Europa: El “periodismo encubierto” a debate
George-Pierre Tonnelier, un dirigente de la extrema
derecha belga.
Foto: Especial
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BRUSELAS (apro).- George-Pierre Tonnelier, un dirigente de la extrema derecha
belga, anunció públicamente que renunciaba a sus ideas radicales.
Legalmente exigió a diversos organismos antirracistas la aplicación de su
“derecho al olvido” y que, en consecuencia, eliminaran de sus sitios de
Internet aquellas informaciones relacionadas con su carrera como
ultraderechista.
Éstos sospecharon de la sinceridad de su reconversión. La organización no
gubernamental RésistanceS –con más de 15 años de existencia– decidió realizar un
estudio del movimiento neonazi y sus prácticas de reclutamiento en Internet
utilizando un método periodístico: la investigación encubierta.
De ese modo, dio de alta en la red social Facebook el perfil de una falsa
simpatizante de extrema derecha con quien, casualmente, asegura la
organización, entró en contacto Tonnelier.
Las conversaciones resultaron reveladoras: el activista, supuestamente
arrepentido de su pasado, no sólo seguía profesando sus opiniones extremistas,
sino que, además, continuaba participando con la dirección del partido de corte
neonazi al que siempre había pertenecido.
Tras haber sido exhibido, Tonnelier, constituido en parte civil, interpuso
una acusación contra el presidente y el tesorero de RésistanceS, Manuel
Abramowicz y Julien Maquestiau, respectivamente. Los cargos: usurpación de
identidad, portación pública de nombre falso, falsificación y uso de
falsificación informática, violación de la vida privada y hostigamiento.
A pesar de que el ministerio público de Bruselas había pedido el
sobreseimiento de la denuncia en favor de RésistanceS, sorpresivamente la Cámara
del Consejo del Tribunal de Primera Instancia de Bruselas estimó que el método
de trabajo usado por la organización podía derivar en la comisión de diversas
infracciones “graves”, por lo que el pasado 26 de junio turnó el caso al
tribunal correccional para “delitos de prensa”.
El gremio periodístico se inquietó. La Asociación de Periodistas
Profesionales de Bélgica (AJP, por sus siglas en francés) explicó, en la última
edición de su boletín mensual, que este proceso plantea “cuestiones clave” para
la profesión, en particular para el periodismo de investigación.
Se interroga: “¿Cuándo se puede ocultar que uno es periodista para descubrir
la verdad? ¿Hasta dónde extender los principios deontológicos de la profesión
y considerar el uso de una excepción? ¿Sobre qué balanza sopesar el derecho a la
información y aquel a la vida privada? ¿Hasta dónde hay que aceptar el ‘derecho
al olvido’ en Internet?”.
Los hechos
Tonnelier ingresó al Frente Nacional de Bélgica (FN) a mediados de los años
noventa. Fue dirigente de la rama juvenil del partido y se colocó rápidamente
como el brazo derecho del presidente y fundador, Daniel Féret. Tonnelier incluso
llegó a encabezar la lista del FN en las elecciones comunales.
Fue también uno de los hombres más cercanos a Marguerite Bastien, quien fundó
y presidió el Frente Nuevo de Bélgica (FNB), una escisión del FN.
En abril de 2007, Tonnelier formó parte del Comité Belga de Apoyo –creado por
Bastien– a la candidatura presidencial de Jean-Marie Le Pen, dirigente del
Frente Nacional de Francia y uno de los más importantes líderes de la extrema
derecha europea.
Poco después, en septiembre de 2007, Tonnelier volvió al FN para participar
en su proceso de renovación.
En ese momento se logró posicionar como ”colaborador” del diputado regional
del FN en Charleroi, Jean-Pierre Borbouse, como presidente del centro de
estudios del mismo partido y como secretario del buró político nacional.
El 18 de abril de 2006 –a raíz de una denuncia interpuesta por el centro por
la igualdad de oportunidades y la lucha contra el racismo, dependiente del
gobierno federal–, la Corte de Apelaciones le prohibió a Tonnelier ocupar cargos
de elección durante un periodo de siete años. Ese tribunal consideró que había
incurrido en actos que incitan al odio, a la discriminación y a la segregación
racial. En 2008, Tonnelier fue nuevamente condenado por haber sostenido
declaraciones antisemitas.
En otra querella, el mencionado centro antirracista lo denunció por haber
creado, en 2000, el sitio de Internet de una casa editorial dedicada a
publicar libros de índole racista. Su propietario, Bernard Mengal, fue declarado
culpable por el tribunal correccional, no así Tonnelier, debido a que, según los
jueces, él sólo habría tenido una participación técnica en la empresa.
Tonnelier asegura que rompió relaciones con el FN en febrero de 2008.
RésistenceS comenta que, en el verano de 2008, Tonnelier “envió centenas de
e-mails, fax y correos postales a decenas de asociaciones y organismos
antirracistas, así como a responsables de éstas para afirmar que se había vuelto
‘una persona de bien’, porque había roto con la extrema derecha.
“Desde hace meses –continúa–, él ha estado hostigando al Movimiento contra
el Racismo, el Antisemitismo y la Xenofobia (MRAX), La Liga de los Derechos
del Hombre, RésistanceS.be y el Centro por la igualdad de oportunidades y la
lucha contra el racismo. Su objetivo: exigir a esos organismos que retiren de
sus sitios de Internet todas las referencias a su persona en las que se menciona
que él era uno de los responsables del FN, perseguido por los tribunales por
racismo y condenado por ese motivo”.
La insistencia era tal, que Tonnelier mandaba mensajes de texto incluso los
fines de semana.
Tonnelier evoca el “derecho al olvido”, que integran algunos códigos
deontológicos periodísticos europeos.
El arrepentido dirigente, actualmente de 34 años, argumentaba que su
militancia ultraderechista remontaba a sus años de juventud y que las
informaciones relacionadas a este lapso de tiempo son “insultantes y
denigrantes” para él, causándole graves prejuicios a su vida sentimental y
profesional actual.
En junio de 2009, la organización antirracista creó una cuenta en Facebook a
nombre de Isabelle Ravet, una imaginaria militante de extrema derecha.
El 18 de junio, Tonnelier contactó a Isabelle. El 1 de julio, éste le envió
un mensaje en el que le dice: “Veo que usted está claramente comprometida a
favor de las ideas nacionalistas, ¡muy bien!”.
Al día siguiente, afirmó que Patrick Sessler, el vicepresidente del FN, “es
alguien de bien y de determinación”, y agregó: “Estoy persuadido que él logrará,
con mi ayuda y la de otros cercanos, recuperarnos” del fracaso en las
elecciones, las cuales habían tenido lugar un mes antes.
Y confió: “Yo pienso verdaderamente que el FN de Patrick Sessler es un
partido con futuro en los años que vienen”.
El mismo día, en un segundo mensaje, admitió: “Yo soy, en efecto, miembro del FN (soy un próximo de Patrick Sessler), pero me esfuerzo para ser discreto, en razón de los problemas judiciales que me quedan por resolver”.
El mismo día, en un segundo mensaje, admitió: “Yo soy, en efecto, miembro del FN (soy un próximo de Patrick Sessler), pero me esfuerzo para ser discreto, en razón de los problemas judiciales que me quedan por resolver”.
Más aún, reconoció, “una de mis tareas esenciales, por el momento, es conocer
a las personas que se interesan en el FN y analizar sus expectativas, sus
deseos, la voluntad de comprometerse…”.
El 3 de julio, Tonnelier comentó a su interlocutora que se le perseguía
judicialmente a causa de sus opiniones políticas. Además, proporcionó el número
de una cuenta bancaria del FN donde ella podía depositar 10 euros, en caso de
quererse convertir en adherente. La falsa militante cortó entonces
la comunicación.
RésistanceS había obtenido informaciones suplementarias de fuentes anónimas.
Apenas tres meses antes, en abril, Tonnelier había acompañado a Sessler y Daniel
Huygens, este último presidente del FN, a las instalaciones del Ministerio del
Interior, en la calle Colonies de Bruselas, para registrar la lista de
candidatos del partido a las elecciones europeas.
El 14 de mayo siguiente, Tonnelier y Huygens hicieron lo mismo con las listas
regionales para el distrito electoral de Charleroi, al sur de Bélgica. Dos horas
después del registro, ambos se dirigieron con otros simpatizantes a un café muy
conocido en el mundo judicial de esa ciudad, el Saint Yves. Ahí, Tonnelier
afirmó a varias personas ser “el consejero jurídico del FN de Sessler”. Más
precisamente, había sido contratado como asistente jurídico del abogado oficial
del FN.
Argumentos
Una abogada de RésistenceS, Sandrine Hablau, declaró el 26 de enero pasado
que el caso no tiene nada que ver con “un conflicto personal, como intenta hacer
creer desde hace años Tonnelier, sino con un tema de libertad de prensa y las
protecciones jurídicas que ella entraña”.
Por otro lado, las informaciones que obtuvo la organización –manifiesta
Julian Maquestiau–, proporcionaron “pruebas irrefutables de que Tonnelier
continúa ejerciendo funciones de responsabilidad en el FN, y que de ninguna
manera es un simple militante político víctima de una ‘persecución’ que le hace
imposible una ‘reconversión democrática’”, como él lo ha expresado.
Explicó que se decidió inscribir un falso militante en Facebook “en el cuadro
de una investigación periodística de carácter científico acerca de los métodos
de reclutamiento en Internet de los movimientos de extrema derecha”.
El objetivo del estudio, precisó, “era observar en qué medida tales
movimientos se ponían en contacto con este falso perfil para reclutarlo y con
qué fines”.
Tonnelier, según RésistanceS, fue sólo una de las personas que se pusieron en
contacto con la joven activista de manera voluntaria. Fue pura coincidencia –se
afirma– que este hombre estuviera en ese momento reclamando el “derecho al
olvido” de su militancia en la extrema derecha.
Tras esa circunstancia, el organismo pudo confirmar, “de una manera más
formal”, las informaciones de sus fuentes, que ya les habían revelado la
farsa del dirigente extremista.
Por otro lado, el método que eligieron (el llamado testing o “prueba de
verificación”) lo han utilizado desde hace años en Francia organizaciones como
SOS Racisme, y es totalmente legal. Con frecuencia sus activistas se presentan
en parejas de distintos orígenes raciales en la entrada de discotecas con la
finalidad de detectar casos de discriminación. Pero ese principio es también muy
usado en el periodismo de investigación.
El testing, subraya RésistenceS, “usando cámaras ocultas, por ejemplo, se
justifica deontológicamente si éste constituye el único medio para poder probar
una información contradicha públicamente por los implicados”.
El “periodismo encubierto”, añade, es un procedimiento “reconocido y aceptado
por los organismos profesionales del gremio del mundo entero”.
En su defensa, la organización cita los trabajos de reconocidos periodistas
europeos, como el alemán Günter Walraff, quien se hizo pasar por inmigrante
turco en su país con el fin de experimentar en carne propia la discriminación; o
las francesas Florence Aubenas, que se empleó como trabajadora doméstica para
denunciar las condiciones precarias de trabajo, y Anne Tristan, que se
infiltró en el Frente Nacional francés, llegando incluso a laborar internamente
como secretaria.
En Bélgica, está jurídicamente estipulado que las técnicas de investigación
encubierta sólo pueden ser admitidas bajo tres condiciones: que la información
que se busca sea de interés público, que no pueda obtenerse de otra manera, y
que el periodista que no trabaje como freelance (independiente) tenga la
autorización de sus superiores jerárquicos.
El 14 de noviembre pasado tuvo lugar en Kiev, Ucrania, la Conferencia
Mundial de Periodismo de Investigación, en la que varios comunicadores
expusieron sus técnicas de trabajo clandestinas.
Esa ocasión, la citada AJP de Bélgica expuso: “Los periodistas no pueden
utilizar medios desleales para obtener una información, como inventarse una
identidad, disimular su calidad de periodista, utilizar micrófonos o cámaras
ocultas, practicar la vigilancia o la infiltración, etcétera. Los códigos y las
cartas deontológicas lo prohíben”. Sin embargo, apuntó, “las excepciones pueden
ser admitidas desde el punto de vista ético”.
Respecto de la exigencia de Tonnelier de eliminar la información de Internet
en su faceta extremista, en Bélgica existe el “derecho de rectificación
numérica” (que se aplica cuando se publica información errónea de una persona),
y el “derecho de comunicación numérica” (cuando una persona quiere actualizar el
caso que lo concierne y que trató anteriormente el medio).
El “derecho al olvido” es un debate abierto todavía en Europa y muy difícil
de regular. En enero pasado, la Comisión Europea presentó una directiva que
prevé tal derecho. No obstante, aunque el Consejo de Prensa suizo lo ha
integrado a su dispositivo deontológico, los organismos belgas no han tomado una
posición al respecto.
“El terreno está minado”, advierte la AJP, “el riesgo de revisionismo (la
actualización de doctrinas o prácticas pasadas), el daño al deber de memoria y
la libertad de informar están en juego”.
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