Palestina en la ONU: inclusión histórica
La admisión de Palestina como Estado observador en la ONU, aprobada ayer por la Asamblea General del organismo con una abrumadora mayoría de 138 países a favor, nueve en contra y 41 abstenciones, es un acto de justicia tardío e insuficiente, pero de trascendencia histórica y de mínima coherencia por parte de la ONU, por cuanto sus propias resoluciones dictan la constitución de un Estado palestino al lado de Israel.
Durante más de seis décadas, sin embargo, la población palestina ha padecido la ocupación, el destierro, la limpieza étnica, el saqueo de sus recursos naturales, la represión militar y los ataques armados regulares del gobierno de Tel Aviv, sin poder contar con una representación ante el máximo organismo internacional. A partir de ahora, el estatuto limitado le permitirá integrarse a diversas agencias internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), además de la Unesco, a la que pertenece desde el año pasado. Pero, lo más importante, Palestina podrá suscribir el Estatuto de Roma, a fin de estar en condiciones de recurrir a la Corte Penal Internacional para denunciar ante ella los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen israelí contra las poblaciones de Cisjordania, Gaza y Jerusalén oriental, territorios que, de acuerdo con las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU, pertenecen a los palestinos y deben ser devueltos a ellos por Tel Aviv.
Con todo, Palestina seguirá careciendo de derecho a voto en la asamblea general, ya que su inclusión como integrante pleno de la ONU requiere de la aceptación del Consejo de Seguridad, y Washington ha declarado su intención de recurrir al veto si una solicitud en ese sentido llegara a ser planteada ante ese organismo. Por lo demás, es de prever que la Casa Blanca retire su financiamiento a las organizaciones internacionales que acepten como nuevo miembro a Palestina, como lo hizo ya con la Unesco.
La votación de ayer en la asamblea general muestra, de manera inequívoca, tanto el sentir mayoritario de la humanidad de que Palestina merece convertirse en Estado como la doble moral de las autoridades estadunidenses, que con el afán de proteger a su aliado estratégico, el régimen de Israel, se empeñan en mantener entre éste y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) una asimetría política y diplomática injusta, aberrante y violatoria del derecho internacional.
En otro sentido, la inclusión parcial en la ONU es un hecho positivo y saludable en la medida en que ha permitido un acercamiento entre las dos facciones que se disputan el poder político en el bando palestino: el partido Fatah, del presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, por una parte, y Hamas, la organización integrista que controla la franja de Gaza, por la otra. Es claro que la confrontación entre uno y otra ha socavado la perspectiva de formar un Estado propio en Cisjordania, Gaza y Jerusalén oriental, y en esa medida todo suceso que propicie la distensión entre ambos bandos constituye un factor de esperanza para un pueblo que se niega a perderla, a pesar de las décadas de sufrimiento, guerra, destrucción y despojo a que ha sido sometido.
Golpe de Europa a Netanyahu
Robert Fisk
Así pues, ya no tengo que poner
Palestinaentre comillas. Sólo Palestina. De vuelta al feudo otomano de Palestina, a la Palestina del mandato británico y al cumplimiento –si alguna vez llega– de la Palestina dividida por la ONU en 1947, hace exactamente 65 años: la Palestina árabe, que el viejo rey Abdalá –el padre de Hussein– anexó a Jordania. Si es que hay, desde luego, suficiente espacio para la Palestina árabe entre la maraña de colonias judías y caminos coloniales ya construidos y los que se siguen construyendo, con total impunidad y contra el derecho internacional, por todo el Estado
viablede Palestina del que lord Blair de Kut al-Amara y el resto de nuestros amos hablan con tanto desparpajo.
Pero no se trata de eso ahora, ni para los palestinos ni para los israelíes. Lo que los palestinos y la izquierda israelí necesitan ahora es una sustancial votación europea occidental por un Estado palestino no miembro en la Organización de Naciones Unidas. Ya supimos ayer que Francia está a bordo, junto con Luxemburgo y España. François Hollande se puso un poco histérico en semanas recientes, reculando de su promesa de campaña de
apoyar el reconocimiento internacional de un Estado palesinoal decir a Benjamin Netanyahu, hace un mes, que quería
negociaciones sin precondicionesentre israelíes y palestinos más que una votación en la ONU. Pero obviamente el Quaid’Orsay lo pensó mejor.
Para la izquierda israelí eso era esencial. Temía que si únicamente los países no democráticos del mundo votaban por Palestina, Netanyahu estaría en condiciones de decir que, como Mahmoud Abbas sólo pudo ganar la votación con ayuda de extremistas, déspotas y potentados, Israel podía clamar una victoria moral y desentenderse de la cuestión. Pero si las verdaderas democracias de Europa apoyaban a Palestina, sería una catástrofe para Netanyahu. Desde luego, hasta esta mañana –si se cumplió el plazo– no sabíamos cómo votaría Alemania. Y todos sabemos por qué.
Inútil decir que ya los palestinos celebraban 24 horas antes de la votación. En Medio Oriente las celebraciones son un asunto riesgoso. Las esperanzas siempre resultan defraudadas. Pero la votación debe ser también un golpe para Estados Unidos, cuyo presidente ha mantenido su acostumbrada obediencia perruna a Netanyahu, suplicando en vano al mundo que siga la línea israelí-estadunidense: negociaciones directas de
pazcon los palestinos, aun si la construcción de colonias israelíes prosigue a un ritmo colosal, en vez de cualquier reconocimiento. Luego que Israel entregó a Hamas el enorme reconocimiento político de un cese del fuego, la semana pasada, Abbas necesitaba un reconocimiento infinitamente más importante para toda Palestina en las primeras horas de la mañana.
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Los israelíes habían hecho circular entre los ministros del exterior del mundo sus esperanzas de que Palestina no sería reconocida en la ONU, y en privado sugerían toda clase de cochinadas si no se conceden sus deseos: construcción en masa de colonias, cese de toda negociación, mayor retención del dinero que se adeuda legalmente a la Autoridad Palestina. Pero, a decir verdad, son amenazas del Likud y de la derecha, más que de Israel. El país en conjunto –en especial la izquierda– no parece compartir esta visión del mundo. La paz a cualquier precio no sería un buen punto de partida, pero la paz al precio de Netanyahu no es atractiva para todos los israelíes.
Y para la mañana del sábado habremos descubierto si David Cameron se apegó a lo que parece ser el sentir de millones de británicos –una votación por Palestina en la ONU– o si prefirió el estatus de lord Blair, el de verdadero sirviente de la Casa Blanca y de Israel.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Mercosur ampliado vs Alianza del Pacífico
Raúl Zibechi
Noviembre fue un mes particularmente intenso en el devenir geopolítico global y regional, en un mundo que asiste a cambios agudos y permanentes en este escenario. Los sucesos más importantes confirman la tendencia hacia la ampliación del Mercosur, pese a los nubarrones que amagan en Argentina, y la tendencia al estancamiento de la Alianza del Pacífico que integran México, Colombia, Chile y Perú.
Concentrándonos en la región sudamericana, encontramos dos hechos simultáneos de enorme importancia. El gobierno de Bolivia aceptó la invitación para convertirse en miembro pleno del Mercosur, cuyos primeros pasos se darían en la cumbre de Brasilia que se inicia el 6 de diciembre (Reuters, 23 de noviembre de 2012).
En el mismo reporte, Evo Morales aseguró que Ecuador recibió similar propuesta del Mercosur. Este ha sido el punto más delicado de la diplomacia brasileña en la región, ya que la principal constructora del país, y quizá de la región, Odebrecht, fue expulsada por el presidente Rafael Correa en octubre de 2008 por los graves problemas que forzaron la paralización de la recién inaugurada hidroeléctrica San Francisco. Durante varios años el papel jugado por el brasileño Banco Nacional de Desenvolvimento (BNDES) como prestamista para obras de infraestructura fue ocupado por China, que financió con 2 mil millones de dólares la construcción de Coca Codo Sinclair, la mayor hidroeléctrica ecuatoriana.
Ecuador se negó a pagar la deuda contraída con el BNDES para financiar la obra y acudió a la Cámara de Comercio Internacional (CCI), la corte arbitral internacional en París, para impugnar el contrato, pero perdió el juicio. A mediados del año pasado comenzó un proceso de aproximación entre ambos países. El gobierno ecuatoriano no está conforme con los intereses que debe pagar a los chinos y las cuotas de petróleo como garantía de los préstamos (Valor, 12 de noviembre de 2012).
En noviembre, el BNDES liberó el primer préstamo a Ecuador desde 2008 por 90 millones de dólares para construir el proyecto hidroeléctrico Manduriacu, a 130 kilómetros de Quito, que fue ganado por Odebrecht. Como suele suceder, el BNDES presta el dinero para
financiar la exportación de bienes y servicios brasileños relacionados con construcciones de infraestructura(La Hora, 14 de noviembre de 2012).
Es apenas la primera de un paquete de grandes obras de infraestructura por 2 mil 500 millones de dólares que el gobierno ecuatoriano ofreció a empresas brasileñas, siempre con financiación del BNDES (Valor, 12 de noviembre de 2012). El retorno de Odebrecht a Ecuador abre una nueva etapa en las relaciones binacionales que se intensificarán en los próximos meses, ya que la de Manduriacu es una de las 10 centrales hidroeléctricas que el gobierno tiene previsto levantar a lo largo de la cuenca del río Guayllabamba.
Con el ingreso de Bolivia y Ecuador al Mercosur, se cerrará el proceso iniciado con el ingreso de Venezuela, luego del golpe contra el presidente Fernando Lugo, en junio pasado. La diplomacia brasileña ya está moviendo sus piezas para el reingreso de Paraguay al Mercosur, luego de las elecciones presidenciales de abril. El tema será analizado este viernes 30 en la cumbre de la Unión Suramericana de Naciones en Lima, de la que Paraguay también fue separado.
Dilma Rousseff y Cristina Fernández compartieron la clausura de la conferencia anual de la Unión Industrial Argentina (UIA), el miércoles 28. El tema central del acto fue
Argentina y Brasil: integración y desarrollo o el riesgo de la primarizacióny se realizó en un momento especialmente delicado para el gobierno argentino, acosado por una importante huelga general y el aumento de la inflación. Dilma no acudió a la cumbre de Lima por razones de agenda interna pero decidió viajar a Buenos Aires en lo que su canciller, Antonio Patriota, interpretó como un acto de
fuerte simbolismo(Folha de São Paulo, 28 de noviembre de 2012).
Defendió la profundización de la integración binacional, a la que definió como
una de las más importantes alianzas en el hemisferio y en el mundo, las inversiones recíprocas y la cooperación en áreas estratégicas como los sectores naval, espacial, nuclear, aeronáutico, televisión digital y defensa (Télam, 28 de noviembre de 2012). Finalizó recordando que Argentina es el mayor mercado industrial para Brasil y Brasil es el principal mercado industrial para Argentina.
En paralelo, las fuerzas armadas de Brasil y Argentina comenzaron a desarrollar una doctrina militar conjunta, para lo que iniciaron la elaboración de un manual de cooperación con el objetivo de
fomentar la confianza en materia militar entre dos naciones amigas(MinDefesa, 14 de noviembre de 2012).
Es evidente que el Mercosur enfrenta problemas, pero se mueve para resolverlos y lo hace siguiendo el ritmo y la dirección marcados por Brasil, que representa la mitad de la población y del PIB sudamericanos. La Alianza del Pacífico, empeño de Washington para unir a los países con los que ya tiene un TLC, para contener a Brasil y ponerlos a remolque de la Asociación Trans-Pacífico (ATP), enfrenta tantas dificultades como la propia superpotencia.
Un revelador artículo de David P. Goldman, quien firma con el seudónimo Spengler, en Asia Times (27 de noviembre de 2012), señala que Estados Unidos afrontó en la reciente cumbre de la ASEAN celebrada en Phnom Penh (Camboya), entre quince naciones asiáticas,
la peor humillación sufrida por una nación. Barack Obama quiso imponer la ATP que excluye a China, pero los miembros de la ASEAN más China, India, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda formalizaron una alianza que deja fuera a Washington.
En su artículo
Nace el mundo pos USA en Phnom Penh, Goldman sostiene que los líderes asiáticos invitaron a Obama a dar media vuelta y
regresar a casa, en alusión al pretendido reposicionamiento de la superpotencia hacia Asia-Pacífico. Aunque cueste creerlo, la decadencia del mundo unipolar es un hecho tan evidente como el ascenso de nuevas alianzas, incluso en el ex patio trasero
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