Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 15 de octubre de 2012

Chávez y la Diplomacia Pública de Washington- Segundo acto

Chávez y la Diplomacia Pública de Washington

Carlos Fazio
Junto a la cartelizada prensa occidental, uno de los grandes perdedores de los comicios venezolanos del 7 de octubre fue la llamada Oficina de Diplomacia Pública de Washington. Alimentadora del terrorismo mediático desde los años de la guerra fría, la oficina dedicada a la desestabilización de los procesos democráticos y populares del área trabajó sin denuedo entre finales de julio y el día de las elecciones para tratar de imponer una serie de ideas fuerzas que, direccionadas a/y reproducidas por los principales medios de Estados Unidos, América Latina, Madrid y Londres, buscaron posicionar al candidato opositor Henrique Capriles Radonski, a contracorriente de las principales firmas encuestadoras, que daban como claro ganador a Hugo Chávez.
 
Un principio rector de la campaña fue que Capriles no estaba compitiendo contra Chávez, sino contra un eje conformado por una junta de narcogenerales, políticos nepotistas y cubanos (sic), que planearon utilizar la elección como medio para controlar Venezuela después de que Chávez quede incapacitado o muera. Ergo, que a través de la intimidación, la violencia y el fraude electoral, se trataba de perpetuar un chavismo sin Chávez.

Asesorada por dos expertos israelíes, el político, diplomático y escritor Shlomo Ben Ami, miembro del Partido Laborista y ex ministro de Asuntos Exteriores de Israel, y Alon Pinkas, también diplomático, quien se desempeñó como cónsul general en Estados Unidos entre 2000 y 2004 y asesoró a dos ministros de Relaciones Exteriores y al ex primer ministro Ehud Barak, la campaña buscó fabricar la candidatura de Capriles como un hombre serio, que ofrecía estabilidad, fiabilidad, predictibilidad económica y un mejoramiento tangible en las relaciones de Venezuela con el mundo. Con él, Venezuela se convertiría en una democracia vibrante y abierta, en remplazo de una oligarquía militar-autoritaria.

El cronograma de 84 días (77 entre el 23 de julio al 7 de octubre, y la semana posterior a la elección) fue diseñado en tres fases. La primera, consistió en la acumulación y configuración del discurso y debate en los medios, vía la redacción y diseminación de artículos e ítems noticiosos concernientes a las elecciones con base en la matriz de opinión: Henrique Capriles Radonski versus el eje Narco-Junta-Cuba y los peligros de una Venezuela pos-Chávez dirigida por una dictadura castrense-autoritaria.

La segunda fase buscó relacionar a Capriles con líderes mundiales y ejecutivos de negocios, y hacerlo disponible a los medios internacionales, sobre la base de que una Venezuela con Capriles sería mejor y más confiable para hacer negocios. Los acuerdos serían cumplidos, las inversiones protegidas y los intereses respetados. A tales efectos, Alon Pinkas, también director de Brainstorm Cell Therapeutics Inc. y comentaristas de medios israelíes y extranjeros, incluyendo Fox News, contrató a la empresa publicitaria estadunidense Thunder 11, presidida por el judío residente en Nueva York, Marcos Greenberg, quien también asesoró la campaña del ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe.
 
En la tercera etapa de la campaña (los 10 días previos al 7 de octubre), debía volcarse toda la información e inteligencia disponible sobre la salud de Hugo Chávez, las presuntas luchas intestinas dentro de las fuerzas armadas venezolanas, los conflictos entre los narcogenerales, la intromisión y el involucramiento directo de Cuba, así como la manipulación potencial, las irregularidades y el fraude en las elecciones, con base en el impulso estratégico principal del plan: si en el futuro, Venezuela sería una democracia o seguiría gobernada por una narco-junta y Cuba (narco-junta-Cuban ruled).
 
El modus operandi de la campaña contempló la identificación de periódicos, canales de Tv, blogs y agentes de los medios sociales relevantes y probablemente dispuestos a publicar, e incluyó un proceso dirigido primero a establecer la confiabilidad de reporteros y escritores individuales, y después proveer un flujo de artículos constantes a una veintena de grandes medios, entre los que sobresalieron The New York Times, The Wall Street Journal, Reuters, Ap, The New York Post, The Miami Herald, Time, Newsweek/The Daily Beast, Foreing Policity, Bloomberg/Business Week, Forbes, The Atlantic, The Guardian, El País, CNN, CNBC, BBC y los afiliados locales en el área de Miami de ABC, CBS, NBC y Fox, así como varios informes periódicos y blogs de la industria del petróleo.
 
Según el documento Public diplomacy and Media, Shlomo Ben Ami, Alon Pinkas (sus socios en Washington) y Thunder 11 facilitarían el acceso a Capriles y suministrarían datos duros y pruebas en relación con el eje narco-junta-cubano. Y dado que la Diplomacia Pública es también un esfuerzo mediático, la idea era utilizar las reuniones con líderes, diplomáticos, políticos y ONG humanitarias para que fueran reproductores de las matrices de opinión diseñadas en el plan. Se programaron encuentros con políticos y líderes del Congreso de Estados Unidos y de los comités de Energía, Comercio y Relaciones Exteriores; de los gobiernos y parlamentos de Colombia, España y Gran Bretaña; ministros europeos del Exterior, y Human Rights Watch.
 
El resultado está a la vista: Chávez y los venezolanos también le ganaron la batalla mediática a Washington. El empate técnico resultó un fraude de los paraperiodistas de El País y mitoteros afines. Pero la guerra continúa. En el rediseño de la confrontación, es previsible que Estados Unidos insistirá en vincular la prolongación del mandato al 2019 con la matriz populismo-dictadura, conectada con la enfermedad del presidente Chávez, la corrupción, el burocratismo y la violencia en clave de polarización clasista. Ideas a reproducir, claro, por los viejos conocidos de siempre: Roger Noriega, Vargas Llosa, Otto Reich, Patricia Janiot, Jorge G. Castañeda, la argentina Bullrich y un puñado de estrellas mediáticas.
 
 
Segundo acto

Arturo Balderas Rodríguez
El segundo acto del drama electoral en Estados Unidos se efectuó el jueves pasado entre Joe Biden, actual vicepresidente, y el aspirante a serlo, Paul Ryan. Como se esperaba, el desempeño del vicepresidente Biden fue, con mucho, más directo que el del presidente Barack Obama en su enfrentamiento con Romney una semana antes. Se cumplió el vaticinio de la mayoría de los comentaristas políticos. Biden refutó con precisión y firmeza todas y cada una de las propuestas de Ryan; desmontó uno a uno los ataques en su contra al igual que lo hizo hace cuatro años en su debate con la entonces candidata a la vicepresidencia Sarah Palin.
 
Una vez más Biden demostró su sólido conocimiento de los problemas que deben resolverse para continuar con la recuperación del país. En el tema de la política económica y su impacto en el presupuesto también quedó claro la diferencia entre uno y otro candidato. Con ejemplos específicos demostró que, con excepción de 1 por ciento del sector más acaudalado, al resto de la sociedad le causaría gran daño la propuesta de Ryan, que para reducir el déficit propone cercenar el gasto en un monto que desfondaría los programas que han operado como red de protección para sectores más necesitados. Cabe señalar que Ryan, como presidente de la comisión de presupuesto de la cámara baja, es el responsable de elaborar el presupuesto. Además, en cuestión de impuestos propone extender el recorte decretado por Bush para todos los causantes por igual, a diferencia de lo propuesto por Obama de gravar más solamente a quien reciba ingresos por más de 250 mil dólares al año.
 
En el tema de política exterior, Ryan nunca atinó a explicar cuál es la diferencia entre la que desarrolla el actual gobierno y la que él y Romney proponen. Cuando se habló de Libia, las palabras de Ryan hicieron recordar la política de contención practicada por Bush, mediante la que justificó la invasión a Irak y ocasionó conflictos en todo el orbe por su política militarista. Dio la impresión de que él hubiera ordenado la invasión de Libia en respuesta al incidente en el que perdió la vida el embajador estadunidense, como resultado de un ataque terrorista en la sede diplomática de EU en ese país. Fue un claro ejemplo que de llegar a gobernar el país, su política exterior estaría determinada en primera instancia por el uso de la fuerza militar y en segundo por la diplomacia.
 
Obama pudo respirar un poco más tranquilo después del debate, una vez que Biden dejó sentado claramente por qué él y Obama deben ser reelectos. Su exitosa defensa de la agenda demócrata se conjugó con el anuncio de que el desempleo había llegado a su nivel más bajo, 7.8 por ciento, desde el día en que Obama llegó a la presidencia cuando superaba 12 por ciento. Habrá que ver el desempeño del presidente en el debate del próximo martes para saber si es capaz de salir al paso de las propuestas y las medias verdades de Mitt Romney, o en definitiva franquearle el paso a la presidencia.
 

Nosotros ya no somos los mismos
Caso Zuno Arce, de los resbalones de la justicia de EU
Ortiz Tejeda
Foto
El político jalisciense Rubén Zuno Arce pasó 23 años recluido en Estados UnidosFoto Tomada de Internet
O
bsesivo compulsivo, testarudo, reiterativo, pertinaz, obcecado. Puede que sí, o simplemente, que entro a un tema, me quedo picado y va de nuez: continúo con el relato de algunos pequeños resbalones de la impartición de justicia en Estados Unidos.
Comienzo con un asunto que regresó brevemente al comentario público en razón de la muerte de su principal protagonista: Rubén Zuno Arce. Se trata de un político de no muy altos vuelos, oriundo de Jalisco, del que tengo como datos más destacados una diputación local y una gerencia en la extinta Conasupo en los tiempos de Jorge de la Vega. Lo más llamativo de su biografía son dos importantes nexos familiares y su trágico final. Su padre, José Guadalupe Zuno, fue un intelectual, artista, periodista, educador y político cuya obra, en todos estos aspectos fue sobresaliente. Menciono tan sólo que fue fundador de la Universidad de Guadalajara y gobernador, apreciadísimo en su entidad. En 1970, su cuñado se convirtió en presidente y su hermana María Esther, no en una primera dama (ridículo e incomprobable título que no existe ni en las damas chinas), sino en una compañera dignísima y solidaria del primer mandatario mexicano. La imagen de Zuno Arce era controversial. Recuerdo una cena en la que se enfrentaron, por un lado, el subsecretario Fausto Zapata y, por el otro, los diputados Gómez Villanueva, Jesús Puente Leyva, Armando Labra y algún otro del ala decente de esa legislatura, en razón del carácter atrabiliario y violento que unos le achacaban al cuñado incómodo, y quienes lo defendían contra viento y marea. No recuerdo, en esos tiempos, una acusación directa contra Zuno por ligas con el entonces incipiente narco, hoy señor de todos nuestros días.
Febrero 7 de 1985, el agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar (Kiki), fue secuestrado por un comando narco. Su cadáver, con muestras de crueles torturas, fue encontrado en el rancho La angostura, municipio de Vista Hermosa del estado de Michoacán, el 5 de agosto. Se trataba de una clara venganza. Camarena había contratado a un joven piloto de la Secretaría de Agricultura, Alfredo Zavala, para que le pasara informes de cualquier situación que dentro de sus vuelos de rutina, considerara sospechosa. Zavala informó a Camarena haber visto en el estado de Chihuahua una extensión de mil hectáreas sembradas con mariguana, mismas que tras la denuncia fueron destruidas por el Ejército. Se trataba del rancho El Búfalo, propiedad de Rafael Caro Quintero. La respuesta fue inmediata: Camarena y Zavala, luego de brutales torturas, fueron liquidados.
En 1989, en Texas, Rubén Zuno Arce fue detenido, acusado de complicidad con Caro Quintero, Félix Gallardo y Ernesto Fonseca, en los homicidios mencionados, pues la casa donde habían sido masacrados era propiedad de Zuno. No importaron todas las pruebas que demostraban que la propiedad la había vendido mucho tiempo antes de los trágicos acontecimientos. Los testigos contra Zuno fueron ex policías, muy bien remunerados, el principal de ellos, Héctor Cervantes, quien años después en un acta notarial confesó que su declaración inculpatoria era falsa y se la había exigido por la fuerza el fiscal Manuel Medrano. Nada cambió. ¿O usted, por creyente que sea, piensa que Diosito sí puede quitar los palos dados? En 1992, Zuno fue declarado culpable.
Hace unos días, Chis Burke, vocero del sistema de prisiones de Estados Unidos informó que Rubén Zuno murió en Florida, a la edad de 82 años, después de pasar los últimos 23 en cuatro diferentes prisiones. En ese tiempo jamás aceptó inculpar a ningún mandatario mexicano a cambio de su liberación. Breve nota: antes de escribir estos renglones, buscando ampliar información, solicité una entrevista con el senador Manuel Bartlett, pero no se dignó reportarse. Opinión: podrá cambiar de partido, pero de maneritas es como la Suave Patria: fiel a sí mismo.
Operación Leyenda, se llamó al conjunto de acciones llevadas a cabo por la DEA, con la activa participación de John Gavin (homicida confeso y publicitado del pobre Pedro Páramo). Hay dos versiones. La primera, que un grupo encubierto de la DEA (no sé para qué encubierto, si hasta en las páginas de sociales figuran), realizó el secuestro fast track del doctor Humberto Álvarez Machain, a quien acusaban de haber mantenido vivo al agente Camarena, a fin de exprimirle toda la información posible. La otra, que los captores fueron cazarrecompensas profesionales que a la usanza del viejo wild West hicieron el trabajito y entregaron al doctor Machain a las autoridades competentes… en EU. El gobierno mexicano presentó su formal protesta por la violación al Tratado de Extradición del 4 de mayo de 1978 pero éste, obviamente, no fue argumento de peso para los tribunales estadunidenses, por razones que mencionaré adelante. Lo que resultó insostenible fue el alegato de la fiscalía: las acusaciones fueron tan inconsistentes, que Álvarez Machain tuvo que ser puesto en libertad. Lo que no he logrado investigar, es quién le pagó el boleto de regreso a Guadalajara.
A unos kilómetros de la frontera Mexicali/Caléxico vivía Ramón Martín Verdugo, quien, conocedor de la región, fungía como asesor de narcos como Caro Quintero, a quien sugería los mejores tiempos y movimientos para el más eficaz trasiego de la droga. Del otro lado de la frontera ejercía un juez tan celoso de su deber que decidió extender sus funciones para este lado. Harto de las actividades delictivas de Martín Verdugo, y ante la incomodidad que le representaba el tener que venir a México a castigar a este delincuente, decidió mandar por él. Contrató a tres policías (30 mil pesos cada uno), para que le hicieran el servicio de acercarlo a la border line. En llegando a oscuro paraje, lo sacan de oscura cajuela y en la oscuridad de la noche y, para que no se hiciera daño, le hacen una suave camita y lo lanzan al aire no más de dos metros, sólo que el segundo estaba ya, del otro laredo. ¡Oh sorpresa! En unos escuálidos matorrales del desierto pernoctaban agentes de la Migra, que no tuvieron di’otra sino cumplir con su deber (pero qué ocurrencias de’ste vato de adentrarse sin papeles, se dijeron). La Migra lo entregó a la DEA, y el laborioso juez lo condenó sin remedio. El gobernador de Baja California, Xicoténcatl Leyva Mortera, un soberano pillastre desde sus épocas universitarias, dio gracias a Dios: sin despeinarse, se había librado de un aguerrido competidor. ¿Resulta ya cansado decir que 14 años después se dio la inevitable retractación de los acusadores?
Dos últimos comentarios: jamás conocí ni crucé palabra con ninguno de los personajes mencionados y, por su conducta, no meto al fuego ni la mano del metate. Hago notar eso sí, que fueron víctimas de violación a sus elementales derechos humanos. De mil delitos podían, o no, ser culpables, pero no de aquellos por los que fueron juzgados.
Pero lo más grave, porque es una amenaza vigente. En el caso de Álvarez Machain, el gobierno estadunidense decidió, seguramente ante la carencia de evidencias suficientes, recurrir al expediente del secuestro y no a la aplicación del Tratado de Extradición.
El tribunal de distrito consideró que “no había lugar al procesamiento por violación al Tratado de Extradición (4 de mayo de 1978), y el tribunal de apelación confirmó esta sentencia. Sin embargo, el Tribunal Supremo estadunidense declaró (y, agárrense todos): aunque el secuestro es incompatible con los principios del derecho internacional y las disposiciones bilaterales y multilaterales, a las que EU está obligado, así como a respetar la soberanía de otras naciones, asumiendo que ninguna autoridad puede realizar en otras, actos que sólo corresponden a su jurisdicción y que ésta, sobre su territorio, es necesariamente exclusiva y absoluta, se permite la siguiente conclusión: el Tribunal Supremo considera que: como el tratado no prohíbe (expresamente) el secuestro, no le compete investigar cómo llegó ante él, el acusado. Y agrega de manera altanera, bárbara y ominosa, que el problema del secuestro y la extradición es una cuestión que no corresponde a las normas del derecho, (Poder Judicial), sino a las de la política (Ejecutivo), es decir, a las de la fuerza. El hecho de que el demandado haya sido secuestrado, no impide su enjuiciamiento por un tribunal de los Estados Unidos.
También se nos recordó la existencia de la Ley Ker, que autoriza (¿por quién?) a EU a secuestrar ciudadanos extranjeros y llevarlos ante la justicia estadunidense con el aforismo mala captus bene detentus. Sin latinajos y traducción libre: no lo hizo para ver si podía, sino porque podía, lo hizo. Porque el que pega primero pega dos veces y, en resumen, Porque el que puede chingar, ya chingó. In god we trust.

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