Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 24 de agosto de 2012

La hora de la democracia ciudadana- ¿Lamento o utopía?

La hora de la democracia ciudadana

Víctor M. Toledo
 
      Como sucede en buena parte del mundo, los poderes económicos, en complicidad con los poderes políticos, abusan, se ensañan, se burlan de los ciudadanos, convertidos en meros objetos mercantiles, consumidores potenciales o votos para ser comprados. El descubrimiento de que el planeta se ha convertido en el teatro de un gigantesco drama donde sólo el uno por ciento (y hasta menos) explota al 99 por ciento restante hace pedazos las visiones políticas emancipadoras, incluyendo a las más avanzadas, y pone en entredicho la validez y legitimidad de la democracia representativa. México no es la excepción sino ejemplo notorio de lo anterior. Hoy resulta ya inservible todo el modelo de democracia construido en las últimas dos décadas por los partidos de la derecha, el centro y la izquierda, cuyas diferencias ideológicas y morales son cada vez menos perceptibles. A los banquetes y orgías del capital hoy son invitados buena parte de los políticos mexicanos, y viceversa, en las bacanales de la corrupción política está puntualmente presente la oligarquía industrial, mediática, comercial y financiera.
 
Salarios bajos, impuestos rigurosos a los trabajadores y perdón fiscal al capital más poderoso, servicios y combustibles caros, explotación privada del petróleo, importación de alimentos caros y tóxicos y no apoyo a los productores mexicanos, ganancias excesivas de la banca, millones de miserables, entrega de los recursos naturales a corporaciones extranjeras, 98 por ciento de los homicidios cometidos sin castigo alguno, privatización de todo lo que se deje privatizar, devastación ecológica, aumento de enfermedades, inseguridad en más de la mitad del país y, last but not least, nuevo contubernio de los monopolios económicos y de las mafias políticas con el crimen organizado.

México es ya un infierno social, no sólo por lo que sucede sino por lo que habrá de suceder si el último de los agravios, la compra descarada y despiadada de las elecciones presidenciales, es legalmente avalada por esas fuerzas perversas en pleno contubernio. Es más, hoy la ilegalidad e inmoralidad del proceso electoral se ha convertido en el primer obstáculo para salir de ese infierno. Esta elección ya dejó de ser ideológica para volverse una elección moral, el primer paso para iniciar la regeneración nacional.
¿Frente a ello, qué podemos hacer los ciudadanos? Muy simple, como lo señalé en mi entrega anterior (La Jornada, 10/8/2012) “… si el juego no ha sido limpio, si otros jugadores y los árbitros nos hacen trampas, es muy sencillo: cambiemos de juego”. Lo anterior supone pasar de una democracia representativa a una democracia participativa, poner bajo control social a los poderes económicos y políticos hoy convertidos en factores antidemocráticos, apátridas y de explotación ecológica y social. Cambiar de juego significa hoy dos cosas: desconocer la validez y legitimidad de la elección presidencial y, en segundo término, llevar a la práctica una nueva consulta que supere las limitaciones y trampas de la realizada por los poderes.
 
Para poner en práctica lo primero se requiere de actos colectivos y masivos como manifestaciones, mítines, cercos, cadenas humanas, irrupciones sorpresivas, diferentes clases de boicots, muestras de insurgencia civil, no al pago de impuestos diversos, etcétera. Para lo segundo hace falta realizar una consulta nacional (referéndum), organizada por la sociedad civil, que podría exponer al juicio público tres o cuatro preguntas cruciales. Esta consulta debería tener como objetivo alcanzar una participación de al menos 20 millones de votantes. Este referéndum debería realizarse de lo posible en el corto plazo (antes del primero de diciembre), ser impecable, vigilado por organismos nacionales e internacionales, y pensado para ejecutarse tanto por la vía del voto real como del voto cibernético o virtual.
 
¿Quienes están de nuestro lado? La Constitución de México (artículos 32 y 41), dos organizaciones sociales de gran escala (Morena y #YoSoy132), miles de organizaciones civiles o no gubernamentales, innumerables sindicatos de la industria y los servicios, buena parte de las organizaciones campesinas de escala nacional, estatal y regional, movimientos activos de resistencia, defensores del ambiente, derechos humanos y paz, miles de comunidades rurales e indígenas y, por lo menos, los casi 16 millones de ciudadanos que votaron por la única opción electoral honesta, la de Andrés Manuel López Obrador. Se cuenta además con la posibilidad de integrar al nuevo juego a las redes sociales y a sus 40 millones de participantes. El principal contingente, sin embargo, parece ser ese nuevo sector de ciudadanos decentes que marcharon en 70 ciudades del país sin que ningún partido u organización los convocara, y que muy probablemente pertenecen a los que son los verdaderos triunfadores de las elecciones de 2012: el 39 por ciento de los electores (30 millones de mexicanos) que, o se negaron a votar o anularon el voto y que igual sufren porque carecen de una vida digna material, intelectual, moral y/o espiritual.
El Tribunal Electoral es un órgano especializado del Poder Judicial de la Federación, encargado de resolver controversias en materia electoral y proteger los derechos político-electorales de los ciudadanos. Esto es lo que se lee en su portal. En unos días sabremos si son fieles a su mandato y están de nuestro lado, o si son uno más de los míseros cómplices, unos más de los miembros de ese uno por ciento de mexicanos que explotan y engañan al resto, y que están a punto de colocar a un delincuente como presidente de México. Sea lo que fuere, los ciudadanos estamos obligados a transformar esa democracia, paso primero para encontrar la salida a la tremenda crisis que padece el país. La hora ha llegado. Ceder un poco es capitular demasiado.
 
Para Maricarmen (1956-2012), toda una vida en defensa de la vida.
 Soy un hombre respetable-Fisgón
¿Lamento o utopía?

Gabriela Rodríguez
¿Por qué se lamentan tanto los mexicanos ante la imposición de un gobierno? ¿Acaso cambiaría mucho tu vida ante la invalidez de la elección? –me preguntaba un amigo extranjero–. Realmente él me hizo percatarme de que el curso de mi vida, y tal vez las de mis hijos, no cambiaría gran cosa, pero pienso que sí cambiaría el futuro de la mayoría de los mexicanos, incluyendo el de mi nieta, de eso sí que estoy convencida.
 
Porque soy una utopista, como los del siglo XIX, pienso que es posible remediar la grave situación de desigualdad e inseguridad con un buen gobierno, y no me ofende que nos califiquen de anacrónicos e ingenuos a los simpatizantes de la izquierda, ni a nuestros líderes. ¡Asumámoslo! Con excepción del neoliberalismo, no se ha inventado desde entonces otra utopía, nada mejor que la del Estado socialista democrático y garante de los derechos humanos. Aunque suene anticuado y no les parezca cool a los intelectuales light, hay a quienes nos indigna el atraco político y las fallas institucionales, y como si fuera un son cubano: nos mueve el vientre y los pies de manera involuntaria.

Al parecer las nuevas generaciones también quieren cambiar el mundo y podrían ser calificadas de utópicas. Nada más hay que echarle un ojo a la Consulta Infantil y Juvenil realizada el 29 de abril de 2012. Creo que es la única actividad bien hecha por el IFE. Ahí no participaron mil ni 2 mil personas –como en las fallidas encuestas electorales–, sino más de 2 millones de niñas, niños y adolescentes de 6 a 15 años de las 32 entidades. Se consultó al 10 por ciento de la población de ese grupo de edad.

Ante la pregunta “¿Qué podemos hacer las y los adolescentes –13 a 15 años– para mejorar el país?”, casi 70 por ciento quiere mejor educación y que se cumplan las leyes, 40 por ciento espera que todos tengan un buen trabajo y se castigue a los delincuentes, y más de la tercera parte de estados seleccionados señalaron: que los gobernantes nos escuchen (Yucatán, Chihuahua, Quintana Roo, Querétaro, Coahuila y Sinaloa), y que se castigue la corrupción (en Coahuila, DF, Nuevo León, Michoacán, Sinaloa y Chiapas). La opción de Nada se puede hacer fue seleccionada solamente por 10 por ciento de las y los adolescentes de Chiapas, Aguascalientes, Chihuahua y Durango.

La democracia no parece ser habitus en la casa ni en las escuelas mexicanas. El 16 por ciento de los chicos de 10 a 12 años no se sienten libres de expresar su punto de vista y 35 por ciento de quienes tienen de 13 a 15 años señalan que no cuentan con espacios para discutir lo que les preocupa. Las condiciones están diferenciadas: se sienten más libres de expresar su opinión en las escuelas privadas que en las públicas y discuten más en las primeras. La escuela no cuenta con las instalaciones ni el equipo necesario –afirman cerca de la mitad–. Para una cuarta parte: las bancas no sirven y los baños no están limpios, por donde viven hay basura y no pueden salir a jugar porque no se sienten seguros, ni cuentan con lugares para divertirse y hacer deporte. La percepción de inseguridad se incrementa con la edad: 24 por ciento de los menores de nueve años afirman que por donde viven hay balaceras y muertos, situación que reporta 34 por ciento de quienes tienen 15 años, y 45 por ciento de los que no asisten a la escuela. Una incidencia de balaceras y muertos es reportada por más de 40 por ciento de los chicos de Coahuila, Tamaulipas, Sinaloa, Durango, Nuevo León y Chihuahua.
 
La oferta de drogas es mayor en los estados de Nuevo León, Distrito Federal, México y Chihuahua. Por donde viven les ofrecen drogas a 23 por ciento del grupo de 13 a 15 años y a 30 por ciento de los de 15 de todo el país. La invitación a formar parte de grupos delictivos también se incrementa con la edad y es mayor entre los hombres (13.5 por ciento) que entre las mujeres (7.8 por ciento), y entre quienes no asisten a la escuela (22.2 por ciento) que entre quienes cuentan con escolaridad (10 por ciento). Los adolescentes reportan con más frecuencia que los delincuentes los invitan a formar parte de sus grupos en los estados de Chihuahua (17.8 por ciento), Baja California (13.6 por ciento), Quintana Roo (12.5 por ciento) y Durango (12.3 por ciento).
 
La consulta nos revela un esquema de percepción tan crítica como la del #YoSoy132; ya los veremos pronto tomar las calles con sus hermanos mayores. Pienso que más de una tercera parte de quienes no han cumplido16 años habrían votado por el cambio verdadero si no les fuera postergado ese derecho, y se preguntarían conmigo ¿De qué se ríen Calderón y la señora Gordillo al arrancar el nuevo ciclo escolar? Niñas, niños y adolescentes están del lado de la libertad de expresión. Tal vez les preocupe la persecución de los periodistas de izquierda: del riesgo que acecha a Lidya Cacho, de la continuidad en el aire de Carmen Aristegui, de la libertad de los críticos. Probablemente sufren el acoso a Julian Assange y a las víctimas de los aparatos autoritarios, a las chicas de la banda punk rusa Pussy Riot, y pronto cantarán Madre de Dios, libera a México del presidente copetón.

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