American Curios
El adiós
David Brooks
El presidente Barack Obama deportó a más inmigrantes en sus primeros cuatro años de gobierno que George W. Bush en sus dos periodos al frente de la Casa Blanca. En la imagen, el mandatario ofrece un brindis durante la cena con gobernadores estadunidenses celebrada ayer en Washington
Foto Ap
John Berger cuenta en su ensayo Cada vez que decimos adiós, que durante el último siglo nunca jamás tanta gente ha viajado en este planeta, algunos por voluntad propia, por motivos de turismo y viajes de negocios, pero la gran mayoría bajo coerción: los desplazados, los refugiados, y
ola tras ola de emigrantes, ya sea por razones políticas o económicas, pero emigrando para sobrevivir. El nuestro es un siglo de viaje a fuerza. Iría más allá y diría que el nuestro es un siglo de desapariciones. El siglo de la gente que no puede hacer otra cosa que ver a otros, quienes eran cercanos, desaparecer en el horizonte. Argumenta que por eso el cine es el arte que más define al último siglo, ya que es un arte que nos lleva a otro lugar.
Tal vez por ello la celebración de los premios Óscar es uno de los espectáculos más vistos por la humanidad, ya que, como dice Berger, es una especie de
refugio global.
No se sabe cuántos inmigrantes en este país vieron la ceremonia de los Óscares, ya que sus refugios aquí están cada vez más expuestos, y miles están en la cárcel por el simple hecho de haber dicho adiós a su familia y amigos, y cruzar una línea.
Pero el show político sobre los inmigrantes y qué hacer con ellos –los 11 millones de indocumentados anónimos, parte de los 40.4 millones de inmigrantes de todo el mundo (el grupo más grande es de México, con un total de 11.7 millones, 29 por ciento de todos los inmigrantes) que están aquí, muchos de ellos familiares de los ilegales– se pone en escena todos los días en Washington y en decenas de estados por todo el país.
La retórica política ha cambiado. El presidente, después de romper su promesa durante sus primeros cuatro años, ahora ha declarado prioridad inmediata una
reforma migratoria integral. Los republicanos, que habían sido el obstáculo a cualquier iniciativa de legalización de los indocumentados, también se están sumando al juego. Todo resultado de la pasada elección, donde ambos partidos descubrieron que sus futuros dependerán cada vez mas de lo que se llama el
voto latino. Sin embargo, nada está garantizado.
Mientras avanza el debate, la retórica tan bonita de que éste es
un país de inmigrantessuele ocultar algunos de los hechos que marcan la vida cotidiana de los inmigrantes, sobre todo los indocumentados.
Por ejemplo, mientras Barack Obama afirma que es hora de que Estados Unidos reconozca la contribución de estos inmigrantes a la riqueza económica, social y cultural del país, en los hechos estas palabras se traducen en otra cosa: ningún presidente ha deportado a tantos inmigrantes, con ello dividiendo familias, rompiendo comunidades, destrozando tejidos humanos, anulando sueños y generando temor, pánico y sospecha del
otro.
Obama deportó a más inmigrantes en sus primeros cuatro años que George W. Bush en ocho en la Casa Blanca. El New York Times reporta que para finales de este año las deportaciones con Obama llegarán a 2 millones, casi el mismo total que todas las deportaciones en Estados Unidos entre 1892 y 1997. En promedio, el presidente está deportando unos 400 mil al año, un nivel récord.
No sólo eso: hay un incremento dramático de procesos judiciales contra inmigrantes, lo cual ha nutrido un sistema de detención nacional creciente para esta comunidad, con más de 250 centros de detención, en los cuales se mantuvieron más de 400 mil personas, la mayoría sin acusación penal alguna en contra. Durante la última década han estado detenidos más de 3 millones de inmigrantes en total, reportó Human Rights Watch. Ahora, el ingreso y el reingreso ilegal a Estados Unidos se ha vuelto el delito federal más fiscalizado en este país.
Obama y su gente explican que la intensificación de sus esfuerzos de
control fronterizoy de detener y deportar inmigrantes es necesario para descalificar los argumentos republicanos de que antes de cualquier reforma migratoria es necesario lograr tener una
frontera segura.
¿Quién les cree? Todos hemos escuchado eso de la reforma migratoria durante los últimos años y no se ve nada; lo único que sí se ve todos los días en nuestras comunidades es más gente detenida y deportada, comenta un activista de derechos de los inmigrantes. Estas palabras se escuchan en todos los puntos del país.
La semana pasada, mientras la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, estaba por hacer una presentación ante un comité del Senado, un inmigrante en el público se puso de pie y gritó:
¡has destruido nuestra comunidad!, y en eso otras voces estallaron en el salón legislativo:
¡alto a las deportaciones!
O sea, aquí hay un adiós doble: primero el difícil y peligroso al emigrar de algún punto a este país, y de repente, la familia y comunidad aquí tienen que decir adiós, de nuevo, a los que son deportados, o por lo menos preparar la despedida cada vez que un
indocumentado–un padre, una madre, una hermana, una tía, un hijo– salga a la escuela, al trabajo, a la esquina por leche, ya que no se sabe si regresará. Desde 2010 el gobierno ha deportado a más de 200 mil padres de niños que son ciudadanos estadunidenses, según un informe del American Immigration Council.
“Algunos de nosotros somos ilegales, y algunos no somos deseados…/Nos persiguen como criminales…como asaltantes…/Morimos en tus montes, morimos en tus desiertos/morimos en tus valles y morimos en tus llanos/Morimos bajo tus árboles y morimos en tus arbustos/De ambos lados de la frontera, morimos igual…/Adiós a mi Juan, adiós Rosalita/adiós mis amigos Jesús y María/No tendrán nombres cuando vuelen en ese gran avión/Lo único que serán llamados será ‘deportados’”. De la canción Deportee, de Woody Guthrie, escrita a finales de los años 40.
¿Cuántos adioses más tenemos que decir, tanto aquí como en los países que exportan seres humanos como parte de un modelo económico, antes de que podamos decir
bienvenidos?
Washington, tan próximo a Hollywood
Arturo Balderas Rodríguez
La capacidad dramática de la política estadunidense no tiene límite. Pareciera que en Hollywood escriben los guiones del acontecer político en Washington. No en balde en el pasado año se trasmitieron una decena de series de televisión en las que las intrigas en la Casa Blanca y el Congreso son el tema principal. Tampoco es casual que cuatro de las películas nominadas para recibir el Óscar están basadas en acontecimientos que de una u otra forma han afectado la vida política del país en diferentes momentos de su historia.
precipicio fiscal, y en este mes ante la eventualidad del
secuestropresupuestal. El guión o el pretexto es el mismo: cómo financiar el gasto y cómo distribuirlo.
El telón de fondo es la necesidad de reducir el déficit fiscal que se desbordó por la disminución de impuestos en el gobierno de Bush, las guerras en Irak y Afganistán, y el salvamento bancario e inmobiliario. El presidente y los demócratas en el Congreso insisten en disminuir ese déficit mediante la eliminación de los subsidios que se otorgan a diversos sectores, como el petróleo, y en un recorte selectivo del gasto que no incluya el destinado a la protección social. Los republicanos dicen que ya fue suficiente el incremento de impuestos a quienes ganan más de 400 mil dólares al año, por lo que ahora es necesario recortar el gasto en diversas partidas, como el apoyo al desempleo, y además hacer un ajuste adicional en la nómina del gobierno, pues no fueron suficientes los 700 mil que se despidieron en los meses pasados.
El desenlace de estas escaramuzas ocurrirá el viernes próximo, cuando se aplicará la guillotina al gasto federal. El recorte afectará funciones esenciales del gobierno como el control del tráfico aéreo, la educación, la inspección sanitaria de alimentos y las medidas de seguridad, responsabilidad de las fuerzas armadas, producto del despido de 800 mil civiles en el departamento de Defensa. Diversos economistas aseguran que esos y otras recortes repercutirían negativamente en la economía y el empleo, cuya recuperación está en ciernes.
Para algunos el gobierno ha exagerado en las consecuencias del
secuestropresupuestal, ya que los recortes se realizarán paulatinamente y existe la posibilidad de llegar a un acuerdo antes de que algunos de ellos se concreten. Para otros los problemas empezarán este mismo viernes, y es difícil anticipar sus consecuencias. Lo cierto es que en ocasiones como esta, ni los guionistas más avezados de Hollywood son capaces de recrear el dramatismo al que son tan proclives los actores en Washington.
Participación internacional eclipsada
Iván Restrepo
La semana pasada el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Juan José Guerra, tuvo su primera aparición internacional en Nairobi, con motivo del Foro Mundial de Ministros de Medio Ambiente del PNUMA, la agencia de Naciones Unidas para los asuntos ambientales, que tiene su sede en la capital de Kenia.
Esta aparición internacional se vio eclipsada por la detención del dueño del partido al que pertenece el ingeniero Guerra, el Verde. Las redes sociales y los medios se encargaron de divulgar y criticar el comportamiento del senador por manejar en estado de ebriedad y hacerse pasar, sin éxito, por otra persona. Un escándalo más de quien logró, a cambio de alianzas con el PRI, que nombraran a uno de los suyos en la Semarnat. Un partido no reconocido por el movimiento mundial de los verdes y, además, subvencionado millonariamente con dinero público.
A su regreso, el ingeniero comprobó que por el país afloran los problemas relacionados con el medio ambiente y los recursos naturales. Uno es el deterioro que siguen registrando los acuíferos y los humedales de la región de Cuatro Ciénegas, en el norte de Coahuila, una de las más importantes a escala mundial por contener agua y especies que datan de decenas de millones de años. Durante el sexenio del becario de Harvard se prometieron recursos y medidas suficientes para detener la sobrexplotación del acuífero por los ganaderos de La Laguna y otros intereses empresariales del norte del país. Sin embargo, por lo que oficialmente se reporta, Cuatro Ciénegas está al borde del colapso.
Otro asunto es la contaminación atmosférica en las principales ciudades. Aunque las autoridades suelen decir que ha disminuido, es un grave problema no sólo en la cuenca de México, Guadalajara y Monterrey, sino también en 30 ciudades más, donde las mediciones de los contaminantes son prácticamente inexistentes. Cada día hay más evidencias de los daños que causan a la salud el ozono, el dióxido de azufre, el monóxido de carbono y las partículas suspendidas. Las normas oficiales sobre estos y otros contaminantes son muy tolerantes respecto a Estados Unidos y Canadá, por ejemplo, y aun así se rebasan la mayor parte del año. Ahora se ofrecen cifras sobre el número de mexicanos que mueren a diario por hambre. Conviene revelar las de los que fallecen en las ciudades por la contaminación o se ven afectados en su salud, especialmente los niños y las personas de mayor edad.
Pero además, se necesita cumplir con las medidas tantas veces anunciadas para lograr un aire limpio. Desde hace años se prometió mejorar la calidad de los combustibles para, entre otras cosas, disminuir su contenido de azufre. Diversos estudios dirigidos por el doctor Humberto Bravo ilustran el grave problema de salud que ocasiona dicho compuesto y el atraso que existe en cuanto al transporte público moderno y eficiente y reducir la quema de hidrocaruburos.
Otro pendiente ambiental involucra a Estados Unidos, que manda a plantas recicladoras ubicadas en México baterías de plomo usadas. Un reciente informe de la Comisión de Cooperación Ambiental, de la cual hacen parte los tres países que conforman desde 1994 el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, señala fallas en el control transfronterizo de dichas baterías, lo cual sugiere corrupción por parte de las dependencias que deben llevar un estricto registro de los envíos. Pero además, las normas bajo las cuales funcionan las recicladoras (entre ellas las que tienen su matriz en Estados Unidos) son mucho menos estrictas que las del vecino del norte. Ello explicaría por qué aumenta el envío de tales desechos a México, convertido así en basurero de sustancias tóxicas y peligrosas para la salud pública y el medio ambiente.
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