Bajo la Lupa
China intenta romper el cerco de EU con la
carta BRICS: primera visita de Xi a Rusia y Sudáfrica
Alfredo Jalife-Rahme
Xi Jinping, durante un encuentro con Nkozasana Dlamini-Zuma, dirigente de la Unión Africana, el domingo 17 en el Gran Salón del Pueblo, de Pekín
Foto Ap
Han ocurrido sucesos muy extraños, como la incursión de dos bombarderos rusos dotados de misiles crucero nucleares (Tu-95 Bear H) cerca de la isla de Guam, donde Estados Unidos concentra magnas bases del centro de su comando en el océano Pacífico.
Bill Gertz, de Free Beacon (15/2/13), vinculado a los mesiánicos neoconservadores straussianos (los ideólogos de la dupla Bush/Cheney), considera la incursión como el prolegómeno de una mayor agresividad tanto de Rusia como de China (¡supersic!):
Guam es uno de los principales puntos estratégicos de las bases militares de Estados Unidos de la nueva política pivote para Asia de la administración Obamay representa
un objetivo para China y Norcorea (¡supersic!); ambos países poseen misiles capaces de golpear a la isla localizada mil 700 millas al este de Filipinas, en la cadena de islas Marianas.
Bill Gertz cita a un funcionario del Pentágono quien afirma que
los vuelos de los bombarderos son una señal de que los rusos también tienen como objetivo militar a la isla(Guam).
Las tensiones entre China y Japón han escalado en torno a las islas Diaoyu, que se han convertido en la mayor fractura tectónica de la geopolítica global.
Global Times (19/2/13) arguye que las recientes pruebas nucleares de Norcorea están vinculadas a la dinámica de tensión entre China y Japón.
A mi juicio, tampoco se puede soslayar la
guerra de divisasque ha arreciado Japón al devaluar deliberadamente 20 por ciento su divisa, el yen, en los pasados cuatro meses, susceptible de afectar la economía china ( People’s Daily, 19/2/13). También el won de Corea del Sur y el
nuevo dólarde Taiwán se han devaluado en paralelo al yen. Curioso: el renminbi/yuan chino es la única divisa que no se ha devaluado en el noreste asiático.
La tensión entre Estados Unidos y China se escenifica en todos los frentes y después de The New York Times, The Financial Times (19/2/13) arremete contra los presuntos ciberataques de los hackers chinos manipulados por los militares en Shanghai y en contra de trasnacionales de Estados Unidos, lo cual ha valido ya en el pasado una severa réplica de Dai Qingli, portavoz de la embajada china en Gran Bretaña (11/11/11). Hoy el Ministerio de Defensa Nacional de China desecha tales acusaciones como
falsas y poco profesionales( China Daily, 20/2/13).
Lo real es que China sufre un embate multidimensional de parte de Estados Unidos, que intenta colocar un cerco a su alrededor bajo la política de contención del
pivotede Obama, y entre cuyos vectores geoeconómicos se encuentran tanto la Alianza Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés) como
la OTAN económicay/o el G-2 geopolítico de Estados Unidos para crear el mayor bloque del planeta con Europa (ver Bajo la Lupa, 17/2/13).
En forma coincidente, cuatro nuevos líderes de China, Japón, Corea del Sur y Norcorea llegan al poder en 2013 ( Global Times, 5/2/13), lo cual, a mi juicio, es de doble filo, ya que así como pueden mejorar las relaciones bilaterales con la frescura de nuevos dirigentes, también pueden profundizar los diferendos, cuando los dirigentes necesiten de algún golpe de timón en medio de la exacerbación de los nacionalismos locales.
Ante la política de pinzas que aplica Obama para cercar a China, es altamente significativo que el primer viaje del nuevo mandarín Xi Jingpin será a Rusia, y luego a Sudáfrica, en donde se celebrará la quinta cumbre de los BRICS, del 25 al 27 de marzo ( Global Times, 18/2/13).
África constituye una de las mayores ventanas de oxigenación de China. Xi calificó a África como
el continente de la esperanzay cuyo desarrollo crea oportunidades bidireccionales con China ( People’s Daily, 18/2/13).
Desde 2009, África es el principal socio comercial de China, superando a Estados Unidos y Europa, llegando a rebasar los 200 mil millones de dólares en 2012.
El rotativo chino cita un reporte del Standard Bank of South Africa que muestra que 18 por ciento de las importaciones de África provinieron de China en 2012, mientras las importaciones chinas de África aumentaron 26 por ciento, cuando
más de 2 mil empresas chinas están establecidas en proyectos de inversiones en los rubros de agricultura, telecomunicaciones, energía, manufactura y servicios de comida (sic).
Global Times cita a varios analistas quienes aducen que
la selección de Rusia como el primer destino foráneo sugiere que las relaciones China-Rusia son la prioridad de la diplomacia china en la era de Xi, la cual, por cierto, coincide con el
año de la serpiente, una de cuyas características es la sapiencia sinuosa y su alta letalidad.
Según Shen Jiru, investigador del Instituto de Política y Economía Mundial en la famosa Academia de Ciencias Sociales de China, considera que “el potencial de desarrollo económico de China se sitúa en la cooperación con los países emergentes, como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), dado que Estados Unidos y Europa están aún empantanados en crisis de deuda.
Según Jin Canrong, vicedecano de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Renmin, China y Rusia
pueden forjar una asociación muy estrecha, pero no una alianza, ya que Rusia carece de la
confianzapara predecir el futuro de las relaciones sino-rusas, cuando también está preocupada por las presiones de Estados Unidos. Aquí muy bien cabría aplicar ya sea la
teoría de juegosde John von Neuman sobre los equilibrios creativos y/o el célebre
dilema del prisionerode la sociología moderna sobre el beneficio de la
confianza mutua.
El rotativo chino cita a Sergey Razov, embajador de Rusia en China, quien en fechas recientes comentó que
las relaciones bilaterales China-Rusia no están basadas en la ideología común sino en intereses nacionales comunes. Justamente nadie como Xi, comparado con sus antecesores, más de corte burocrático desde la etapa de Deng Xiao Ping, entiende los alcances de los intereses nacionales en la arena internacional.
El objetivo del mandarín Xi, enunciado en su célebre discurso de enero, se centra en la
prosperidad globaly en la
estabilidad, de forma tal que, a mi juicio, se acercará lo suficiente a Rusia, sin ser sofocada por el oso ruso, así como a India, sin asfixiar tampoco al tigre indio, y sin tener necesariamente que romper con Estados Unidos.
El problema radica en la búsqueda de los nuevos espacios oxigenantes para el ascenso irresistible de China que, guste o disguste, comienza a llenar los vacíos del declinante poderío económico de Estados Unidos y Europa.
Lo grave estaría en una sobrerreacción de los grandes actores de la geopolítica en el teatro global, como está sucediendo con la política del
pivotede Obama, que ha sido interpretada en los círculos estratégicos de China como una
política de contenciónsimilar a la que aplicó exitosamente Estados Unidos a la ex URSS durante la guerra fría.
Lo peor es sucumbir en primitivas linealidades maniqueas en medio de una profundidad hipercompleja de la dinámica de la nueva reconfiguración cartográfica en Asia, que refleja la irrupción de China y el declive de Estados Unidos, ya no se diga Europa, y en donde existirán muchas zonas de ambigüedad crepuscular.
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La más vieja clase política-Fisgón
Benedicto XVI: ni carisma, ¿ni poder?
Carlos Martínez García
Con su renuncia al cargo, Benedicto XVI ha desatado encontradas hermenéuticas, que buscan explicar la verdadera causa de su dimisión al frente de la Iglesia católica. Desde distintas perspectivas una amplia gama de comentaristas consideran que la decisión tomada por el personaje es encomiable y ejemplar. También afirman distintas fuentes que al dejar voluntariamente el obispado de Roma el alto clérigo está criticando a la burocracia eclesial que impide corran aires frescos en la Iglesia católica. ¿Es así?
En el terreno del carisma Benedicto XVI es la antípoda de su antecesor. Demasiado frío y lejano para las expectativas de quienes se acostumbraron a los espectáculos armados por Juan Pablo II. Las giras papales se redujeron al mínimo necesario. Comparativamente el Papa de origen alemán goza de mucha mejor salud que la de Juan Pablo II en la última década en que fue el máximo dirigente de la Iglesia católica y, pese a todo, continuó con sus extenuantes giras. El contacto con las multitudes, el baño de pueblo, no es lo de Joseph Ratzinger. Tiene un considerable déficit de carisma.
Ahora, frente a su dimisión, sobran los analistas que consideran como razón de la misma que Benedicto XVI se hartó de las rebatiñas que distintas facciones tienen por el poder en el Vaticano. Ante esto, especulan algunos, el Papa prefirió concluir su gestión antes que continuar lidiando con los burócratas que detienen la renovación de la Iglesia católica. Entonces, consideran, no fue la avanzada edad ni la salud precaria las razones que lo llevaron a dimitir.
En los casi ocho años que ha sido Papa –fue elegido el 19 de abril de 2005– Joseph Ratzinger tuvo la oportunidad de impulsar cambios sustanciales en la Iglesia católica. Decidió no hacerlos por convicción propia. Al igual que quien le antecedió en el cargo, el papa germano congeló las directrices del Vaticano II. Privilegió el nombramiento de cardenales, arzobispos y obispos de perfil conservador. Reconcentró el poder y relanzó el carácter ritualista de la vida eclesial, minimizando las expresiones que se llaman proféticas en favor de los más desposeídos. Su conocimiento teológico lo puso al servicio del atrincheramiento cognoscitivo y contra la diversificación realmente existente en el mundo.
Así como Juan Pablo II le dejó una desventaja en el carisma que cautivaba a las multitudes, también le heredó el gravísimo problema de los abusos sexuales de infantes cometidos por clérigos en distintos países del orbe. Lo que hizo Benedicto XVI ante la creciente bola de nieve de los señalados abusos fue un control de daños. Este control estuvo más enfocado a salvaguardar las estructuras de la Iglesia católica y menos a impartir justicia a favor de las víctimas.
El aparato propagandístico del Vaticano estuvo enfocado en difundir que Joseph Ratzinger disciplinó a los abusadores y dejó entrar la luz en las tinieblas de la pederastia clerical. No fue así, porque él interpretó la flagrante realidad de los abusos sexuales como resultado de malas conductas de algunos sacerdotes. Soslayó las redes de protección construidas durante décadas por parte de obispos que cerraron los ojos ante los reiterados ataques sexuales perpetrados por párrocos en sus jurisdicciones diocesanas.
Los mecanismos del encubrimiento en favor de los pederastas han sido bien explicados por las víctimas y sus organizaciones. Fue criminal que en México, Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda, España y Alemania, por citar algunos países, las cúpulas clericales hicieron todo lo que estuvo a su alcance para ocultar y proteger a los sacerdotes abusadores. Hubo complicidad para no afectar, según ellos, el prestigio de la Iglesia católica. Todo esto lo supo Joseph Ratzinger cuando fue prefecto para la Congregación de la Fe y con más precisión al asumir el papado.
Ante las presiones por los escándalos de abusos sexuales en contra de infantes impunemente cometidos por sacerdotes, a Benedicto XVI no le quedó de otra sino medio aceptar públicamente lo extendido del problema. En el paradigmático caso de Marcial Maciel la pena impuesta fue más de apariencia que de alcances reales. Todo se redujo a una responsabilidad meramente personal por parte del fundador de los legionarios de Cristo, y ni una palabra acerca de las redes institucionales que le dieron impunidad a Maciel a lo largo de varias décadas.
Benedicto XVI no quiso dar un golpe de timón para reorientar a la Iglesia católica y hacerla más cercana a las necesidades de su feligresía. No estoy de acuerdo con quienes interpretan su renuncia como una confesión, entre líneas, de ya no tener fuerzas para enfrentar a los grupos de poder que lo rodean y paralizan sus iniciativas en el Vaticano. Es claro que le faltó carisma, igualmente es nítido que tuvo el poder para hacer un nuevo aggiornamento de la Iglesia católica. Lo que le faltó fue voluntad, convicción para reformar a la institución eclesial que tiene graves dificultades para convivir
Misión imposible-Helguera
Iglesia en colapso con la renuncia de Benedicto XVI
Bernardo Barranco V.
A una semana del anuncio inesperado de la renuncia del Papa empiezan a circular explicaciones más razonadas de una iniciativa inédita en la historia moderna de la Iglesia católica. El propio Papa se ha encargado de esclarecer el sentido de su renuncia. El Miércoles de Ceniza denuncia las divisiones dentro de la curia, la hipocresía y los intereses materiales e individuales de los actores religiosos, es decir, el mismo Benedicto XVI nos sugiere que su decisión es una renuncia de Estado,
por el bien de la Iglesia. Aun bajo los efectos de la sorpresa, la Iglesia está bajo el estado de shock. Frente a la pérdida de compostura de muchos personajes de la Iglesia, colaboradores y fieles, Ratzinger es casi el único que guarda compostura, conserva toda su lucidez, serenidad y sapiencia. El Papa parece ser el fatigado capitán de un navío que desde hace años naufraga, debilitándose cada vez más frente a las tormentas amenazantes que lo azotan. Joseph Ratzinger tal vez será más conocido como el primer Papa en la historia moderna que ha renunciado voluntariamente a su cargo. Se trata, sin duda, de una renuncia casi política. Las justificaciones sobre la edad, las enfermedades y el cansancio del Papa son parciales; se quiere acentuar, alegóricamente, la dificultad de ser anciano en esta época de grandes cambios tecnológicos y de mediatización mundial.
No sólo de fuera vienen los ataques al Papa y a la Iglesia, sino que los sufrimientos de la Iglesia vienen justo del interior de la Iglesia, del pecado que existe en la Iglesia.
El propio Ratzinger en sus primeros cinco años contribuyó con ciertos desatinos provocando altercados en diferentes frentes. Ha propiciado con sus posicionamientos álgidas polémicas colaterales. Como el discurso de Ratisbona que desencadena la ira del mundo musulmán; abrió sin éxito las puertas a ultraconservadores lefebvristas, por tanto, la ambivalencia con que el Papa trató al principio a la comunidad judía; la contrarreforma de la liturgia y el regreso de la misa en latín, y, por supuesto, la injusta apreciación del pontífice sobre la evangelización del mundo indígena que expresó en Brasil en 2007. En contraparte, hay que agradecer sus sólidas encíclicas, especialmente la Deus caritas est (2005), en la que aborda precisamente el tema del amor y del erotismo. Sin embargo el mayor fracaso de Ratzinger fue el pretender evangelizar la secular Europa y demostrar que la fe religiosa y la razón eran capaces de coexistir en el mundo moderno. En suma, la tragedia que ha sacudido a la Iglesia no sólo vino de reacciones externas, sino errores internos y principalmente escándalos internos, como lavado de dinero, opacidad financiera, y sobre todo el antagonismo de los actores que se refleja en esa filtración de documentos del fenómeno llamado Vatileaks que tan sólo son la punta del iceberg de la corrupción de la curia romana. La renuncia refleja, por un lado, su frágil grandeza y la última lectio del herr professor. Una decisión contundente pone fin a un reinado marcado por escándalos y conspiraciones en la curia pero no los resuelve. Su salida permite que se reconstruyan los tejidos eclesiales y que se conocerte un proyecto común entre los diferentes clanes de la Iglesia; así como elegir un nuevo pontífice con mayor vitalidad, energía y liderazgo que conduzca a buen puerto la nave averiada de la Iglesia católica. Su movimiento podría culminar con maestría, con un nuevo Papa cercano a su sensibilidad o uno de sus discípulos consentidos. Tiene una correlación cardenalicia propicia.
En Roma quizá comenzó una evolución inversa, como si, tras la decepción del progresismo católico del Concilio Vaticano II, ahora se vive la decepción del conservadurismo clerical. El Papa es, de hecho, como se suele decir, el último monarca absoluto en abdicar a su trono. Como diría el teólogo jesuita González Faus, el problema no es el Papa, el problema es el papado. La crisis de corto plazo es la dramática pérdida de autoridad moral y espiritual de la Iglesia; la crisis honda es el modelo de papado monárquico-absolutista que ha predominado desde la Edad Media y reafirmado en la crisis de Reforma. Es la arrogancia de autodenominarse salvaguarda de los valores y ejercer de manera autoritaria el monopolio del poder y la verdad. Probablemente no habrá que derrumbar el papado pero es necesario renovarlo. Diferentes análisis apuntan a una agenda clave de retos para la Iglesia católica: a) la necesaria reforma de la curia; b) recuperar la credibilidad social herida por la pederastia y el Vatileaks; c) una Iglesia más pastoral y ecuménica; d) colegialidad, mayor apertura a la toma de decisiones; f) ordenación de las mujeres. Recuperar la tradición sinodal, la Iglesia no puede seguir manejándose como una monarquía absoluta; el propio Benedicto XVI con su renuncia seculariza el rol del propio papado, quizá éste sea su mayor aporte, hasta ahora gestionado como un ejercicio divino. En cierto sentido, Ratzinger ha cedido ante el oráculo de la modernidad poscristiana.
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