios públicos lo que forzó un cambio, ya que deslegitimó a las autoridades que defendían el modelo. Pero hay algo más. No sólo se consiguió la caída sucesiva de gobiernos, sino el derrumbe del viejo sistema político. En Ecuador, en Bolivia, en Venezuela y en Perú las fuerzas políticas que alcanzaron el gobierno no existían dos décadas atrás. En otros países de la región fuerzas que nunca habían gobernado ocuparon los palacios presidenciales.
En lo relativo a la revuelta, que de eso se trata, conviene hacer algunas matizaciones. No se trató sólo de hechos puntuales, por importantes que fueran, sino de procesos. El caracazo de 1989, respuesta a un paquete de ajuste estructural, fue la primera gran revuelta anti neoliberal. Luego hubo decenas de sucesos similares hasta la segunda guerra del gas en Bolivia, en 2005. Pero esos grandes hechos se inscribieron en ciclos de luchas relativamente prolongados que consiguieron introducir un palo en la rueda de la gobernabilidad neoliberal, anclada en el autoritarismo y la represión.
Como hacía notar un jornalero días atrás en Écija (Sevilla), no habrá cambios sin que la gente se lance a la calle, ya que sólo en el espacio público es posible descarrilar el modelo. No se trata de un capricho de revoltosos, sino de algo mucho más profundo: la gobernabilidad neoliberal exige orden para lubricar la acumulación que fue bloqueada impidiendo la circulación de mercancías. No es un orden para el Estado, como el de las dictaduras, sino un orden para el capital, que es lo que caracteriza a las democracias electorales.
Por eso cada vez que se sienten con el agua al cuello, como los patéticos gobernantes griegos, tan parecidos a los Menem y los Fujimori, sólo atinan a llamar a elecciones para renovar su imposible legitimidad. En el caso sudamericano sucedieron dos hechos: en algunas consultas electorales se registró una avalancha de votos blancos y nulos, sobre todo allí donde quienes podían ganar representaban más de lo mismo. En otros casos, cuando la gobernabilidad quedaba hecha trizas y los defensores del modelo se batían en retirada, aparecieron nuevas configuraciones políticas para sustituir a las viejas dirigencias.
Este es uno de los aspectos más controvertidos. Es evidente que no alcanza con llevar a palacio a políticos diferentes, aunque hayan nacido abajo. Pero no debemos dar por sentado que los partidos y fuerzas políticas históricas (socialistas y comunistas, pero también anarquistas) serán quienes resolverán esta crisis luego de que las derechas sean barridas del poder. No es esa, por lo menos, la configuracióón política posneoliberal en Sudamérica.
El punto nodal está en otra parte. Si los de abajo, organizados en movimientos, han sido capaces de construir espacios e imaginarios suficientemente potentes, el ciclo de luchas no se termina con el recambio gubernamental, incluso cuando ocupan los sillones personas que provienen de esos movimientos. Como los cambios no dependen de personas, sino de relaciones de fuerza, el papel de los movimientos es decisivo tanto en la dispersión del modelo como en la recomposición de algo diferente.
En todo caso, la vida nos seguirá dando sorpresas. Esto recién empieza y el 15M aún no cumplió su primer año. No sería nada extraño, observando la rapidez de los hechos, que los de abajo nos sorprendan una vez más, como sucedió en 1936 en España, cuando se lanzaron a las calles para frenar el golpe de Estado de Franco, escribiendo una de las más bellas páginas de la historia popular. La historia nunca se repite, pero deja enseñanzas que no deberíamos desestimar.
Economía Moral
Agronegocios y biotecnología amenazan la naturaleza y el campesinado / V
Biotecnología (transgénicos): Franken-alimentos y gene Terminator
Julio Boltvinik
Fuente: Tomado del Blog Scientia
Rifkin sostiene que no vivimos en la era de la información, sino en la era biotecnológica:
“Creo que estos futurólogos (Alvin Toffler, George Gilder, Nicholas Negropónte), que nos han estado preparando para la era de la información no han entendido bien los cambios más profundos que se suceden en la economía global. Llamar así al siglo XXI es como llamar a la era industrial la era de la imprenta. La computadora es preludio de un cambio más grande que está ocurriendo en nuestra base de recursos. En los últimos años dos tecnologías que habían evolucionado paralelamente (la de la informática y la genética) comenzaron a fusionarse. Lo que está cada vez más claro es la misión económica principal de las computadoras en el siglo XXI. La computadora es el lenguaje (sic) para organizar los genes, definirlos, bajarlos, manipularlos. Los genes son la materia prima del siglo XXI, al igual que los combustibles fósiles, los metales y los minerales fueron la materia prima del siglo industrial. Genes para alimentos y productos farmacéuticos, para materiales de construcción, fibras y nuevas formas de energía. Esta gran revolución plantea cuestiones ambientales, sociales y éticas escalofriantes. Ahora podemos manipular el código genético de la evolución. Jugar a ser Dios.”1
Middendorf y coautores analizan el desarrollo de las biotecnologías (BT) en la agricultura con similar preocupación;
éstas plantean una serie de consecuencias y contradicciones de gran alcance de carácter ético, técnico y social. Definen BT como
técnicas que usan organismos vivos para mejorar plantas, animales o productos, las nuevas BT las definen como las que usan ADNr (o ADN recombinado, según Wikipedia: secuencias de ADN que resultan del uso de métodos de laboratorio, clonación molecular, para unir material genético de fuentes diversas creando secuencias que no existirían en la naturaleza), técnicas de fusión celular, cultivos de células y tejidos animales y vegetales, y transferencia y escisión de embriones”.2 Estas herramientas, continúan estos autores, han radicalmente fusionado cuestiones de diseño al nivel molecular con los del cambio en la agricultura.
Con más rutas tecnológicas posibles que nunca, las nuevas BT han convertido la elección tecnológica en elemento central del discurso sobre el futuro de la agricultura(p. 107). Aunque los seres humanos han estado modificando activamente la naturaleza para proveer su sustento, nunca antes dispusieron de herramientas para rediseñar la naturaleza con la precisión y velocidad que permiten las nuevas biotecnologías. En vez de las técnicas tradicionales (selección reiterada sobre muchas generaciones de plantas o selección artificial) vía el ADNr se puede conferir directamente a las plantas cualidades deseadas (como la resistencia a ciertos insectos). Mucho más allá, y coincidiendo con Rifkin, los autores señalan:
Las nuevas biotecnologías también permiten el movimiento rápido de materiales genéticos diversos cruzando barreras biológicas y químicas, antes intransitables, y crear microrganismos, plantas y animales de manera intencionalmente deseada, diseñados por los humanos. En esencia, el material genético puede ahora ser intercambiado entre prácticamente todos los organismos vivos, lo cual convierte toda la diversidad genética en materia prima industrial. Por otra parte, las reivindicaciones ampliadas de derechos de propiedad intelectual sobre los recursos genéticos están privatizando lo que antes era del dominio público. Además, sus implicaciones, en el contexto de un sistema agroalimentario global, no están limitadas por la geografía (p. 108).
La globalización y la velocidad de estos procesos están generando problemas para cualquier intento de orientar el desarrollo de las BT. Buena parte de la investigación se lleva a cabo en el sector privado con poca participación pública o supervisión. Buena parte del discurso en torno a las BT emergentes, añaden los autores, es inadecuado debido en parte a las limitaciones del pensamiento actual que separa la ciencia de la política. Es hora de poner en duda esos límites.
Mientras la industria de la BT promete que las nuevas BT alimentarán al mundo, algunos críticos advierten que sus frutos serán Franken-alimentos y daño ambiental desatados por tecnologías sobre las cuales perderemos el control (citan el libro de Rifkin: The Biotech Century: Harnessing the Gene and Remaking the World, Tarcher/ Putnam, Nueva York, 1998). Pero según ellos la evidencia actual no sustenta ninguna de las dos posturas pues la historia es más compleja. La investigación biológica relacionada con la agricultura, que solía ser pública, es ahora casi sólo privada. Dos dimensiones generales del desarrollo de las BT que advierten los autores son: 1) Tiende a concentrar los mercados porque se crean barreras de acceso para nuevos empresas; es, por ello, tarea dominada por pocas empresas de los países desarrollados. 2) Las empresas que desarrollan las BT sólo ponen énfasis en el aumento de la productividad, pero ignoran la dimensión distributiva. Dado su poder de desplazar y negar el acceso, la BT puede ir en detrimento de alimentar el mundo.
Los autores describen las BT desarrolladas en materia de plantas, alimentos y animales al finalizar el siglo XX. Entre las primeras listan cultivos resistentes a herbicidas (CRH), los que tienen características modificadas, los resistentes a enfermedades y a insectos. Dan el dato que entre el 30 y el 50 por ciento del gasto de investigación en BT en EU está orientado a los CRH, dado el dominio de campo por las empresas trasnacionales (ETN) químicas. Estos CRH son resistentes sólo a la marca específica de herbicida que desarrolla cada empresa, siendo el caso más exitoso el del herbicida Roundup de Monsanto. Los autores explican que los agricultores que usan esta semilla firman un contrato comprometiéndose a usar sólo este herbicida y otorgando permiso a Monsanto de inspeccionar sus campos en cualquier momento. Hoy día todas las grandes empresas productoras de semillas han sido compradas por las empresas químicas o están vinculadas a ellas, con lo cual la concentración del mercado de semillas y herbicidas es enorme y lleva a un control preocupante del sistema agroalimentario por los agronegocios transnacionales.
Un desarrollo reciente de la BT es la tecnología Terminator que codifica en el código de ADN de cada semilla un gene que mata sus embriones, esterilizando por tanto la semilla y obligando a los cultivadores a comprar cada año nuevas semillas. Si alguien conservaba la noción de la neutralidad del desarrollo tecnológico, este ejemplo muestra que la tecnología que se desarrolla es sólo la que maximiza las ganancias de las ETN. El colmo en este caso es que el Gene Terminator fue desarrollado con la participación activa del Departamento de Agricultura del gobierno de EU. El sector público al servicio del capital, por si alguien dudaba. Los autores hacen notar que si bien la esterilidad es un rasgo característico también de las semillas híbridas, el Gene Terminator difiere en dos aspectos de aquellas. 1) Los híbridos sólo se desarrollaron en algunos cultivos, mientras el Terminator se puede aplicar en todos. 2) Los híbridos los producen muchas empresas, el gene Terminator unas pocas, por lo que eventualmente unas pocas ETN podrían controlar todas las semillas del planeta generando una dependencia e inseguridad alimentarias que podrían producir una catástrofe de proporciones apocalípticas. Los autores olvidan otra diferencia: las semillas híbridas son estériles por razones naturales, como las mulas. En cambio, el gene Terminator fue el fruto intencional de la ciencia. Esterilidad lograda gracias al esfuerzo de la
ciencia neutra.
1
Tiempo libre para disfrutarlo o hacer filas de desempleados, en Luis J. Alvarez (coord.), Un mundo sin trabajo, editorial Dríada, México, 2003, pp. 15-16.
2 Gerard Middendorf, Mike Skladany, Elizabeth Ransom y Lawrence Busch,
New Agricultural Biotechnologies: The Struggle for Democratic Choice, en Fred Magdoff, John B. Foster y Frederick H. Buttel, Hungry for Profit. The Agribusiness Threat to Farmers, Food, and the Environment, Monthly Review Press, Nueva York, 2000, pp. 107-123.
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