Zetas contra “golfos”: tres años de hostilidades
Ejecutados
MATAMOROS, TAMPS. (Proceso).- Según las estadísticas de las procuradurías estatales, en febrero de 2010 comenzó la narcoguerra que hasta ahora ha dejado alrededor de 10 mil muertos en el noreste del país y en el norte de Veracruz, entre ellos cientos de inocentes, además de los desaparecidos y desplazados.
Hoy amplias regiones del noreste mexicano están desoladas. Los negocios cerrados se cuentan por decenas, la vida nocturna apenas reúne a algunos parroquianos en Monterrey y muchos poblados sobreviven en medio de la precariedad y la violencia.
El antecedente de esta escalada violenta se puede fechar el 25 de enero de 2010 con la ejecución de Víctor Peña Mendoza, Concord 3, sicario zeta en Reynosa, a manos de Samuel Flores Borrego, El Metro 3, operador del Cártel del Golfo (CDG) que mantenía el control en la ciudad. El Metro 3 fue ejecutado poco después. Su cuerpo apareció en un vehículo abandonado en la carretera Reynosa-Monterrey. A su lado estaba el de Eloy Lerma García, un agente de la Policía Ministerial estatal.
Los días posteriores al asesinato del Metro 3 sus seguidores levantaron un extraño monumento en el bulevar Hidalgo, uno de los más importantes de la ciudad, con la figura de un gallo de más de un metro de altura y una ofrenda floral con la leyenda: “Siempre a sus órdenes”.
En febrero de 2010 comenzaron los grandes enfrentamientos entre sicarios del CDG y Los Zetas. Las calles de las ciudades fronterizas de Tamaulipas se llenaron de camionetas blindadas con sicarios armados.
La Ribereña, una vía de dos carriles y amplio acotamiento que conecta a Reynosa con Nuevo Laredo, con una extensión de 240 kilómetros, fue escenario de las más cruentas batallas a partir de marzo de ese año. Por esa carretera circularon cientos de camionetas Hummer, GMC, Lobo, Durango, Suburban con las siglas de los dos cárteles en pugna colocadas en los parabrisas.
Camargo, Ciudad Mier, Miguel Alemán y Guerrero fueron testigos de los enfrentamientos, en los cuales llegaron a participar hasta 70 vehículos por bando con al menos cinco pistoleros cada uno. Los choques duraron meses, algunas veces las balaceras y granadazos se prolongaron 24 horas.
La narcoguerra provocó escenarios inéditos: Tres cuartas partes de los habitantes de Ciudad Mier huyeron de ese “pueblo mágico”; algunos se refugiaron en albergues de Miguel Alemán y otros se fueron a Estados Unidos. La Secretaría de la Defensa estableció incluso un cuartel para un batallón de 600 hombres en ese municipio. Las tropas continúan vigilando La Ribereña por tierra y aire.
Las bajas
Y aunque los enfrentamientos cesaron a finales de 2010, aun hoy se observan decenas de fachadas de casas y negocios, algunos de ellos abandonados, con las huellas de los disparos. También quedan los restos de las camionetas incendiadas y capillas con la figura de la Santa Muerte, incluida la que se encuentra en la entrada a Miguel Alemán, viniendo de Reynosa.
Los enfrentamientos se extendieron a ciudades y poblados de Tamaulipas, Coahuila, Veracruz y Nuevo León, sobre todo a Monterrey, la ciudad pionera en alta tecnología, la más grande e importante del norte del país, con prestigiadas universidades, miles de industrias y sede de los principales corporativos nacionales.
Según la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León, en los tres últimos años hubo más de 4 mil 400 asesinatos violentos, 80% de ellos relacionados con la delincuencia organizada. En Tamaulipas y Coahuila hubo en promedio mil por año.
La violencia también enlutó a las principales ciudades de Coahuila, Tamaulipas, San Luis Potosí y Veracruz, incluidas sus capitales.
Muchos capos del CDG fueron detenidos o ejecutados, presumiblemente por traiciones de sus propios sicarios, entre ellos los seguidores del Coss, conocidos como Los Erres o Rojos, y los de los Cárdenas Guillén, Los Metros.
El otrora poderoso CDG vio caer a manos de efectivos de la Marina a sus máximos líderes: Eduardo Costilla, El Coss, y Mario Cárdenas Guillén, ambos en la zona metropolitana de Tampico, en septiembre de 2012.
Los Zetas se dividieron. Una facción la encabeza Iván Velázquez Caballero, El Talibán; otra es liderada por Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40. La organización perdió a su principal líder, Heriberto Lazcano Lazcano, El Z-14, en un enfrentamiento con la Marina el 7 de octubre de 2012 en Progreso, Coahuila. En ese grupo corre la versión de que Lazcano fue “puesto” por sus propios compañeros.
Poco después cayó Salvador Martínez Escobedo, La Ardilla, jefe regional del cártel en el noreste y tercero en el mando zeta. Él fue el principal operador de la matanza de los 72 migrantes centroamericanos en San Fernando, Tamaulipas, en 2010.
En los tres años de narcoguerra Los Zetas perdieron a varios de sus líderes, entre ellos Jesús Enrique Rejón Aguilar, El Mamito; Jaime González Durán, El Hummer; y Raúl Lucio Hernández Lechuga, El Lucky.
También dejaron de controlar Monterrey tras la detención de Carlos Oliva Castillo, La Rana, quien operaba desde Saltillo. A esta captura le siguieron las de tres capos posicionados en la zona metropolitana de la capital nuevoleonesa: Roberto Carlos López Castro, El Toruño, aprehendido en Jalisco a finales de septiembre de 2011; José Loera Rodríguez, El Voltaje, capturado en Monterrey por la Policía Federal, y Francisco Medina Mejía, El Quemado, muerto en un enfrentamiento con el Ejército en Nuevo Laredo.
Muchas células quedaron acéfalas y se dedicaron al secuestro y la extorsión mientras otras optaron por sumarse al CDG. La división de Los Zetas continúa en Monterrey. Prueba de ello es la matanza de los integrantes del grupo Kombo Kolombia.
Según el testimonio de un presunto halcón que fue detenido tras el crimen, los autores fueron Los Zetas, a pesar de que ellos financiaban al representante del grupo. La razón: Los músicos amenizaban fiestas privadas de comandantes zetas que se pasaron al CDG.
Pese a que ambos bandos están divididos y debilitados, aún tienen fuerza e intentan expandir sus dominios. Los Zetas, por ejemplo, tienen presencia en las principales ciudades del noreste del país y de otras regiones. Sus rivales del CDG controlan Matamoros, Reynosa, Tampico, así como Monterrey y varios municipios de Nuevo León, y mantienen una alianza con el Cártel de Sinaloa, que encabeza Joaquín El Chapo Guzmán.
Hoy amplias regiones del noreste mexicano están desoladas. Los negocios cerrados se cuentan por decenas, la vida nocturna apenas reúne a algunos parroquianos en Monterrey y muchos poblados sobreviven en medio de la precariedad y la violencia.
El antecedente de esta escalada violenta se puede fechar el 25 de enero de 2010 con la ejecución de Víctor Peña Mendoza, Concord 3, sicario zeta en Reynosa, a manos de Samuel Flores Borrego, El Metro 3, operador del Cártel del Golfo (CDG) que mantenía el control en la ciudad. El Metro 3 fue ejecutado poco después. Su cuerpo apareció en un vehículo abandonado en la carretera Reynosa-Monterrey. A su lado estaba el de Eloy Lerma García, un agente de la Policía Ministerial estatal.
Los días posteriores al asesinato del Metro 3 sus seguidores levantaron un extraño monumento en el bulevar Hidalgo, uno de los más importantes de la ciudad, con la figura de un gallo de más de un metro de altura y una ofrenda floral con la leyenda: “Siempre a sus órdenes”.
En febrero de 2010 comenzaron los grandes enfrentamientos entre sicarios del CDG y Los Zetas. Las calles de las ciudades fronterizas de Tamaulipas se llenaron de camionetas blindadas con sicarios armados.
La Ribereña, una vía de dos carriles y amplio acotamiento que conecta a Reynosa con Nuevo Laredo, con una extensión de 240 kilómetros, fue escenario de las más cruentas batallas a partir de marzo de ese año. Por esa carretera circularon cientos de camionetas Hummer, GMC, Lobo, Durango, Suburban con las siglas de los dos cárteles en pugna colocadas en los parabrisas.
Camargo, Ciudad Mier, Miguel Alemán y Guerrero fueron testigos de los enfrentamientos, en los cuales llegaron a participar hasta 70 vehículos por bando con al menos cinco pistoleros cada uno. Los choques duraron meses, algunas veces las balaceras y granadazos se prolongaron 24 horas.
La narcoguerra provocó escenarios inéditos: Tres cuartas partes de los habitantes de Ciudad Mier huyeron de ese “pueblo mágico”; algunos se refugiaron en albergues de Miguel Alemán y otros se fueron a Estados Unidos. La Secretaría de la Defensa estableció incluso un cuartel para un batallón de 600 hombres en ese municipio. Las tropas continúan vigilando La Ribereña por tierra y aire.
Las bajas
Y aunque los enfrentamientos cesaron a finales de 2010, aun hoy se observan decenas de fachadas de casas y negocios, algunos de ellos abandonados, con las huellas de los disparos. También quedan los restos de las camionetas incendiadas y capillas con la figura de la Santa Muerte, incluida la que se encuentra en la entrada a Miguel Alemán, viniendo de Reynosa.
Los enfrentamientos se extendieron a ciudades y poblados de Tamaulipas, Coahuila, Veracruz y Nuevo León, sobre todo a Monterrey, la ciudad pionera en alta tecnología, la más grande e importante del norte del país, con prestigiadas universidades, miles de industrias y sede de los principales corporativos nacionales.
Según la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León, en los tres últimos años hubo más de 4 mil 400 asesinatos violentos, 80% de ellos relacionados con la delincuencia organizada. En Tamaulipas y Coahuila hubo en promedio mil por año.
La violencia también enlutó a las principales ciudades de Coahuila, Tamaulipas, San Luis Potosí y Veracruz, incluidas sus capitales.
Muchos capos del CDG fueron detenidos o ejecutados, presumiblemente por traiciones de sus propios sicarios, entre ellos los seguidores del Coss, conocidos como Los Erres o Rojos, y los de los Cárdenas Guillén, Los Metros.
El otrora poderoso CDG vio caer a manos de efectivos de la Marina a sus máximos líderes: Eduardo Costilla, El Coss, y Mario Cárdenas Guillén, ambos en la zona metropolitana de Tampico, en septiembre de 2012.
Los Zetas se dividieron. Una facción la encabeza Iván Velázquez Caballero, El Talibán; otra es liderada por Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40. La organización perdió a su principal líder, Heriberto Lazcano Lazcano, El Z-14, en un enfrentamiento con la Marina el 7 de octubre de 2012 en Progreso, Coahuila. En ese grupo corre la versión de que Lazcano fue “puesto” por sus propios compañeros.
Poco después cayó Salvador Martínez Escobedo, La Ardilla, jefe regional del cártel en el noreste y tercero en el mando zeta. Él fue el principal operador de la matanza de los 72 migrantes centroamericanos en San Fernando, Tamaulipas, en 2010.
En los tres años de narcoguerra Los Zetas perdieron a varios de sus líderes, entre ellos Jesús Enrique Rejón Aguilar, El Mamito; Jaime González Durán, El Hummer; y Raúl Lucio Hernández Lechuga, El Lucky.
También dejaron de controlar Monterrey tras la detención de Carlos Oliva Castillo, La Rana, quien operaba desde Saltillo. A esta captura le siguieron las de tres capos posicionados en la zona metropolitana de la capital nuevoleonesa: Roberto Carlos López Castro, El Toruño, aprehendido en Jalisco a finales de septiembre de 2011; José Loera Rodríguez, El Voltaje, capturado en Monterrey por la Policía Federal, y Francisco Medina Mejía, El Quemado, muerto en un enfrentamiento con el Ejército en Nuevo Laredo.
Muchas células quedaron acéfalas y se dedicaron al secuestro y la extorsión mientras otras optaron por sumarse al CDG. La división de Los Zetas continúa en Monterrey. Prueba de ello es la matanza de los integrantes del grupo Kombo Kolombia.
Según el testimonio de un presunto halcón que fue detenido tras el crimen, los autores fueron Los Zetas, a pesar de que ellos financiaban al representante del grupo. La razón: Los músicos amenizaban fiestas privadas de comandantes zetas que se pasaron al CDG.
Pese a que ambos bandos están divididos y debilitados, aún tienen fuerza e intentan expandir sus dominios. Los Zetas, por ejemplo, tienen presencia en las principales ciudades del noreste del país y de otras regiones. Sus rivales del CDG controlan Matamoros, Reynosa, Tampico, así como Monterrey y varios municipios de Nuevo León, y mantienen una alianza con el Cártel de Sinaloa, que encabeza Joaquín El Chapo Guzmán.
La primera matanza del sexenio
Sepultan a integrantes del grupo Kombo Kolombia en Nuevo León.
Foto: Miguel Ángel Reyna
Foto: Miguel Ángel Reyna
MONTERREY, N.L. (Proceso).- La “pacificación” de Nuevo León se mostró abruptamente como una falacia el pasado 26 de enero, cuando efectivos de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI) encontraron ejecutados a balazos a 17 integrantes de la agrupación musical Kombo Kolombia, cuyos cuerpos fueron arrojados al fondo de una noria en un rancho abandonado del municipio de Mina, al norte de la capital.
Días antes el gobierno del priista Rodrigo Medina anunció la supuesta disminución de los índices delictivos en la entidad, entre éstos los relativos a homicidios dolosos. Pero la matanza confirmó que en Nuevo León los municipios aledaños al área metropolitana están en total indefensión.
Algunas señales anticipaban la cercanía del Kombo Kolombia con el peligro. El año pasado el conjunto acudió a dos actos que acabaron en tragedia. En uno de ellos 11 jóvenes fueron levantados de un bar y los ejecutaron unas calles más adelante. En el otro hubo cinco muertos durante una de sus presentaciones.
Este año cuatro personas más han sido asesinadas en otro de los sitios donde alguna vez se presentó la agrupación musical.
Manejo de las cifras
El pasado 4 de enero el vocero de Seguridad Pública estatal, Jorge Domene, y el secretario general de Gobierno, Álvaro Ibarra, convocaron a una conferencia de prensa para presumir la supuesta disminución de homicidios en 2012 en comparación con el año anterior. Dijeron que las muertes violentas se redujeron 30%, de mil 701 a mil 184.
Precisaron que noviembre pasado fue el mes menos violento de los últimos 34, con sólo 50 homicidios, en comparación con mayo de 2011, que con 241 asesinatos alcanzó el pico más alto de los anteriores tres años.
Había un ánimo festivo en los funcionarios que pregonaban la reducción de la violencia. La crisis ya está pasando, parecían decir.
Al finalizar enero las cifras regresaron al estado a su actual situación de violencia, con 109 muertes dolosas. Entre ellas estaba el homicidio múltiple del Kombo Kolombia, primera matanza del sexenio de Enrique Peña Nieto.
En febrero la agrupación festejaría tres años de formación. En las calles de Escobedo todavía hay carteles en los que se anuncia su presentación en el Lone Star, un salón ubicado cerca de la Presidencia Municipal. La cita era para el 2 de marzo.
En su corta existencia la muerte rondó sus presentaciones. La madrugada del 26 de enero de 2012 ocho hombres fueron levantados en el bar La Eternidad, en el centro de la capital. Todos fueron alineados contra una pared y ametrallados.
Al mismo tiempo tres mujeres fueron asesinadas a balazos en otros puntos de la ciudad. Se descubrió que los 11 homicidios estaban relacionados, pues las mujeres fueron levantadas del mismo sitio. Los cuerpos tenían marcado en el brazo el sello de ingreso al bar.
La noche siguiente agentes ministeriales hicieron una redada en el bar La Eternidad y detuvieron a 204 personas, entre clientes, trabajadores y músicos. Todos fueron puestos en libertad días después, sin que hasta ahora se haya aclarado la ejecución múltiple. Versiones extraoficiales señalan que el Kombo Kolombia se presentaba en ese bar.
El 15 de abril del año pasado el mismo grupo tocaba en el Salón Dorado, de la colonia CROC de esta ciudad, cuando un grupo de hombres armados mató a balazos al propietario del lugar, que estaba en la taquilla, y disparó contra la clientela. Cinco personas fallecieron. Entonces se mencionó que uno de los músicos fue herido de bala, pero no pudo confirmarse la versión.
Domene reconoció que el Kombo Kolombia se presentaba en lugares que habían sido puntos de conflicto.
“Ha habido la oportunidad de estar consiguiendo algunas referencias de gente que pudo haber tenido contacto con ellos. Inclusive sabemos que esta banda acudía frecuentemente a hacer sus presentaciones en varios lugares del centro de Monterrey y todo esto está arrojando datos que pudieran llevarnos con el paradero de los que ejecutaron este crimen”, declaró el 1 de febrero.
En el Bar Internacional, ubicado en el corredor de los table dances de la calzada Madero, la noche del miércoles 13, hombres armados dispararon contra personas que estaban afuera del local. Dos fallecieron en el lugar y otra más en el hospital, la madrugada siguiente. Ahí mismo el 4 de enero un franelero fue ametrallado.
Una fuente cercana a la investigación dijo que en las indagatorias sobre los asesinatos del Kombo Kolombia se mencionó que éste era uno de los sitios donde la agrupación se presentaba con frecuencia.
La tragedia del conjunto musical se suma a la larga lista de matanzas de Nuevo León; entre ellas la del bar Sabino Gordo, donde el 8 de julio de 2011 fueron asesinadas a balazos 20 personas, o el ataque incendiario contra el Casino Royale, el 25 de agosto de ese año, con saldo de 52 muertos.
También figura en la lista la matanza del Penal de Apodaca, donde el 19 de febrero de 2012 fueron asesinados 44 internos mientras 37 se fugaban. El 13 de mayo pasado 49 torsos fueron tirados en Cadereyta, a un lado de la carretera libre a Reynosa, y el 13 de agosto pistoleros balearon el bar Matehuala, con saldo de nueve muertos.
El viernes 8 Domene dio los primeros indicios sobre los ejecutores del grupo. Señaló que los responsables fueron Los Zetas. Ese día el periódico El Norte publicó que el jefe local zeta José Isidro Cruz Villarreal, El Pichilo, había ordenado la ejecución pues el Kombo se presentaba en lugares que antes dominaban ellos y ahora controla el Cártel del Golfo.
Las Estacas
El rancho Las Estacas está en el kilómetro 92 de la carretera a Monclova, en el municipio de Mina, cuya cabecera se ubica a 50 kilómetros al norte de la capital. Al lugar se llega después de sortear una pesada reja y transitar por un camino de grava de tres kilómetros.
Hay una senda polvosa de al menos dos kilómetros que conduce hasta una torre de extracción de agua, conocida como papalote, bajo la cual hay una noria cuadrada de 70 centímetros de lado y 15 metros de profundidad.
El agua extraída del pozo se llevaba a una pileta ubicada a 30 metros para que abrevara el ganado. Ahora el rancho está abandonado. Ahí fueron asesinados los integrantes del grupo Kombo Kolombia la madrugada del 26 de enero.
Horas antes los habían levantado de la bodega La Carreta, en el municipio de Hidalgo, 40 kilómetros al norte de Monterrey, donde comenzaron a tocar cerca de la medianoche del viernes 25 de enero. Fueron 10 hombres armados quienes se los llevaron. Los músicos dirigidos por Carlos Sánchez, El Vallenato, se presentaban frente a un grupo de aproximadamente 50 personas en un festejo privado.
Los llevaron por un camino de terracería. En el trayecto sus captores les preguntaban si pertenecían a algún grupo criminal y si vendían drogas. Los condujeron a la noria de Las Estacas. En torno al pozo hay una construcción derruida. Cinco días después de la tragedia aún se podían ver manchas de sangre en las paredes, y en una de las orillas un mechón de cabello que parece desprendido del cráneo de una de las víctimas.
Según la versión de un testigo que logró escapar de la matanza, a los jóvenes los ejecutaron de tres en tres para luego arrojarlos en el agujero. Todos los cadáveres tenían impactos de bala en la cabeza.
El que pudo huir fue auxiliado por un campesino de los alrededores, quien lo ayudó a llegar hasta un restaurante en el kilómetro 102 de la citada carretera, donde pidió ayuda. Domene informó que este muchacho, cuya identidad no fue revelada, rindió declaración ante autoridades locales, y por razones de seguridad se le condujo fuera del estado bajo la protección de autoridades federales.
Los interrogatorios al joven se enfocaron en saber cómo escapó de sus captores y si ellos lo dejaron ir para que difundiera pormenores de los hechos a fin de enviar un mensaje a la banda rival.
Hasta ahora la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León no ha hecho pública la identidad de la persona que contrató al grupo musical. Las autoridades anunciaron que sería investigada para saber si tuvo participación en los hechos.
Los municipios de Hidalgo –lugar del secuestro– y Mina –sitio de la ejecución– forman parte del grupo de 35 ayuntamientos que carecen de policías municipales.
Días antes el gobierno del priista Rodrigo Medina anunció la supuesta disminución de los índices delictivos en la entidad, entre éstos los relativos a homicidios dolosos. Pero la matanza confirmó que en Nuevo León los municipios aledaños al área metropolitana están en total indefensión.
Algunas señales anticipaban la cercanía del Kombo Kolombia con el peligro. El año pasado el conjunto acudió a dos actos que acabaron en tragedia. En uno de ellos 11 jóvenes fueron levantados de un bar y los ejecutaron unas calles más adelante. En el otro hubo cinco muertos durante una de sus presentaciones.
Este año cuatro personas más han sido asesinadas en otro de los sitios donde alguna vez se presentó la agrupación musical.
Manejo de las cifras
El pasado 4 de enero el vocero de Seguridad Pública estatal, Jorge Domene, y el secretario general de Gobierno, Álvaro Ibarra, convocaron a una conferencia de prensa para presumir la supuesta disminución de homicidios en 2012 en comparación con el año anterior. Dijeron que las muertes violentas se redujeron 30%, de mil 701 a mil 184.
Precisaron que noviembre pasado fue el mes menos violento de los últimos 34, con sólo 50 homicidios, en comparación con mayo de 2011, que con 241 asesinatos alcanzó el pico más alto de los anteriores tres años.
Había un ánimo festivo en los funcionarios que pregonaban la reducción de la violencia. La crisis ya está pasando, parecían decir.
Al finalizar enero las cifras regresaron al estado a su actual situación de violencia, con 109 muertes dolosas. Entre ellas estaba el homicidio múltiple del Kombo Kolombia, primera matanza del sexenio de Enrique Peña Nieto.
En febrero la agrupación festejaría tres años de formación. En las calles de Escobedo todavía hay carteles en los que se anuncia su presentación en el Lone Star, un salón ubicado cerca de la Presidencia Municipal. La cita era para el 2 de marzo.
En su corta existencia la muerte rondó sus presentaciones. La madrugada del 26 de enero de 2012 ocho hombres fueron levantados en el bar La Eternidad, en el centro de la capital. Todos fueron alineados contra una pared y ametrallados.
Al mismo tiempo tres mujeres fueron asesinadas a balazos en otros puntos de la ciudad. Se descubrió que los 11 homicidios estaban relacionados, pues las mujeres fueron levantadas del mismo sitio. Los cuerpos tenían marcado en el brazo el sello de ingreso al bar.
La noche siguiente agentes ministeriales hicieron una redada en el bar La Eternidad y detuvieron a 204 personas, entre clientes, trabajadores y músicos. Todos fueron puestos en libertad días después, sin que hasta ahora se haya aclarado la ejecución múltiple. Versiones extraoficiales señalan que el Kombo Kolombia se presentaba en ese bar.
El 15 de abril del año pasado el mismo grupo tocaba en el Salón Dorado, de la colonia CROC de esta ciudad, cuando un grupo de hombres armados mató a balazos al propietario del lugar, que estaba en la taquilla, y disparó contra la clientela. Cinco personas fallecieron. Entonces se mencionó que uno de los músicos fue herido de bala, pero no pudo confirmarse la versión.
Domene reconoció que el Kombo Kolombia se presentaba en lugares que habían sido puntos de conflicto.
“Ha habido la oportunidad de estar consiguiendo algunas referencias de gente que pudo haber tenido contacto con ellos. Inclusive sabemos que esta banda acudía frecuentemente a hacer sus presentaciones en varios lugares del centro de Monterrey y todo esto está arrojando datos que pudieran llevarnos con el paradero de los que ejecutaron este crimen”, declaró el 1 de febrero.
En el Bar Internacional, ubicado en el corredor de los table dances de la calzada Madero, la noche del miércoles 13, hombres armados dispararon contra personas que estaban afuera del local. Dos fallecieron en el lugar y otra más en el hospital, la madrugada siguiente. Ahí mismo el 4 de enero un franelero fue ametrallado.
Una fuente cercana a la investigación dijo que en las indagatorias sobre los asesinatos del Kombo Kolombia se mencionó que éste era uno de los sitios donde la agrupación se presentaba con frecuencia.
La tragedia del conjunto musical se suma a la larga lista de matanzas de Nuevo León; entre ellas la del bar Sabino Gordo, donde el 8 de julio de 2011 fueron asesinadas a balazos 20 personas, o el ataque incendiario contra el Casino Royale, el 25 de agosto de ese año, con saldo de 52 muertos.
También figura en la lista la matanza del Penal de Apodaca, donde el 19 de febrero de 2012 fueron asesinados 44 internos mientras 37 se fugaban. El 13 de mayo pasado 49 torsos fueron tirados en Cadereyta, a un lado de la carretera libre a Reynosa, y el 13 de agosto pistoleros balearon el bar Matehuala, con saldo de nueve muertos.
El viernes 8 Domene dio los primeros indicios sobre los ejecutores del grupo. Señaló que los responsables fueron Los Zetas. Ese día el periódico El Norte publicó que el jefe local zeta José Isidro Cruz Villarreal, El Pichilo, había ordenado la ejecución pues el Kombo se presentaba en lugares que antes dominaban ellos y ahora controla el Cártel del Golfo.
Las Estacas
El rancho Las Estacas está en el kilómetro 92 de la carretera a Monclova, en el municipio de Mina, cuya cabecera se ubica a 50 kilómetros al norte de la capital. Al lugar se llega después de sortear una pesada reja y transitar por un camino de grava de tres kilómetros.
Hay una senda polvosa de al menos dos kilómetros que conduce hasta una torre de extracción de agua, conocida como papalote, bajo la cual hay una noria cuadrada de 70 centímetros de lado y 15 metros de profundidad.
El agua extraída del pozo se llevaba a una pileta ubicada a 30 metros para que abrevara el ganado. Ahora el rancho está abandonado. Ahí fueron asesinados los integrantes del grupo Kombo Kolombia la madrugada del 26 de enero.
Horas antes los habían levantado de la bodega La Carreta, en el municipio de Hidalgo, 40 kilómetros al norte de Monterrey, donde comenzaron a tocar cerca de la medianoche del viernes 25 de enero. Fueron 10 hombres armados quienes se los llevaron. Los músicos dirigidos por Carlos Sánchez, El Vallenato, se presentaban frente a un grupo de aproximadamente 50 personas en un festejo privado.
Los llevaron por un camino de terracería. En el trayecto sus captores les preguntaban si pertenecían a algún grupo criminal y si vendían drogas. Los condujeron a la noria de Las Estacas. En torno al pozo hay una construcción derruida. Cinco días después de la tragedia aún se podían ver manchas de sangre en las paredes, y en una de las orillas un mechón de cabello que parece desprendido del cráneo de una de las víctimas.
Según la versión de un testigo que logró escapar de la matanza, a los jóvenes los ejecutaron de tres en tres para luego arrojarlos en el agujero. Todos los cadáveres tenían impactos de bala en la cabeza.
El que pudo huir fue auxiliado por un campesino de los alrededores, quien lo ayudó a llegar hasta un restaurante en el kilómetro 102 de la citada carretera, donde pidió ayuda. Domene informó que este muchacho, cuya identidad no fue revelada, rindió declaración ante autoridades locales, y por razones de seguridad se le condujo fuera del estado bajo la protección de autoridades federales.
Los interrogatorios al joven se enfocaron en saber cómo escapó de sus captores y si ellos lo dejaron ir para que difundiera pormenores de los hechos a fin de enviar un mensaje a la banda rival.
Hasta ahora la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León no ha hecho pública la identidad de la persona que contrató al grupo musical. Las autoridades anunciaron que sería investigada para saber si tuvo participación en los hechos.
Los municipios de Hidalgo –lugar del secuestro– y Mina –sitio de la ejecución– forman parte del grupo de 35 ayuntamientos que carecen de policías municipales.
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