Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 8 de octubre de 2012

Ejercicio democrático en Venezuela- American Curios-Nosotros ya no somos los mismos - Las injusticias de la justicia estadunidense

Ejercicio democrático en Venezuela


En la elección presidencial realizada ayer en Venezuela se puso en juego mucho más que la titularidad del Poder Ejecutivo: los comicios fueron una suerte de referéndum sobre la continuidad de un proyecto de transformación social de gran calado emprendida por la vía democrática a partir de 1998 y refrendado por la mayoría de la sociedad venezolana en tres ocasiones sucesivas, contando la de ayer.
 
Con independencia de la simpatía o la aversión que suscite el programa de gobierno de Hugo Chávez y su personalidad, sin duda polémica, los epítetos de dictador y autócrata que le han lanzado la derecha venezolana e internacional deben ser contrastados con el formidable ejercicio cívico realizado ayer, en el que la participación ciudadana alcanzó, a decir de Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral, una de las más altas en las recientes décadas.

Otro hecho que pone de manifiesto el carácter real del gobierno chavista es que, mientras que el ex militar ha sometido su permanencia en el poder al veredicto popular, un sector de sus adversarios ha recurrido, en su empeño por sacarlo del Palacio de Miraflores, al golpe de Estado. Resulta significativo, a la luz de estos hechos, el empeño de medios y gobiernos oligárquicos en seguir caracterizando al gobernante venezolano como antidemocrático y autoritario.

Más allá de sus fronteras, en donde los resultados de la elección de ayer otorgan un sexenio más al oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el resultado tiene una proyección latinoamericana, continental e incluso mundial que no debe dejarse de lado. En primer término, la permanencia del chavismo en el gobierno de Caracas fortalece a la Alianza Boliviarana para los Pueblos de Nuestra América, que agrupa a Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y Granadinas, además de la propia Venezuela; a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que aglutina a todas las naciones del continente, con excepción de Estados Unidos y Canadá, así como al Mercosur, instancias políticas y económicas que buscan la integración del subcontinente y que han constituido un contrapeso saludable y necesario a la proyección hegemónica del poderío estadunidense sobre la región.
 
No hubo, durante la jornada, denuncias por irregularidades o manejos turbios del sufragio popular, y por la noche el principal candidato opositor, Henrique Capriles, reconoció la civilidad que imperó en la jornada electoral y felicitó al mandatario por su triunfo.
 
En suma, a pesar de la polarización que el gobernante venezolano genera en su país y fuera de él, todo parece indicar que la elección ha servido para resolver en forma pacífica y democrática las diferencias políticas consustanciales a cualquier sociedad y no para enconarlas y mutiplicarlas, como ha venido sucediendo, por desgracia, en nuestro país.
 
American Curios
Guerra y canto
David Brooks
Foto
Pacifistas marcharon este domingo por calles del centro de Chicago para exigir al presidente Barack Obama el fin de la guerra en Afganistán
Foto Ap
La guerra/ ¿para qué sirve?/ absolutamente para nada (War, de Edwin Starr)
 
Este 7 de octubre marcó el decimoprimer aniversario de la guerra de Estados Unidos en Afganistán, ahora la conflagración más larga en la historia de Washington. Es un aniversario casi encubierto y nadie en las calles del país se da cuenta, con la excepción notable de las miles de familias que tienen a un soldado allá o que falleció, veteranos que han regresado y los necios activistas que se oponen a las políticas bélicas.
 
Eso genera una sensación muy extraña de vivir en un país que bombardea, aniquila, destruye y ensangrenta a otro, sin que aquí se sienta nada –no se oyen los gritos de agonía ni el rugir del cañón, ni el llanto inaguantable de miles de madres, tanto allá como aquí mismo, ni las vidas destruidas de los jóvenes allá ni aquí.
 
No es que no haya agrupaciones por todas partes del país que realizan plantones, marchas, manifestaciones y foros sobre esta y las otras guerras. De hecho, abrumadoras mayorías de la ciudadanía –en algunas encuestas hasta 80 por ciento– no aprueban esta aventura bélica.
 
Tal vez el trabajo más extraordinario aquí sobre los conflictos es el impulsado por los propios ex combatientes, como los Veteranos de Irak Contra la Guerra, que ahora también incorporan a veteranos de Afganistán y que se están organizando contra las políticas militaristas.
 
Pero a pesar de las acciones de disidencia y de la opinión publica, no se expresa una ola de oposición masiva ni una amplia conciencia popular sobre esta u otras guerras.
 
Desde que empezó la guerra, el 7 de octubre de 2001, han muerto poco más de 2 mil soldados estadunidenses. Unos 2 millones 400 mil soldados de ese país han participado en las guerras en Irak y Afganistán. Los efectos en casa de esas conflagraciones son masivos: cientos de miles de veteranos son tratados por el síndrome de desorden postraumático, el nivel de suicidios impuso récord este año, miles más regresan a un país donde sus familias han perdido sus viviendas y/o no encuentran empleo. Mientras tanto, nadie lleva la cuenta exacta de la destrucción de vidas y pueblos en Afganistán e Irak.
 
Guerra, no es más que algo que te parte el alma/ tiene sólo un amigo/ es el funerario/ ha destrozado los sueños de muchos jóvenes/ los ha hecho discapacitados, amargados y malos… La guerra no puede dar vida, sólo la puede quitar. (War)
 
Esta canción de los años 60, junto con tantas más, reaparecen al pensar este aniversario. Bruce Springsteen dedicó su versión de la canción de Starr a los jóvenes en un concierto en 1985, recordándoles que en la década de los 60 los estadunidenses veían la guerra de Vietnam por televisión todos los días, mientras cenaban, y que a muchos de sus amigos a los 17 o 18 años no nos dieron la oportunidad de preguntarnos qué pensábamos de las cosas. Advierte a los jóvenes que la próxima vez te van estar viendo a ti. Y vas a necesitar mucha información para saber qué vas hacer. Porque en 1985 la fe ciega en tus líderes o en cualquier cosa te matará. (para ver la magnífica versión).
 
Van reapareciendo muchas canciones más en el archivo de la memoria colectiva. Las clásicas de los años 70 y viejos himnos pacifistas y otras recién hechas, muchas expresadas en baladas y lamentos desde la Guerra Civil a Vietnam, otras dedicadas contra intervenciones y políticas bélicas de este país en los años recientes. Algunas viejas hacen eco de las expresiones de protestas contemporáneas, como las de Ocupa Wall Street, vinculando al sector empresarial con las guerras.
 
Y uno, dos, tres, ¿para qué estamos luchando?/ no me preguntes, no me importa/ próxima parada, Vietnam/ y cinco, seis, siete/ abre las rejas del cielo/ no hay tiempo de preguntarse por qué/ Whoopee, todos vamos a morir. Apúrate Wall Street, no seas lento/ oye man esta es una guerra a go-go/ mucha lana se puede ganar/ supliendo al ejército con las herramientas del negocio… Vengan padres y no duden en enviar a sus hijos antes de que sea demasiado tarde/ así pueden ser los primeros en su cuadra/ a quienes les entreguen a su hijo en una caja…. (I feel like i’m fixing to die rag, de Country Joe and the Fish –ver la versión en vivo en Woodstock).
 
Y tal vez la más furiosa y devastadora de todas, Maestros de la guerra, de Bob Dylan: Ustedes que nunca han hecho nada/ más que construir para destruir/ juegan con mi mundo/ como si fuera su juguetito... Ustedes arman todos los gatillos/ para que otros los disparen/ y se hacen para atrás para observar/ cómo el conteo de la muerte sube/ se esconden en sus mansiones/ mientras la sangre de los jóvenes/ fluye de sus cuerpos/ y se entierra en el lodo. Ustedes han aventado el peor miedo/ que se puede arrojar/ temor de traer niños a este mundo/ por amenazar a mi bebé/ aún no nacido ni nombrado/ ustedes no valen la sangre/ que corre en sus venas… Aun Jesús jamás/ perdonaría lo que hacen. Ver versión de Eddie Vedder, vocalista de Pearl Jam.
 
Pero mientras uno se va dando cuenta de las canciones que hay de todo tipo –lamentos, blues, himnos, baladas, folk, rock, punk, rap– contra las guerras, eso también empieza a revelar el hecho de que no ha habido una década en casi 150 años de historia estadunidense sin algún conflicto, intervención, operación militar u otra acción bélica. ¿Cuántos aniversarios hay –tienen que ser cientos– para marcar cada acción bélica estadunidense en su breve historia?
 
Estas canciones son registro de la presencia de la furia y la rebeldía frente a los maestros de guerra, pero también marcan que aún no se logra detenerlos y menos derrotarlos. Como cantó el gran satírico Tom Lehrer con enorme y triste ironía, al comentar sobre la guerra contra el fascismo en España: “Ellos podrán haber ganado todas las batallas, pero nosotros teníamos todas las mejores canciones”.
Tal vez no se ha logrado cantar lo suficientemente fuerte como para que nunca más se marquen más aniversarios como el de hoy.
 
Nosotros ya no somos los mismos
Las injusticias de la justicia estadunidense
Ortiz Tejeda
Foto
Ethel y Julius Rosenberg, matriomonio judío sentenciado en Estados Unidos a morir en la silla eléctrica
Foto Imagen tomada de Wikipedia
Ellos ni siquiera se conocieron (pese a pertenecer a familias proletarias de origen judío, vivir en el mismo barrio y estudiar en la misma escuela), sino hasta que los unieron sus ideas libertarias y su activismo político. Como suele suceder, ella renunció a sus aspiraciones de estudio y superación personal, y dedicó todo su esfuerzo a lograr que fuera él quien se graduara de ingeniero.
 
La pareja se matrimonia y ella regresa a militar en el sindicato al que su esposo está adscrito. Allí se dedicó no sólo al trabajo a nivel de barrio, sino también a tareas de auxilio a los niños españoles huérfanos, víctimas del francofascismo. Su labor es tan destacada que Eleanor Roosvelt, esposa del presidente estadunidense, le hace llegar una carta de reconocimiento por los servicios prestados voluntariamente y sin remuneración.
 
Luego, como buena madre judía, se consagra a la maternidad: el 10 de marzo de 1943 nace Michael, su primer hijo. Él continúa empeñado en la defensa de los trabajadores que son expulsados de sus empleos en razón de su afiliación sindical o por atreverse a expresar ideas de igualdad y justicia, es decir, esparcir veneno comunista. Obviamente él mismo es acusado y corrido. Ante la emergencia se decide a abrir una pequeña empresa ligada con su profesión, en la que se incorpora su cuñado David, que recién terminada la guerra quedaba desempleado. Éste fue el principio del fin. En obvio de tiempo me tragaré comentarios y me concretaré a datos duros y ciertos, para contar lo sucedido a este, hasta ese momento, feliz matrimonio (entiendo que se oiga raro, pero parece que así era). Lo primero es recordar el clima de histeria, irritación y pánico prevalecientes en EU al inicio de los cincuentas. El racismo, la intolerancia, la homofobia auspiciados por el senador McCarthy, organizador de la comisión de actividades antiamericanas y por Edgar Hoover, primer director de la FBI, habían convertido al país en un infierno, sobre todo, como siempre sucede, en los mundos de la intelectualidad, el arte, la ciencia, la prensa independiente. Hay que anotar también el endurecimiento de la Guerra fría y el avance continuo del comunismo en Europa. Estos dos factores explican la brutal cacería de brujas que ensombreció la década de los cincuentas. La FBI había establecido una premisa: todo mundo es culpable hasta que no demuestre, hasta la saciedad, ser inocente. Fue así como detuvo a Harry Gold, un químico que a las primeras confesó dos cosas: una, ser contacto del científico inglés Klaus Fuch, a quien se acusaba de haber proporcionado al KGB datos sobre el Proyecto Manhattan, que reunía toda la información sobre el perfeccionamiento de la bomba atómica y, la otra, haber recibido de manos de David Greenglass, un simple mecánico que trabajaba en Los Álamos, datos muy importantes del plano de una lente implosiva y de otras piezas fundamentales para el ensamble de la bomba.
 
Greenglass, por su parte, recurrió al eficaz expediente de rebotar las acusaciones e inculpar a su hermana y a su cuñado, a quienes denunció como miembros de una organización soviética de espionaje. Estos fueron apresados el 17 de julio de 1950, igual que su amigo Morton Sobell, quien habiendo huido a México fue recapturado por la FBI y regresado a EU. Entiendo que acción tan absolutamente imposible en nuestros tiempos provoque dudas razonables, pues lo acontecido al general Noriega en Panamá, o al doctor Álvarez Machain en México, son ligeros excesos que no vale la pena contabilizar.
 
El Gran Jurado federal se instaló el 6 de marzo de 1951, y el 15 de abril del mismo año dictó sentencias: Klaus Fuch, condenado a 14 años, fue liberado a los cinco. Harry Gold, sentenciado a 30, cumplió sólo 15, y Morton Sobel fue liberado a la mitad de su sentencia. Greenglass, gracias a la inculpación que hizo de su hermana y cuñado, apenas pagó cinco años de cárcel, de los 15 a los que había sido condenado. Al matrimonio se le aplicó lo establecido en el Acta de espionaje de 1917, que condenaba con la pena de muerte a quien, en tiempos de guerra, se encontrara culpable de este tipo de delitos. Con las prisas y el enojo, el tribunal olvidó corroborar que en ese momento EU estuviera en guerra con algún país terrícola o con algún ejército de alienígenas de otro planeta. Con gran sorpresa habría descubierto que en ese preciso momento su país no estaba invadiendo a nadie y que, por lo mismo, la premisa fundamental de la norma en la que sustentaba su radical sentencia era inaplicable. Dato de precisión: la guerra contra Corea del Norte no era la de EU, sino la del ejército multinacional de la ONU (y es obvio que si hubieran sido los tiempos de Felipe de Jesús, allí habríamos estado cantando “que retiemble en sus centros la tierra…”). Además, los tratados de paz estaban tan avanzados, que la contienda terminó al mes siguiente de la electrocución de los condenados.
 
Las pruebas aportadas contra esta pareja eran tan inconsistentes, tan carentes de factibilidad, y las condenas dictadas a los demás implicados tan desproporcionadas, que la corte de distrito aceptó la apelación de la sentencia en 16 ocasiones. Otras informaciones señalan que fueron 23, en los dos años que pasaron entre la condena y la ejecución.
 
Alguno datos que no quiero dejar de mencionar son los siguientes: a) además de la denuncia del hermano/cuñado, jamás se presentó ninguna evidencia suficientemente contundendente que sustentara la condena a la pena capital. b) La calidad de la información que presuntamente habían proporcionado a los soviéticos era de tan pobre nivel (ahora en la Internet se consiguen datos más ultrasecretos y peligrosos) que, aunque la acusación hubiera sido cierta, carecía de la menor utilidad. La propia revista Time publicó que el físico Kurtchakov conocía las cuestiones básicas para la producción de la bomba aun antes que los estadunidenses. c) El matrimonio se negó a aceptar su culpabilidad, con lo que hubieran logrado, como los demás, la conmutación de la pena capital. Jamás negaron su militancia y pagaron con sus vidas el derecho a proclamar sus ideas y a militar de acuerdo con sus convicciones, sobre todo en el país de la libertad y la democracia. d) Como infortunadamente suele suceder, las repercusiones de la infamia contra este matrimonio judío alcanzó a otros inocentes, los hijos: Michael, de nueve años, y Robert, de seis. Expulsados de su escuela, por el delito de ser hijos de comunistas, tuvieron que cambiar de apellido para sobrevivir en su propia patria. e) Edgard Hoover, director de la FBI, consideró este juicio como uno de los grandes triunfos de su oficina. f) A finales de los setentas, la propia FBI desclasificó documentos que exhibieron la gran infamia de este juicio y corroboraron la inocencia del matrimonio electrocutado. En igual sentido se pronunció la Sociedad Americana de Abogados. g) Trece años después de la ejecución, David Greenglass, cuyo testimonio fue el único elemento incriminador esgrimido por los fiscales, confesó que en junio de 1950 había sido obligado por la FBI a aceptar su participación en la conjura contra EU, aliado a Harry Gold, y la acusación, sin causa ni prueba alguna, en contra de su hermana y su cuñado, fue porque las autoridades judiciales y la FBI le ofrecieron a cambio la disminución de su condena. Y le cumplieron: de 15 años sólo pago una tercera parte. De la conciencia, ni con la tardía confesión de su culpa logró librarse jamás. h) Este infamante proceso también fue condenado por numerosos defensores de los derechos humanos alrededor del mundo, el papa Pío XII, e infinidad de intelectuales, artistas y hombres de ciencia. El día de la electrocución, más de 10 mil personas se reunieron en Union Square para protestar y pedir clemencia.
 
Esta demencial condena también provocó la intervención de otro premio, de semejante valía (sólo el premio, por supuesto) al mencionado el pasado lunes, pero de muy diferente signo moral: Jean Paul Sartre agradeció, pero rechazó el premio Nobel en 1964. Cuando el crimen de Estado al que nos hemos referido fue inevitable, denunció, esta ejecución es un linchamiento legal que mancha de sangre a todo un país.
 
Con razón la libertad, hecha estatua, prefirió no entrar y quedarse afuerita de Manhattan.
 
p.d. ¿En verdad necesito aclarar que la pareja protagonista de esta historia fueron Ethel y Julius Rosenberg, matrimonio judío electrocutado por el ejemplar sistema de JUSTICIA de Estados Unidos?

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