Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 23 de diciembre de 2011

Nerviosismo en el PRI- México y la integración de América Latina- PESADILLA MEXICANA

Nerviosismo en el PRI

Beltrones, Peña y Coldwell. Nerviosismo. Foto: Miguel Dimayuga
Beltrones, Peña y Coldwell. Nerviosismo.
Foto: Miguel Dimayuga
MÉXICO, D.F. (apro).- Los desaciertos políticos de Enrique Peña Nieto, a partir del error que cometió en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde fue incapaz de mencionar tres libros hubieran marcado su vida, han puesto en aprietos al PRI, que antes de ello, aseguraba por todos los medios que la Presidencia de la República volvería a estar bajo su mando.
Ahora, las infortunadas revelaciones de su ignorancia, la crítica que ha recibido por destacados escritores como José Emilio Pacheco o Carlos Fuentes, pero sobre todo las encuestas internas que han mostrado, por ejemplo, que el teet de la hija de Peña Nieto, Paulina, que tanto malestar generó entre la población en general, lo llevó a perder en el acto ¡10 puntos!
Las encuestas están generando algo más que malestar entre un sector de la militancia priista y quienes ayer pensaban que Peña sería un mal presidente de la República pero un excelente candidato, hoy lo están dudando.
El problema para los priistas es algo más que el ridículo en que ha quedado su candidato presidencial, lo que les está preocupando tanto a sus seguidores como a sus aliancistas –Elba Esther Gordillo y el Partido Verde–, es la falta de operación política que ha mostrado el exgobernador mexiquense y su incapacidad para imponerse a las nuevas directrices que está marcando el actual presidente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell.
Y es que la salida de Humberto Moreira –que ya era insostenible como presidente del pPRI– le ha pegado duro a Peña Nieto. En su partido se asegura que el encopetado candidato presidencial “negoció” la llegada de Moreira para ganarse la confianza y apoyo de “la maestra”. En el círculo político todos saben de la gran relación que hay entre Moreira y Gordillo e incluso que fue ésta quien en 2003 operó para que fuera el candidato del PRI al gobierno de Coahuila.
Sin embargo, los documentos que prueban que Moreira dejó a su estado sumido en una gran deuda, y no precisamente por impulsar obras para la ciudadanía, sino más bien para apoyar campañas de su partido, acabaron tumbándolo de la dirigencia priista y con él se fue también quien defendía a Peña Nieto de sus errores.
El poco tiempo que estuvo Moreira al frente del PRI fue suficiente para lograr la firma de una alianza electoral para la presidencia con el Panal, el partido de “la maestra” que, entre otras de las ventajas que ofrece es toda una infraestructura y organización distrital para hacer ganadores a los posibles perdedores en comicios.
Moreira también logró la suma del PVEM, sin embargo, la caída de el exgobernador de Coahuila y la llegada de Pedro Joaquín Coldwell, un hombre que nunca se ha caracterizado por su cercanía con Peña Nieto, no le ha sentado nada bien al candidato encopetado.
Resulta curioso, por ejemplo, que una de las primeras declaraciones del nuevo dirigente de partido fue que se revisarían las alianzas acordadas con el Panal y el PVEM; pero sobre todo que se haya rechazado lo que Peña Nieto ya había pactado con la maestra: que en las listas de legisladores plurinominales de Chiapas y de Sinaloa estuvieran en primer plano la hija de la lideresa magisterial, Mónica Arreola, y su yerno, Fernando González Sánchez.
La noticia desató la ira de “la maestra”, porque si algo no puede soportar es que se haga a un lado a su familia y, al parecer, la nueva dirigencia priista quiere replantear la negociación. Si no se llega a un acuerdo y Peña Nieto no mantiene a los familiares de Gordillo en primera línea de las candidaturas, seguro que “la maestra” le retira, en los hechos, su apoyo electoral.
Gordillo ya duda del “poder” del candidato presidencial priista, pues algo tan simple como el respeto a sus acuerdos con el Panal no los ha podido defender.
Por si fuera poco, Pedro Joaquín Coldwell ha tenido que decir en público que de ninguna manera el PRI pretende sustituir a su candidato presidencial. Esta aclaración llama la atención porque, si Peña Nieto es un candidato sólido, ¿por qué Pedro Joaquín hace eco a quienes dentro del priismo ven la sustitución como una opción?, ¿no sería mejor ignorarlos y en su lugar fortalecer y defender al candidato ya registrado?
Si a todo eso se le suma que Peña Nieto, quien sin el apuntador no atina a hacer comentarios inteligentes, no podrá salir a lo largo de dos meses en la radio y la televisión para repetir discursos que le impidan cometer desaciertos, pues entonces sí que está en un verdadero problema.
La declinación de Manlio Fabio Beltrones a participar en la contienda interna de su partido por la candidatura presidencial, en lugar de traerle beneficios le ha generado una gran desgracia a Peña Nieto: dejará de estar en el aire con discursos a modo del 18 de diciembre al 18 de febrero.
Esto, además de disminuir el constante bombardeo de su imagen para los electores, le generará un gran costo económico. Entre los que saben de medios de comunicación y spots de radio y televisión se dice que durante esos dos meses se dejaran de emitir ¡un millón y medio de spots! que ya estaban pagados.
Con la salida de Beltrones de la contienda Peña ganó la candidatura pero en la balanza las pérdidas son mayores: perdió un presidente nacional que daba la cara por él de manera constante, podría perder a la gran aliada que todos quieren, Elba Esther Gordillo y perderá presencia en los medios de comunicación durante dos meses claves.
Y si a todo ello se suman su incapacidad política, las críticas de la clase política, las dudas de los propios gobernadores del PRI sobre su candidatura y su arrogancia, entonces nadie puede descartar que Peña, antes del registro ante el Instituto Federal Electoral como candidato presidencial pueda contraer una enfermedad que lo imposibilite para continuar.
En estos dos meses venideros todo puede ocurrir, hasta un candidato sustituto.
Comentarios: mjcervantes@proceso.com.mx

México y la integración de América Latina

Chávez y Calderón en la cumbre de la Celac‎. Foto: AP
Chávez y Calderón en la cumbre de la Celac‎.
Foto: AP
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La reunión Cumbre que tuvo lugar en Caracas para crear la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) se caracterizó por lo vehemente de su oratoria. Allí se expresaron los sentimientos más exaltados a favor de la unidad latinoamericana, se evocaron a los líderes del siglo XIX que abogaron por la solidaridad entre los países de la región, se prometió, ahora sí, el avance hacia la integración. Algunos aprovecharon también para celebrar la ausencia de Estados Unidos, según ellos el mayor enemigo de la región.
Detrás de tantas palabras, asomaban los problemas: las percepciones distintas que cada uno tiene sobre la utilidad de la nueva organización, los objetivos contradictorios, la ausencia de compromisos concretos. La Celac no tiene sede, no tiene secretariado, no tiene presupuesto, no tiene mecanismos de seguimiento, no tiene un mandato claro. Es una sigla más entre las numerosas organizaciones para la integración que vienen operando en América Latina desde hace más de 50 años.
La creación de la Celac merece una reflexión. En parte, porque representa un retroceso respecto a lo que ya existía; en parte, porque obliga a ver con ojo crítico lo que fue presentado como una de las piezas centrales de la política exterior del gobierno de Felipe Calderón. Baste recordar la pompa y los festejos que tuvieron lugar durante la reunión de la Celac celebrada en Cancún en febrero del 2010. ¿Por qué un retroceso? y ¿por qué un fracaso?
Un primer problema para la Celac surge del hecho que ésta incorpora a los países del Caribe inglés. En principio, es un paso positivo para tener diálogo con esa parte del continente con la que conviene fortalecer lazos. Sin embargo, otro debería ser el camino para lograrlo. El discurso para la integración latinoamericana ha tenido siempre un fuerte acento en la cultura, la lengua y el pasado histórico común, lo que ahora pierde pertinencia. Por lo demás, si ya era difícil llegar a acuerdos en el pasado, ahora lo será todavía más.
La segunda dificultad surge de la identidad incierta de la nueva organización. Para algunos, al reproducir a la OEA, sin los Estados Unidos y Canadá, su motivación principal es la exclusión de esos países, en particular Estados Unidos. Para otros, uno de los retos es convivir con las organizaciones existentes incluyendo, desde luego, a la OEA.
La tercera dificultad, en mi opinión la más compleja, es que durante los últimos años se ha profundizado la diversidad de proyectos económicos y políticos, así como de alianzas externas en América Latina. El tema de la seguridad lo ilustra bien. Si vemos la situación desde México o Centroamérica, dominados por la amenaza del narcotráfico, la vinculación con Estados Unidos se ha hecho más estrecha. Si vemos desde Venezuela o Brasil, con sus visiones particulares de las amenazas que pueden acecharlos, tales vínculos se han debilitado; a cambio aparecen alianzas extracontinentales interesantes: con Rusia e Irán en el caso del primero, con Francia y China en el caso del segundo.
Desde el punto de vista económico, la situación también ha evolucionado notablemente con algunos países de la región fortaleciendo sus lazos con países asiáticos (China ya es el primer socio comercial de Brasil), otros construyendo interesantes acuerdos para fortalecer relaciones entre los países de uno y otro lado del Pacífico, lo que, en opinión de algunos, podría llevar a una división entre la América Latina del Atlántico y la América Latina del Pacífico.
Tales tendencias acentúan la subregionalización de América Latina, fenómeno que señala cuál será la línea a seguir para los procesos de integración los próximos años. El camino de éxito pasa por la subregionalización, no por la búsqueda infructuosa de todo un subcontinente que no tiene los elementos de cohesión para aspirar a una integración política o económica de gran alcance.
Dados los razonamientos anteriores, cabe preguntarse qué llevó a México a ser el gran impulsor de la Celac cuando al hacerlo sacrificó una “joya de la corona” de la política exterior mexicana, como fue durante muchos años el Grupo de Río. La respuesta tiene dos vertientes, una relacionada con reiterar la identidad latinoamericana y otra con la rivalidad mexicano-brasileña.
Un problema serio para México, país de indudable raigambre cultural latinoamericana, es el hecho que desde la firma del TLCAN los países sudamericanos, en particular Brasil, lo han percibido y tratado como un país “perteneciente al norte”, poco significativo para los procesos de integración que se han puesto en marcha desde el Cono Sur. Uno de los casos más emblemáticos es Unasur, mecanismo de concertación política y económica inspirado por Brasil, al que México no fue invitado.
En ese contexto, la Celac representó la posibilidad de avivar el regionalismo latinoamericano y caribeño en su conjunto, subrayando la presencia de México en la región. Celebrar la reunión en Cancún sirvió para esos fines.
Desgraciadamente, una ocurrencia, como fue la Celac, no hace las veces de un proyecto bien estructurado para reposicionar a México en América Latina. Para ello se requieren al menos tres condiciones: tener una presencia más consistente en su vecindario inmediato, es decir Centroamérica y el Caribe hispano; llevar a cabo una identificación muy cuidadosa de socios estratégicos en Sudamérica, como Brasil, Chile y Colombia; establecer una agenda bien definida para que, con el apoyo de los recursos humanos y financieros necesarios, se lleven a cabo acciones que den a México influencia y respeto en esas áreas. Lo último no ha ocurrido. Con tales omisiones, ser sede de una reunión con objetivos inciertos no es el mejor camino para desempeñar un papel relevante en el futuro de América Latina.


PESADILLA MEXICANA
Guillen Martinez Pujol
La situación de los hermanos González Villarreal –mexicanos acusados de narcotráfico en Malasia, donde se encuentran presos desde 2008– se complica: la Corte Federal de ese país rechazó un recurso de inconstitucionalidad interpuesto por los abogados de su defensa y el caso regresará a la Corte Superior de Justicia, cuyo presidente, el juez Mohamed Zawawi, condena a nueve de 10 acusados a morir en la horca. Sin embargo, aún pueden interponer otros recursos de apelación, pues a juicio de los abogados el proceso judicial presenta contradicciones e inconsistencias.
Kuala Lumpur.- Otra batalla perdida: la Corte Federal de Malasia rechazó un recurso de inconstitucionalidad interpuesto por la defensa de Luis Alfonso, Simón y José Regino González Villarreal, los tres hermanos sinaloenses acusados de narcotráfico en este país y por lo cual podrían ser sentenciados a la pena de muerte.
Los abogados defensores habían presentado dicho recurso con el argumento de que la policía de Malasia cometió errores en la custodia de las evidencias del caso, pues desapareció una parte de la droga que presuntamente la policía decomisó en el lugar en que fueron arrestados los mexicanos. Además, señalaron que existen divergencias en los testimonios que describen los hechos.
A juicio de la defensa, estos errores implicaban manipulación de pruebas y, por tanto, violaciones procesales, por lo que el caso debía ser desechado por completo, con la consecuente liberación de los hermanos.
Pero la Corte Federal rechazó el argumento, lo que implica que el caso regresará a la Corte Superior de Justicia, donde se encontraba en trámite, pues aún no han declarado ni testigos ni acusados.
El dictamen de la Corte Federal es un revés más que sufren los hermanos González Villarreal en su enredada pesadilla por los tribunales de Malasia.
El miércoles 14 comparecieron en la sala de la Corte Federal con rostro abatido y sin apenas levantar los ojos del suelo. Los abogados les habían advertido que sería difícil que el recurso prosperara; se los habían dicho con el propósito de que no se crearan muchas expectativas y ellos parecían tomarlo al pie de la letra.
Durante la audiencia, los hermanos atendían las explicaciones del traductor con gesto extraviado. No hablan bahasa melayu, el idioma local, y apenas José Regino, el menor, se defiende en inglés, pero no hacían falta palabras para captar en sus rostros la decepción.
Su día empezó mal: problemas burocráticos en la prisión de Sungai Buloh, donde están recluidos, impidieron su salida a la hora convenida e ingresaron a la sala del tribunal cuando la sesión había iniciado. Iban vestidos de civil, esposados unos con otros. Sin pretenderlo, uno de los hermanos portaba escrito el destino del día en su camiseta: Next stop, se leía en el estampado posterior.
Dedicados desde niños a la fabricación de ladrillos, los tres hermanos salieron de Culiacán a principios de 2008 para trabajar en el extranjero. Su numerosa familia sigue convencida de la versión aportada por ellos mismos: emigraron para laborar en el departamento de limpieza de una gran corporación en Malasia. De hecho, fueron arrestados a los pocos días de aterrizar en el país y los contactos con sus allegados en estos cuatro años han sido muy escasos.
Dos hermanas, Leticia y Alejandrina, y la esposa de Luis Alfonso, Consuelo, viajaron en abril pasado a Kuala Lumpur para asistir a una de las sesiones de la Corte Superior gracias a la solidaridad de sus vecinos de Culiacán que sufragaron el costo de los pasajes de avión y los viáticos. Pero todos dudan de que una visita familiar se repita.
El contacto de sus familiares se limita a periódicas llamadas telefónicas con uno de los abogados de la defensa, Kitson Foong, y a la constante correspondencia, especialmente las cartas enviadas por los hijos de los hermanos: dos varones de Luis Alfonso, una niña de José Regino y dos hijos más de Simón. Los abogados de la defensa reconocen que las misivas de los pequeños, repletas de colores, plegarias y buenos deseos, empujan a luchar todavía más por estas vidas.
–¿Cómo se encuentran? –les preguntó Proceso en el único instante en el que la policía les permitió mirar al público durante la sesión.
–Estamos bien… –dijo Simón
–Sí, animados, gracias –completó José Regino
En ese momento sus abogados les ofrecieron un consuelo muy menor: hamburguesas y papas fritas que rompieron la monotonía del arroz y curry en que se basa su dieta carcelaria desde hace más de tres años. Luis Alfonso, Simón y José Regino, esposados uno al otro, agradecieron humildes el presente. Sonreían con una mueca casi infantil, de verdadera ilusión.
No hubo tiempo para nada más. Había que volver a las celdas. “Hemos perdido una batalla, pero creemos que vamos a ganar la guerra”, aseguró el abogado Foong.

Inconsistencias
La pesadilla de los hermanos González Villarreal se inició el 4 de marzo de 2008. El expediente judicial dice que a las 3:15 de la tarde de ese día la policía malaya realizó una redada en la fábrica de IPL Packaging Industries, una empresa de embalajes situada en el distrito fabril de Johor Baru, al sur de Malasia, cerca de la frontera con Singapur y una zona de gran tránsito de todo tipo de mercancías.
Durante la redada la policía encontró en ese lugar a cinco personas: el malayo Lee Boon Siah, de 47 años; el singapurés Lim Hung Wang, de 54 años, y los tres hermanos González Villarreal: Luis Alfonso (de 43 años), Simón (de 36) y José Regino (de 33).
La policía sostuvo que los cinco están implicados en una red de narcotráfico porque hallaron restos de droga en los almacenes, en los materiales de la fábrica y también en algunas ropas de los detenidos.
El informe oficial señala que se confiscaron 29 kilos 460 gramos de metanfetamina, que en el mercado hubieran alcanzado un precio cercano a 14 millones de dólares.
La defensa señala que la presencia de los tres hermanos en el lugar fue casual. Insisten en que su arresto tuvo lugar en el patio de la fábrica, sin que se haya podido demostrar que llegaron a pisar el interior del inmueble.
El abogado Foong explica a Proceso que existen discrepancias entre la lista del primer informe pericial de la policía y las pruebas que se presentaron ante el tribunal.
Así, un tercio de la droga incautada desapareció misteriosamente de los almacenes policiacos. Además, señala que en el tribunal aparecieron sustancias base y utensilios para fabricar droga que no constaban en el primer informe de la policía. Incluso, detalló que en este último las características de las sustancias (color, forma y composición química) eran distintas a las presentadas en el tribunal.
De inicio los hermanos contrataron los servicios de un abogado malayo de nombre Chat Lee, oscuro expolicía que se retiró en 2009 luego de que la justicia de Malasia descubrió que realizaba actos de corrupción con los casos que litigaba.
En 2010 el caso fue asumido por el actual equipo de abogados, formado por Kitson Foong, Ahmad Zaidi y Kamarul Hisham, quienes prestan sus servicios de forma gratuita. Sostienen que tomaron el caso debido a lo que consideran un abuso de autoridad, tanto de la policía como del sistema judicial de este país.
En la vista del miércoles 14, los tres jueces federales desecharon en 10 minutos el argumento de la defensa. La conclusión de los magistrados fue rotunda: nada de apelaciones hasta que exista el veredicto final. Justificaron: de aceptar este precedente se abre la puerta a un “tsunami” de quejas de la misma naturaleza que colapsarían el sistema judicial.
“Estamos muy contrariados, no nos han querido escuchar”, lamentó el penalista Kamarul Hisham, a quien la Corte Federal dejó literalmente con la palabra en la boca.

El “Juez Soga”
Pero no todo son malas noticias. Con sibilina prudencia los jueces abrieron la posibilidad de volver a revisar una nueva apelación del caso. El matiz no pasa inadvertido para los letrados, que conocen la cronología y dónde radican las opciones de evitar la horca. “Nos han animado a venir de nuevo con el veredicto de la Corte Superior en la mano para su apelación”, expone el abogado Kitson Foong durante una entrevista con Proceso.
Malasia celebra sus principales vacaciones anuales en enero, en coincidencia con el Año Nuevo chino, por lo que se espera hasta febrero de 2012 el siguiente paso del proceso judicial: la comparecencia ante la Corte Superior de Justicia, que preside el juez Mohamed Zawawi.
La Corte escuchará a todos los acusados y testimonios del caso, uno por uno y sin límite de tiempo. Así, cuando los hermanos González Villarreal realicen su primera declaración ante el juez, habrán pasado casi cuatro años desde su detención y encarcelamiento.
“No es que tengan miedo, es que están aterrorizados. Imagínate el concepto de testimoniar para salvar tu vida, jugarte tu destino y el de tus hermanos. Sentirte responsable de su futuro por decir algo mal, equivocarte por nerviosismo en algo que ocurrió hace cuatro años y sobre lo que te van a hacer recordar hasta el detalle más mínimo. Y todo eso mientras te preguntan en una lengua que no es la tuya”, relata Foong.
Sus circunstancias en un país extraño recuerdan a la conocida película de Sofia Coppola Lost in translation, en la que una pareja de estadunidenses encarnada por Bill Murray y Scarlett Johansson viven una burbuja de aislamiento cultural e idiomático en Tokio. Para paliar este inconveniente los hermanos contarán con la ayuda de traductores proporcionados por la embajada mexicana en Kuala Lumpur, pero “siempre existe el miedo a no entender bien y a que no te entiendan bien”, comenta el abogado malayo.
Enfrente tendrán al que algunos maliciosos llaman el “Juez Soga”, Mohamed Zawawi, antiguo fiscal y hábil interrogador. Se trata del mismo magistrado de la Corte Superior con el que iniciaron el caso y que saben que no les guarda ninguna simpatía. Partidario de la mano dura, sus estadísticas son abrumadoras y elocuentes. Bajo su mandato sólo uno de cada 10 acusados termina absuelto y la mayoría son condenados a la horca. También es, a su vez, uno de los magistrados del país asiático ante cuyas sentencias se presentan más recursos de apelación. Y con más porcentaje de éxito, apuntan, esperanzados, los abogados de la defensa.
“Constantemente interrumpe a los testigos, él mismo reformula las preguntas que no considera adecuadas, realiza comentarios personales innecesarios. Solía ser fiscal, tiene un sentido fiero de la justicia y eso se percibe todavía”, describe Foong .
Los tres hermanos podrían concentrar sus esfuerzos en los órganos de apelación: en la misma Corte Federal que los ignoró esta semana y finalmente en la Corte Suprema, el máximo estamento judicial de Malasia.
“Un solo juez puede tener prejuicios o ser parcial. La ventaja de las apelaciones es que se trata de tribunales con tres magistrados que actúan por consenso y permiten el diálogo. La tendencia señala que entre 60% y 70% de las apelaciones a la pena de muerte se conceden”, afirma Foong.
Ahí radica la esperanza de los sinaloenses detenidos.

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