Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 18 de febrero de 2012

Apremia López Obrador a que no lo dejen hacer campaña solo- Malvinas: disputa en las relaciones centro-periferia- La disputa no es por el segundo lugar, es para ganar

Grito recurrente en el congreso perredista para definir candidaturas
¡Encuesta sí, dedazo no!
Apremia López Obrador a que no lo dejen hacer campaña solo
Foto
Un instante durante el registro de delegados para la inauguración del decimocuarto Congreso Nacional del Partido de la Revolución Democrática, ayer en el World Trade Center de la ciudad de México
Foto José Antonio López
Arturo Cano
Periódico La Jornada
Sábado 18 de febrero de 2012, p. 10
Andrés Manuel López Obrador recorrió la sala con la mirada y se detuvo en Jesús Zambrano, presidente nacional del PRD: “Me da mucha tristeza, coraje, indignación. Es mezquino pensar sólo en los cargos estando el país como está. Lo oigo a mis espaldas, cuando dicen que hay que ‘ordeñar’ a Andrés Manuel”.
Es la noche del jueves pasado, víspera del décimo cuarto Congreso Nacional del PRD y un nuevo desastre amarillo parece avecinarse a causa, otra vez, de la disputa a navaja limpia por las candidaturas.
Las planas mayores de los partidos agrupados en el Movimiento Progresista se reúnen en la oficina del aspirante presidencial, en las calles de San Luis Potosí.
Varias versiones de asistentes a ese encuentro apuntan a que el reclamo a los perredistas –que llevan mano, que definen todo el juego del reparto de posiciones– es duro. No se trata de que yo ande cargando candidatos. Hasta ahora nadie está haciendo campaña, sólo yo. Estamos perdiendo un tiempo precioso, dice el aspirante de las izquierdas.
Ni fue el tono ni fueron las palabras, ataja Zambrano, en un receso del Congreso Nacional, interrumpido cada minuto por dirigentes perredistas que le recuerdan cosas como mi distrito, ahí te lo encargo, es el quinto federal. El presidente nacional del PRD coincide en el asunto del tiempo perdido, pero rechaza que les haya reprochado estar haciendo campaña en solitario.
La solución que propone López Obrador, atorado su partido en una rebatiña por las candidaturas grandes y pequeñas, es que se cotejen los estudios de opinión que se han hecho y de haber coincidencias se defina, ya, a los mejores, a los de buenos perfiles. Donde no haya claridad, plantea que se hagan encuestas este mismo fin de semana. Luego, a la de ya, que no lo dejen hacer campaña solo. Que no lo ordeñen (el producto, claro, no es lácteo: sino diputaciones, senadurías, jefaturas delegacionales).
Menuda tarea la del candidato del Movimiento Progresista. Además de convencer a los electores indecisos, al parecer debe comenzar por algunos dirigentes de los partidos que lo apoyan.
Saca cuentas y exhorta: Los invito a apostar a ganar la Presidencia. Acomodar las cosas para un partido nada más descompone el proyecto.
El derecho al pataleo
Nada se acomoda, en efecto. A lo largo del día se suceden una protesta tras otra, sobre todo por las disputas de las delegaciones. ¡Encuesta sí, dedazo no!, es el grito más escuchado. El personaje favorito es Marcelo Ebrard, a quien acusan de querer quedarse con todo en el DF y a quien amenazan con sacar del gobierno. Son las huestes de varias delegaciones que rechazan la imposición de marcelistas en Iztapalapa, Coyoacán, Xochimilco, Gustavo A. Madero.
El jaloneo entre los grupos ha desembocado en la prórroga del inicio de un congreso largamente prorrogado, cuya tarea única de elegir a 64 integrantes del Consejo Nacional faltantes. Ya completo, ese órgano aprobará la lista de candidatos a diputados y senadores, de mayoría y plurinominales.
Aunque, en rigor, tales listas sólo serán votadas en el consejo cuando ya los jefes de las corrientes hayan acordado nombres y posiciones, rebanadas y exclusiones.
Nueva Izquierda, corriente todavía mayoritaria pero muy dividida, condiciona la aprobación de la lista nacional a que le den más posiciones en el DF. Junto con pegado, para tratar de recuperar lo que perdieron con la defección de René Arce. O sea, algo que no era suyo.
En contrapartida, Izquierda Democrática Nacional, de René Bejarano y Dolores Padierna, quiere que les respeten sus posiciones en el DF y obtener mejor tajada en lo nacional, sin ceder demasiado en la capital.
Los marcelistas ven llegada su hora y no quieren soltar Iztapalapa por nada del mundo (con GAM, hace 40 por ciento del electorado capitalino).
Y Martí Batres... que se rasque con sus uñas tras su llegada tarde a la contienda debido, en buena medida, a las indecisiones (para decirlo con un eufemismo) de la jefa delegacional Clara Brugada.
Esto no va a terminar bien
Vuelta a la reunión nocturna del jueves. Los asistentes son Manuel Camacho, Luis Walton, Dante Delgado, Silvano Garay, Ricardo Monreal, Dolores Padierna y Jesús Zambrano, entre otros.
López Obrador reprocha la falta de altura de miras de algunos dirigentes. Les augura: Fui presidente del partido, y desde entonces me decían que los acuerdos entre grupos podían funcionar. Pero no era así. Igual se piensa ahora, que sólo con arreglos entre los grupos se van a solucionar los conflictos, pero no, lo sé, eso no va a terminar bien.
Pide a su partido –el PRD, todavía– apresurar la definición de candidaturas. Les recuerda que él hizo esa petición desde noviembre, con la convicción de que la izquierda sólo puede tener la ventaja del tiempo. Nuestros adversarios tienen mucho dinero y mucho poder, nosotros sólo tenemos el acercamiento con la gente para conseguir votos.
Las versiones de varios testigos presenciales que se reseñan aquí coinciden en que el tabasqueño explica con tranquilidad por qué piensa que está en la competencia por la Presidencia de la República: habla del voto duro de los partidos que lo apoyan, que cifra en 25 por ciento de los electores; de la necesidad de competir en serio en municipios urbanos que son más importantes que algunos estados; de sus posibilidades reales de pelear la Presidencia, aunque sus adversarios y las encuestas (y una parte de los perredistas) lo manden al tercer sitio; de por qué visualiza una elección a tercios.
Después de López Obrador hablan Luis Walton y Dante Delgado. Luego lo hace Zambrano, quien recuerda haber explicado que el problema en el DF es que todo mundo trae sus encuestas y que, por tanto, no se puede desdeñar el acuerdo político.
Interviene entonces Alberto Anaya, el indiscutido jefe del Partido del Trabajo, quien se queja del desprecio perredista en el DF y amenaza con no ir en coalición total (según algunos perredistas, el PT no está conforme con que sólo le hayan ofrecido cinco diputaciones en la capital del país).
Es en este punto, el ex jefe de Gobierno asegura que confía en su sucesor, Marcelo Ebrard, para resolver las candidaturas a delegados y diputados en el bastión perredista. Según algunos asistentes (Zambrano lo niega), López Obrador ofrece hablar con Ebrard para convencerlo de que los conflictos se resuelvan vía encuestas. Horas más tarde, Ebrard declara que las encuestas pueden ser la solución en delegaciones donde no ha habido acuerdo político.
Los señores de Mitofsky, Parametría y anexas deben brincar de gusto.
Malvinas: disputa en las relaciones centro-periferia
Silvana M. Romanol*
La cuestión de fondo en el conflicto de las Malvinas entre Gran Bretaña y Argentina es la relación entre soberanía y recursos naturales. La soberanía y el derecho a la autodeterminación han sido uno de los ejes principales de las relaciones interamericanas, planteado ya desde la Conferencia Panamericana en 1889; sostenido por las doctrinas Calvo y Drago; discutido en las reuniones de la Unión Panamericana en las décadas de 1920 y 1930, y (supuestamente) consagrado en la Carta de la OEA. Recientemente, organismos de integración latinoamericanos han enarbolado la bandera de la autodeterminación de los pueblos de América Latina, en un contexto donde la posición geoestratégica de la región adquiere cada vez mayor relevancia en virtud de las reservas de combustibles, minerales, agua y biodiversidad (recursos esenciales para mantener los niveles de producción y consumo en los países centrales).
La disputa entre Argentina y el Reino Unido por esos territorios lleva 179 años (al menos desde 1833), con una guerra de por medio (1982), de las más asimétricas que se hayan dado en el continente. Sin embargo, no es casualidad que se renueven –justo ahora– las tensiones entre Argentina y Gran Bretaña por las Malvinas en tanto que ciertamente hay fuertes intereses en la explotación de los recursos presentes en la zona de las islas.
La posición de Gran Bretaña es de clara negación a la resolución de controversias por medios pacíficos, como lo recomiendan la ONU y la OEA. Este punto es clave pues como sostiene uno de los ex cancilleres de Brasil, Samuel Guimaraes (2004), en su obra Cinco siglos de periferia, los países centrales son los que elaboraron estas reglas y por eso pueden darse el lujo de no cumplirlas. De hecho, uno de los últimos acuerdos entre Gran Bretaña y Argentina fue el celebrado en 1999 (entre los cancilleres Di Tella y Rifkind), en el que se requiere que todo buque que transite entre el territorio continental argentino y las islas o atraviese aguas jurisdiccionales cuente con autorización previa; también incluye medidas que permiten la sanción de aquellas empresas que exploren o exploten recursos de hidrocarburos sin permisos argentinos (Página 12, 12/I/2011). Acudiendo a la acusación de que Argentina está teniendo una actitud colonialista, según declaraciones del primer ministro inglés David Cameron, Gran Bretaña se permite (sin sanción alguna) evadir las normas del derecho internacional, culpando a Argentina de perpetrar un bloqueo económico a la isla y de actuar con una actitud colonialista (ciertamente irrisorio si revisamos la historia de la expansión británica a escala mundial).
Más allá de la intransigencia de Gran Bretaña para negociar con Argentina por vías pacíficas, el punto nodal está en la relación entre recursos naturales-soberanía. Las denuncias de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se han centrado en la militarización británica de la zona del Atlántico sur. ¿Por qué la militarización? ¿Para resguardar qué cosa? La respuesta queda clara incluso en aquellos medios de comunicación que culpan a Argentina de bloqueo económico, como CNN, que informa: “La Armada Real británica decidió enviar el buque de guerra HMS Dauntless destructor hacia el Atlántico sur, medida que el Ministerio de Defensa británico consideró un despliegue de rutina, según informaron los medios británicos. Un submarino nuclear también se ha dirigido a las islas Malvinas, de acuerdo con las mismas fuentes. ¿Por qué además de apoyar a los habitantes de las Malvinas los británicos quieren aferrarse a las islas? La respuesta puede estar en las zonas de pesca alrededor de las islas que representan un negocio lucrativo, donde se desarrolla una industria de petróleo cada vez mayor” (CNN México, 7 febrero 2012).
Es sugerente que en esa misma nota se retome la declaración de un experto en política latinoamericana de una universidad de Texas que asegura que el gobierno argentino eleva el tema de Malvinas como una estrategia para distraer la atención de los problemas internos (Ibid). Más allá de estas opiniones de expertos extranjeros, lo cierto es que la disputa por las Malvinas es histórica y ha tomado un cariz latinoamericano pues es uno de los conflictos para el que diversos organismos, como la Unasur, el Mercosur, la ALADI, la Cumbre Iberoamericana, etcétera, vienen solicitando hace tiempo una resolución pacífica y el respeto por la soberanía (que, queremos pensar, exceden a las supuestas estrategias de disuasión planteadas desde la Casa Rosada).
Por último, vale señalar que al menos desde 2010, Gran Bretaña está realizando exploraciones y perforaciones en el Atlántico sur y en el archipiélago austral. Las empresas involucradas incluyen capitales europeos (por ejemplo Rockhopper), pero también estadunidenses, como la empresa Anadarko Petroleum (Cadena 3, 24 enero 2012). El conflicto por las Malvinas da cuenta pues de la importancia geopolítica y geoeconómica de América Latina en el contexto de la disputa creciente (y cada vez más violenta) por el acceso a recursos naturales estratégicos por los países centrales. También permite analizar el papel protagónico que pueden tener los organismos de integración económica y política a escala regional.
*Doctora en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Córdoba; licenciada en Historia y en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Becaria posdoctoral de la Coordinación de Humanidades-Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, Universidad Nacional Autónoma de México.
La disputa no es por el segundo lugar, es para ganar
Gustavo Gordillo
El PAN concluyó su proceso interno de selección del candidato presidencial con dos puntos a su favor y varios en contra. A su favor tiene el hecho de que ha sido el único partido que desarrolló elecciones internas para definir a su candidato. A su favor también que, aparentemente, no ha tenido facturas mayores. Los negativos son muy claros. El acarreo de personas, el aparente uso de recursos públicos, la presencia de urnas embarazadas y otros mecanismos típicos del mapachismo, nos hablan de un PAN que perdió su alma al ganar espacios de poder. O para decirlo en palabras de su dirigente real perdieron el partido ganando el gobierno. La campaña interna implicó una gran movilización de los aparatos gubernamentales federales y estatales a favor de alguno de los precandidatos. Y cero debate o siquiera intercambio de ideas.
El PRD concluyó su proceso interno de selección de candidato presidencial contra todos los pronósticos. La selección a partir de unas encuestas fue aceptada con altura de miras por el candidato perdedor Marcelo Ebrard y asumida con generosidad por el candidato ganador AMLO. Una situación parecida ocurrió en la selección del candidato de las izquierdas partidistas para el gobierno del DF. Pero en el PRD ha habido todo tipo de irregularidades, trampas, jaloneos a lo largo de toda su historia. Al grado tal que la única forma que encontraron para evitar divisiones irreparables fue recurrir a las encuestas, medida genial para el momento actual.
Pero en un sentido estructural es una desgracia. Un partido que no tiene un padrón de afiliados confiable, en una atmósfera que rehúye y repele cualquier forma de debate civilizado, donde la única fórmula para canalizar las disputas y las desbordantes ambiciones de tribus –este mismo concepto es de por sí definitorio– son las encuestas; ha dejado de ser en sentido estricto un partido.
De lo planteado en mi artículo anterior sobre el PRI y en éste, concluyo que el sistema de partidos, una de las piezas claves en cualquier transición de regímenes autoritarios a democráticos, está en una profunda crisis. Es por tanto muy probable que después de 2012 cualesquiera que sea el resultado estarán las condiciones dadas para una profunda transformación de partidos y corrientes políticas.
Asumiendo la debilidad de los partidos y su poco atractivo hacia los ciudadanos independientes, se entiende cómo es que los tres candidatos le aportan a su partido más votos que su núcleo duro.
Empero el punto central hoy a 45 días del inicio efectivo de las campañas se resume en la siguiente interrogante: ¿es la decisión estratégica del PAN y del PRD, como lo plantean muchos analistas, la disputa por el segundo lugar en las encuestas, antes del inicio formal de la campaña presidencial?
Yo pienso que no. En todas las elecciones relativamente libres –1994, 2000 y 2006– han ocurrido dos fenómenos: polarización en dos candidatos y disyuntivas claras que impulsan a la participación electoral. Estas disyuntivas son simplificaciones de la realidad, pero han sido efectivas para guiar las preferencias electorales.
En 2012 no parece que se vaya a dar una polarización porque no existe aún una disyuntiva nítida. El PAN podría plantear como en 1994 que se enfrenta a dos primos hermanos surgidos de la misma matriz autoritaria. El PRD y sobre todo AMLO ha impulsado la disyuntiva: el PRIAN y las fuerzas democráticas. El PRI delineó levemente los contornos de una disyuntiva entre gobierno eficaz y partidos que no saben gobernar.
Para mí la decisión estratégica tiene que ver con un dato que demuestran contundentemente las encuestas: la segunda opción de los electores del PAN y del PRD, es mayoritariamente el PRI. Así que si caen en las preferencias de cualquiera de esos dos partidos el que se beneficia es el PRI a donde iría el llamado voto útil. Aquí está el meollo para tener o no una elección competitiva entre tres.

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