Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 3 de abril de 2013

“Eres una servidora de la tortura”, dice Naomi Wolf a la directora de Zero Dark Thirty en una carta

“Eres una servidora de la tortura”, dice Naomi Wolf a la directora de Zero Dark Thirty en una carta

Kathryn Bigelow, de 61 años, en plena tarea de rodaje (Foto: Especial)
Kathryn Bigelow, de 61 años, en plena tarea de rodaje (Foto: Especial)
Ciudad de México, 3 abr (SinEmbargo).- La cárcel de Guantánamo, por cuyo cierre ha clamado medio mundo, que ha sido además una promesa incumplida del gobierno de Barack Obama, un tema que enfrenta a la cubana Yoani Sánchez con los cubanos radicales de Miami, pues ella dice sí al cierre y aquellos no, parece una metáfora que alerta desde todos los rincones: “Nadie sale vivo de aquí”.
Si pasó realmente la mitad de cosas que dicen que pasaron adentro de ese símbolo del terror, la injusticia y la crueldad en nuestros días, ¿qué carcelero con dos neuronas en la cabeza querrá dejar vivo a un preso que testifique luego las torturas y vejaciones de que ha sido víctima en la tristemente célebre prisión?
Los noticieros del mundo dieron cuenta este martes de la huelga de hambre que llevan a cabo 130 prisioneros en Guantánamo, un hecho que plantea una paradoja sin resolución: la muerte voluntaria a la que están dispuestos resulta ser el último gran gesto de libertad por parte de personas a las que le fueran cercenados todos sus derechos.
Muchos de los presos a los que le fueran confiscados objetos personales diversos como cartas y fotografías, tienen, como informó la TVE, autorización para ser trasladados a otras cárceles, en mejores condiciones, pero los responsables de Guantánamo no quieren oír nada al respecto.
De todos modos, no es esta una nota para analizar la situación desde un punto de vista geopolítico, pues de eso se encargan los expertos (en SinEmbargo.mx los hay y muy buenos), sino para recordar, ahora que ha pasado la “temporada de premiaciones” y los Oscar ya no resuenan con el brío encendido de la gran industria fílmica de Hollywood, la estremecedora carta que le enviara la escritora estadounidense Naomi Wolf a su compatriota, la cineasta Kathryn Bigelow.
HOLLYWOOD TE CLAMA HOY, MAÑANA DARÁ UN PASO ATRÁS
Quien haya visto Zero Dark Thirty, quien haya soportado los primeros 10 minutos de un filme espectacularmente realizado (una pericia que ya demostró Bigelow en The Hurt Locker, con la que ganó el Oscar en 2009) pero profundamente manipulador y mentiroso, sabrá que la esencia de la película es demostrar que la tortura es un camino posible y nada reprobable si el fin es, por ejemplo, cazar a Bin Laden.

La defensa de la tortura no es nueva en el mundo. Menos en los Estados Unidos, donde muchos recuerdan la calificación de “exitoso” al método de tortura conocido como “submarino” que le diera el ex vicepresidente durante el gobierno de George Bush hijo, Dick Cheney.
En estos días, cuando promueve su libro In my time, el ex funcionario ha aclarado que cuando hablaba de las bondades del “submarino” lo hacía pensando en la aplicación a los enemigos de los Estados Unidos, “nunca a ciudadanos estadounidenses”.

Así las cosas, es de rigor aclarar también que el argumento de Bigelow para hacer Zero Dark Thirty es el de Cheney, es el de los responsables de la cárcel de Guantánamo, es el de la CIA y el Pentágono, sin cuya colaboración y apoyo, además, la película no hubiera podido ser tan promovida ni llegar a las candidaturas de los Oscar.
Es un argumento maniqueo y vengativo, claro está. El mismo argumento que hace automáticamente cómplices y simpatizantes de Al-Qaeda a aquellos que osan cuestionar las estrategias del stablishment.
Pero no hay que dejarse engañar. Al menos, no hay que dejarse engañar tanto. Porque el filme de Bigelow no es la primera ni será la última película que trate estas cuestiones globales con ojos exclusivamente estadounidenses.
Sin temor a exagerar, podríamos decir a eso se ha dedicado la industria de Hollywood en toda su historia, pero mientras los presos de Guantánamo hacen su huelga de hambre y se predisponen a morir en la cárcel del terror y la ignominia no parece ser mala idea rescatar del tiempo la estremecedora carta de Naomi Wolf a Kathryn Bigelow.
Wolf, de 51 años, conocida entre otras cosas por su magnífico libro El mito de la belleza, con el que desenmascaró muchas de las trampas de la industria cosmética, publicó la misiva en enero pasado en el periódico inglés The Guardian. En ella dice, entre otras cosas, que el filme de Bigelow “convierte en héroes a personas que cometieron violentos crímenes contra otras personas basándose en su raza”.
Según Wolf, Zero Dark Thirty “es un anuncio de dos horas, primorosamente filmado, para que mantengan fuera de la cárcel a agentes de inteligencia que cometieron crímenes contra los presos de Guantánamo”.
“Tu película afirma, en muchas escenas, que la tortura de la CIA estaba justificada por la “información” que “obtuvo”, información que, según tu guión, condujo a la captura de Bin Laden. Esta narrativa es una forma de manufacturar inocencia para camuflar un gran crimen: lo que tu guión llama despreocupadamente el programa de detenidos”, agrega la escritora.
“¿Qué condujo a ese compromiso amoral en tu realización cinematográfica?”, se pregunta Wolf.
Foto: Especial
Foto: Especial
Y se contesta: “¿Es posible que el financiamiento forme parte de la seducción? Es muy difícil conseguir financiamiento para una cinta sin un mensaje militarista, como The Hurt Locker. Pero según fuentes de la industria cinematográfica, cuanto más militarista sea el mensaje más ayudas se pueden conseguir actualmente: de personal, equipamiento, tecnología”.
“Parece imposible que escenas como las que incluyen dos helicópteros futuristas, de máximo secreto, hayan podido hacerse sin ayuda del Pentágono, por ejemplo. Si la película recibió ese tipo de apoyo secreto en forma de material del departamento de defensa, eso supondría un millón de dólares para la gigantesca campaña publicitaria que una cinta necesita para competir a fin de conseguir público”, aventura Wolf.
EL VALOR DE LOS DOCUMENTALISTAS
Un buen documental sobre el tema es The road to Guantanamo, dirigida en 2006 por Mat Whitecross y Michael Winterbottom, ganadora del Oso de Plata en el Festival Internacional de Cine de Berlín.
Es la historia de tres ciudadanos británicos que fueron mantenidos durante dos años en la prisión de la base militar estadounidense de Guantánamo, en Cuba. Los tres fueron eventualmente liberados y regresados a la Gran Bretaña, aun cuando nunca tuvieron cargos formales durante su detención.

Precisamente, a los documentalistas dedica Naomi Wolf un párrafo de su carta: “Hay cineastas que trabajan muy duro para producir cintas que realmente “se basan en hechos reales”: se llaman documentalistas. Alex Gibney en Taxi to the Dark Side y Rory Kennedy en Ghosts of Abu Ghraib, han producido películas documentales genuinas y verificables sobre lo que tu guión llama despreocupadamente el programa de detenidos, es decir, el régimen de tortura para lograr confesiones falsas en Guantánamo y Abu Ghraib, que según tu guión condujeron directamente a Bin Laden”.
“Excelente, amiga reportera: presenta tus fuentes. Muestra tus pruebas de que la tortura produjo información que salvó vidas o de cualquier otro tipo”, desafía la autora, quien aduce a la falta de pruebas de Bigelow a “que no existen”.
“Cinco décadas de investigación, citada en el documental de 2008 The End of America , confirma que la tortura no funciona. Robert Fisk suministra otro resumen de esa categórica conclusión. Y este informe de 2011 de Human Rights First refuta la principal premisa de Zero Dark Thirty”, pregona Wolf.
“Tus personajes se quejan de los abogados que representan a los detenidos sugiriendo que esos “benefactores” trajeados nos ponen en peligro a todos. He visto de primera mano tu programa de detenidos. Los prisioneros, que se describen en tu película como “azuzados por abogados” ven a esos abogados en salas intervenidas; sin embargo, esos abogados no pueden contar al mundo lo que sucedió a sus clientes porque las descripciones de la tortura propiamente dicha que esos hombres han sufrido están clasificadas”.
“He visto la sala en la que el tribunal militar oye el “testimonio” de gente recogida en un programa en el que se pagaron recompensas de 5.000 dólares a afganos desesperadamente pobres para incentivar que entregasen a sus vecinos inocentes. Las sillas tienen cadenas que las sujetan al piso y están colocadas de a dos, de modo que se puede amenazar a un prisionero para hacer que condene falsamente al segundo”.
“He visto el costoso sistema de video en el tribunal en el que –aunque los portavoces de Guantánamo dijeron desde el principio a la prensa mundial que los informes de los testigos se presentan “siempre que sean razonable”– el monitor del sistema no se ha encendido ni una sola vez: un monitor que en realidad podría permitir que alguien en Pakistán testifique para decir, “¡eh, ese no es el sujeto!”. (A propósito, eliminaste la escena en la que el tipo de la CIA sodomiza al sujeto equivocado: Khaled el-Masri, “el desgraciado ciudadano alemán que tenía un nombre parecido al al de un combatiente llamado Khaled al-Masri”)”.
Naomi Wolf durante su visita a San Miguel de Allende en 2011 (Foto: Especial)
Naomi Wolf durante su visita a San Miguel de Allende en 2011 (Foto: Especial)
EL SINDROME LENI RIEFENSTAHL
“En una época tenebrosa de EE.UU. te aclama Hollywood y te felicitan los grandes medios. Pero para mí, el camino que tu carrera ha tomado ahora me recuerda sobre todo el de otra pionera cinematográfica que llegó a ser, finalmente, una apóloga del mal: Leni Riefenstahl. El triunfo de la voluntad de Riefenstahl que glorificó el poder militar nazi en 1935 fue un gran éxito en Alemania. Riefenstahl fue la primera directora de cine aclamada en todo el mundo”, sigue Wolf.
“Podrá parecer extremo que te compare con esa gran cineasta, pero profundamente comprometida, pero hay verdaderos ecos. Cuando Riefenstahl comenzó a ensalzar a los nacionalsocialistas a principios de los ‘30, las peores atrocidades de los nazis no habían comenzado todavía; pero ya se habían abierto abusivos campos de concentración para retener a disidentes políticos más allá de la ley, el equivalente de Guantánamo, la base Bagram, y otros “sitios ocultos” innombrables de la CIA. Y Riefenstahl fue tratada como un personaje por las elites alemanas que la aclamaron por su propaganda por cuenta del régimen de Hitler”.
“Pero el mundo ha cambiado. El desagradable trabajo que realizó Riefenstahl, con el paso del tiempo no se ha podido ocultar. Los estadounidenses también despertarán y verán a través de la apología de Zero Dark Thirty las mentiras estandarizadas de un régimen que pretende que esta brutalidad es necesaria de alguna manera. Cuando eso suceda, la misma comunidad que hoy te aplaude dará un salto atrás”.
“Como Riefenstahl eres una gran artista. Pero ahora te recordarán eternamente como una servidora de la tortura”, concluye.

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