Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 30 de julio de 2012

Arizona y Anaheim: historias similares- Minorías en Siria: peligrosa neutralidad- La economía voluble

Arizona y Anaheim: historias similares
Arturo Balderas Rodríguez
 
      La noche del pasado sábado 21, Manuel Díaz, de 25 años, originario de México, fue baleado por la policía de la ciudad de Anaheim, que le provocó la muerte. Veinticuatro horas después Joel Acevedo, de 21 años, también de origen mexicano, fue alcanzado por las balas de otro policía de la misma ciudad, y murió horas después en el hospital. Los policías han argüido que los jóvenes pertenecían a grupos gangsteriles y pretendían agredirlos. En lo que va del año es el octavo incidente violento en el que la policía ha participado; cinco de ellos han sido de consecuencias fatales para otros tantos ciudadanos de origen mexicano.
 
Según las autoridades policiacas, en todos los casos quienes murieron pertenecían a bandas de gángsters, y en cada uno de ellos los agentes se vieron precisados a disparar por causas justificadas. Lo que no han dicho es que el color de las víctimas ha sido el motivo de la causa justificada para disparar.

La violencia policiaca ha tenido respuesta en sendas protestas a lo largo de todo el país, lo mismo en Nueva York que en San Francisco, en Oakland y Chicago. Al margen del resultado de las investigaciones que realizarán las autoridades locales y la FBI, lo que es evidente es que quienes han sido objeto del celo de los responsables del orden son jóvenes de origen mexicano.

Hasta cuando entenderán estos individuos investidos de agentes del orden que el color no es un motivo para rescindir los derechos civiles y que los delitos deben ser juzgados por las autoridades correspondientes y no por un celo justiciero inspirado en el más puro racismo.
Paralelamente a estos eventos, en la ciudad de Phoenix, Arizona, se celebra el juicio en contra del funesto sheriff del condado de Maricopa, Joe Arpaio, acusado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos de violar los derechos humanos de ciudadanos de origen mexicano, objeto de persecución y malos tratos por el sólo hecho de su color. De las declaraciones vertidas por un largo desfile de testigos se desprende que han sido innumerables las humillaciones de Arpaio y los agentes bajo sus órdenes en contra de aquellas personas cuyo único delito es no ser blancas.

Anaheim y Arizona son la punta del iceberg en cuya base descansan las semillas de un racismo que no ha quedado atrás y pasará mucho tiempo para que sea superado, no obstante los evidentes avances legislativos en materia de derechos humanos e igualdad racial.

La única respuesta de quienes han nacido al sur del río Bravo y residen en EU, es participar en la vida política estadunidense y hacer valer sus derechos en las urnas. Es absurdo que en una ciudad como Anaheim 55 por ciento de sus habitantes son de origen mexicano, pero en su asamblea de gobierno solamente haya un representante de ese origen.

Por cierto, Disneylandia está enclavada en Anaheim; vale advertirlo a los mexicanos que se dispongan a visitarla en sus vacaciones.

Minorías en Siria: peligrosa neutralidad
Robert Fisk
 
      Ahora, en medio del tormento de Alepo, recordemos a las minorías: los palestinos de Siria, más de medio millón, y los 1.5 millones de cristianos –el mayor número vive en Alepo– que son ciudadanos sirios y ahora están sentados al borde de un volcán.
 
Ni unos ni otros desean colaborar con el régimen de Bashar Assad, pero cuando uno permanece neutral acaba sin ningún amigo. Vender una hogaza de pan a un nazi en la Francia ocupada no era convertirse en colaboracionista, pero hacerlo equivalía, para usar una vieja expresión alemana, a ayudarle a empujar la rueda. No, Bashar Assad no es Hitler, pero Dios salve a los palestinos y cristianos de Siria en estas horas terribles.

Hay lecciones por aprender. Los 500 mil refugiados palestinos en Líbano combatieron del lado de la izquierda musulmana en la guerra civil de 1975-90; su recompensa fue el odio, el asesinato en masa y el aprisionamiento en las chozas de su propio campamento. Refugiados palestinos en Kuwait apoyaron la invasión de Saddam Hussein en 1990; cientos de miles fueron desterrados a Jordania en 1991. Palestinos que vivían en Irak desde 1948 fueron masacrados o expulsados del país por la resistencia iraquí luego de la invasión estadunidense de 2003.

Así pues, la neutralidad en Siria es la única esperanza de salvación para los palestinos ahora que han quedado atrapados en una nueva guerra civil. Sin embargo, sus campamentos reciben la visita regular del Ejército Sirio Libre. Luchen con nosotros, les dicen. Y los muhabarrat del gobierno sirio infestan los mismos campamentos. Luchen con nosotros, les dicen. Por desgracia, dos unidades militares palestinas, Saiqa –una de las milicias más venales luego de la invasión militar siria en Líbano, en 1976– y el Ejército Palestino de Liberación, están bajo control directo del régimen. Hace dos meses, 17 de los soldados del EPL, entrenados en Siria, fueron asesinados. Y luego otros 17 fueron muertos en Damasco.

Algunos dicen que el ESL los mató para advertir que no ayuden al régimen, me comenta un activista del Frente Democrático para la Liberación de Palestina. Otros aseguran que el régimen los asesinó para que advertir que no colaboren con el ESL. Lo único que podemos hacer es aferrarnos a nuestra neutralidad. Y hay que recordar que algunos palestinos de los campamentos sirios son de por sí muhabarrat de inteligencia del gobierno sirio. El propio comando general del Frente Popular para la Liberación de Palestina ha dicho que combatiría por el régimen.

La mayoría de los palestinos en Siria son musulmanes sunitas, como la mayor parte de la población local y de la resistencia.
Los ciudadanos cristianos de Siria no son mayoría en ninguna fuerza opositora a Assad. La estabilidad de Assad –ahora tambaleante, sin duda– es preferible a los desconocidos terrores del régimen que podría sucederlo. Existen 47 iglesias y catedrales tan sólo en la región de Alepo; los cristianos creen que entre los rebeldes combaten salafistas, y tienen razón.

También para ellos hay lecciones. Cuando aquel famoso cristiano nacido de nuevo llamado George W. Bush envió sus legiones a Irak, en 2003, la salvaje secuela de la invasión hizo pedazos una de las más antiguas comunidades cristianas de Medio Oriente: los cristianos iraquíes. El papa copto cristiano Shenouda de Egipto apoyó a su protector Mubarak hasta apenas dos días antes de su caída; los musulmanes cristianos egipcios se acuerdan de eso. Así pues, ¿qué pueden hacer los cristianos de Siria?

Cuando, al principio del levantamiento en Siria, el patriarca maronita de Líbano, el nada inspirador Bechara Rai, dijo que había que dar más tiempo a Bashar, enfureció a los musulmanes sunitas de su país.

Pero al observar la televisión siria es fácil estremecerse. La semana pasada tocó el turno al obispo maronita de Damasco dirigirse a los sirios. ¿Sus primeras palabras? Quería agradecer a la televisión estatal siria la oportunidad de hablar. Dijo lo mucho que los cristianos respetan el Ramadán, cómo la fe de los musulmanes en ese mes sagrado ayuda a los cristianos a revigorizar sus propias creencias, afirmación perfectamente razonable, aunque formulada en momentos en que la mayor parte de la grey del buen obispo siente pavor de esos mismos musulmanes.

Y luego vino la parte terrible. Al final de su sermón, el obispo dio su bendición a todos los civiles, oficiales y soldados de Siria. Se refería, desde luego, a los oficiales de Bashar. Y a los soldados del régimen. Supongo que podríamos recordar el viejo consejo cristiano de dar al césar lo que es del césar y a Dios lo que es Dios. Otro recordatorio: Bashar no es el césar.

Pero un escritor cristiano libanés lo entendió bien cuando sugirió que tal vez los cristianos de Siria siguen la recomendación de San Pablo (1 Timoteo 2:1): Exhorto ante todo a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que tienen autoridad, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. ¿Y quién, si no Bashar, tiene por ahora la autoridad en Siria?
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya


La economía voluble
León Bendesky
 
      Bastó apenas una declaración de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, hace unos días, para que el índice de la bolsa de valores de España subiera 6 por ciento en la jornada, con la mayor alza en dos años, y bajara la prima de riesgo de los bonos de deuda estatal que tiene a ese país contra las cuerdas desde hace muchas semanas. Un entusiasmo similar se provocó en Italia.
 
Lo que dijo Draghi fue: El BCE hará todo lo necesario para sostener el euro. Y, créanme, eso será suficiente. Hay que admitir que es poco el contenido, no es más que un ofrecimiento, como si de un oráculo se tratara. ¡Hay que creer!

Lo que me interesa destacar aquí no es si podrá o no cumplir con su objetivo de salvar al euro, en qué condiciones y cuál será la durabilidad de su intervención. El elemento que me parece relevante en el marco de lo dicho por el funcionario concierne al modo de operación de los mercados financieros o, dicho sin eufemismos, de los poderosos fondos privados e institucionales de inversión y los grandes bancos.

El asunto tiene que ver con la manera en que se toman las decisiones de inversión. La cuestión se resolvía entre los economistas ortodoxos y los operadores hasta antes de la crisis de 2008, asumiendo que las decisiones se basaban en esquemas de racionalidad casi perfecta y que, por lo tanto, los mercados se ajustaban en un nivel de equilibrio óptimo. Este esquema está quebrado.

La racionalidad impuesta a los agentes económicos es el cimiento sobre el que está construida la economía tal y como se enseña convencionalmente en las escuelas y que crea a las teorías y modelos para actuar en los mercados, sean de productos, trabajo, dinero o capital.

Al parecer fue demasiado tibia la advertencia de Keynes cuando, tras la crisis de 1929-33, apuntó: “Aun haciendo a un lado la inestabilidad debida a la especulación, hay otra … que resulta de las características de la naturaleza humana: que gran parte de nuestras actividades … dependen más del optimismo espontáneo que de una expectativa matemática, ya sea moral, hedonista o económica. Quizá la mayor parte de nuestras decisiones de hacer algo … sólo pueden considerarse como el resultado de los espíritus animales … y no como consecuencia de un promedio ponderado de los beneficios cuantitativos multiplicados por las probabilidades cuantitativas”.

Los modelos de racionalidad perfecta, en cambio, generaron la llamada hipótesis de los mercados eficientes, predominante en el entorno financiero. Esta sostiene que los mercados de capitales son tan eficientes que incorporan toda la información relevante para tomar las decisiones y que, por ello, todos los precios de los valores son justos en un sentido económico.

De tal suerte, la única forma de obtener ganancias más altas es comprando títulos de mayor riesgo. Súmese esto al entorno institucional con una regulación más laxa de las transacciones y una fuerte innovación en los productos financieros para crear el entorno de una crisis como la de 1981 y, sobre todo, la de 2008.

La información completa y la existencia de una amplia competencia son la base de modelos económicos y financieros, también de la creación de nuevos productos para administrar los mayores riesgos, como ocurre con los derivados.

Pero ni una ni la otra existen. La información no está contenida toda en los precios, como se ve ahora con los arreglos para fijar la tasa Libor, ni la competencia provoca los ajustes que se le atribuyen, como recientemente se ve en la magnitud de las pérdidas del banco J. P. Morgan por la especulación con derivados. Hay control de la información y concentración en el mercado. Hay grados de monopolio y estructuras de poder, esa es la realidad del sistema económico y social.

Tampoco penetró el trabajo de los economistas la aportación de la psicología, precisamente en el campo de la toma de decisiones bajo condiciones de riesgo. Los criterios en este caso no son compatibles con la supuesta racionalidad de los agentes económicos. Los juicios se forman, en cambio, con la consideración de las situaciones externas, sobre todo en un entorno de gran incertidumbre.

Esto ha creado la base para proponer una economía basada en el comportamiento. No es claro aún cómo podría desarrollarse la disciplina sobre estas bases, pero se abre un espacio muy distinto de análisis al que ha predominado en las últimas décadas englobado en la existencia de las expectativas racionales.

Pues ante lo dicho por Draghi, los operadores financieros reaccionaron modificando instantáneamente sus expectativas y sus decisiones de inversión. Esa declaración no cambió para nada la situación de la deuda española, ni las exigencias derivadas del déficit fiscal, la presión sobre los bancos o el gran desempleo que hoy existe. Cambió la estimación de los riesgos de muy corto plazo y las perspectivas de ganancias financieras.

El estado de las expectativas en un marco de incertidumbre forma los juicios y define la toma de decisiones. Lo que hay es un mercado de alto riesgo donde las tasas de interés en los países más ricos están prácticamente en cero y en el otro extremo son elevadas para compensar un alto nivel de riesgo. Draghi no es un mago y lo que haga, como comprar deuda de los países en crisis, no será una operación suficiente sin un arreglo político de fondo en la Unión Europea y la zona euro. Estas condiciones políticas pueden dejar mal parado al BCE y agravar aún más la situación regional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario