México: juventudes lanzadas al vacío
Aspecto del Faro de Oriente. Autor: Marisol Enríquez
Martínez
“Cada hora de tiempo perdido en la juventud es una
posibilidad más de desgracia en la adultez”: Napoleón Bonaparte.
En México los jóvenes no tienen derecho al bienestar. El sistema educativo
carece de espacios para ellos: los trata como a un mendigo en un crucero. Cursar
una carrera se ha convertido en un lujo que sólo un puñado puede darse.
En el periodo de admisión de 2012, tan sólo la UNAM tuvo que rechazar al 90
por ciento de los aspirantes, un aproximado de 60 mil jóvenes. Muchos de ellos
insisten año con año en ingresar a alguna universidad pública, en un peregrinar
encomendado a la fe.
A continuación presento cuatro historias de rechazo de los miles de relatos
desoladores que padecen las familias mexicanas.
Jannete Martínez Galindo.
Valle de Chalco, Estado de México, 1985.
En 2004 presenta el examen de admisión para ingresar a la carrera de
Pedagogía, en la UNAM. Le faltan quince aciertos para ser aceptada. Miembro de
una familia de siete integrantes, se ve obligada a buscar trabajo. La aceptan en
una sucursal de la tienda departamental Sears, en el área de ventas. Trabaja de
las nueve de la mañana a las diez de la noche con un día de descanso entre
semana. En los pocos ratos libres que tiene, estudia por su cuenta. Dos años y
medio después aplica nuevamente para la misma carrera y por segunda ocasión la
rechazan:
“Me empiezo a dar cuenta que mis compañeros de trabajo son profesionistas, yo
tenía un compañero ingeniero industrial, otra abogada, una tenía una maestría y
desempeñaban el mismo cargo que yo, al final veo que tener una licenciatura no
te garantiza un trabajo”.
En enero pasado intenta ser parte de la UNAM por tercera ocasión, esta vez
para Historia. Tampoco tiene éxito. Lleva sus papeles a la Escuela Nacional de
Antropología e Historia, no la aceptan. Finalmente, en mayo pasado, ocho años
después de concluir la preparatoria, le avisan que fue admitida en la
Universidad Pedagógica Nacional.
José Ignacio Valencia Robles.
La Perla, Estado de México, 1988.
Cuando cumple tres años de edad, su papá avisa a la familia que migrará a Los
Ángeles, Estados Unidos. Jamás regresa. Su madre termina por educar y
mantenerlos a él y su hermana, cuatro años mayor. En 2006 presenta el examen de
admisión para estudiar Derecho en la UNAM. Lo rechazan. En 2009 concursa para
Ciencias de la Comunicación en Ciudad Universitaria, tampoco lo aceptan. Ese año
intenta ser incluido en esa misma carrera, pero en la Facultad de Estudios
Superiores Aragón. También le cierran las puertas. Insiste dos veces más,
obtiene los mismos resultados. Entra a trabajar a una farmacia como asalariado
y, a la par, se suma al Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación
Superior. Gracias a su participación social, consigue una beca. Actualmente
estudia Comunicación en la Universidad Insurgentes.
Cintia Guadalupe Rodríguez Valle.
Distrito Federal, 1991.
En 2009 presenta dos exámenes para estudiar administración en la UNAM. No
ingresa. Para ayudarle a su madre, comerciante, comienza a deshebrar pantalones
de mezclilla a cambio de cincuenta centavos por pieza. En promedio, gana 250
pesos semanales por terminar 500 prendas.
En 2010 hace un intento para entrar a la máxima casa de estudios y otro a la
Universidad Autónoma Metropolitana. No tiene éxito. De 2009 a 2012 aplica para
seis exámenes, no entra a escuela alguna. En abril pasado consigue salir
sorteada en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Actualmente estudia
Comunicación y trabaja tres días a la semana como capturista a cambio de
trescientos pesos, mismos que le alcanzan para pagar los pasajes del transporte
público.
José Luis Morones Cruz.
Chimalhuacán, Estado de México 1986.
Su padre es taxista y su madre atiende un negocio en un mercado. Debido a los
bajos ingresos de ambos, es imposible imaginar que le puedan pagar una escuela
privada a él y a sus dos hermanos. Presenta exámenes para la UNAM y la UAM: no
lo aceptan.
Ingresa al sorteo de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, no entra
en la primera ronda, pero, gracias al sistema de esta casa de estudios, obtiene
un lugar para el periodo siguiente. En el ínterin, comienza a estudiar cursos de
cine documental y periodismo en el Faro de Oriente.
Ha filmado siete obras, algunas han sido presentadas en la Cineteca Nacional,
en el festival DocsDF y una muy pronto en Europa. Dejó los estudios: los
considera una pérdida de tiempo.
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Estas cuatro historias tienen un punto en común: el Faro de Oriente. En los
largos periodos en que presentaban sus exámenes de admisión, ellos fueron
acogidos por este espacio cultural ubicado en la calzada Ignacio Zaragoza, entre
los metros Acatitla y Peñón Viejo. Este foro se dedica a ofrecer talleres de
formación artística y artesanal a la clase popular. Los jóvenes llegan con la
seguridad por los suelos, sintiéndose fracasados. Ahí les dan fuerza para creer
en ellos.
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México arroja a sus jóvenes al vacío. La mayoría no tiene más opción que las
universidades públicas. Muchos estudian por años, presentan exámenes de escuela
en escuela y en toda les cierran las puertas en su cara.
El mundo laboral es igual de desolador. Empleos mecánicos, rutinarios y con
nulos retos intelectuales a cambio de míseros pagos. De acuerdo con el INEGI,
hasta junio de 2012 el 34.6 por ciento de la población con secundaria estaba
subocupada; según la misma fuente, el promedio del salario diario del país es de
263.7 pesos.
Estas son las oportunidades que el país ofrece a sus jóvenes. No hay derecho
a estudiar, tampoco a un empleo decente ni mucho menos a una vida medianamente
digna. Como en la selva, sólo sobrevive el más apto.
Twitter: @juanpabloproal
Sitio: www.juanpabloproal.com
Un mal profundo
Peña Nieto en una reunión con legisladores del
Partido Verde.
Foto: Octavio Gómez.
Foto: Octavio Gómez.
MÉXICO, D.F. (apro).- “El mal es hoy tan profundo que no es seguro que la
elección del señor Peña Nieto cambie algo: significa el regreso del Partido
Revolucionario Institucional (PRI), que dominó la vida política del país durante
décadas con un trasfondo de corrupción y complacencia hacia los
narcotraficantes”.
La cita es del diario francés Le Monde; sin embargo el fraseo bien
puede ser de cualquier mexicano que tenga memoria, claro, con excepción de los
consejeros electorales que ni ven ni oyen las tropelías de muchos priistas, en
especial de Peña Nieto y su equipo.
Hace dos semanas supimos de la detención del priista y exprecandidato a
diputado federal, Rafael Celaya Valenzuela, en España por sus vínculos con
Joaquín Guzmán Loera, El Chapo; hace un par de meses, de la indagación
que Estados Unidos abrió contra los exgobernadores priistas de Tamaulipas, Tomás
Yarrington y Eugenio Hernández Hernández, por presunto “lavado dinero del
narcotráfico”.
Hace dos años, cuando Proceso indagaba sobre legisladores
federales en activo con posibles vínculos con el crimen organizado, se nos
aseguró que Baltasar Hinojosa, diputado federal por Tamaulipas, “llevaba la lana
a Rogelio Montemayor Seguy y a Tomás Yarrington que Osiel Cárdenas (entonces
líder del cártel del Golfo y creador de Los Zetas), les enviaba”. El
señalamiento no se publicó debido a que no había averiguación previa en donde se
le acusara.
Sin embargo, apenas la semana que terminó, el diario Reforma nos
regaló una joya informativa: Parte de la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/
012/2009, y en donde se establece por un testigo protegido que Osiel Cárdenas
financió campañas de ediles priistas en Tamaulipas a cambio de nombrar a los
jefes policiacos. Entre los presidentes municipales mencionados está justamente
Baltasar Hinojosa.
La lista de priistas involucrados con el narco es interminable, además de ser
parte del vox populi, sin embargo, los nombres de conocidos o
desconocidos miembros del PRI señalados como cercanos a grupos de
narcotraficantes y operadores de Enrique Peña Nieto, apenas empieza a
conocerse.
Baltasar Hinojosa, expresidente municipal de Matamoros, cercano colaborador
de Tomás Yarrington, dejará el cargo de diputado federal el próximo 29 de agosto
y… el fuero. Podría ser investigado si la Procuraduría General de la República
se lo propusiera, pero… ¿alguien cree que el coordinador regional de campaña de
Peña Nieto en la primera circunscripción será investigado?
Hinojosa fue operador electoral de Peña Nieto en la Primera Circunscripción.
A él, el candidato priista le encargó organizar la campaña presidencial en los
estados de Baja California, Baja California Sur, Colima, Guanajuato, Jalisco,
Sinaloa y Nayarit… Difícilmente será investigado. No hay que olvidar también que
Rafael Celaya Valenzuela, también operador de Peña Nieto, pero en el distrito
federal 1 de Sonora –por cierto, vecino de Baja California–, fue detenido por la
Policía española por sus vínculos con El Chapo.
El diario francés Le Monde duda de la capacidad de Peña Nieto para
cambiar este “mal endémico”, como le llama a la “barbarie” que se vive en
México, la presencia del narcotráfico, sus actividades, ejecuciones y grado de
violencia.
Lo que no dice Le Monde, es que parte de los mexicanos no dudamos de
este nuevo sector de la vida pública, los narcopolíticos.
La vida social, política, financiera y de gobierno cuenta ya con una mezcla
de políticos y narcos, sea por amenaza, por gusto o por interés. El resto del
mundo lo sabe. En México existen dudas sobre si en la campaña electoral del Peña
Nieto hubo lavado de dinero, incluido el del narcotráfico. Los taxistas,
estudiantes, amas de casa, trabajadores, empleados públicos, maestros, todos
tienen la duda. Parece que los únicos que no se atreven siquiera a cuestionarlo
son los funcionarios electorales.
Quizá en México suceda lo que en Colombia con Ernesto Samper, que la sospecha
se mantenga durante la gestión de gobierno y no sea hasta el final cuando la
duda se disipe. Por el bien de México esto no debería de ocurrir.
A 11 días de que el Tribunal Electoral determine si fueron válidas o no las
elecciones presidenciales, los magistrados deberían ponerse a pensar que no sólo
se trata de que un grupo político se robe la Presidencia de la República, sino
más bien de la forma en que pudieran robarla, con el apoyo del narcotráfico.
Dice Peña Nieto: “Lo que menos podemos permitir es que se haga de la
democracia una forma que divida y genere encono en la sociedad mexicana”.
No entiende Peña Nieto que no es “la democracia” la que divide, sino su
incumplimiento. No se le puede pedir a “la democracia” que no divida, se le debe
exigir a los políticos y a los funcionarios electorales que tengan vergüenza,
que no sean cínicos y, sobre todo, que tengan ética y no violen las leyes; hacer
lo contrario sí que divide y genera encono.
Si los magistrados electorales van a actuar como los consejeros electorales,
no quedará otra que “cercarlos”, que plantarse afuera del Tribunal para que en
caso de validar la elección y a Peña Nieto y sus socios, den la cara a la
sociedad que afuera los estará esperando.
Comentarios mjcervantes@proceso.com.mx
Twt @jesusaproceso
www. rompeviento.tv
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