Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 4 de abril de 2013

Una valiosa experiencia revolucionaria venezolana- Chávez y el petróleo

Una valiosa experiencia revolucionaria venezolana

Ángel Guerra Cabrera
Caracas. El barrio 23 de enero es un sólido baluarte de la revolución bolivariana. Nombrado originalmente 2 de diciembre para evocar la fecha de la llegada al poder del dictador Marcos Pérez Jiménez, sus humildes vecinos decidieron en 1958 rebautizarlo con otra fecha: la de su derrocamiento. Previamente habían ocupado revolucionariamente miles de departamentos no adjudicados aún construidos allí por el perezjimenismo.
 
El barrio, habitado por miles de trabajadores, ha estado en primera línea en los combates populares de su tiempo: el enfrentamiento a la dictadura, la lucha armada en los 60 y los 70, el caracazo (1989), la derrota del golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez (2002) y el apoyo más resuelto a su gobierno. Situado al oeste de Caracas, se ubica cerca del Palacio de Miraflores y dentro de su territorio, en el cuartel de la montaña, reposan los restos del comandante presidente. Allí el visitante es recibido por los hospitalarios y fervorosos soldados de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y sus hermanos milicianos del barrio; juntos lo custodian.

Al 23 de enero voy con Rosalinda Chanagá, chavista de ley y activista de solidaridad con Cuba. Me presenta a Juan Contreras, reconocido líder popular y diputado suplente a la Asamblea Nacional por el Partido Socialista Unido de Venezuela. Juan ha vivido en el barrio toda la vida y junto a otros compañeros fundó la Coordinadora Simón Bolívar (CSB), cuyos orígenes se remontan a 1989. Desde entonces ha impulsado el fortalecimiento del poder local, basado en la autogestión y cogestión por la comunidad de los recursos humanos y materiales y en el protagonismo histórico del pueblo como sujeto social.

Como todos los jóvenes de la localidad, a los 13 años Juan comenzó a sufrir la represión de la policía y otros cuerpos armados de la Cuarta República (1958-1999). La casa de su madre fue allanada 44 veces. Era delito ser joven entonces, asegura. Los muchachos respondían a los esbirros a pedradas y botellazos; luego, militantes ya de organizaciones guerrilleras, con otros proyectiles más efectivos.

La lucha armada revolucionaria es uno de los antecedentes importantes de la revolución bolivariana. A ella se sumaron muchos de los mejores hijos de Venezuela en las décadas de los 60 y los 70. De ella surgieron muchos cuadros de los partidos de izquierda que luego engrosaron las filas del chavismo. En ella participaron directamente o la apoyaron desde las filas miembros de las instituciones castrenses; el porteñazo y el carupanazo son sublevaciones memorables. Aunque factores imponderables lo impidieron, veteranos guerrilleros debían combatir en el alzamiento del teniente coronel Hugo Chávez el 4 de febrero de 1992. Uno de ellos era Juan, quien junto a otros compañeros del 23 de enero no llegó a recibir su arma. En cambio, sí participaron en la rebelión militar del 27 de noviembre de ese año.
 
Los miembros de la CSB fueron perseguidos, encarcelados y torturados hasta la llegada a la presidencia de Chávez. Al igual que otros vecinos, varios de ellos murieron por las balas de las fuerzas represivas antes de 1999 pero también de la contrarrevolución antichavista después de esa fecha. Con el chavismo, la organización, nacida de la lucha social en el barrio y la solidaridad con Cuba y otros pueblos del mundo ha vivido un esplendor. Sus instalaciones ocupan lo que fuera el cuartel de la policía. Donde antes los vecinos eran apaleados y torturados hoy funciona la radio comunitaria Al Son del 23, el Club de Abuelos Freddy Parra, un infocentro donde reciben formación digital gratuita los alumnos de las escuelas del barrio, una Librería del Sur, un Café Venezuela con excelentes productos a precios módicos, la tienda de abarrotes Carlos Vielma de la red subvencionada del Estado, un club de ajedrez y un consultorio veterinario. La CSB genera actividades culturales, deportivas y recreativas que recapturan espacios públicos ocupados por la delincuencia y se extiende a otros bastiones revolucionarios en el país con un plan estratégico estrechamente ligado al proyecto político de Hugo Chávez.
 
Juan asegura que en la elección presidencial del 14 de abril Nicolás Maduro puede superar la alta votación obtenida por el chavismo el pasado 7 de octubre. Este pueblo ahora es otro y ya nadie podrá detener su lucha. Hugo Chávez impulsó una transformación de su conciencia social que no tiene precedente en nuestra historia.
Twitter: @aguerraguerra
 
Chávez y el petróleo

John Saxe-Fernández
Nosotros venimos a decir a ustedes que vamos a reivindicar el legado de Hugo Chávez. Nosotros no tenemos precio, no somos burgueses. Venimos a trabajar y hacer socialismo. Con estas palabras Nicolás Maduro, candidato del Partido Unificado Socialista de Venezuela, cerraba un mitin ante miles de militantes de los partidos políticos que apoyan su candidatura luego de ser recibido por la gente de Ciudad Maturín, estado de Monagás, parte de una agitada campaña de cara a las elecciones presidenciales convocadas para el 14 de Abril, tras la muerte del presidente Chávez el 5 de marzo.(La Jornada, 30/3/13, p 32). Nueve meses antes Chávez había planteado, al discutir el programa de gobierno para 2013-2019, que a la tesis reaccionaria del imperio y de la burguesía contra la patria, nosotros y nosotras oponemos la tesis combativa, creativa y liberadora de la independencia y el socialismo como proyecto abierto y dialéctica construcción.
 
El programa ofrece cimientos humanos y materiales, socio-políticos, científicos, técnicos y militares, para profundizar la construcción social alternativa que por 14 años proyectó el gobierno de Chávez, desde lo local y nacional a lo regional y mundial. Sin duda, dada la dimensión de su reserva petrolera certificada como la mayor a nivel internacional, junto a la de Arabia Saudita, conviene revisar algunas de las modificaciones y logros en este crucial ramo en el que los retos son tan inmensos y multifacéticos como conciso es el proyecto de transformación del petróleo a través de un ambicioso programa de construcción de refinerías y de una revolución petroquímica esbozada para 2013-2019 y más allá. Pasar del neo-extractivismo a una sistemática política para agregar valor al crudo sería un cambio histórico que tiene como fundamento la recuperación de la renta petrolera, dilapidada y entregada al big oil (Exxon-Mobil, Chevron-Texaco, Conoco-Phillips, British Petroleum, Shell, etcétera) bajo un diseño oligárquico-imperial en que estas firmas se apoderaban de 84 por ciento de la renta petrolera y pagaban regalías por uno por ciento.

Ese arreglo en el que una elite entregaba un bien estratégico no renovable por una limosnera y corrupta co-participación en la apropiación del excedente empezó a modificarse tan pronto Chávez, por mandato electoral abrumador ocupó Miraflores en 1999 y en 2001 Bush y Cheney, ex gerente de Halliburton, sin mandato electoral, arrebataron la Casa Blanca a Albert Gore por un voto amigo en la Suprema Corte.

Tan pronto el Congreso venezolano aprobó en 2001 la nueva Ley de Hidrocarburos acotando el saqueo del big oil al 70 por ciento de los ingresos por las ventas y un pago de regalías que pasó del primero apenas a 16.6 por ciento, se acentuaron los ataques a Chávez en radio, tv y prensa, en una vasta y multimillonaria campaña de vilipendio desplegada en Caracas y el mundo por los poderosos círculos que a lo largo del Siglo XX hilvanaron en América Latina y el Oriente Medio, los intereses del big oil con los de la seguridad nacional de Estados Unidos. Chávez fue demonizado. Dado el papel central del petróleo en el ascenso hegemónico de Estados Unidos no es novedad la hostilidad imperial a la menor manifestación de independencia petrolera y de nacionalismo económico que no sea el propio.
 
Así ocurrió en los años 30 ante la nacionalización petrolera de Bolivia y contra Lázaro Cárdenas, quien fue denunciado por la prensa de Estados Unidos en 1937 por tratar de instaurar una dictadura petrolera en México.
 
Acabada la Segunda Guerra Mundial la primera gran operación petrolera de la CIA en 1953 durante el gobierno de Eisenhower fue para derrocar al primer ministro Mohammad Mossadegh, nacionalizador del petróleo iraní. La CIA y sus pares británicos desataron una desestabilización económica y político-militar captada con excelencia por S. Kinzer (All the Sha’s Men, Wiley & Sons, 2003) resaltándose la facilidad con que, por unos dólares, se alquilaban cuadros para realizar operativos, unos matando al azar a gente de los barrios de Teherán, otros con multitudinaria violencia callejera, a favor o contra Mossadegh, pero siempre para debilitar sus apoyos y legitimidad, eso sí, difundidos pronto por las agencias noticiosas para mostrar su comunismo o incapacidad para controlar la violencia interna. Kinzer ofrece un relato importante para el análisis comparativo entre la ofensiva clandestina contra Irán entonces y ahora y la intensa hostilidad imperial a la construcción colectiva de un proyecto bolivariano y nuestroamericano.
 
El rechazo de Chávez al principio de extracción máxima impulsado por Estados Unidos, el gran consumidor per capita de crudo para abatir los precios, concitó más encono de Bush-Cheney al mando de una diplomacia de fuerza con la mira en la Organización de Países Exportadores de Petróleo, empezando con un golpe de Estado (fallido) contra Chávez en abril de 2002 seguido por una brutal y genocida guerra de agresión a Irak y luego una guerra relámpago sobre Libia.

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