Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 6 de octubre de 2012

Comicios en Venezuela- El carácter de los conflictos en la Bolivia actual

Comicios en Venezuela
Todo lo que quería saber sobre Venezuela
Luis Britto García
¿Qué son más interesantes, las conferencias o las preguntas que se plantean después de ellas? Reproduzco algunas que me formularon durante una gira por Europa, con las respuestas.
En todas partes inquieren: –¿Y la salud del presidente?
–Lo veo en plena posesión de sus facultades físicas y mentales.
Cuando indagan sobre el sistema electoral venezolano, les leo la declaración donde el ex presidente Carter afirma que es uno de los más perfectos del mundo, mientras que el de Estados Unidos es uno de los menos perfectos del planeta.
En Frankfurt, capital financiera de Europa, camino por calles donde se suceden los comercios en quiebra. En la Casa Sindical DGB Haus un sindicalista inquiere: –¿Ha hecho algo Venezuela para romper la dependencia hacia los hidrocarburos?
–Culminó una campaña nacional para sustituir bombillos fotovoltaicos por fluorescentes. Tenemos dos represas hidroeléctricas gigantescas, la del Guri y la de Caroachi, y desde 2002 estamos construyendo la Manuel Piar, que ahorrará unos 25 millones de barriles de petróleo por año. Como en el resto del mundo, apenas empezamos la sustitución por energías renovables, pero empezamos bien.
En el aeropuerto de Estocolmo un retrato mural glorifica a Ingmar Bergman, a quien las autoridades suecas persiguieron, humillaron públicamente y escarnecieron por una insignificante deuda de impuestos. En el II Seminario Nórdico de Medios de Comunicación y América Latina en el ABF-Huset, me inquieren sobre las medidas para frenar la agresión de los monopolios mediáticos contra las democracias.
–Legislación, para obligar a informar en forma veraz, imparcial y oportuna, limitar la emisión de publicidad, evitar la incitación al racismo y la discriminación racial y establecer la responsabilidad de los comunicadores. Emisoras alternativas, de servicio público o comunitarias, para equilibrar el abrumador predominio numérico de los medios privados. Educación del público, para enseñarle a descifrar los códigos mediáticos y advertir sus engaños.
En el Centrum fur Marxistica Samballstudien un provocador con acento antillano me pregunta si estoy de acuerdo con implantar un sistema tipo cubano en Estocolmo.
–Estoy de acuerdo en que haya un sistema tipo cubano en Cuba.
En Belgrado recorro avenidas donde todavía edificios públicos bombardeados permanecen como amasijos de cabillas y cascote incinerados, hasta la Academia Megatrends, donde un estudiante se queja: nos cobran matrículas educativas altísimas.
En Venezuela más de 80 por ciento de los educandos cursan en institutos públicos gratuitos en todos los niveles, salvo en algunos posgrados. Dedicamos más de 6 por ciento del producto interno bruto a la educación; entre 2009 y 2011 la inversión educativa creció 1,800 por ciento. En la década pasada el gobierno ha creado 20 casas de educación universitaria, cuatro institutos universitarios de tecnología, seis universidades politécnicas y 10 nuevas universidades; la matrícula en educación superior se duplicó de 894 mil 418 educandos en 2000 a 2 millones 109 mil 331 en 2009. Estudian 9 millones 329 mil 703 personas: uno de cada tres venezolanos.
También en Belgrado me preguntan: –¿Algunos movimientos derechistas que operaron en Serbia exportan sus tácticas a Venezuela?
–Nuestra derecha importa tanto su ideología como sus símbolos. Algunos estudiantes acomodados usaron disfraces de manitas blancas, lucieron camisetas con el puño de Otpor, se bajaron los pantalones para enseñar el trasero. Pero el hábito no hace al gobernante.
En el foro convocado por nuestra misión en La Haya un diplomático inquiere:–¿Recibe la oposición financiamientos externos?
–La investigadora Eva Golinger ha demostrado que fondos de la USAID, del National Endowment for Democracy y de ONG foráneas mantienen a la oposición. En Wikileaks consta que varios opositores fueron a pedir dinero a la embajada de Estados Unidos, y como no les contestaron de inmediato, repitieron la petición en inglés.
–¿Alguien se preocupa por el retiro de Venezuela de la Comisión y la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, de la Organización de Estados Americanos?
–La OEA ha legitimado todas las intervenciones armadas de Estados Unidos contra América Latina y el Caribe; su Comisión de Derechos Humanos reconoció de facto la dictadura surgida del golpe de Estado de 2012 en Venezuela y no tomó medidas en favor del presidente legítimo, que se encontraba secuestrado. Ni Estados Unidos ni Canadá se han sometido nunca a esos organismos. Tampoco tenemos que someternos nosotros, sobre todo cuando intentan suplantar a nuestros tribunales y sentenciar en cuestiones que afectan el orden constitucional interno.
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Caminata por las calles de Caracas dos días antes de la jornada electoral
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Largo rato tardo en convencer a una periodista de que no, el Consejo de Estado no decidirá la sucesión presidencial, de que el orden de suceder está en la Constitución Bolivariana, sancionada en referendo por la abrumadora mayoría de la población.
En Hamburgo –durante un siglo destino de nuestras exportaciones de café y cacao– paso horas embriagadoras en el Museo Naval fotografiando modelos de carabelas, navíos de línea, acorazados: todas las flotas con las cuales Europa realizó al asalto del mundo. En el Spanisches Kulturinstitut Cervantes una dama se inquieta por la inseguridad.
–Hasta 2008 el Instituto Nacional de Estadística registraba unos mil homicidios por año. El año inmediato el INE hace una Encuesta sobre Percepción Ciudadana de Inseguridad entre 5 mil personas, las cuales opinan que en Venezuela habrá unos 19 mil homicidios anuales. Pero una opinión no es un homicidio. Por el contrario, la suma total de delitos bajó de 155 mil 80 en 2009, a 143 mil 774 en 2010 y 129 mil 210 en 2011. Todos los que hoy delinquen se formaron cuando mandaba la oposición. En ese entonces se podía enviar a un ciudadano a cumplir trabajos forzados durante años mediante un simple memorando que lo acusara de no tener oficio o profesión conocida. También, se detenía ilegalmente a barrios completos, y se los liberaba a capricho. Las mayores tasas delictivas se registran en estados donde la oposición gobierna: Zulia, Táchira, Carabobo, Miranda. El proceso bolivariano ha creado una Policía Nacional, una Universidad Experimental de la Seguridad y un Ministerio de Asuntos Penitenciarios.
Un obrero se refiere al generalizado desempleo, falta de habitaciones e irrespeto a los derechos del trabajador en Europa, que entre otras formas se manifiesta por la tercerización laboral.
–En Venezuela está en marcha un ambicioso plan para construir 2 millones de viviendas para los trabajadores. El año 2011 las lluvias dejaron 100 mil compatriotas sin hogar: se los ha alojado en ministerios, en edificios públicos, hasta en hoteles de lujo mientras se los provee de techo. A mediados de los años 90 del siglo pasado, un acuerdo entre el gremio patronal, la cúpula sindical y el gobierno privó a los trabajadores de sus prestaciones sociales, que la nueva Ley del Trabajo les ha restituido. Esta norma también prohíbe categóricamente la tercerización, vale decir, la contratación de los trabajadores por conducto de entes ficticios para negarles el reclamo de sus derechos. La tasa de desempleo en Venezuela es de 6 por ciento, en contraste con la desocupación de 25 por ciento en España.
En la Universidad Friedrich Schiller de Jena un estudiante pregunta: –¿De verdad sienten los latinoamericanos la necesidad de unirse?
–Alemania fue hasta el siglo XIX una diversidad de principados antagónicos. ¿Sintieron los alemanes la necesidad de unirse como una sola nación? Alemania fue hasta finales del siglo XX dos Alemanias. ¿Será que sintieron los alemanes la necesidad de unificarse? ¿Y por qué los latinoamericanos no?
Sobre cuántas cosas más no me preguntan en todas partes. Acerca de las repercusiones de la decisión electoral en Venezuela en los procesos de integración latinoamericana, que serían significativas. Con respecto al socialismo del siglo XXI. Sobre las compras de armamentos, explicables cuando Estados Unidos eleva a 47 sus bases en la región y un país vecino tiene medio millón de hombres en su presupuesto militar. Sobre una supuesta masacre de indígenas por mineros ilegales, que recorre los medios del mundo a pesar de que por ninguna parte aparece ni una sola prueba de que haya ocurrido, ni un solo desmentido ante la falta de pruebas. Acerca de las semejanzas y diferencias entre los movimientos sociales de Venezuela y América Latina y los de Europa. Los latinoamericanos también preguntamos muchísimo antes de comprender que sólo nosotros podíamos darnos nuestras propias respuestas.
Salto a Weimar, eludo la casa del cortesano Goethe y doy una larga caminata hasta el archivo del recalcitrante Nietzsche. Su marmórea mascarilla mortuoria me interroga si el reino de la libertad no será el paso necesario para la transmutación de todos los valores.
En el helado crepúsculo de Frankfurt, entre edificios que parecen frascos de perfume, las grúas terminan el rascacielos del Banco Central Europeo mientras el euro se derrumba. Una señora me pregunta si es verdad que los bolivarianos preparan una ley para prohibir la minifalda.
–Sí, pero sólo a las damas suficientemente ingenuas para creerlo.
 
El carácter de los conflictos en la Bolivia actual
Emir Sader
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Intervención del presidente boliviano, Evo Morales, ante la Asamblea General de Naciones Unidas, en septiembre pasado
Foto Ap
Las relaciones entre desarrollo económico y protección ambiental cruzan hoy, prácticamente, todos los procesos latinoamericanos. El continente necesita, absolutamente –después de una fuerte y prolongada recesión–, poder atacar su problema central: la desigualdad económica. Es que conforme los gobiernos neoliberales promovieron la desindustrialización y la apertura acelerada de los mercados internos, la situación de la demanda internacional cambió: la exportación de productos primarios –entre ellos los energéticos– pasó a tener un papel central en la pauta comercial de América Latina.
Esta combinación produjo conflictos explosivos en casi todos los países del continente, con gobiernos progresistas o no. Bolivia no es una excepción, aún teniendo, por primera vez, un presidente indígena y un gobierno apoyado directamente por los movimientos de habitantes originarios.
El proyecto de construcción de una carretera cruzando la reserva de los Tipnis (*), ubicada entre Cochabamba y el Beni, condujo a grandes polémicas y muchos conflictos. La cobertura de prensa fuera de Bolivia fue totalmente unilateral, promoviendo un brutal y cobarde cerco informativo contra el gobierno de Evo Morales.
Dentro del país, los medios privados exaltaron los movimientos opositores al proyecto del gobierno, apareciendo, paradójicamente, como defensores de los indígenas y de la ecología. Como en todos los países de la región, la finalidad de minimizar al gobierno, mediante una insólita alianza de la derecha con sectores del movimiento popular.
A lo largo de toda la crisis de los Tipnis, nadie, o casi nadie, dio cabida para escuchar las voces del gobierno –en particular de Evo Morales y Álvaro García Linera–. Su interés era condenar la supuesta traición del gobierno originario del movimiento indígena, que reprimía a esos movimientos y violentaba sus reservas.
Álvaro García Linera publicó un libro que refuta todos y cada uno de los alegatos de la oposición y de sus portavoces bolivianos e internacionales. A pesar de ser el más importante intelectual latinoamericano contemporáneo y, al mismo tiempo, vicepresidente de la república, se buscó ejercer sobre sus palabras la censura y el cerco cobarde que se emplea sobre el proceso boliviano.
El libro se titula Geopolítica amazónica, y se le subtituló Poder hacendario-patrimonial y acumulación (capitalista). Fue publicado por la vicepresidencia de la república, y participé de su lanzamiento en La Paz, el 8 de septiembre, con la asistencia de un público –mayoritariamente– joven de unas mil personas.
En él, Álvaro comienza por exponer las transformaciones logradas por el gobierno en estos seis años, que permiten decir que se trata de un proceso revolucionario –una revolución político-cultural y económica, en sus palabras–. Transformaciones en la adecuación del poder del Estado y en las propias formas de adoptar decisiones que caracterizan los profundos cambios políticos y culturales vividos por Bolivia. Transformaciones en la propiedad de los principales medios de producción –en el campo, en los sectores industriales– marcan la revolución en el plano económico.
Sin embargo, el libro de Álvaro se centra en desmentir los supuestos que orientan la campaña mediática de la oposición –dentro y fuera de Bolivia– contra el gobierno. Entre estos, uno es el que circula la idea de que la carretera de Tipnis sería parte de la IIRSA (**), como instrumento de exportación de los productos brasileños hacia el Pacífico, valiéndose del territorio boliviano.
El libro demuestra, claramente, que la carretera llega a territorio boliviano como parte de la unificación nacional del país, siempre fragmentado y dependiente; en este caso, el pasaje por Santa Cruz de la Sierra aporta a la conexión entre Cochabamba y el Beni –provincia esta última en que el gobierno desarrolla amplios proyectos agrícolas que liberarían a su economía de la dependencia de su vecina cruceña. Por eso Álvaro llama farsa cantinflesca la acusación.
Otra falsedad tiene que ver con una supuesta imagen de los Tipnis como una reserva virgen, que sería violada por la carretera que el gobierno proyecta construir. El libro demuestra, con hechos –mapas y fotos– cómo esa región es intensivamente explotada por las grandes empresas internacionales del sector de la madera, de la caza de cocodrilos y por ganaderos, entre otros. Varios aeropuertos clandestinos sirven para algunas de estas actividades, así como un intenso turismo internacional.
Es así que la no presencia del Estado, propugnada por las ONG internacionales y algunos movimientos indígenas, lo que defienden no es la inexpugnabilidad de la reserva, sino la permanencia y extensión de esas explotaciones, con la ausencia del Estado nacional boliviano. Álvaro acusa a esas ONG y movimientos indígenas de defender, de esa forma, los intereses de grandes multinacionales y de gobiernos extranjeros.
El poder en la Amazonia boliviana es detentado, entonces, por esas empresas, por gobiernos de países centrales del capitalismo, por un bloque hacendado-empresarial que explota materias primas de la región y por un conjunto de ONG que actuan en la zona. Al final del libro, Álvaro se concentra en el argumento de que en Bolivia –como también otros países progresistas de la región– se desarrolla un modelo extrativista, negativo para el desarrollo económico y social. Después de retomar criterios clásicos de Marx sobre las formas de apropiación de la naturaleza por la humanidad, Álvaro concluye: No existe evidencia histórica que certifique que las sociedades industriales capitalistas sean menos nocivas frente a la Madre Tierra que las que se dedican a la extracción de las materias primas, renovables o no renovables. Superar el extractivismo no es superar el capitalismo. En esta fase se hace indispensable utilizar los recursos aportados por la actividad primaria o exportadora controlada por el Estado para generar los excedentes que permitan satisfacer las condiciones mínimas de vida de los bolivianos y garantizar una educación intercultural y científica que genere una masa crítica capaz de asumir y conducir los procesos emergentes de industrialización y de economía del desarrollo.
Si se dejara intempestivamente el extractivismo se perdería la oportunidad de la acumulación de recursos para el salto hacia una economía basada en la industria y en el conocimiento. La simple condena al extractivismo dejaría la economía del país pobre e inerme, relegado a su estado actual. Sería la estagnación, que prepararía el camino para la restauración conservadora que los opositores desean. Lo importante es reorientar el sentido de la producción sin olvidar que es preciso satisfacer las necesidades básicas fundamentales, que fueron precisamente las que llevaron a la población a construir el poder del Estado. Justamente lo que estamos haciendo en Bolivia:
Es, por lo tanto, un libro esencial, sin el cual la visión de los conflictos y de la etapa actual del proceso boliviano serían imposibles de comprender.
(*) Tipnis: Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure
(**) IIRSA: Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana
Traducción: Ruben Montedónico

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