Astillero
Cine mudo
Diez días después
IMSS: llanto de un niño
Matar de lejos
Julio Hernández López
EN EL SENADO. Emilio Gamboa Patrón, coordinador de la bancada del PRI en el Senado, anunció que legisladores del tricolor se reunirán hoy con Enrique Peña Nieto, después de la entrega de la medalla Belisario Domínguez; en la imagen, saluda a Javier Lozano, del PAN, durante la sesión
Foto Yazmín Ortega Cortés
Sería injusto tratar de asignar culpa directa a una empresa de exhibición de películas por un infortunado suceso que causó la muerte a un menor de edad y que en principio, según las propias declaraciones del padre del fallecido, no se sabía que había tenido como origen un disparo de arma de fuego. Los extraños hechos acontecidos en una sala cinematográfica de Iztapalapa pueden ser entendidos, en cambio, como parte de la creciente inseguridad pública nacional y específicamente como un derivado de la impune soltura criminal con que hoy pueden ser portadas y disparadas las armas de fuego incluso por gusto o sin objetivo preciso (la procuraduría capitalina informó ayer que una bala de calibre nueve milímetros habría sido detonada fuera de la plaza comercial donde está el cine en cuestión y que atravesó el techo de fibra de vidrio).
Pero la reacción inmediata y la conducta posterior de Cinépolis sí merecen atención especial. A pesar de las enormes ganancias que recibe la firma, cuyo presidente es el michoacano Alejandro Ramírez, no hubo la atención ni la supervisión suficientes para enfrentar el crítico cuadro de un niño herido durante una función, el que posteriormente fallecería. Con todo el poderío económico y jurídico que tiene esa empresa, y la vocación filantrópica que tanto publicita, Cinépolis cumplió con la tarea elemental de habilitar la parte trasera del auto del gerente de la sala para llevar al menor a una clínica y sanseacabó. Si no hubiera sido porque un diario capitalino dio a conocer la noticia del caso, la cadena de cines seguiría tan tranquila.
No era, sin embargo, el único caso de violencia sangrienta habida en esa sala, según posteriores testimonios. Es decir, al dejar pasar 10 días para fijar postura oficial respecto al peculiar caso de un pequeño herido dentro de un recinto donde ya había antecedentes criminales, Cinépolis pareció indispuesta a actuar con inmediata responsabilidad social y más bien decidida a dejar que pasara el tiempo y confiar en que nada se supiera. También abre rendijas para la especulación negativa el hecho de que las autoridades capitalinas se hubiesen comportado con ánimos de no hacer más ruido ni involucrar a la poderosa firma respecto de la muerte de ese menor. Cinépolis, como es público y conocido, mantiene especial vinculación con quienes ejercen el poder público en distintas latitudes y con distintos partidos.
Otras empresas han tomado parecidas decisiones de preferencia por el silencio y la opacidad. Por ejemplo: líneas camioneras que nunca reportaron desaparición de vehículos enteros con decenas de pasajeros a bordo; hoteles que rehuyen informar de levantones y asaltos en sus habitaciones.
En otro asunto, Mayté Muñiz de la Mora reporta desde Colima una de las muchas escenas cotidianas que definen la realidad de los servicios públicos de salud, poniendo en su verdadera dimensión trágica la publicidad gubernamental de presuntos avances supremos en esa materia. Durante cuatro horas vio llorar de dolor a un niño tirado en el suelo (no había suficientes sillas en la sala de espera, apenas nueve para más de 50 personas) del área de urgencias de una clínica del Seguro Social en la avenida de los Maestros de la mencionada ciudad capital. No era el único niño que lloraba sin ser atendido. Se quejaba de un fuerte dolor de estómago y tenía temperatura (http://twitpic.com/bczrro). El padre, desesperado, consiguió que le dijeran en cuál consultorio atenderían al menor. Lo mandaron al tres, y allí pasó largas horas:
ya vámonos, papá, los doctores no quieren abrir la puerta, decía el pequeño.
Ante las circunstancias, una pareja decidió ceder su turno, a pesar de que había llegado a las tres de la tarde y eran las ocho de la noche.
Al final, pasadas las ocho fue atendida la pareja y el niño al mismo tiempo. Una historia similar era la de una pequeñita de apenas un mes de nacida que tenía mucha diarrea y vomitó; su mamá, una joven de unos 23 o 24 años, estaba esperando a que la atendieran desde las cuatro de la tarde; a ella la atendieron casi a las 10 de la noche.
Muñiz de la Mora relata: “Yo no corrí con mucha suerte, se hicieron las 10 de la noche y en mi desesperación por el dolor, que ya no sólo era de la infección en las vías urinarias, sino gástrico, debido a un medicamento que me inyectaron casi al llegar, me fui a poner mi queja a Trabajo Social, donde ya estaba una madre de familia que pedía de favor le atendieran a su hija, quien también había llegado a las cinco; la trabajadora social lo único que hizo fue contestar ‘yo no puedo hacer nada; mi turno empezó a las 8:30 pm. En ese caso, díganle a los del turno de la tarde’. Salí sin ser atendida y con una rabia inmensa. Ojalá todo esto salga en Astillero, ya que es la única manera de decirle a Calderón que es un mentiroso, ¿esto es lo que presume?”
A propósito de la
catarsis presidencial que se despide, y que jura y perjura que hizo todo cuanto sus fuerzas, entendimiento y capacidad le permitieron, pero que, en realidad, deja un país
asolado, destrozado, ingobernable, doliente y lloroso, Israel Velasco comparte un pasaje de El sol de Breda, que es una de las novelas de Las aventuras del capitán Alatriste que ha escrito Arturo Pérez Reverte:
Quien mata de lejos lo ignora todo sobre el acto de matar. Quien mata de lejos ninguna lección extrae de la vida ni de la muerte: ni arriesga, ni se mancha las manos de sangre, ni escucha la respiración del adversario, ni lee el espanto, el valor o la indiferencia en los ojos. Quien mata de lejos no prueba su brazo ni su corazón ni su conciencia, ni crea fantasmas que luego acudirán de noche, puntuales a la cita, durante el resto de su vida. Quien mata de lejos es un bellaco que encomienda a otros la tarea sucia y terrible que le es propia. Quien mata de lejos es peor que los otros hombres, porque ignora la cólera, y el odio, y la venganza, y la pasión terrible de la carne y de la sangre en contacto con el acero; pero también ignora la piedad y el remordimiento. Por eso, quien mata de lejos no sabe lo que se pierde. ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Quema de la democracia-Ahumada
¿Y si nos enorgullecemos de la mariguana?
Claudio Lomnitz
La legalización de la mariguana en los estados de Washington y Colorado es una gran noticia, y más todavía si se le ve a partir una apreciación del sentido histórico de las elecciones pasadas en Estados Unidos. El analista político de The New York Times Thomas Edsall, tras un análisis cuidadoso de tendencias electorales de largo plazo, llega a una conclusión lapidaria: los republicanos han perdido las
guerras culturales(culture wars), debido a cambios paulatinos pero consistentes en torno de un abanico de temas, que van desde la aprobación de la igualdad para la mujer, la protección de los derechos reproductivos, la aceptación de las parejas homosexuales, hasta la legalización (o cuando menos la medicalización) de la mariguana. Esta derrota ideológica –amplísima– importa porque refleja tendencias electorales que se vienen consolidando desde hace 20 años, y que sólo tenderán a fortalecerse, según se siga aumentando el voto latino y el voto femenino.
México debe responder a estas nuevas moviéndose rápidamente a la legalización, imitando punto por punto la ley del estado de Washington (que prohíbe el consumo a menores, y que prohíbe conducir automóviles bajo influencia de la mariguana). Ojalá que haya algún partido político que se lance a presentar un proyecto de ley en el Congreso, y que los gobiernos progresistas del país, comenzando por el Distrito Federal, se muevan en el mismo sentido, cuanto antes mejor.
Además de los beneficios a escala de política social –y como un primer paso hacia concluir la guerra del narco– habría que pensar que México tiene un lugar privilegiado en el imaginario de la mariguana, que tendría que aprovechar económicamente. Cabría, incluso explorar eventualmente si México no podría reclamar
apelación de origenpara la mariguana comercial, y que la mota de los estados de Washington o Colorado tuviera que llamarse de otro modo (weed, por ejemplo), y que
la auténtica mariguanasea la que se siembra en México, con despliegue de técnicas, usos y costumbres locales.
Además de los beneficios económicos, políticos y sociales de la legalización, el cultivo comercial de la mariguana enriquecerá el imaginario promovido en nuestra publicidad comercial. El contraste con el tequila podría ser especialmente interesante.
Casi todo el simbolismo de publicidad del tequila hiede a nostalgia por el mundo de la hacienda, con marcas como Patrón, Herradura, Don Julio, Jimador, Don Fulano, Comisario, Don Eduardo, Cazadores, etcétera.
La industria futura de la mariguana mexicana se valdría de otro repertorio, no sólo más divertido, sino también mucho más importante a escala del reconocimiento de los actores sociales que más han contribuido a forjar nuestra modernidad. Se me ocurre un sinnúmero de nombres de marca posibles (
hoja fina, tripa corta, hecho a mano, apelación controlada), comenzando por homenajes más que merecidos a las peregrinaciones mexicanas de la contracultura estadunidense (Acapulco Gold, On the Road o Howl). Se abrirá, además, la posibilidad de reconocer a otras generaciones de la mariguana, y a la interculturalidad que ha sido central en el desarrollo de la cultura mariguanera (nel, Avándaro, 68, etcétera). Incluso las marcas que optaran por imágenes porfirianas
retro, más acordes con el mundo imaginario del tequila, tendrían un repertorio mucho más interesante de dónde escoger sus símbolos que el mundo machacón del charro y del hacendado. Podría haber marcas populares con nombres como Sardo, La Leva o Santa de Cabora.
Más allá del mundo divertido de la creación de imágenes para un nuevo producto legal (aunque de consumo restringido), importa reconocer que estamos genuinamente ante una oportunidad –una situación que permitirá reducir y repensar el problema del narcotrafico, formentar la artesanía y la agricultura de punta, e integrar el mercado norteamericano con un producto que ha tenido una tradición importante y negada en la búsqueda de la paz y del amor, y cuyo sentido se ha pervertido hasta el grado en que hoy representa sólo sangre y prisión. Estamos tan acostumbrados a las malas noticias que a veces no sabemos aprovechar las buenas. Ésta es una buena noticia. No hay que dejarla pasar sin sumarse de manera decidida a un movimiento que tiene verdaderas posibilidades transformadoras.
Infestado-Hernández
La Plaza Mariana y el Estado laico
Carlos Martínez García
Ninguna asociación religiosa debe ser privilegiada por el Estado. Sobre todo cuando constitucionalmente el Estado es laico. A la Iglesia católica, a sus jerarcas, le sigue costando mucho trabajo aceptar que en México su estatus jurídico cambió a partir de 1857, con la Constitución promulgada ese año, y que las Leyes de Reforma promulgadas por Benito Juárez rompieron de tajo la simbiosis entre esa confesión y el Estado mexicano.
la Iglesiapara referirse a la Iglesia católica, relegando a las demás y, de facto, desconociendo la diversidad confesional realmente existente en el país.
Los gobiernos panistas, municipales, estatales y federales, han sido prolijos en favorecer a la Iglesia católica. Lo han hecho mediante cesiones del patrimonio público y buscando imponer las tesis doctrinales del organismo eclesiástico en asuntos como la ética reproductiva y el control de la fertilidad y también penalizando a las mujeres que abortan. Pero en esto no han estado solos, en algunas entidades el apoyo de legisladores del PRI fue clave para modificar las leyes que criminalizan a quienes, por distintas causas y razones, optan por aquella trágica medida.
En un acto inexplicable y contrario al espíritu democrático con el cual deben las autoridades gubernamentales conducirse frente a la diversificación religiosa y las instituciones que la representan, en 2003 Andrés Manuel López Obrador tomó la decisión de donar cinco predios adyacentes a la Basílica de Guadalupe para que en ellos se construyese la Plaza Mariana y otras edificaciones. En conjunto los terrenos donados suman casi 30 mil metros. El proyecto contemplaba construir en las tres hectáreas
un museo, un columbario, un centro de evangelización de la Plaza Mariana, un área jardinada y áreas comunes en continuidad al atrio de la Basílica de Guadalupe. También un estacionamiento, ubicado debajo del museo y un centro comercial que remplazaría al Mercado Villa Zona, informó la versión en línea de La Jornada (9/11).
La donación indebida de Andrés Manuel la hizo cuando tenía muy buenas relaciones con el cardenal Norberto Rivera Carrera. Entonces el prelado asistía como invitado especial a todos los actos en los cuales López Obrador inauguraba obras públicas. Esas relaciones se deterioraron en 2006, cuando el arzobispo se plegó al aparato político-electoral y dio su visto bueno a los comicios en que el Instituto Federal Electoral declaró vencedor a Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.
El pasado viernes la Gaceta Oficial del Distrito Federal publicó que se revoca la donación de los cinco terrenos, con el
fin de poner orden jurídico en las obras de la llamada Plaza Mariana. Esto porque no concuerdan las obras autorizadas con las dimensiones y características de las que se han construido. Es decir, los responsables de la Basílica de Guadalupe y sus socios se han ido por la libre, porque consideran que el patrimonio público lo pueden manejar a su antojo.
Al momento no queda claro qué significa lo de poner orden jurídico en los predios regalados por Andrés Manuel. ¿Acaso el regreso irrestricto del espacio al patrimonio de la ciudad, o solamente que dicha propiedad sea garantizada en el papel pero que el uso de las tres hectáreas lo usufructúe la Iglesia católica? Recordamos que el 12 de octubre del año pasado fue inaugurada una sección de la Plaza Mariana, en la ceremonia estuvieron acompañando a Norberto Rivera, entre otros, Felipe Calderón, Marcelo Ebrard y Carlos Slim. El empresario donó cerca de 700 millones de pesos para la realización del proyecto (El Universal, 13/10/11). Entre lo que falta por construir está una edificación que se estima tenga espacio para 120 mil nichos, para ser vendidos a feligreses por una suma considerable.
Sin duda es un acto encomiable la revocación jurídica que devuelve a la ciudad de México los terrenos que hace casi una década recibieron los interesados en construir la faraónica Plaza Mariana. ¿Qué motivó esa donación, inequitativa para las otras asociaciones religiosas del país? Desde un Estado laico no puede justificarse ese acto, porque favorece desde el poder a una confesión, que por muy mayoritaria que sea, tiene que habérselas con sus propios recursos para las tareas propias del credo. La financiación de cada agrupación religiosa debe descansar en su feligresía, la que de manera voluntaria proporciona donativos para que la confesión de su preferencia se expanda simbólica y geográficamente.
La función del Estado en un régimen de laicidad no consiste en parcializarse en favor de asociación religiosa alguna, sino en garantizar la libertad de cultos, proteger los derechos de la ciudadanía, que no pueden ser conculcados por las confesiones religiosas y ensanchar los terrenos de la coexistencia entre personas que tienen distintas convicciones.
A un lado del Campo Marte-Rocha
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