México y su acercamiento al proceso de paz en Colombia
Las FARC en Colombia.
Foto: AP
Foto: AP
BOGOTÁ (apro).- Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)
expresaron el viernes 9 su beneplácito por el interés del entrante gobierno de
México de apoyar el proceso de paz que desarrolla ese grupo guerrillero con las
autoridades colombianas y el cual arrancará en firme el próximo jueves 15 en La
Habana, Cuba, con el inicio de negociaciones entre las partes.
En declaraciones a Apro desde La Habana, el vocero y negociador de las FARC
en los diálogos, Andrés París, sostuvo que la organización insurgente observa
“con buenos ojos la reiterada y antigua postura de México de apoyar los diálogos
de paz en Colombia”.
A diferencia del presidente Felipe Calderón, que ha guardado silencio ante el
proceso de paz –en contraste con el apoyo expresado por la comunidad
internacional–, el mandatario electo de México, Enrique Peña Nieto, quien tomará
posesión del cargo el próximo 1 de diciembre, ha manifestado su deseo de
respaldar los diálogos entre el gobierno colombiano y las FARC.
El coordinador del equipo de transición del futuro presidente mexicano, Luis
Videgaray, dijo que Peña Nieto “quiere estar cerca, acompañar, respaldar y ser
un factor de colaboración para que este proceso de paz que es tan importante
para Colombia, pero también a toda la región, y eso incluye a México, sea muy
exitoso”.
París valoró esa declaración, formulada durante la visita de Peña Nieto a
Colombia, el 18 de septiembre anterior, y la consideró la vuelta de México a su
tradición de acompañar y facilitar diferentes procesos de paz en la región,
desde los centroamericanos en los setenta y ochenta, hasta los diálogos entre
las FARC y el gobierno colombiano en 1992, que tuvieron como sede a
Tlaxcala.
“No descartamos ir a México y contar con México en cualquier etapa del
proceso”, señaló el vocero de la FARC desde La Habana, donde se encuentra como
parte del equipo de negociadores de la organización guerrillera que iniciará
diálogos de paz con representantes del gobierno del presidente colombiano Juan
Manuel Santos.
Además de París, el grupo de negociadores de las FARC estará integrado por el
comandante Iván Márquez, Rodrigo Granda, Jesús Santrich, Marco León Calarcá y la
guerrillera de nacionalidad holandesa Tanja Nijmeije, conocida como Alexandra en
las filas insurgentes.
El gobierno colombiano estará representado en la mesa de negociaciones por el
exvicepresidente Humberto de la Calle; el comisionado de paz, Sergio Jaramillo;
el consejero para la reintegración, Frank Pearl; el líder empresarial Luis
Carlos Villegas, y los generales retirados Jorge Enrique Mora, del Ejército, y
Oscar Naranjo, de la Policía Nacional.
Naranjo será un factor vinculante con el entrante gobierno mexicano pues, además de fungir como negociador oficial en el diálogo con las FARC, se desempeña como asesor externo de Peña Nieto en materia de seguridad.
Naranjo será un factor vinculante con el entrante gobierno mexicano pues, además de fungir como negociador oficial en el diálogo con las FARC, se desempeña como asesor externo de Peña Nieto en materia de seguridad.
Proceso complejo
El dirigente del Partido Comunista Colombiano (PCC), Carlos Lozano, un
profundo conocedor de las FARC, consideró que la negociación que se iniciará en
La Habana constituye un hecho histórico para su país después de una década de
guerra frontal ininterrumpida durante la cual la guerrilla sufrió fuertes golpes
–como la muerte de su máximo comandante, Alfonso Cano, el 4 de noviembre de
2011—, mientras que el gobierno, a pesar de sus éxitos en el campo de batalla,
llegó a la conclusión de que el fin de conflicto requiere una salida política
ante la inviabilidad de imponer una solución militar.
“Después de los diálogos del Caguán (que se rompieron en 2002), creo que el
solo inicio de esta negociación es un paso importante, algo histórico, pero hay
que reconocer que arranca con posiciones muy distantes que tendrán un efecto
real sobre el proceso. Este va a ser un proceso difícil y complejo, en el cual
tenemos que ayudar todos los colombianos”, señaló el director del periódico del
PCC, Voz, y dirigente de Marcha Patriótica, un movimiento político y social a
través del cual podrían participar en la vida política los integrantes de las
FARC, en caso de que el proceso de paz concluyera de manera exitosa con la
desmovilización de la guerrilla.
De acuerdo con el abogado, quien conoce a varios de los actuales comandantes
de las FARC que militaron en el PCC antes de adherirse a la lucha armada, “si
aspiramos a resolver el conflicto colombiano en su componente militar por la vía
del diálogo, por la vía amistosa, por la vía pacífica y democrática, pues hay
que ser tolerante, hay que saber escuchar al otro.
“La guerrilla tiene que aprender a escuchar al gobierno, el gobierno tiene
que aprender a escuchar a la guerrilla, y ambos tienen que aprender a escuchar a
la sociedad civil. De eso se trata, si realmente hay interés de construir un
nuevo país”, planteó Lozano, quien discrepa con las FARC en la vía armada como
forma de lucha.
Luego de 48 años de conflicto armado interno y varios procesos de paz que
resultaron fallidos –en 1984 en el suroriental departamento del Meta; el de
Tlaxcala, en 1992, y los del Caguán, entre 1998 y 2002—, amplios sectores del
país se encuentran escépticos ante los diálogos que se iniciarán en La Habana,
aunque la mayoría de colombianos respalda los encuentros.
Según una encuesta de Gallup Colombia del 31 de octubre, cerca de 72% de los
colombianos está de acuerdo con negociar la paz con las FARC, pero sólo 39% de
los consultados considera que las negociaciones alcanzarán un final
exitoso.
De igual manera, 65 de cada cien ciudadanos de este país consideran que el diálogo es la mejor manera de solucionar el conflicto armado, y sólo la tercera parte respalda una salida militar.
De igual manera, 65 de cada cien ciudadanos de este país consideran que el diálogo es la mejor manera de solucionar el conflicto armado, y sólo la tercera parte respalda una salida militar.
Moderado optimismo
Entre los críticos más acérrimos del proceso de paz con las FARC se encuentra
el expresidente Alvaro Uribe Vélez (2002-2010), cuyo gobierno desató una fuerte
ofensiva militar contra esa guerrilla y el que sostiene que esa organización es
un grupo “terrorista” al que el Estado colombiano nunca debió reconocer como
interlocutor político.
La presencia de los generales Mora y Naranjo entre los negociadores oficiales
del gobierno constituye un gesto a las Fuerzas Armadas y policiacas que
emprendieron la guerra contra las FARC en los últimos años.
“Los uniformados tienen que respaldar a su jefe, el presidente Santos, que es
el que está empeñado en esto, pero yo a este proceso no le veo futuro”, dijo el
general retirado Harold Bedoya, un militar de línea dura que apuesta por una
salida militar al conflicto.
En cambio los empresarios colombianos se inclinan en forma mayoritaria –según
Gallup, en un porcentaje superior a 77%– por negociar la paz, aunque 46 de cada
100 no cree que se logrará un acuerdo.
Ellos también tienen en la mesa de negociaciones a un connotado
representante, el presidente de la Asociación Nacional de Industriales (Andi),
Luis Carlos Villegas.
“Desde el punto de vista empresarial hay un cierto grado de escepticismo
frente al proceso por las experiencias anteriores (que culminaron con la
reanudación de la guerra), pero también hay una clara conciencia, en el sentido
de que aquí hay una oportunidad y esa oportunidad hay que permitírsela al país”,
dijo el presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex) de
Colombia, Javier Díaz Molina.
De acuerdo con el dirigente empresarial, “los conflictos armados se pueden
ganar o perder pero también hay una tercera vía: se pueden resolver por el
camino de la negociación política, y creo que si uno logra esa tercera vía, gana
el país, ya que los costos de esta guerra son muy altos por las vidas que se
pierden.
“Es por eso que los empresarios respaldamos el proceso y le damos toda
nuestra colaboración y ayuda. El apoyo político al gobierno en este proceso es
total”, sostuvo Díaz Molina.
Según estimaciones de grupos humanitarios, a lo largo de los 48 años de
conflicto armado interno que ha vivido Colombia se han registrado unas 92 mil
muertes y más de 4 millones de campesinos han sido desplazados.
El presidente Santos, vocero único del gobierno en el proceso de paz, ha
dicho que asume estas negociaciones “con moderado optimismo pero desde el
absoluto convencimiento de que es una oportunidad que no podemos desaprovechar
para alcanzar una paz que no sólo conviene a los colombianos, sino al mundo
entero”.
Primer escollo
Los diálogos en La Habana iniciarán el jueves 15 con la negociación del punto
número uno de la agenda acordada por las partes: política de desarrollo agrario
integral, que para muchos analistas es el nudo gordiano del conflicto armado en
Colombia.
Para el investigador del grupo Hegemonía, Guerras y Conflictos de la
Universidad de Antioquia, Germán Darío Valencia, el problema agrario es un
factor central del conflicto armado y su solución es necesaria para terminar la
guerra interna en este país, la cual tiene un origen rural y campesino, igual
que las FARC.
“El abordar la cuestión agraria como primer punto de la agenda tiene una gran
ventaja, ya que es clave para el éxito del proceso. De lograrse consenso sobre
el tema, se podrían abordar con mayor facilidad los otros cuatro puntos de la
agenda (participación política de la guerrilla, fin del conflicto, solución al
problema de las drogas ilícitas y reparación a víctimas).
“En este conflicto hay 4 millones de desplazados, la mayoría proceden del
campo y muchos de ellos buscan una devolución de tierras despojadas y programas
de apoyo económico para el sector rural”, sostuvo el catedrático.
El vicepresidente del Consejo Gremial Nacional (CGN) de Colombia, Rafael
Mejía, coincidió en que el tema fundamental en la mesa de negociaciones entre el
gobierno y las FARC será el agrario y advirtió que esa guerrilla debe entender
que el único camino que le queda es la paz.
El dirigente del organismo que agrupa a todos los gremios empresariales
colombianos sostuvo que ese es el asunto que más incidirá en las negociaciones,
aunque descartó que la solución del problema rural pase por una reforma
agraria.
“Aquí nunca se ha hablado de una reforma agraria que lleve al final del
conflicto. La reforma agraria tuvo su momento hace muchísimo años. Aquí hay
muchísima tierra ociosa en manos del mismo gobierno porque se la ha incautado al
narcotráfico o a los paramilitares”, afirmó el vicepresidente del CGN y dijo que
con esas tierras y con programas de apoyo social y productivo a los campesinos
es factible resolver el problema agrario, la base del conflicto armado.
El año pasado, el Congreso colombiano aprobó una Ley de Víctimas y
Restitución de Tierras que está vigente y que busca dotar de predios rurales a
los desplazados del conflicto.
Según estimaciones del presidente Santos, el cumplimiento de la Ley de
Víctimas y Restitución de Tierras requerirá de más de 22 mil millones de dólares
–cifra equivalente a casi 7% del PIB– en los próximos 15 años por concepto de
reparaciones, reparto de predios, desarrollo social y apoyos productivos a los
campesinos, principales víctimas del conflicto armado.
“Los empresarios sabemos que hay mucho en juego en esa mesa de negociaciones,
pero la paz es factible y el país está empeñado en que esto salga adelante.
Harán falta muchos recursos, pero confiemos”, sostuvo Mejía, quien además de
ocupar la vicepresidencia del CGN es presidente de la Sociedad de Agricultores
de Colombia (SGC).
Para las FARC es imprescindible una reforma agraria, mientras que el gobierno
estima que la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras brinda el marco jurídico
propicio para resolver el asunto rural, por lo que la negociación del tema
constituirá la primera prueba de fuego de este proceso.
Acompañamiento
Cuba, país sede de las conversaciones entre el gobierno colombiano y la
guerrilla más antigua de América Latina, es garante del proceso junto con
Noruega, mientras que Venezuela y Chile fungen como naciones acompañantes.
Para Lozano, “la ayuda de estos países será muy importante, pero para el
éxito del proceso se va a requerir que los voceros de las FARC y del gobierno
encuentren un punto medio de acuerdo hacia una paz con democracia y justicia
social. No va a ser fácil ni va a ser tan corto como pretende el gobierno, que
ha hablado de meses”.
El integrante del Comité Ejecutivo Central del PCC sostuvo que el trasfondo
de “realismo” tanto de las FARC como del gobierno constituye un elemento
positivo, ya que la guerrilla “entiende, y tiene que entenderlo, que el marco
del conflicto ha cambiado, que llega a la mesa de negociaciones con fuertes
golpes y debilitada militarmente”, mientras que el presidente Santos (quien fue
ministro de Defensa de Uribe Vélez entre 2006 y 2009) sabe que los insurgentes
“no están derrotados ni acabados y que el fin del conflicto se debe negociar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario