Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 2 de octubre de 2012

Los dogmas (y la gente) a la basura- Reforma proempresarial- Las lecciones de Lujambio

Los dogmas (y la gente) a la basura

El encuentro Calderón-Peña en Los Pinos. Foto: Miguel Dimayuga
El encuentro Calderón-Peña en Los Pinos.
Foto: Miguel Dimayuga
MÉXICO, D.F. (apro).- El camino está marcado: A la Reforma Laboral aprobada en la Cámara de Diputados por las bancadas de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, que condena a la servidumbre a millones de jóvenes, le seguirán la energética, la fiscal y la que les dé la gana.
Sin discusión y sin razones, sólo con la cifra mayoritaria que cuadra el contubernio, se aniquilan derechos mínimos de los trabajadores y se convalidan las nuevas formas de contratación –sobre todo para los jóvenes– con sueldos de hambre, sin prestaciones, seguridad social, vivienda, ni pensión para vejez.
Los patrones, en contraste, salen ganando: Se autorizan en los hechos los despidos discrecionales para evitar el pago de pensiones y de séptimo día, y gracias a la legalización del outsourcing sin restricciones se estimula la evasión de impuestos y el pago de cuotas obrero-patronales, afectando directamente las finanzas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Eso sí, el régimen corrupto y antidemocrático de los sindicatos –corporativos y “democráticos”– quedó intocado, algo que también pactaron Calderón y Peña, como lo demuestra el aval en la Cámara de Diputados de sus respectivas bancadas, pese a la pantomima panista de culpar a sus pares priistas.
Calderón, y antes Vicente Fox, pudieron desmontar el poder de varios sátrapas, pero se aliaron con ellos y los encubrieron, dos en especial: Elba Esther Gordillo, cacique del magisterio, y Carlos Romero Deschamps, al frente del también corrupto gremio petrolero.
En realidad, nadie –ni los partidos de izquierda– quiso genuinamente al menos acotar el poder corrupto de los dirigentes sindicales que, en los hechos, son todos blancos, es decir, coludidos con los empleadores y lesivos para los trabajadores.
Así lo muestra la votación del artículo referido a la transparencia y democracia sindicales: El bloque PRI-Verde-Panal reunió 248 votos (incluida la panista poblana Blanca Jiménez Castillo) y el PAN aliado en este tema con PRD, PT y Movimiento Ciudadano sólo acumuló 186 votos.
El asunto es que salieron del pleno 62 diputados que, sumados a los 186, habrían empatado la votación y aun haberla ganado con el voto de la panista Blanca Jiménez, allegada al gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, incondicional de Elba Esther.
Cinco panistas, 48 perredistas, dos del Partido del Trabajo y siete del Movimiento Ciudadano conspiraron para mantener los privilegios de la casta de dirigentes sindicales corruptos.
Así, tras la ratificación en el Senado de la Reforma Laboral aprobada la madrugada del sábado –¡que la patronal ve todavía limitada!–, sigue la privatización del petróleo bajo cualquier eufemismo, y lo de menos es reformar la Constitución.
Ya lo anticipó el diputado priista Manlio Fabio Beltrones, precandidato presidencial para el 2018: “Hay que echar al bote de la basura los viejos tabúes y dogmas (…) Es tiempo de buscar, sin ceder de ninguna manera una gota de propiedad de petróleo, la forma como Pemex, el Estado mexicano y la iniciativa privada puedan combinar su esfuerzo para que México crezca”.
Beltrones ha de creer que los mexicanos somos imbéciles: Si de lo que se trata es, no de ceder “una gota propiedad del petróleo” –como demagógicamente dice–, sino de entregar todos los yacimientos al sector privado nacional o extranjero, que es lo que está en curso.
Tampoco en esta materia se puede anticipar que habrá un por lo menos tímido combate a la corrupción, que es lo que –junto con la ineptitud– ha llevado a la quiebra a la industria petrolera nacional.
Y es lógico: La corrupción es un dogma que el poder político-empresarial de México no quiere mandar al bote de la basura. Que se jodan las personas…
Apuntes
¿Y Andrés Manuel López Obrador, el excandidato presidencial opuesto verbalmente a reformas neoliberales como la laboral? Ausente y mudo, en la construcción de su propio partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Mañana, 2 de octubre, aniversario 48 de la matanza de Tlatelolco, acudirá a la Plaza de las Tres Culturas. ¿Llamará a evitar que la reforma se apruebe en el Senado? No lo creo…
Comentarios: delgado@proceso.com.mx y Twitter: @alvaro_delgado
 

Reforma proempresarial

Toma de la tribuna de San Lázaro. Foto: Germán Canseco.
Toma de la tribuna de San Lázaro.
Foto: Germán Canseco.
Una reforma laboral en México debía revisar al menos cuatro aspectos: uno, la llamada flexibilidad laboral, que es la que más interesa a los empresarios; dos, la democracia sindical, vital para acabar con el nocivo corporativismo; tres, las garantías mínimas para el cumplimiento de los convenios internacionales aceptados por México, entre los que se encuentran los relacionados con la Organización Internacional del Trabajo; y cuatro, el sistema de justicia laboral.
La iniciativa de reforma enviada por el presidente Felipe Calderón se concentraba en los primeros tres, pues el cuarto, aunque afirmaba hacerlo, en realidad evadía el asunto principal, que sería trasladar la responsabilidad de la justicia laboral al ámbito del Poder Judicial, con lo cual se acabaría con las Juntas de Conciliación y Arbitraje, sometidas al Poder Ejecutivo y a las cúpulas empresariales y sindicales.
Sobre el tercer punto, es decir, apegar las disposiciones legales mexicanas a las acordadas en los convenios internacionales, Thomas Wissing, director de la OIT para México y Cuba, manifestó que la iniciativa tenía bondades, pero que eran limitadas y podrían ampliarse. Y este, el tercero, fue el aspecto menos discutido entre los diputados.
Los partidos del Frente Legislativo Progresista (PRD, PT y MC), los sindicatos democráticos (hoy prácticamente en extinción) y los abogados laboralistas progresistas centraron sus objeciones principalmente en la flexibilización de las condiciones laborales, pues la iniciativa calderonista prácticamente atendía todas las demandas empresariales, a costa de desproteger a los trabajadores.
Por su parte, el PRI y los sindicatos tradicionalmente ligados a dicho partido no se proponían transformar la vida sindical, con el argumento de que eso sería violentar la autonomía de dichas organizaciones.
De acuerdo con las discusiones y votaciones en la Cámara de Diputados, todo parece indicar que los trabajadores son los grandes perdedores de esta reforma, pues lo que finalmente se aprobó va en detrimento de sus condiciones laborales; y lo que se rechazó o modificó es lo poco que podría beneficiarlos, como sería garantizar su derecho a la información sobre el manejo de las cuentas de las organizaciones sindicales y el voto libre y secreto para la elección de sus dirigentes.
Así, la mezcla de omisiones, tibiezas, rechazos y concesiones opera totalmente a favor de los empresarios y los dirigentes sindicales. Los pocos avances son, como señaló la OIT, limitados e insuficientes, en virtud de que nadie se preocupó por que al menos en lo relacionado con el trabajo infantil, la igualdad de género, el trabajo doméstico, la maternidad y el denominado trabajo decente la legislación mexicana se adecuara plenamente a lo establecido en los convenios de la OIT.
Wissing precisó algunas de estas tibiezas, particularmente en relación con el trabajo infantil. Apuntó que aunque se introduce el término de “trabajo infantil peligroso”, se establecen diferencias entre menores de 16 y menores de 18 años, pudiendo haber elevado todas las prohibiciones a los 18 años. Y en el caso del trabajo doméstico, donde se dispone el descanso nocturno de nueve horas y diurno de tres horas, señaló que implícitamente se plantean horarios laborales de 12 horas.
Pero lo más perjudicial para los trabajadores es la mezcla de concesiones, rechazos y omisiones. Así, los matices priistas para supuestamente disminuir el grado de discrecionalidad de los patrones en la aplicación de las nuevas normas nada previeron ante la inoperancia de las autoridades laborales, la ausencia de avances en materia de justicia laboral y la perpetuación de los cacicazgos sindicales. De nada sirve involucrar a las Comisiones y a las Juntas para decidir sobre las nuevas formas de contratación, pues éstas permanecen bajo el control del Ejecutivo, las cúpulas empresariales y los viejos líderes sindicales. De este modo, las enmiendas de los diputados tricolores fueron simplemente decorativas.
Lo mismo sucede con el pago de salarios caídos de un año como máximo y con los requisitos inalcanzables para disputar la titularidad de los contratos colectivos, donde las nuevas disposiciones atentan contra los derechos de los trabajadores y favorecen los intereses de los empresarios. En el segundo caso, es evidente que el rechazo de los tricolores a todas las reformas relacionadas con la vida interna de los sindicatos, la perpetuación de las Juntas bajo la jurisdicción del Poder Ejecutivo y las prácticas patronales conducen a la multiplicación de los contratos de protección.
En los hechos la reforma laboral simplemente legaliza todas las prácticas que desde hace un buen tiempo se han aplicado en las relaciones obrero-patronales con la complacencia de las autoridades, como la subcontratación y los diversos tipos de contratos; e incorpora algunas de las disposiciones que ya eran aplicables mediante una interpretación amplia de las últimas reformas constitucionales y sentencias del Pleno de la Suprema Corte de Justicia en materia de derechos humanos.
Si gobierno y empresarios perciben la flexibilización laboral como indispensable para impulsar el crecimiento económico y la generación de empleos, los trabajadores tienen más urgencia de que se modifiquen totalmente el sistema de justicia laboral y las normas que rigen la vida interna de los sindicatos.
Es absolutamente injustificable mantener un sistema de justicia laboral sustentado en órganos tripartitos (gobierno, empresarios y trabajadores) construidos bajo la lógica de un régimen autoritario soportado por el corporativismo. Hoy es indispensable construir un nuevo sistema basado en jueces imparciales ubicados dentro del Poder Judicial.
También es absurdo que, para evitar la aprobación de nuevas normas que regulen la vida sindical, se pretexte que el Estado no debe reglamentar las relaciones entre particulares. Es absurdo por dos razones: primera, porque el tema tiene que ver con dos derechos fundamentales (el derecho al trabajo y el derecho a una vida digna) y, por lo tanto, el Estado debe tutelarlos; y, segunda, porque una de las funciones del Estado es precisamente establecer las reglas para la relación entre los distintos actores de la sociedad, como lo hace al determinar un salario mínimo o al fijar los requisitos mínimos que debe cumplir un contrato entre particulares para tener validez jurídica.
Pero la reforma laboral simplemente adecua la legislación a los requerimientos del modelo neoliberal vigente en detrimento de los derechos de los trabajadores. Nuevamente prevalecen los intereses de los grupos dominantes (políticos, económicos y sindicales) sobre los de las mayorías trabajadoras.
 

Las lecciones de Lujambio

Alonso Lujambio. Sus últimos días. Foto: Miguel Dimayuga
Alonso Lujambio. Sus últimos días.
Foto: Miguel Dimayuga
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Sería una villanía hacer imputaciones a alguien que ha muerto y que, en consecuencia, no puede responder. Estoy convencido de ello. Pero lo estoy también de que el caso de Alonso Lujambio tiene implicaciones de naturaleza pública que no deben ser colocadas en el umbral de la invisibilidad bajo la coartada de que, por haber fallecido, sus acciones se han convertido en “buenas”. No lo creo, y véase por qué afirmo lo anterior.
Primero. El tratamiento mediático de la lamentable muerte de Alonso Lujambio consistió, en sus grandes trazos, en una operación que permitiera poner debajo del tapete los ilícitos en los que probablemente se incurrió en el manejo del tratamiento médico de su cáncer de médula ósea y su candidatura plurinominal al Senado de la República por el PAN. Se prefirió, en gran medida, ponderar sus virtudes (ninguna de las cuales, por cierto, regateo) sobre cualquier falta. Esto pone de relieve la doble moral que practica con gran desparpajo buena parte de la clase política mexicana.
No pongo en duda las credenciales de Lujambio. Reconozco que fue una persona con una sólida formación académica y que tuvo iniciativas que favorecen a la sociedad, como la adición del segundo párrafo al artículo­ 6º constitucional en materia de transparencia, de cuya aprobación fue protagonista junto con Ricardo Becerra. Lo anterior, empero, no es un salvoconducto histórico para que sus errores se hayan redimido como si viviéramos en una sociedad religiosa.
Segundo. El tema de fondo no es ni ha sido la capacidad profesional de Alonso Lujambio, sino el uso de recursos públicos para fines ajenos a los que están destinados, lo cual lastima a grandes porciones de la población, como lo pone de relieve la lectora de Proceso Verónica Escutia en la sección Palabra de Lector de este semanario (edición número 1871, del 9 de septiembre), quien brinda un doloroso testimonio de vida de quien no tiene el poder a su servicio, como sucede también a miles de ciudadanos de a pie.
Además de Lujambio, el secretario de la Función Pública y el propio presidente Calderón son corresponsables de desvío de recursos del erario y de daño patrimonial al Estado. No es, por supuesto, sólo una conjetura u ocurrencia mía. El gasto público utilizado para mantener con vida a Alonso Lujambio rebasa con creces las posibilidades de un servidor público, incluso de un secretario de despacho, como lo fue en vida Lujambio.
Así, por ejemplo, el secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade, además de los servicios del ISSSTE a los que tiene derecho, cuenta como prestación adicional con un seguro de gastos médicos. Conforme a su póliza con Metlife, por evento tiene una cobertura máxima de 622 mil 710 pesos. Es posible lo que se denomina la potenciación del citado seguro hasta por un tope equivalente a tres veces la cantidad citada, con cargo al servidor público.
Si aceptáramos que Lujambio hubiera tenido la máxima potenciación, es decir, casi 2 millones de pesos (artículo 29, fracción IV del acuerdo mediante el cual se expide el Manual de percepciones de los servidores públicos de las dependencias y entidades de la administración pública federal), no le habrían alcanzado para estar ocho meses en Estados Unidos en cualesquiera de los hospitales de mayor reconocimiento en cáncer de médula ósea, pues eso habría significado al menos 20 veces más la cifra de cobertura del seguro médico de Lujambio, sin contar hotel, alimentos y viáticos para su familia, y suponiendo, además, que tuviera cobertura total en el extranjero.
Un seguro para atender padecimientos como el cáncer de médula ósea implica el pago de una prima anual entre 45 mil y 55 mil dólares estadunidenses. En otras palabras, Lujambio tendría que haber dedicado gran parte de su sueldo a pagar una prima de esa cantidad. Este seguro, además, no incluye avión privado ni hospedaje ni alimentos para familiares y ayudantes, sólo los gastos médicos. ¿De dónde salió el dinero para pagar el tratamiento médico infructuoso de Alonso Lujambio? ¿No hubiera sido bueno que el gobierno aclarara estos datos para evitar especulaciones?
Tercero. Otra vertiente del caso de Lujambio es la política de la que había sido un gran practicante. Ese conocimiento pragmático se vino abajo en el último año de su vida. El Partido Acción Nacional, a sabiendas de que Lujambio padecía una enfermedad terminal, lo postuló como candidato plurinominal al Senado de la República. Eso no es ilegal, pero sí inmoral. Un partido mínimamente democrático debe tener un compromiso básico con sus electores, al menos para guardar las formas. El PAN, con Lujambio, hizo gala de cinismo, y con la aquiescencia del propio exsecretario de Educación hizo que renunciara voluntariamente a su legítimo derecho a la propia imagen para mostrarse a propios y extraños como una sombra gris de lo que fue.
Ni un mes Lujambio atendió su compromiso con los electores y su trabajo en el Senado. Por sus limitaciones en su sistema nervioso central, Lujambio fue nombrado secretario de un instituto senatorial que cumple funciones testimoniales. Salvo una, en todas las sesiones ordinarias del Senado fue exonerado de su obligación de asistir debido a su delicado estado de salud.
¿Por qué Lujambio, sabiendo con precisión que no podría cumplir la función de senador, aceptó ser postulado? ¿Por qué el PAN, que en sus líneas de doctrina prioriza la ética como una forma de actuar, postuló a Lujambio? ¿Nunca se le ocurrió al PAN que los electores requieren de candidatos sanos para que puedan ejercer cargos públicos? Es necesario que de esta trágica experiencia se extraigan lecciones que permitan regular estas situaciones haciendo las reformas necesarias al Cofipe y adicionando el artículo 41 constitucional. Bien decía Santayana que quien no conoce su pasado está condenado a repetirlo. El sentido común y las prácticas de ética mínimas se han perdido en México. Hay que encontrarlos.
evillanueva99@yahoo.com
Twitter: @evillanuevamx
www.ernestovillanueva.blogspot.com
 

Estudiantes rechazan contratación de Calderón en Universidad de Texas

Felipe Calderón, titular del Ejecutivo. Foto: Germán Canseco
Felipe Calderón, titular del Ejecutivo.
Foto: Germán Canseco
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Un grupo de estudiantes de la Universidad de Texas se pronunció en contra de que el presidente Felipe Calderón se incorpore como profesor de esa casa de estudios.
En una petición publicada en la página web change.org y dirigida a William Powers Jr, presidente de la Universidad de Texas, se lee: “Calderón es responsable de la muerte de miles de niños, no dejemos que sea profesor en Estados Unidos”.
Y agrega: “La violencia por la guerra contra las drogas estalló durante la administración de Calderón. La estrategia fue un fracaso provocando más de 80 mil muertes, que irrespetuosamente el gobierno llama daños colaterales”.
Hasta las 14:00 horas de este lunes 1 de octubre, la carta había sido firmada por 360 personas.
En agosto pasado, el diario estadunidense The Dallas Morning News publicó que el titular del Ejecutivo, Felipe Calderón, tenía planes de enseñanza con las universidades de Georgetown, Harvard, Standford y Texas.
La publicación, firmada por Alfredo Corchado, destaca que la Universidad de Texas era la más interesada hasta ese momento.
“En un año, Calderón se ha reunido al menos en dos ocasiones con el presidente de la Universidad de Texas, William Powers Jr. La oficina de Calderón está buscando un hogar para el titular del Ejecutivo y su esposa, Margarita Zavala, además de escuelas para sus tres hijos, según dos fuentes cercanas a la negociación”, dice el texto.
Por otra parte, el viernes 21 de septiembre, un grupo de veinte estudiantes de la Universidad de Texas manifestaron su rechazó a que Calderón pase a formar parte de la plantilla de profesores en esa institución.

El diario Texas Tribune reprodujo algunos testimonios de los estudiantes que protestaron durante una conferencia de “altos funcionarios mexicanos”, entre ellos el titular de la Segob, Alejandro Poiré:
“Calderón debe quedarse en México para resolver los problemas que ha causado antes de que llegue a los Estados Unidos”, dijo Giulianna Zambrano al diario texano.
Según el periódico a los estudiantes les preocupa que Calderón llegue a Estados Unidos bajo la sombra de la impunidad durante su régimen.
Apenas la semana pasada, a la salida de un acto en Nueva York, un grupo de mexicanos que lo esperaba a las afueras del edificio de Nasdaq le gritó a Calderón “¡asesino!” y “¡borracho!” ante lo que el mandatario apuró el paso y abordó el vehículo que lo esperaba.
Se puede acceder al contenido de la carta en el siguiente link: http://www.change.org/petitions/calder%C3%B3n-is-responsible-for-the-deaths-of-thousands-of-children-don-t-let-him-teach-in-the-u-s?utm_campaign=friend_inviter_modal&utm_medium=facebook&utm_source=share_petition&utm_term=7147657

No hay comentarios:

Publicar un comentario