Peña Nieto: dudas sobre el luto nacional
La primera gran pregunta que cualquiera se haría es si la explosión en el Edificio B-2 de Petróleos Mexicanos (Pemex) ameritaba declarar luto nacional. Porque si se trató de un accidente derivado por la falta de mantenimiento de una empresa estatal, quizás había qué pensar que este país necesita declararse en luto permanente por los muertos que se suceden a diario a causa de una violencia que el Estado mexicano no puede controlar.
La segunda pregunta es, otra vez, las vacaciones presidenciales. ¿Enrique Peña Nieto se tomará todos los puentes como un burócrata, o sólo cuando declare luto nacional? Si se siente un burócrata cualquiera, lo primero está “justificado”, aunque cualquiera dirá que el hombre tiene mucha chamba en su oficina de Los Pinos. Si se va a tomar vacaciones cada vez que suceda una tragedia y declare luto nacional, entonces sí viola la ley.
La definición de “Duelo Nacional”, tomado de la propia página web de la Presidencia de la República, plantea:
“El Duelo Nacional consiste en izar la Bandera Nacional a media asta en escuelas, templos y edificios públicos, así como en las sedes de las representaciones diplomáticas y consulares de México. Esta condición es decretada por el Presidente de la República como atención a algún acontecimiento relevante sucedido en el país. Este hecho no involucra la suspensión de ninguna actividad gubernamental o de la sociedad civil, su justificación se basa en la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacional”.
Además, los que pasó en los tres días de asueto en México son reveladores del nuevo estilo de gobernar en México y, en particular, de los oficios de quienes tienen en control, o en descontrol, la comunicación de la administración federal.
En el aire, decíamos, quedan muchas dudas sobre hechos concretos que alimentan el vacío de información y generan escepticismo de la ciudadanía.
Tres ejemplos:
1. El Presidente Enrique Peña Nieto se va de vacaciones el viernes 1 de febrero, luego de declarar tres días de luto nacional por la tragedia en la sede de Petróleos Mexicanos (Pemex) a Punta Mita, Nayarit
El escándalo que provoca esa noticia –la prensa y los usuarios de Twitter reclaman a Peña Nieto su insensibilidad– genera que el sábado regrese a la Ciudad de México y por la tarde-noche aparece en una inspección en la zona siniestrada de Pemex.
La Coordinación de Comunicación Social, que encabeza David López Gutiérrez, no abre la boca. Deja correr los rumores y las críticas. La imagen del mandatario federal queda, otra vez, hecha trizas y, como se planteó, convertida en la de un burócrata que, a la primera oportunidad, abandona sus responsabilidades.
2. Desde el sábado pasado, diversos medios han publicado que, según fuentes del Ejército, la Marina, la Policía Federal y elementos policiacos del Distrito Federal, en el Edificio B del Centro Administrativo de Pemex se han encontrado residuos de Composition (C-4), un explosivo plástico que es de uso militar… pero también es común encontrarlo en atentados terroristas.
Además, se publican versiones de expertos antibombas sobre el hallazgo de un artefacto, “una caja negra con cilindro”, que ellos mismos identifican como una bomba.
Otra vez, la coordinación que para este caso es liderada por Miguel Ángel Osorio Chong, titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), no da la cara y la rumorología no sólo nutre los medios sino se adueña de las calles.
3. El sábado 2 de febrero se reporta un motín en el penal de Islas Marías, donde unos 650 reos denuncian maltrato policiaco, además de reclamar por los malos alimentos y la falta de atención médica que reciben.
Horas después, la Segob informa a la prensa que el motín se dio sin enfrentamientos y que todo quedó en un “pliego petitorio” por parte de los reos.
El domingo 3 de febrero, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) revela que las cosas no son tan simples y llama a Gobernación a cumplir con las recomendaciones –que hasta el momento no ha atendido– para garantizar “el respeto al derecho a la vida, la integridad y la seguridad personal de la población penitenciaria, evitar los tratos crueles, inhumanos y degradantes”, debido a deficientes condiciones a las que han sido sometidos los reclusos en ese lugar.
El lunes 4 de febrero, trabajadores civiles de la zona denuncian que el motín en Islas Marías no está controlado. De acuerdo con testimonios recogidos por el diario Noroeste de Culiacán, los civiles desmintieron a la Secretaría de Gobernación: “Hasta el momento se encuentran más de 600 reos perdidos en el monte [remontados]. El Director de la Isla no autorizó la llegada de aviones para evacuar al personal de las distintas empresas… y lo peor es que la Segob emitió un comunicado diciendo que todo está en calma, cuando no es así”.
De nuevo, las autoridades federales guardan silencio y la incertidumbre crece. Nadie sabe quién dice la verdad.
Mucho ruido y confusión para un solo fin de semana en el país. Mucha información regada sin que el gobierno federal aclare, con certeza, qué está pasando en todos estos frentes.
Menos se sabe si por los tres días de luto nacional, que coincidieron con el puente por el 5 de febrero –día en que se conmemora la promulgación de la Constitución de 1917–, los funcionarios públicos festejaron esta fecha justo incumpliendo sus mandatos legales.
Pemex, reforma energética y explosión
¿Bombazo, accidente o autoatentado?… Son las hipótesis que siguen en la opinión pública mientras el gobierno continúa con su política de ocultamiento y falta de transparencia en materia de información.
El martirologio petrolero aumenta, mientras rumores y especulación crecen en torno a la tragedia del edificio B2 de Pemex, una tragedia anunciada y fomentada por la falta de medidas de seguridad y mantenimiento del extenso complejo administrativo de la paraestatal.
“El incidente”, como al principio lo llamó Enrique Peña Nieto, está envuelto de más preguntas y dudas, que certezas. ¿Cuántos desaparecidos hay? ¿Por qué han prohibido a los trabajadores de Pemex hablar de las razones del siniestro? ¿Cuáles son las líneas de investigación en las que trabajan después de cinco días de labores?
Mientras decenas de familias sufren por la pérdida o desaparición de sus seres queridos en la Torre de Petróleos Mexicanos, el señor Peña Nieto decidió tomarse unas vacaciones con su numerosa familia en Punta Mita, Nayarit, luego de decretar Luto Nacional. Lo peor no fue que se ausentara para hospedarse en el lujoso hotel St. Regis, sino que, ante las críticas, volviera de su asueto sólo para hacerse una foto en el lugar de la tragedia y luego volver nuevamente a la playa.
La tranquilidad y falta de reacción inmediata del nuevo inquilino de Los Pinos, contrasta con la gravedad de los sucesos en Pemex y en otros lugares de la República, como el motín de las Islas Marías o el ejecutometro generado por la narcoviolencia que no cesa y ha avanzado rápidamente durante los dos primeros meses de su gestión: 1,524 personas fueron asesinadas.
La indolencia y falta de sensibilidad de Peña Nieto se ha dejado sentir desde el principio de la explosión en Torre Pemex. Primero, porque suspendió el primer día su visita a los heridos internados en distintos hospitales. Y luego porque no ha tenido el valor de dar la cara a los mexicanos para exponer una explicación coherente de lo que sucedió.
Los testimonios que hablan de una bomba crecen en las redes sociales. También la posibilidad de un autoatentado, bajo el argumento de visibilizar a Pemex como una paraestatal vulnerable y en mal estado que requiere un proceso de privatización urgente, un objetivo nada oculto del nuevo gobierno priísta. La falta de información fidedigna, clara y expedita del gobierno, genera todo tipo de leyendas de ficción y no ficción.
Lo que está claro, es que la explosión fue en el sótano de las oficinas centrales de Pemex, justo donde estaban los archivos, que contienen auditorías de órganos internos de control. ¿Fue para destruir estos y otros archivos comprometedores? ¿Es el nitrato de amonio el elemento de la potente explosión, lo que nos oculta el Estado?
Más allá de las teorías de la conspiración que circulan, debido a la falta de transparencia informativa del gobierno, habría que dejar de lado los distractores y centrarnos en la próxima Reforma Energética que el gobierno peñanietista pretende hacer.
Ya lo dijo el senador David Penchyna, presidente de la Comisión de Energía del Senado: “Lo que pasó en el edificio administrativo de Pemex no tiene por qué ser vinculado con la reforma energética, son dos eventos diferentes. La necesidad de una reforma estructural al sector energético no puede variar ni depender de eventos fortuitos”.
El PRI en el poder con sus aliados no han dejado claro si lo que pretenden es apertura o privatización de Pemex, pero los mexicanos podemos imaginar que el gran botín negro de la riqueza nacional sea un dulce anhelo para llenar los bolsillos de unos cuantos y empobrecer más al pueblo.
El subsecretario de Hacienda, Fernando Aportela, nos ha dejado claro que el gobierno peñanietista tiene prisa por realizar su reforma: “No hay razón por la cual esperar. Al final del día lo que se quiere es tener un nivel de desarrollo más amplio y es mejor empezarlo; ya hay un calendario”. Y aunque el Ejecutivo ha insistido que no hay intención de “privatizar” Pemex, todo indica que la explicación no pedida es justamente la “acusación manifiesta” que nos anuncia el futuro incierto de Pemex.
La “gran transformación” de México incluye por tanto la venta de Pemex: “Por qué seguir anclados a los dogmas, a este debate anacrónico, obsoleto, cuando otros países como Brasil, como Colombia, como Cuba, han hecho reformas precisamente para volverse más productivos”, dijo el señor Peña, mientras los familiares velaban a los fallecidos de la explosión.
La reforma peñanietista incluye la exploración y producción de hidrocarburos y la explotación de gas seco o no convencional; y la asociación privada en procesos de la industria petrolera. El PRD en el Senado de la República ya tiene el borrador de la iniciativa en materia energética que Cuauhtémoc Cárdenas coordinó. Entre otras cosas, proponen que la Secretaría de Hacienda no controle las adecuaciones presupuestales de Pemex y sus organismos subsidiarios y que el Consejo de Administración de Pemex avale dichas adecuaciones.
Ya veremos en qué termina. Los ciudadanos somos convidados sin voz ni voto a este paso trascendental de transformación del sistema económico y político nacional.
Y no existen casualidades. La explosión de la Torre Pemex es una señal de alerta que proporciona en lenguaje cifrado muchas de las claves en torno al futuro de Pemex. El señor Peña nos deja claro que 35 muertos y decenas de lesionados, son lamentablemente los daños colaterales de las ambiciones gobiernistas del PRI y sus aliados, en torno al oro negro.
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