Siria: La guerra contra los niños
Siria. Según ONG`s el conflicto ha dejado más de 30
mil muertos en 18 meses.
Foto: AP
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MÉXICO, D.F. (apro).- Al ser arrestado, Khalid, de 15 años, no fue llevado a
la cárcel o a un calabozo, sino a un salón de clases donde se encontraban otros
100 niños. Ahí le ataron las manos con cordones de plástico y fue colgado hasta
el desmayo. Fotografías muestran marcas de lazo en sus muñecas y quemaduras de
cigarro.
“Es irónico, me llevaron allí para torturarme, en el mismo lugar donde solía
ir a la escuela para aprender. Mi padre era el director”, cuenta Khalid. “Habían
tomado el colegio y lo habían convertido en un centro de tortura (…) Cuando me
di cuenta de dónde nos llevaban me puse muy triste, quería llorar.”
Wael, de 16 años, fue arrestado y encerrado en un salón. Fue testigo de cómo
a los más pequeños, cuyos padres eran buscados, se les impedía comer y beber. La
debilidad de los niños era tal que no podían ni llorar, sólo estaban en el
suelo.
El adolescente recuerda a un niño llamado Ala´a, de seis años, quien no
entendía lo que estaba pasando. Le dijeron a su padre que su hijo moriría a
menos que se rindiera.
Wael piensa que el pequeño fue torturado más que ninguno otro: no le dieron
comida ni agua durante tres días, le pegaban mucho, y estaba tan débil que se
desmayaba continuamente.
“Le vi morir. Sobrevivió durante tres días y luego simplemente murió. Estaba
aterrado todo el tiempo, le trataban como si fuera un perro”, cuenta Wael.
“La tortura no sólo es física, es mental. Cuando ves mujeres y niños gritando
y muriendo, tiene un efecto. Cada uno de los sirios ha sufrido una devastación
mental en esta guerra”, dice.
Estos testimonios corresponden al más reciente reporte de la ONG Save The
Children, titulado Atrocidades ocultas: relatos personales de las niñas y los
niños de Siria. Fueron recabados en campos de refugiados sirios instalados en
países que tienen fronteras con el país árabe.
En entrevista con Apro, Anthony Caswell, oficial de Emergencias para México
de Save The Children, y vocero para Latinoamérica sobre el tema de Siria,
comenta que no hay información clara sobre cuántos niños han sufrido violencia y
ataques con motivo del conflicto sirio. El gobierno de Bashar Al Assad no ha
permitido el ingreso a ese país de personas y agencias internacionales que
puedan documentar los abusos contra los menores de edad, tales como periodistas,
miembros de ONG y funcionarios de la ONU.
“Son pocas las ONG en Siria, algunas dependencias de la ONU, pero para
acciones muy limitadas, como alimentos (…) Hay una propuesta de un mecanismo de
monitoreo de la ONU, pero no cuenta con el impulso necesario”, dice
“A pesar de que en teoría se deben respetar los derechos humanos durante un
conflicto, en la práctica éstos no se están respetando. Hay que mandar un
mensaje fuerte a ambos lados (rebeldes y gobierno), pues no es aceptable que
niños sean afectados de esta forma”, señala.
El día más sangriento
El pasado 26 de septiembre el Observatorio Sirio de Derechos Humanos estimó
que 30 mil 716 personas han sido asesinadas durante el conflicto. La mayor parte
–21 mil 534– eran civiles. Sin embargo, no existen datos sobre cuántas víctimas
mortales eran menores de edad.
El pasado 27 de septiembre tuvo lugar la jornada más sangrienta desde el
comienzo de las protestas pacíficas contra el presidente Bashar Al-Asaad, en
marzo del 2011. De acuerdo con las autoridades rebeldes, entre 313 y 343
personas fueron asesinadas, particularmente en Barze y Ziabiya, cerca de la
capital Damasco. En los dos pueblos, dicen los rebeldes, familias enteras fueron
ejecutadas.
Caswell espera que las muertes se concentren en los bandos en combate; sin
embargo, no descartan que las muertes violentas de niños se cuenten por
miles.
Según él, se estima que la mitad de las 2.5 millones de sirios que tienen
necesidades de ayuda humanitaria son menores de 18 años.
Caswell dice desconocer si existe una política de los gobernantes sirios
específicamente dirigida contra los niños, pero destaca que muchos hablan sobre
torturas y ejecuciones de menores de edad para castigar a los padres, o incluso
a los mismos niños, ya que varios asisten a las manifestaciones.
El informe de Save The Children revela que, en ocasiones, los menores son
ejecutados por simples apuestas o juegos entre soldados. E incluso, las fuerzas
que ocupan los pueblos también toman niños como rehenes y como escudos humanos.
En ocasiones han llegado al extremo de atarlos a tanques de guerra para evitar
que los pobladores les presenten batalla.
Farah, de 17 años, dice en el informe que varios niños se han suicidado
dentro de los campos de detención. Ala, de 10 años, comenta que los soldados
entran a las casas, sacan la comida y la pisan para que no se pueda comer. Alí,
de 12 años, dice que durante los bombardeos, muchas escuelas fueron objetivos de
ataques aéreos
El fin de los juegos
“Los niños tienden a ser los más vulnerables, a veces invisibles en un
conflicto, lo que provoca que sus derechos sean recurrentemente violados”, dice
Caswell, “Esto tendrá impacto en sus vidas a largo plazo, causará impedimentos
en su desarrollo”, advierte.
Nabil, padre de familia, dice que sus hijos están devastados por el
conflicto. Otros padres expresan lo mismo. Mohamed, de 24 años, relata que ahora
los niños no juegan con pelotas, sino con fragmentos de bombas.
“No juego. ¿Por qué? Porque ya no soy pequeña”, dice Nur en el reporte. “Voy
al baño, me ducho y duermo. Eso es todo. En Siria era feliz, solía jugar al
fútbol y a otros juegos. Después empezó la violencia y empezaron a hacernos
sufrir”.
Caswell explica que el daño a los niños no acaba con la tortura o el ver que
alguien muere en una masacre; los niños en campos de refugiados o en una
comunidad receptora están fuera de su contexto, de su normalidad, y esto causa
una angustia derivada de la incertidumbre sobre algunos de sus familiares que
permanecen en Siria.
Además, viven una doble angustia: la suya, y la de los adultos en su entorno,
pues ven quebrarse sus referentes y fuentes de fuerza.
Diversas ONG, como Save The Children, no sólo intentan resolver problemas
básicos de los infantes, como dotarlos de alimentos, agua y atención médica,
también ofrecen actividades para reintegrarlos a escuelas en comunidades.
Asimismo, tratan de habilitar espacios amigables donde puedan tener actividades
lúdicas, educativas.
Pero todo ello no es suficiente.
Caswell advierte: “Si no hacemos caso a los niños, si no ponemos una luz, la
comunidad se olvida y se enfoca más en el conflicto político y armado. De esta
manera los niños se vuelven víctimas invisibles y no sujetos de derechos. Eso es
lo que buscamos hacer con este llamado”.
Alí, un niño sonriente de ojos verdes, cuenta: “Las cosas que he visto me han
hecho fuerte. No puedes imaginarte lo que he visto, lo que Siria ha visto”,
dice.
“Cuando los hombres armados llegaron por primera vez a nuestra casa tuve
mucho miedo. La segunda vez tuve menos miedo. Quería que todo el mundo a mi
alrededor también tuviese valor. Mi hermano pequeño es más valiente que yo.
Cuando los hombres armados entraron en la casa vi que mi hermano no tenía miedo.
Así que la siguiente vez yo quería ser igual de valiente…Y lo fui”, afirma.
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