Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 24 de enero de 2012

Irán: los efectos del embargo europeo- El gobierno no es un hogar- El extraño comportamiento del virus A/H1N1


Irán: los efectos del embargo europeo
   Los gobernantes de Alemania, Francia y Gran Bretaña, Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y David Cameron, respectivamente, anunciaron ayer que sus administraciones impondrán un paquete de sanciones sin precedente contra Irán, al tiempo que la Unión Europea lanzaba un embargo a las importaciones de petróleo iraní, medida que se aplicará de forma gradual, a fin de permitir a los países integrantes que busquen otras fuentes de aprovisionamiento del energético. Esta nueva escalada de Occidente contra la República Islámica tiene como propósito explícito presionar a Teherán para que abandone su programa de desarrollo nuclear.
Ciertamente, la ofensiva occidental hará sentir sus efectos negativos en la población y en la economía de Irán y acercará a la región del golfo Pérsico a una circunstancia bélica. Por añadidura, el embargo europeo agregará volatilidad y desorden al mercado mundial de hidrocarburos, y ello ocurrirá, para colmo, con el telón de fondo de la crisis financiera que se desarrolla, precisamente, en el viejo continente. Es lógico esperar que el cese de las importaciones europeas de petróleo iraní desemboque en un encarecimiento generalizado en la propia Europa y en un fortalecimiento de mercados negros y grises de crudo, toda vez que el iraní seguirá fluyendo hacia el exterior y llegando, por medio de triangulaciones y compras simuladas, a los países promotores del embargo.
Puede darse por descartado, en cambio, que las sanciones económicas consigan lo que dicen pretender: que la nación asiática renuncie a dotarse de tecnología atómica propia. Por el contrario, es previsible que esa determinación se vea fortalecida y que la recrudecida hostilidad occidental se traduzca, dentro de Irán, en un mayor apoyo social al gobierno de Mahmud Ajmadineyad.
La lógica contraproducente de las medidas comentadas es tan evidente que cabe dudar de la sinceridad de los gobiernos europeos al adoptarlas. Da la impresión, más bien, de que esta escalada económica tiene por objetivo real acorralar al régimen de Teherán e impulsar las tensiones regionales hasta un punto en que se vuelva inevitable una guerra en la zona. Nada nuevo habría en esta lógica oculta, si se considera que los gobiernos de las naciones industrializadas han recurrido en forma sistemática a los conflictos bélicos como manera de reactivar economías deprimidas, exportaciones en declive y balanzas comerciales deficitarias.
En esa medida, la hostilidad de Occidente contra Teherán confirma al régimen iraní la pertinencia de dotarse de armas nucleares como única manera de hacer frente a una situación estratégica cada vez más inestable, tras la caída del régimen que encabezaba Muamar Kadafi en Libia, la crisis interna de Siria –alimentada también, en forma manifiesta, por Occidente–, el empantanamiento de la incursión estadunidense en Afganistán y la incertidumbre por el futuro de Pakistán, involucrado en forma creciente en la pugna entre Washington y los integrismos islámicos. En ese panorama, el poderío militar de Israel, respaldado en forma masiva e inequívoca por Washington y sus aliados, y poseedor de un arsenal nuclear nunca declarado, representa un desequilibrio creciente y carente de contrapesos.
Sin silbidito-Hernández
El gobierno no es un hogar
Alejandro Nadal
   Una parte importante del debate sobre política macroeconómica en Europa y Estados Unidos gira alrededor de una idea básica: la economía de los gobiernos es igual a la de una familia. El corolario central es que así como los hogares no pueden vivir por encima de sus recursos, los gobiernos deben ajustarse y asumir el mismo principio.
Para cerrar el círculo se dice que en tiempos como los que corren, los gobiernos deben recortar el gasto, de la misma manera que lo hacen todos los hogares responsables. Y este planteamiento está siendo utilizado para justificar decisiones de política macroeconómica que tendrán efectos nefastos sobre la vida de toda una generación y profundizarán la crisis.
¿De dónde viene esta idea? En su versión más simple esta noción puede ser vista como un simple esfuerzo de propaganda para justificar la austeridad fiscal y proceder a destruir lo que queda del estado de bienestar. La narrativa simplona de que la deuda proviene del exceso de gasto no se sostiene por ningún lado. Hay que decirlo una vez más: si el déficit se dispara es porque la recesión deprimió la recaudación. Y si el gasto creció eso se debió a los paquetes de estímulo fiscal y a los rescates que han tenido que llevarse a cabo para hacer frente a la crisis desde finales de 2007. Los datos para Estados Unidos confirman esta afirmación. En Europa, donde (erróneamente) es mucho más popular la idea de que la crisis se debe a un excesivo gasto público, los hechos también desmienten esa historieta: hay que observar que en 2007 el déficit de la eurozona era de 0.6 por ciento del PIB, mientras en la actualidad rebasa el 7 por ciento. Además, el déficit en la mayoría de los países de la zona euro permanecía estable y hasta estaba disminuyendo, hasta que todo el edificio hizo agua con la llegada de la crisis. A pesar de esto, hoy parece que en esta fase de la crisis el debate de la austeridad fiscal lo han perdido los pueblos estadunidense y europeo. La derecha está lista para desmantelar lo que subsiste del estado de bienestar en toda Europa.
La retórica que equipara el gobierno a un hogar encuentra sus orígenes en la teoría macroeconómica. ¿Cómo se llega a una teoría sobre relaciones macroeconómicas que permite respaldar esta idea de que un gobierno es como una familia?
Quizás el elemento más importante es la introducción del supuesto del agente representativo en modelos de teoría macroeconómica en los años ochenta. Aunque esta idea estaba presente desde la introducción de la firma representativa obra de Alfred Marshall (en los inicios del siglo pasado), su utilización en modelos macroeconómicos es de la década de los ochenta.
En 1986 Thomas Sargent introduce la figura del agente representativo para poder modelar las relaciones estructurales de una economía y, por otro lado, para poder construir y utilizar modelos de equilibrio general para toda una economía. Aquí se fortalece la idea de que es necesario buscar las bases de una teoría sobre agregados macroeconómicos en el comportamiento micro de los agentes individuales.
Aunque puede parecer lógico pretender encontrar los fundamentos micro de un discurso racional sobre macroeconomía, la idea es absurda por varias razones. Primero, porque esos microfundamentos se fueron a buscar en la racionalidad de los agentes individuales de la teoría de equilibrio general y era sabido que la agregación no permite conservar las propiedades del comportamiento racional, como ha especificado la teoría neoclásica. Una economía en su conjunto no se comporta como uno de los individuos que la integran.
Pero la comunidad académica de economistas neoclásicos insistió. El modelo macroeconómico que emergió de todo esto es un soberano desastre. En él se presenta un agente representativo que optimiza sus objetivos con expectativas racionales sobre un horizonte temporal infinito y en un entorno en el que los mercados convergen rápidamente al equilibrio. Claro, un resultado negativo es que este modelo impide pensar en crisis o en algún tipo de dificultad en el ajuste de las variables macroeconómicas. El corolario es que este modelo no puede servir para sacar a las economías capitalistas del atolladero de la crisis actual.
En estos modelos con agente representativo el problema económico que preocupaba a Keynes, la capacidad de las economías capitalistas para mantener niveles de desempleo inaceptables durante largos periodos de tiempo, no tiene cabida.
Ésta es la base de la noción absurda de que el gobierno debe comportarse como un hogar. No sólo la paradoja del ahorro demuestra que esta visión de las cosas no sirve para analizar las relaciones macroeconómicas. Después de todo, los hogares no pueden imponer gravámenes fiscales, tampoco pueden recurrir a un banco central para inyectar circulante en la economía y, por último, tampoco tienen la longevidad de un gobierno. Podríamos añadir que tampoco poseen un ejército, pero esa diferencia no es relevante en esta discusión.
El extraño comportamiento del virus A/H1N1
Javier Flores
   Durante la temporada invernal es común que las enfermedades respiratorias aumenten. En todas las familias que conozco, entre noviembre de 2011 y enero de este año ha habido por lo menos un enfermo de influenza o de algún padecimiento bronquial; algunas lectoras y lectores quizá coincidan conmigo. La extensión del número de casos no se refleja con exactitud en el número de consultas en los hospitales y clínicas del sector salud, por lo que puede afirmarse que hay un subregistro. Esto es natural, porque algunos enfermos sanan espontáneamente con los cuidados brindados en el medio familiar, o acudiendo a consulta con algún médico particular, y por esta razón no forman parte de los números de los que disponen las autoridades sanitarias a nivel nacional. Pero el hecho es que en las últimas semanas hemos estado rodeados de personas enfermas de gripa. Lo vemos en el transporte público, en algún seminario académico, en el chico que pone en las bolsas las compras del supermercado… O en nosotros mismos.
Pero, a pesar de que podemos aceptar que existe este subregistro, las cifras oficiales, si bien no brindan exactitud, pueden ser de gran utilidad para conocer las características y la evolución de algunas enfermedades. Uno de los datos más llamativos dados a conocer recientemente por la Secretaría de Salud es que durante este invierno la mayoría de los casos diagnosticados como influenza en México corresponden a la producida por el virus A/H1N1. El mismo que causó una crisis sanitaria en México en 2009. Lo interesante aquí es que, si bien en la temporada invernal en todo el mundo se incrementan los casos de influenza, a diferencia de lo que ocurre en otros países, en México la mayoría están producidos por este agente.
En su reporte más reciente sobre este tema, fechado el 20 de enero, la Organización Mundial de Salud (OMS) es sumamente optimista acerca del comportamiento de la influenza en el mundo, pues muestra que el número de casos en todo el planeta es en general muy bajo, y el tipo de virus comúnmente detectado es el A/H3N2. El reporte indica que la principal excepción es México, donde el agente causante corresponde mayormente al A/H1N1, mientras en el resto del mundo muy pocos casos corresponden a este tipo.
En el hemisferio norte de nuestro continente es donde supuestamente se originó la pandemia de 2009, por lo que conviene examinar lo que ocurre en esta región. En Estados Unidos, de acuerdo con el informe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), hasta el 14 de enero de 2012 se habían detectado mil 882 enfermos de influenza, aunque la mayoría corresponde al tipo B. Si bien muchos casos se relacionan también con el tipo A, sólo 11.4 por ciento corresponde en ese país al A/H1N1 y no se han reportado muertes.
En Canadá, tomando datos de la OMS, los casos de influenza se han incrementado en algunas regiones, aunque son esporádicos. De los 109 casos confirmados por laboratorio en enero de este año, 77 por ciento corresponden a la influenza tipo A, de los cuales 88 por ciento son de la variedad A/H3N2 y el resto corresponde a otros agentes, incluidos el tipo B y el A/H1N1, lo que muestra que éste no es la variedad mayoritaria. Ha habido 14 hospitalizaciones sin especificar a qué variedad viral corresponden y hasta el momento no hay fallecimientos.
En México, el comunicado de prensa de la Secretaría de Salud del 22 de enero reporta 3 mil 266 casos de enfermedades con características de influenza, de los cuales se han confirmado 637 mediante pruebas de laboratorio. Como se ha dicho, hay una diferencia enorme respecto de lo que pasa en otros países, pues aquí 90 por ciento corresponde al virus A/H1N1, agente que además ya ha producido nueve muertes.
El 23 de abril de 2009 se suspendieron las clases y luego las actividades económicas ante una situación similar a la que vivimos ahora (631 casos confirmados y siete muertes reconocidas oficialmente en esos días). Pero hoy el panorama es muy diferente. Conocemos el agente, se dispone de vacunas y los tratamientos antivirales son efectivos.
En modo alguno quiero decir que nos encontramos hoy ante una emergencia sanitaria como la de 2009, pues las condiciones son muy diferentes. Simplemente es inevitable hacer notar que el virus A/H1N1 tiene un comportamiento sumamente extraño en México. Aquí está vivito y coleando. Lo anterior impone preguntas que son un desafío para las autoridades sanitarias y para la investigación médica y científica. Me gustaría mucho preguntar al secretario de Salud, el maestro en economía Salvador Chertorivski, ¿a qué cree que se deba el comportamiento tan particular que presenta este agente en nuestro país?

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