Parlamento europeo: un informe “refritea” las tesis de Calderón
La escena de un crimen en Sinaloa.
Foto: Juan Carlos Cruz
Foto: Juan Carlos Cruz
BRUSELAS (apro).- Datos que emplea el gobierno de Felipe Calderón en Europa para minimizar la extrema violencia que azota al país, fueron incorporados a un documento solicitado por el Parlamento Europeo a sus servicios internos de análisis, con el propósito de conocer la situación económica y política que reina en México con miras a las elecciones presidenciales de 2012.
Ese documento fue elaborado por el experto europeo en Latinoamérica Jesper Tvevad, a petición de la Delegación para las Relaciones con México del Parlamento Europeo, que preside el eurodiputado español Ricardo Cortés Lastra, miembro del grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas.
Dicho texto está sustentado por la Dirección General del Parlamento Europeo para Políticas Externas de la Unión Europea.
En él se afirma que “a pesar de la extrema violencia con que reaccionaron los narcotraficantes” a la estrategia contra el tráfico de drogas que implementó Calderón desde 2006, “esa violencia ha estado en gran parte confinada en áreas geográficas específicas: en primer lugar en los estados fronterizos con Estados Unidos (Baja California, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas)”.
Asimismo, advierte que la violencia tiende a expandirse hacia otras zonas no tan afectadas, pero inmediatamente después asegura que 70% de los asesinatos cometidos en el marco de la guerra contra el narcotráfico se concentró en sólo 85 municipios, la mayoría ubicados en la frontera norte.
El documento europeo manifiesta que “a pesar de la oleada de violencia criminal”, la tasa de homicidios en México “se mantiene por abajo de la de Brasil, Colombia y Venezuela”, y “significativamente por abajo de aquellas en países de Centroamérica”, que es otro de los argumentos al que recurre frecuentemente en el extranjero el gobierno panista.
Consultado por Apro el martes 15, Tvevad dijo no recordar en ese momento de dónde recogió esas informaciones, pero aclaró que el suyo es un “reporte independiente que no expresa ningún punto de vista oficial”. Éste consta de 24 páginas y en su portada se puede leer la leyenda Exclusivamente para uso interno del Parlamento Europeo. Esta agencia obtuvo el escrito el 10 de noviembre, el mismo día que fue introducido al sistema interno del Parlamento Europeo.
Específicamente, el documento en ciernes es un “informe de país”, cuya importancia radica en que está destinado a los eurodiputados y sus asesores, por lo que los datos y análisis que aporta pueden influir en la opinión de los miembros del Parlamento Europeo y repercutir en su toma de decisiones.
Fuente oficial
El informe de Tvevad no siempre cita las fuentes de su información. Sin embargo, el manejo de estadísticas que subestima la dimensión de la violencia en México ha sido utilizado repetidamente por los enviados del gobierno mexicano en sus reuniones con representantes oficiales, centros de estudios y organismos no gubernamentales de Europa. Forma parte del discurso diplomático mexicano, que así busca relativizar los cuestionamientos a la estrategia gubernamental contra el tráfico de drogas.
Por ejemplo, el pasado 14 de julio, el entonces secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, entregó un documento oficial que incluía esos datos a representantes de ONG europeas de derechos humanos, con quienes se reunió en la sede de la embajada mexicana ante la Unión Europea (UE) en Bruselas (Proceso No. 1811).
En ese encuentro también estuvieron presentes la embajadora Sandra Fuentes Beráin; el entonces subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, el finado Felipe de Jesús Zamora, así como el responsable de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la embajada, Alejandro Sousa.
Ese documento de 28 páginas, titulado La lucha de México por la seguridad: Estrategias y principales logros, no aborda el tema de las numerosas violaciones a los derechos humanos que ha provocado la guerra contra el narcotráfico.
Durante esa gira de trabajo, Poiré se entrevistó, a puerta cerrada, con funcionarios de alto nivel de las instituciones de la UE.
Los mismos planteamientos fueron manejados el 25 de mayo por el consejero de la embajada mexicana en Gran Bretaña, Ariel Moutsatsos, durante su exposición en una conferencia celebrada en un centro cultural en la ciudad holandesa de Utrecht, organizada por el Centro Nijmegen para Asuntos de Desarrollo Internacional de la Universidad Raudboud. Moutsatsos incluso presentó a la audiencia gráficas con esas informaciones en formato power point.
Como lo reportó Apro, ese evento formó parte de una serie de conferencias consagradas a los Estados fallidos.
Críticas
El objetivo del reporte realizado por Tvevad no es ofrecer datos reveladores, ya que su contenido se estructura con base en informaciones ampliamente divulgadas, en su mayor parte, en la prensa mexicana.
Así, por ejemplo, expone una cifra de 230 mil mexicanos desplazados a causa de la violencia, que corresponde a un reporte del Centro de Supervisión de los Desplazados Internos, con sede en Ginebra, publicado en marzo pasado.
Lo mismo sucede con una estimación concerniente a la pérdida en 2010 de 4 mil millones de dólares de inversión directa extranjera por el mismo motivo, la cual retoma Tvevad de un artículo del periódico Wall Street Journal publicado en diciembre de 2010, en el que se cita al economista en jefe de la oficina de JP Morgan en México, Gabriel Casillas.
No obstante, en el informe se pueden encontrar algunos análisis formulados por su autor.
El informe sobre México está dividido en cinco partes temáticas: la escena política; el tráfico de drogas y las amenazas a la seguridad; los desafíos económicos y sociales; políticas exteriores, y relaciones con la UE.
En el capítulo concerniente al narcotráfico, Tvevad opina que “el enorme poder de corrupción del tráfico de drogas significa una amenaza al funcionamiento de la justicia y de otras instituciones del Estado (mexicano), incluyendo a las fuerzas de seguridad”.
Observa que “recientemente cientos de policías, jueces, oficiales de alto nivel y políticos locales han sido arrestados y acusados de colaborar con los carteles de la droga”, y que incluso “ha habido varias campañas (del gobierno mexicano) para purgar y enjuiciar a las fuerzas de policía local”.
“Sin embargo –afirma– los arrestos no derivan frecuentemente en procesos judiciales. De igual forma, el desplazamiento de las fuerzas armadas –vistas tradicionalmente como una de las instituciones menos afectadas por la corrupción– en la guerra contra las drogas, las expone a un creciente riesgo”, además de que “la infiltración de las fuerzas de seguridad y de los cuerpos de aplicación de la ley, incluyendo una institución clave como la Procuraduría General de la República, está obstaculizando la persecución de los narcotraficantes”.
Tvevad expone que “el poder local de los cárteles de la droga y del crimen organizado en varias áreas ha alcanzado tal nivel que diversos analistas observan una situación donde la autoridad real es ejercida ahí por esos grupos, los cuales incluso proveen servicios públicos”, por lo que, estima, “un desafío mayor será evitar que el dinero de la droga sea usado para financiar campañas electorales o intentar comprar votos”.
El experto europeo indica que “el dinero del narcotráfico está cada vez más presente en la economía legal” mexicana, a través de la cual genera “miles de millones de dólares, que son reciclados en una variedad de sectores de negocios, como la construcción, los bienes raíces, las casas de cambio, restaurantes y hoteles”.
En el análisis, Tvevad asegura que “el desplazamiento masivo de las fuerzas de seguridad, particularmente el Ejército, ha estado acompañado de numerosas acusaciones de violaciones a los derechos humanos y abusos contra los civiles”, y añade que la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha recibido unas 5 mil quejas de violaciones cometidas por los militares desde 2007, incluyendo tortura, violación, desapariciones y asesinatos.
Tvevad admite en su informe que “la posición inflexible de la administración de Calderón contra los cárteles de la droga ha hecho posible algunos éxitos”, como la incautación de armas y el arresto o asesinato de integrantes de base y de algunos líderes de los principales cárteles.
Pero concluye: “nada de ello ha conducido a una disminución de la violencia”.
López Obrador por la hazaña
El virtual candidato de las fuerzas de izquierda a la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador.
Foto: Germán Canseco
Foto: Germán Canseco
MÉXICO, D.F. (apro).- Con un notable rezago frente al priista Enrique Peña Nieto, mayor al que respecto a él tenían Felipe Calderón y Roberto Madrazo en 2006, Andrés Manuel López Obrador ha aplicado el principio de que a un escenario distinto corresponde una estrategia diferente, justamente porque sabe que sus enemigos son los mismos que en su primera incursión presidencial.
Por eso el primer paso de ganar la Presidencia de la República en 2012, que sería una epopeya, fue lo que hasta hace menos de dos semanas parecía utópico: Obtener la candidatura de toda la izquierda sin ruptura y, algo tan importante como ésta, materializar una coalición total con candidatos a diputados y senadores electos con base en su fortaleza electoral medida por encuestas.
Si la izquierda supera sin escándalo el transe que significa procesar los candidatos a legisladores que resulten de los “mejor posicionados” entre las propuestas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) –que ya tiene los resultados de las encuestas que la empresa Covarrubias y Asociados levantó en los 300 distritos electorales del país– y las del Partido de la Revolución Democrática (PRD), entonces se ensanchan las posibilidades de victoria.
Porque a diferencia de hace seis años, cuando López Obrador jaló votos a los candidatos a diputados y senadores de la izquierda –algunos de los cuales, particularmente los Chuchos, se amafiaron con Calderón–, la estrategia ahora, dadas las nuevas circunstancias, es que éstos deberán abonar a la candidatura presidencial.
Así, aun con el déficit democrático que implica un arreglo oscuro sólo entre dos líderes, López Obrador y Marcelo Ebrard –que como parte del mismo éste impondría al candidato a sucederlo en la Ciudad de México–, el arranque de la izquierda modificó el tablero de la sucesión presidencial y cuenta con algo a su favor: Lamentablemente el país está peor que en 2006.
En efecto, la degradación de la vida política, social y productiva ha sido acelerada y se ha instalado entre los ciudadanos un ánimo peligroso: La desesperanza. Y ya se sabe: Una sociedad sin ilusión por el porvenir se condena a la mediocridad y a la descomposición, que en la decadencia en curso es inaceptable.
Diversos indicadores independientes y aun oficiales desnudan la realidad atroz de México, de por sí aislado del mundo y sometido a Estados Unidos. El más lacerante de esos datos es que en sólo cuatro años, de 2006 a 2010, un total de 12 millones 205 mil 356 mexicanos fueron arrojados al infierno de la pobreza patrimonial.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), se trata de un aumento de 27% del número de pobres que había cuando, en 2006, Calderón asumió al cargo. La pobreza patrimonial pasó de 45.5 millones ese año a 57.7 millones el año pasado, más de la mitad de los mexicanos.
Y otra cifra que sobrecoge: Deambulan por el territorio nacional siete millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, los mal llamados “ninis”, la mayoría de los cuales son mujeres.
La calidad de vida se ha desplomado y, según la ONU, en materia de salud, educación e ingresos, México está por debajo de Chile, Argentina, Uruguay, Cuba y Bahamas. Nada menos.
Justamente en 2010, en un contraste insolente, el magnate mexicano Carlos Slim apareció como el hombre más rico del mundo.
Estos números de escándalo coexisten con otro fenómeno que oprime el ánimo de los mexicanos: La violencia que, en efecto, tiene a México en un estado de emergencia y con la crisis humanitaria más dramática de su historia reciente. Se han acumulado, todo el mundo lo sabe, 50 mil muertos, 230 mil desplazados, 10 mil desaparecidos y mil 300 jóvenes y niños asesinados. Son números, pero no olvidemos que se trata de personas.
Unicamente por esto es necesario y urgente un cambio en el rumbo de la nación que, vistos los resultados de los gobiernos priistas y panistas de las más recientes tres décadas –cuyo crecimiento promedio es de 2.5% anual, menor al 3.3% del porfiriato–, sólo podría venir de la izquierda.
Parece remoto que, en la hipótesis de un triunfo de López Obrador, pudiera materializarse un cambio drástico, pero es indispensable frenar el deterioro y establecer un punto de partida hacia algo que reactive la esperanza de los mexicanos.
El inicio de esta nueva travesía de López Obrador y de la izquierda toda es halagüeño, pero la contienda se avizora con los peores signos, no sólo como parte de una campaña ordinaria por el poder político, sino porque se trata de una disputa por la nación y gravitan los peores intereses de los poderes fácticos, incluidos los criminales.
El cambio de estrategia de López Obrador, que por ejemplo después de hacer un reclamo a Televisa por su política facciosa le ofrece un nuevo trato, o anteponer la propuesta de unidad a la beligerancia del 2006, no implica que sus mismos enemigos de 2006 mutarán y se sumarán a la “república amorosa”, que a muchos mueve a chunga.
El amasijo de intereses que en 2006 se articularon no se ha disuelto y ahora impulsan a Peña Nieto. El propio Calderón, que detesta a López Obrador, cuenta con los instrumentos del gobierno federal, que son muchos, y su capacidad de daño es inmensa.
De hecho, la campaña negra contra López Obrador, que no ha cesado en los cinco recientes años, se ha intensificado desde las cuentas de correo de funcionarios federales que usan seudónimos para no ser identificados.
En fin, hay un escenario aciago hacia el 2012 que, ojalá, desemboque en un cambio para bien.
Apuntes
Después del derrumbe de los Calderón en Michoacán, más relevante que la derrota de los perredistas, la disputa por Morelia entre PAN y PRI derivó en el recuento voto por voto, por primera vez en México. ¿Quién ganará? La certeza, la que no tuvimos los mexicanos en 2006.
Comentarios: delgado@proceso.com.mx y TwitTer: @alvaro_delgado
Por eso el primer paso de ganar la Presidencia de la República en 2012, que sería una epopeya, fue lo que hasta hace menos de dos semanas parecía utópico: Obtener la candidatura de toda la izquierda sin ruptura y, algo tan importante como ésta, materializar una coalición total con candidatos a diputados y senadores electos con base en su fortaleza electoral medida por encuestas.
Si la izquierda supera sin escándalo el transe que significa procesar los candidatos a legisladores que resulten de los “mejor posicionados” entre las propuestas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) –que ya tiene los resultados de las encuestas que la empresa Covarrubias y Asociados levantó en los 300 distritos electorales del país– y las del Partido de la Revolución Democrática (PRD), entonces se ensanchan las posibilidades de victoria.
Porque a diferencia de hace seis años, cuando López Obrador jaló votos a los candidatos a diputados y senadores de la izquierda –algunos de los cuales, particularmente los Chuchos, se amafiaron con Calderón–, la estrategia ahora, dadas las nuevas circunstancias, es que éstos deberán abonar a la candidatura presidencial.
Así, aun con el déficit democrático que implica un arreglo oscuro sólo entre dos líderes, López Obrador y Marcelo Ebrard –que como parte del mismo éste impondría al candidato a sucederlo en la Ciudad de México–, el arranque de la izquierda modificó el tablero de la sucesión presidencial y cuenta con algo a su favor: Lamentablemente el país está peor que en 2006.
En efecto, la degradación de la vida política, social y productiva ha sido acelerada y se ha instalado entre los ciudadanos un ánimo peligroso: La desesperanza. Y ya se sabe: Una sociedad sin ilusión por el porvenir se condena a la mediocridad y a la descomposición, que en la decadencia en curso es inaceptable.
Diversos indicadores independientes y aun oficiales desnudan la realidad atroz de México, de por sí aislado del mundo y sometido a Estados Unidos. El más lacerante de esos datos es que en sólo cuatro años, de 2006 a 2010, un total de 12 millones 205 mil 356 mexicanos fueron arrojados al infierno de la pobreza patrimonial.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), se trata de un aumento de 27% del número de pobres que había cuando, en 2006, Calderón asumió al cargo. La pobreza patrimonial pasó de 45.5 millones ese año a 57.7 millones el año pasado, más de la mitad de los mexicanos.
Y otra cifra que sobrecoge: Deambulan por el territorio nacional siete millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, los mal llamados “ninis”, la mayoría de los cuales son mujeres.
La calidad de vida se ha desplomado y, según la ONU, en materia de salud, educación e ingresos, México está por debajo de Chile, Argentina, Uruguay, Cuba y Bahamas. Nada menos.
Justamente en 2010, en un contraste insolente, el magnate mexicano Carlos Slim apareció como el hombre más rico del mundo.
Estos números de escándalo coexisten con otro fenómeno que oprime el ánimo de los mexicanos: La violencia que, en efecto, tiene a México en un estado de emergencia y con la crisis humanitaria más dramática de su historia reciente. Se han acumulado, todo el mundo lo sabe, 50 mil muertos, 230 mil desplazados, 10 mil desaparecidos y mil 300 jóvenes y niños asesinados. Son números, pero no olvidemos que se trata de personas.
Unicamente por esto es necesario y urgente un cambio en el rumbo de la nación que, vistos los resultados de los gobiernos priistas y panistas de las más recientes tres décadas –cuyo crecimiento promedio es de 2.5% anual, menor al 3.3% del porfiriato–, sólo podría venir de la izquierda.
Parece remoto que, en la hipótesis de un triunfo de López Obrador, pudiera materializarse un cambio drástico, pero es indispensable frenar el deterioro y establecer un punto de partida hacia algo que reactive la esperanza de los mexicanos.
El inicio de esta nueva travesía de López Obrador y de la izquierda toda es halagüeño, pero la contienda se avizora con los peores signos, no sólo como parte de una campaña ordinaria por el poder político, sino porque se trata de una disputa por la nación y gravitan los peores intereses de los poderes fácticos, incluidos los criminales.
El cambio de estrategia de López Obrador, que por ejemplo después de hacer un reclamo a Televisa por su política facciosa le ofrece un nuevo trato, o anteponer la propuesta de unidad a la beligerancia del 2006, no implica que sus mismos enemigos de 2006 mutarán y se sumarán a la “república amorosa”, que a muchos mueve a chunga.
El amasijo de intereses que en 2006 se articularon no se ha disuelto y ahora impulsan a Peña Nieto. El propio Calderón, que detesta a López Obrador, cuenta con los instrumentos del gobierno federal, que son muchos, y su capacidad de daño es inmensa.
De hecho, la campaña negra contra López Obrador, que no ha cesado en los cinco recientes años, se ha intensificado desde las cuentas de correo de funcionarios federales que usan seudónimos para no ser identificados.
En fin, hay un escenario aciago hacia el 2012 que, ojalá, desemboque en un cambio para bien.
Apuntes
Después del derrumbe de los Calderón en Michoacán, más relevante que la derrota de los perredistas, la disputa por Morelia entre PAN y PRI derivó en el recuento voto por voto, por primera vez en México. ¿Quién ganará? La certeza, la que no tuvimos los mexicanos en 2006.
Comentarios: delgado@proceso.com.mx y TwitTer: @alvaro_delgado
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