Aniversarios de la
nohistoria
Noam Chomsky*
Un nuevo escándalo institucional y social en Estados Unidos provocó un grupo de 10 marines que posó en Afganistán con una bandera estadunidense y con otra cosida debajo con el símbolo de las SS nazis. La imagen se tomó en septiembre de 2010 en la ciudad de Sanguin, en el sur del país invadido, pero recién se hizo pública ahora porque fue subida a la red, lo que generó gran controversia entre los altos mandos. El cuerpo de marines aseguró que el uso del símbolo es
inaceptable, pero aclaró que los militares
no serán castigadosFoto Ap
George Orwell acuñó el útil término de
nogentepara criaturas a quienes se les negaba la condición de personas porque no se ceñían a la doctrina estatal. Nosotros podríamos añadir el término
nohistoriapara referirnos al destino de las nogente, eliminadas de la historia por causas similares.
La nohistoria de la nogente se ilumina por la suerte que corren los aniversarios. Los importantes son usualmente conmemorados, con la debida solemnidad, cuando corresponde: Pearl Harbor, por ejemplo. Algunos no lo son, y podemos aprender mucho acerca de nosotros al extraerlos de la nohistoria.
En estos días estamos dejando de conmemorar un suceso que tiene un gran significado: el 50 aniversario de la decisión tomada por el presidente Kennedy de lanzar una invasión directa sobre Vietnam del Sur, lo que pronto se convertiría en el crimen más extremo de agresión desde la Segunda Guerra Mundial.
Kennedy ordenó a la fuerza aérea de Estados Unidos que bombardeara Vietnam del Sur (para febrero de 1962, se habían realizado cientos de misiones aéreas); la guerra química autorizada para destruir los cultivos de alimento y así someter a la población rebelde; y poner en vigor programas que, en última instancia, obligaron a millones de aldeanos a refugiarse en viviendas improvisadas en la periferia urbana y en campos de concentración virtuales, llamados
aldeas estratégicas. Allí, los aldeanos serían
protegidosde la guerrillas nativas a las que, como bien sabía la administración estadunidense, apoyaban voluntariamente.
Los esfuerzos oficiales para justificar los ataques fueron mínimos y, en su mayor parte, mera fantasía.
Fue típico el apasionado discurso del presidente a la Asociación Americana de Editores de Periódicos, el 27 de abril de 1961, cuando advirtió que
estamos enfrentando en todo el mundo una conspiración monolítica e implacable que depende principalmente de medios encubiertos para expandir su esfera de influencia. En Naciones Unidas, el 25 de septiembre de 1961, Kennedy afirmó que si esa conspiración lograba alcanzar sus fines en Laos y Vietnam,
las puertas quedarán abiertas de par en par. Los efectos a corto plazo de esto fueron reportados por Bernard Fall, respetado especialista e historiador de Indochina –no un pacifista, pero sí uno de quienes se preocupaban por la suerte de los pueblos de esos atormentados países.
A principios de 1965 calculó que aproximadamente 66 mil sudvietnamitas habían sido abatidos entre 1957 y 1961; y otros 89 mil entre 1961 y abril de 1965, en su mayoría víctimas del régimen cliente de Estados Unidos o
del aplastante peso de las fuerzas armadas estadunidenses, el napalm, los bombarderos a reacción y, finalmente, gases que causan vómitos.
Las decisiones se mantuvieron en la oscuridad, como lo fueron las consecuencias que todavía persisten. Para mencionar tan solo un caso: Tierra quemada, por Fred Wilcox, el primer estudio profundo del impacto terrible y aún en proceso de la guerra química sobre los vietnamitas, se publicó hace unos meses –y seguramente se unirá a otros materiales de la nohistoria. El núcleo de la historia es lo que ocurrió. El núcleo de la nohistoria es
desaparecerlo que ocurrió.
Para 1967, la oposición a los crímenes en Vietnam del Sur había adquirido una escala sustancial. Cientos de miles de tropas estadunidenses asolaban Vietnam del Sur, y las áreas con mayor población eran sometidas a intensos bombardeos. La invasión se había extendido al resto de Indochina.
Las consecuencias se habían tornado tan horrendas que Bernard Fall pronosticó que
Vietnam, como entidad cultural e histórica ... se ve amenazada con la extinción ... (a medida) .... que la campiña literalmente muere bajo los impactos de la mayor máquina de guerra que se haya lanzado contra un área de este tamaño.
Cuando la guerra terminó, ocho devastadores años después, la opinión general estaba dividida entre los que la llamaban
una causa nobleque pudo haberse ganado de haber habido mayor dedicación; y, en el extremo opuesto, los críticos, para quienes fue
un errorque resultó demasiado costoso.
Aún estaba por ocurrir el bombardeo de la remota sociedad campesina del norte de Laos, que fue de tal magnitud que las víctimas siguieron viviendo durante años en cuevas para tratar de sobrevivir; y poco después el bombardeo de la rural Camboya, que superó el nivel de todo el bombardeo de los aliados en el teatro de guerra del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1970, el asesor nacional de Seguridad Henry Kissinger había ordenado
una campaña de bombardeo masivo en Camboya. Cualquier cosa que vuele o cualquier cosa que se mueva–un llamado para un genocidio de un tipo que rara vez se encuentra en los registros archivados.
Las de Laos y Camboya fueron
guerras secretasen cuanto a que el reportaje de ellas fue escaso y los hechos son muy poco conocidos por el público en general o incluso por elites educadas que, sin embargo, recitan de memoria todos los crímenes reales o imaginarios de enemigos oficiales.
Otro capítulo en los abundantes anales de la nohistoria.
Dentro de tres años podremos –o quizá no– conmemorar otro suceso de gran relevancia contemporánea: el aniversario 900 de la Carta Magna.
Este documento es el cimiento de lo que la historiadora Margaret E. McGuiness, refiriéndose a los juicios de Nuremberg, proclama como una
forma particularmente estadunidense de legalismo: castigo sólo para aquellos que se pueda demostrar que son culpables mediante un juicio justo con una miríada de protecciones de procedimiento.
Esta Gran Carta declara que
ningún hombre libreserá privado de sus derechos
excepto por juicio legal de sus pares y por la ley de la tierra. Estos principios fueron posteriormente ampliados para su aplicación a todos los hombres en general. Cruzaron el Atlántico e ingresaron a la Constitución de Estados Unidos y a la Carta de Derechos, que declararon que ninguna
personapuede ser privada de sus derechos sin un proceso debido y un juicio rápido.
Por supuesto, los fundadores no tenían la intención de que
personase aplicara a todas las personas. Los nativos americanos no eran personas. Ni lo eran los esclavos. Las mujeres apenas calificaban como personas. Mantengámonos, no obstante, apegados a la noción núcleo de la presunción de inocencia, que ha sido arrojada al olvido de la nohistoria.
Un paso adicional en cuanto a socavar los principios de la Carta Magna se dio cuando el presidente Barack Obama firmó la Ley Nacional de Autorización de Defensa, que codifica la práctica de Bush y Obama de detención indefinida sin juicio bajo custodia militar.
Tal trato es ahora obligatorio en el caso de aquellos acusados de ayudar a las fuerzas enemigas durante la
guerra contra el terrorismou opcional si los acusados son ciudadanos estadunidenses.
Su alcance es ilustrado por el primer caso de Guantánamo que llegó a los tribunales bajo el presidente Obama: el de Omar Khadr, ex soldado niño acusado del terrible crimen de tratar de defender a su aldea afgana cuando era atacada por fuerzas de Estados Unidos. Capturado a los 15 años de edad, Khadr fue encarcelado durante ocho años en Bagram y Guantánamo, y luego llevado ante una corte militar en octubre de 2010, donde se le dio a elegir entre declararse no culpable y permanecer para siempre en Guantánamo, o declararse culpable y cumplir sólo ocho años más de condena. Khadr eligió esto último.
Muchos otros ejemplos iluminan el concepto de
terrorista. Uno es Nelson Mandela, sólo eliminado de la lista de terroristas en 2008. Otro fue Saddam Hussein. En 1982, Irak fue eliminado de la lista de estados que apoyan a los terroristas para que la administración Reagan pudiera proporcionar ayuda a Hussein después de que los iraquíes invadieron Irán.
La acusación es caprichosa, sin revisión o recurso para invalidarla, y usualmente refleja objetivos de política –en el caso de Mandela para justificar el apoyo del presidente Reagan a los crímenes del Estado de apartheid cometidos para defenderse de uno de
los más notorios grupos terroristasdel mundo”: el Congreso Nacional Africano de Mandela. Todo esto mejor consignado a la nohistoria.
(El nuevo libro de Noam Chomsky es Making the Future: Occupations, Interventions, Empire and Resistance, una colección de sus columnas para The New York Times Syndicate).
* Noam Chomsky es profesor emérito de Lingüística y Filosofía en el Instituto de Tecnología de Massachussets en Cambridge, Mass.
Malvinas: disputa por los recursos en las relaciones centro-periferia
Silvina M. Romano*
La cuestión de fondo en el conflicto de las Malvinas entre Gran Bretaña y Argentina es la relación entre soberanía y recursos naturales. La soberanía y el derecho a la autodeterminación han sido uno de los ejes principales de las relaciones interamericanas, planteado ya desde la Conferencia Panamericana en 1889; sostenido por las doctrinas Calvo y Drago; discutido en las reuniones de la Unión Panamericana durante las décadas de 1920 y 1930; y (supuestamente)
La disputa entre Argentina y el Reino Unido por esos territorios llevan 179 años (al menos desde 1833), con una guerra de por medio (1982), de las más consagradoen la Carta de la OEA. Recientemente, organismos de integración latinoamericanos han enarbolado la bandera de la autodeterminación de los pueblos de América Latina (AL), en un contexto donde la posición geoestratégica de la región adquiere cada vez mayor relevancia en virtud de las reservas de combustibles, minerales, agua y biodiversidad (recursos esenciales para mantener los niveles de producción y consumo en los países centrales).
asimétricasque se hayan dado en el continente. Sin embargo no es casualidad que se renueven –justo ahora– las tensiones entre Argentina y Gran Bretaña por las Malvinas en tanto que ciertamente hay fuertes intereses en la explotación de los recursos presentes en la zona de las islas.
La posición de Gran Bretaña es de clara negación a la resolución de controversias por medios pacíficos, tal como recomiendan la ONU y la OEA. Este punto es clave, pues como sostiene Samuel Guimaraes (2004), uno de los ex cancilleres de Brasil, en su obra Cinco siglos de periferia…, los países centrales son los que elaboraron estas reglas, y por eso pueden darse el lujo de no cumplirlas. De hecho, uno de los últimos acuerdos entre Gran Bretaña y Argentina fue el celebrado en 1999 (entre los cancilleres Di Tella y Rifkind) en el que se requiere
que todo buque que transite entre el territorio continental argentino y las islas o atraviese aguas jurisdiccionales cuente con autorización previa; también incluye medidas que permiten la sanción de aquellas empresas que exploren o exploten recursos de hidrocarburos sin permisos argentinos(Página 12, 12/01/2011). Acudiendo a la acusación de que
Argentina está teniendo una actitud colonialista, según declaraciones del primer ministro inglés, David Cameron, Gran Bretaña se permite (sin sanción alguna) evadir las normas del derecho internacional, culpando a Argentina de perpetrar un
bloqueo económicoa la isla y de actuar con una actitud
colonialista(ciertamente irrisorio si revisamos la historia de la expansión británica a escala mundial).
Más allá de la intransigencia de Gran Bretaña para negociar con Argentina por vías pacíficas, el punto nodal está en la relación entre recursos naturales-soberanía. Las denuncias de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se han centrado en la
militarización británica de la zona del Atlántico sur. ¿Por qué la militarización? ¿Para resguardar qué cosa? La respuesta queda clara incluso en aquellos medios de comunicación que culpan a Argentina de
bloqueo económico, como CNN, que informa:
La Armada Real británica decidió enviar el buque de guerra HMS Dauntless, destructor, hacia el Atlántico sur, medida que el Ministerio de Defensa británico consideró un despliegue de rutina, según informaron los medios británicos. Un submarino nuclear también se ha dirigido a las islas Malvinas, de acuerdo con las mismas fuentes. ¿Por qué además de apoyar a los habitantes de las Malvinas los británicos quieren aferrarse a las islas? La respuesta puede estar en las zonas de pesca alrededor de las islas que representan un negocio lucrativo, donde se desarrolla una industria de petróleo cada vez mayor(CNN México, 7/02/ 2012).
Es sugerente que en esa misma nota se retome la declaración de un
experto en política latinoamericanade una universidad de Texas, quien asegura que el gobierno argentino
eleva el tema de Malvinascomo una estrategia para
distraer la atención de los problemas internos(Ibid). Más allá de estas opiniones de
expertos extranjeros, lo cierto es que la disputa por las Malvinas es histórica y ha tomado un cariz latinoamericano, pues es uno de los conflictos para el que diversos organismos, como la Unasur, el Mercosur, la ALADI, la Cumbre Iberoamericana, etcétera, vienen solicitando hace tiempo una resolución pacífica y el respeto por la soberanía (que, queremos pensar, exceden a las supuestas estrategias de disuasión planteadas desde la Casa Rosada).
Por último, vale señalar que al menos desde 2010 Gran Bretaña está realizando exploraciones y perforaciones en el Atlántico sur y en el archipiélago austral. Los consorcios involucrados incluyen capitales europeos (por ejemplo, la empresa Rockhopper), pero también estadunidenses, como la compañía Anadarko petroleum (Cadena 3, 24/01/2012). El conflicto por las Malvinas da cuenta, pues, de la importancia geopolítica y geoeconómica de AL en el contexto de la disputa creciente (y cada vez más violenta) por el acceso a recursos naturales estratégicos por parte de los países centrales. También permite analizar el papel protagónico que pueden tener los organismos de integración económica y política a escala regional.
*Doctora en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Córdoba; licenciada en Historia y en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Becaria posdoctoral de la Coordinación de Humanidades-Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), UNAM
Democracia o sólo otro engaño más
Enrique Calderón Alzati
En mi artículo anterior comenté la necesidad de contar con un mecanismo de certificación de las competencias y valores éticos necesarios para obtener la candidatura de algún partido político para los puestos de elección popular, comenzando desde luego por el de la Presidencia de la República, con el propósito de minimizar los riesgos de seguir teniendo gobernantes tan lamentables como el actual presidente y su antecesor, sólo para no ir más lejos.
Si bien decidí escribir ese artículo, ante la revelación de la ignorancia absoluta de uno de los aspirantes a la Presidencia, el licenciado Enrique Peña Nieto, en realidad esta idea había estado rondándome recurrentemente desde tiempo atrás, al pensar que en todas las campañas electorales de los últimos 20 o 30 años nunca hemos tenido el personaje idóneo para dirigir al país, sino un individuo con una imagen totalmente artificial, creada por la televisión y la propaganda oficial, que poco o nada tenía que ver con el personaje por el cual la ciudadanía estaba votando, produciéndose un daño incalculable para la nación, a cambio de que una pequeña elite sin escrúpulos y un sector pequeño de la población, que le ha tocado en suerte beneficiarse de manera desmedida por estar cerca del poder.
Me preguntaba entonces, ¿por qué existen certificaciones para los medicamentos y para los alimentos que nos indican con claridad las fórmulas e incluso los riesgos de esos fármacos y la composición de los alimentos, y no exista nada similar para los riesgos políticos? En particular, para el caso de los alimentos, los ingredientes usados nos indican con bastante claridad lo que estamos a punto de ingerir, siendo ya nuestra responsabilidad si lo hacemos o no. En el caso de las elecciones, nunca sabemos de qué se trata, por lo que el proceso se reduce a un gran engaño colectivo, sin ningún elemento que nos permita conocer los riesgos en los que estamos incurriendo; lo que hemos visto y para lo cual tenemos hoy pruebas contundentes es que quien gana resulta ser siempre un disfraz, que nada tiene que ver cuando estos individuos asumen sus cargos; ciertamente en todos los casos hay siempre voces que llaman la atención de la sociedad al respecto, pero que son generalmente ignoradas, al ser consideradas opiniones interesadas y, por tanto, carentes de autoridad.
Un caso típico de este tipo de engaño fue el de Vicente Fox y su
gobierno del cambio, como productos ideados por la mercadotecnia de la Coca-Cola, ofreciendo gato por liebre, pues tanto ellos como sus patrocinadores conocían de las serias limitaciones mentales del hombre al que estaban promoviendo y siguieron adelante con la más absoluta irresponsabilidad. En el caso de Felipe Calderón, es claro que el engaño fue aun mayor porque a la falta de las capacidades básicas de razonamiento y sensibilidad política, que requiere cualquier función de gobierno, se ignoró también su proclividad a la violencia, conocida y explotada desde el exterior para llevar al país al estado de descomposición social e inseguridad en la que ahora vivimos.
En estas condiciones, la reciente y previsible candidatura del licenciado Peña Nieto constituye un alto riesgo para la nación a partir de las desafortunadas intervenciones de las últimas semanas, que por lo demás explican algunas de las acciones de su gobierno en total consonancia con las del gobierno federal. El riesgo se concreta en virtud de los enormes recursos con que cuenta el grupo que lo propone para desarrollar una campaña publicitaria totalmente ajena a la realidad –orientada a vender un producto chatarra–, que está destinada a mostrarnos una nueva liebre para llevar a Los Pinos a otro gato, usando esta expresión sin intención de menospreciar al licenciado Peña Nieto en su condición humana.
Aunque es de esperarse un incremento en el número de votantes críticos, que habiendo aprendido las lecciones del
voto útily del
voto del miedo, ante las consecuencias evidentes de éstos, razonen hoy de otra manera y ello pueda incluir a amplios sectores de trabajadores, empresarios, intelectuales, profesores y estudiantes, sobre todo ante las indicaciones de una posible integración de los grupos de izquierda como sucedió en 1988. Hoy no resulta despreciable la cantidad de sufragios que tanto el PRI como el PAN puedan obtener mediante la compra de votos de entre los grupos marginados, dados los recursos financieros con los que esos partidos parecen estar dispuestos a sustraer de las actividades educativas y sociales bajo su control y responsabilidad; la única posibilidad es compensarlos con votos razonados y una campaña para
educara la televisión, en lugar de ser alienado por ella. ¿Será esto posible?
Es por ello que no puedo dejar de pensar que un proceso de certificación de las capacidades, valores éticos e historia de vida de los candidatos constituiría un elemento fundamental para eliminar nuevos riesgos presentes y futuros, sobre todo para una nación en peligro como la nuestra, siéndome claro que la propuesta requeriría antes de una intensa labor de gestión y convencimiento de amplios y decididos sectores de la sociedad

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