Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 22 de julio de 2012

El despertar- El descontento general- Un juicio de inconformidad por nulidad de elecciones

Segundo día de actividades del Festival Re-Evolución, en la Plaza de la República
Busca #YoSoy132 sembrar semillas de humanismo, fraternidad y libertad
En asamblea popular, ciudadanos exponen su descontento ante la imposición de Peña Nieto
Foto
Diversos talleres y actividades artísticas, como este performance, se pudieron apreciar ayer durante el segundo día de actividades del Festival Re-Evolución, convocado por la Acampada RevoluciónFoto Francisco Olvera
Arturo García Hernández
Periódico La Jornada
Domingo 22 de julio de 2012, p. 10
El movimiento #YoSoy132 se dio a conocer en redes sociales e Internet ha sido el medio por el cual las razones y los fines de su lucha han llegado a casi todo el país y más allá. Sin embargo, los estudiantes que lo integran han tenido el acierto de no olvidarse de las calles, de salir a las plazas públicas, al espacio físico concreto, donde las ideas, los proyectos, las dudas y los sueños se comparten mirándose a los ojos, justo como ocurrió este sábado en la explanada del Monumento a la Revolución, durante el segundo día de actividades del Festival Re-Evolución.
Organizado por la Acampada Revolución 132 para involucrar a la comunidad artística en el cuestionamiento a la iniquidad de las pasadas elecciones y en la lucha contra la imposición de Enrique Peña Nieto como presidente de la República, el festival es un conjunto de espacios trabajando simultáneamente con un fin común: sembrar semillas de humanismo, fraternidad y libertad, a lo cual contribuyen músicos, escritores, artistas plásticos, estudiantes de cine, bailarines, fotógrafos, actores y todo el que tenga algo qué decir a través del arte y la cultura.
Ahí, bajo la faraónica cúpula, entre los mausoleos donde yacen los restos de Venustiano Carranza, Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y Francisco Villa, se lleva a cabo una asamblea popular donde líderes sociales, activistas y ciudadanos sin membrete, unidos por su indignación ante el desaseo del proceso electoral y la complacencia de las instituciones encargadas de sancionarlo, exponen y escuchan propuestas para afrontar los dilemas que plantea la coyuntura. Un septuagenario que viene de Hidalgo dice que la prioridad es evitar que Peña Nieto tome posesión. Un joven comunista de Oaxaca señala que más allá de que el priísta llegue o no a la silla presidencial, el problema de fondo es el modelo económico. Un jubilado saluda y agradece las movilizaciones estudiantiles que sacaron del letargo a una parte de la ciudadanía, mientras que un vecino de la delegación Álvaro Obregón se pronuncia en favor de medidas más concretas y radicales.
En otro punto de la explanada, Karla Alba, pasante de pedagogía en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán e integrante del colectivo Las hijas del maíz, hace un taller con niños para que, a través del juego y el arte, aprendan a convivir sin violencia. En este taller ponen en práctica una metodología que está desarrollando como parte de su tesis de titulación. Mientras ella explica los detalles de su labor, los niños se mantienen absortos en el trabajo con materiales reciclados.
Muy cerca, en dos carpas, un grupo de jóvenes trabaja a marchas forzadas en el montaje de una muestra de fotografía y otra de carteles relacionados con el movimiento. Todavía se realizan los últimos arreglos, pero el público ya empieza a circular frentes a los trabajos de una y otra muestra en las que de nuevo se hace patente la creatividad y el ingenio de los autores. Es notable en particular la exposición de carteles, muestra de lo que ya se puede denominar la gráfica del #YoSoy132.
Al otro lado de la explanada, sobre Avenida de la República, hay dos escenarios donde se llevan a cabo otras actividades del Festival Re-Evolución. Son los espacios para la música, el teatro y la danza. De todo para todos.
Uno de las participaciones que más impactan al público es el grupo Sensodanza, que sobre el concreto, descalzas, aguantando el viento que les vuela los vestidos, ejecutan una coreografía con entrega y profesionalismo conmovedores, que al final se ven recompensados por uno de los aplausos más largos e intensos de la jornada.
Sin compararse con las multitudinarias marchas contra las irregularidades electorales, la calidad del intercambio artístico y político que se da en el contexto del festival, se antoja como uno de esos logros que trascenderán el momento, sobre todo por lo que siembran en la mente y los corazones de quienes han compartido la experiencia.
El despertar
Transfiguración del sistema político
José Agustín Ortiz Pinchetti
        La discusión sobre si el PRI puede cambiar resulta superflua. El gran tema es cómo se está reciclando el sistema político mexicano. Admirado en una época, desprestigiado, dañado, decrépito en las últimas décadas sobrevive y se transforma. Hace 40 años Daniel Cosío Villegas describió sus piezas fundamentales y lo definió como una monarquía absoluta, hereditaria por línea transversal. También señaló con perspicacia que ya entonces los beneficiarios del sistema eran los empresarios más ricos y que la oligarquía como grupo de presión intentaría distorsionar el Estado mexicano.
Hoy el fenómeno a estudiar es la transferencia de la toma de decisiones a los poderes fácticos. Es evidente cómo están interfiriendo en los procesos políticos, cómo orientan la opinión pública a través de los medios electrónicos, cómo influyen en la política económica e impiden las reformas modernizadoras. México es el país de peor desempeño en materia de monopolios. Una docena de grandes familias logra eludir la competencia efectiva. Restringe el acceso a los mercados, no paga impuestos e impone precios por encima del mercado internacional. Las elites políticas dependen cada vez más de ellos. La oligarquía impuso en 2000 la alternancia panista y 12 años después decidió el regreso del PRI. Los politólogos tendrán dificultades para identificar cómo intervienen y operan. Conspiran sin dar la cara.
El sistema político ya no beneficia a la oligarquía; ahora depende de ella. Para mantener su control, mientras pueda, impedirá las elecciones libres y justas. En eso se parece al sistema cuando lo controlaba el PRI clásico. En el porfiriato la estructura política servía para garantizar el dominio de los intereses oligárquicos. Hoy la construcción de una economía social de mercado capaz de volver a crecer y desarrollar al país tiene a estos grupos como el mayor obstáculo. También la competencia democrática se nulifica por su activismo.

A partir de 1982 los poderes fácticos han crecido. Salinas les permitió consolidarse. Zedillo los favoreció con el Fobaproa y pactó con ellos la alternancia. Vicente Fox ha sido su agente y los obedeció cuando le pidieron que frenara la alternancia hacia la izquierda en 2006. En 2012 las aportaciones ilegales en la campaña priísta y los abusos en la compra de votos, las ventajas mediáticas y el rebase de los topes de campaña hacen evidente una estructura paralela. El objetivo de la imposición de Peña es recuperar las inversiones y mantener y ampliar los privilegios y perpetuarse en el poder: una democracia simulada controlada desde la penumbra por una oligarquía antipatriota.

Un alivio para mis lectores: les doy vacaciones por dos semanas.
El descontento general
Rolando Cordera Campos
      La política se encargó de que algunos temas fundamentales pasaran al archivo muerto de nuestros descuidos históricos. Uno de estos pendientes es el de la desigualdad inicua que caracteriza nuestra vida moderna y marca como hierro nuestra convivencia.
El cambio verdadero postulado por la izquierda encabezada por Andrés Manuel López Obrador, puso en segundo término su valiosa consigna de que por el bien de todos están primero los pobres, pero ahí estuvieron muchos de estos votando por su candidato hasta causar pánico en las filas del conservadurismo y la reacción. Pero el tema no estuvo en el juego de la retórica democrática y los otros partidos y candidatos prefirieron darlo por sabido. Nos dedicamos a la política normal de supuestos iguales, cuando el escenario sigue manchado por la irregularidad social, la inseguridad patente y el abuso del poder cuando quiera que se puede o se supone que se debe, como es el caso del presidente Calderón, cuyos usos y costumbres de despedida del cargo rayan en el exceso obsequioso o el desplante bravero de otros tiempos.

Otras voces y otros ámbitos, decía Truman Capote, pero no es nuestro beneficio. Por alguna razón que los sicólogos dilucidarán a destiempo, la sociedad mexicana abierta y global de esta época es a la vez una comunidad omisa y olvidadiza que, como las buenas familias de otros y pasados tiempos, opta por el silencio sobre las cuestiones fundamentales. Las buenas conciencias de Carlos Fuentes reclaman sus fueros como si no hubiéramos crecido y cruzado el mundo de la posmodernidad derrochando recursos básicos que ahora se ponen a la venta sin pudor ni recato, como prueba de madurez o mayoría de edad.
Los senderos de la modernidad mexicana se han cruzado pero no anuncian la llegada pronta a una nueva grandeza, de la que Novo o Balbuena pudieran enorgullecerse. Lo que parece ofrecerse es la medianía, cuando el tamaño de la sociedad y, a pesar de todo, de su economía, no puede sino demandar desarrollo en grandes números para por lo menos seguir en pos del progreso y el bienestar que postularan los antiguos como meta nacional compartida. En estas estamos y decepcionantemente la democracia, con sus mitos y ritos, parece empeñada en convertirlos en dogma del quehacer nacional y hasta popular.

El reto de este momento, signado por el cambio de los poderes y el ascenso y descenso de las elites gobernantes, no puede ser otro que el de superar la pobreza de masas y avanzar civilizadamente en el camino de la igualdad. Para eso y no para otra cosa es que los modernos inventaron la democracia y sus seguidores la convirtieron en máquina distribuidora de bienes, ingresos y oportunidades. Después de aquella revolución de la madrugada de la que hablara Gilly y Rafael Galván buscara actualizar con la lucha organizada de los trabajadores, lo que le queda a los mexicanos de la globalidad es ajustar los cinturones para un vuelo incierto de modernización, desarrollo e igualitarismo.

Ojalá que la izquierda que nos queda se ponga las pilas pronto y se arriesgue a dibujar un nuevo curso y un discurso acorde con sus tradiciones más valiosas. Sería la mejor manera de volver a exigir un lugar de honor en el mundo que dolorosamente se gesta al calor de tanta crisis y tanta hipocresía. Nos guste o no, ese es el camino a andar en este verano del descontento general.
Ubíquense-Helguera



Un juicio de inconformidad por nulidad de elecciones
Néstor de Buen
       A través de mi computadora personal en el despacho, he recibido copia en 638 cuartillas de un impresionante escrito dirigido a la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, mediante el cual tres representantes de la coalición electoral Movimiento progresista, de los partidos de la Revolución Democrática y del Trabajo y Movimiento Ciudadano impugnan la elección de presidente de los Estados Unidos Mexicanos por nulidad de toda la elección por la evidente violación a los principios constitucionales de elecciones auténticas, del sufragio libre y por la cancelación del registro de candidato de Enrique Peña Nieto, postulado por los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Verde Ecologista de México, expresados en el rebase de topes de gastos de campaña, omisiones en que incurrió la autoridad electoral al no impedir la recurrente y sistemática violación a las condiciones de equidad en la contienda y a los principios rectores de la función electoral por parte de diversos servidores públicos, partidos políticos y particulares claramente identificados con lo que se incumple: el postulado constitucional de la renovación de los cargos de elección popular mediante elecciones libres y auténticas. Por ello se solicita la nulidad total de la elección así como la declaración de no validez, frase que –es evidente– sobra, ya que la nulidad necesariamente supone la invalidez del acto de que se trata.
La narración de los hechos es de una amplitud impactante y no es preciso ni siquiera hacer un resumen, aunque sí señalar los aspectos fundamentales de la denuncia.

Desde luego que las principales acusaciones se refieren a la entrega de vales para la compra de diversos productos en las tiendas Soriana, a la intervención permanente de la prensa y la televisión –particularmente en el curso de la campaña–, cuando se daban a conocer las perspectivas de las elecciones en las que siempre aparecía con enorme ventaja Enrique Peña Nieto. Haya sido o no cierto, sin la menor duda generó la idea de su superioridad a expensas de sus rivales más connotados, principalmente Andrés Manuel López Obrador.

Ciertamente estamos acostumbrados a los fraudes electorales. No falta quien piense que el general Almazán le ganó las elecciones a Ávila Camacho y nadie duda de que Cuauhtémoc Cárdenas venció a Salinas de Gortari, por recordar los hechos más notorios. Entre ellos habría que incluir, sin la menor duda, el enfrentamiento entre Felipe Calderón y el mismo Andrés Manuel, en 2006.
Lamentablemente la historia demuestra que ese es un problema nacional que ya casi ha creado una costumbre. Lo que supone la cancelación vergonzante de las disposiciones constitucionales por efecto de un proyecto en el que el factor definitivo es el compromiso entre el presidente saliente y su candidato para que no se hagan investigaciones que puedan redundar en muy serias responsabilidades. Claro está que no se da oportunidad de que se produzcan juicios y sentencias que determinen la responsabilidad de antecesor y de esa manera México se mantiene en una supuesta paz política que está muy lejos de fundarse en comportamientos adecuados, sino en agradecimientos compensatorios.

¿Cabría imaginar un México diferente? Me temo que no. Una de las características de nuestro país es el permanente homenaje a la corrupción. Se manifiesta en todo. Pensemos si no en la decisión de Felipe Calderón de poner en manos del Ejército y no de la policía el enfrentamiento a los narcotraficantes. En el Ejército hay confianza que, en mi concepto, no necesariamente se justifica. Lo digo por experiencia, si se quiere mínima, pero experiencia al fin y al cabo. Cuando hice el servicio militar en el año 1944, el comandante de la compañía retenía los tres pesos del llamado pre, que era una especie de salario semanal, y sólo nos lo pagó un día en que, formada la compañía en pleno, se presentaron unos oficiales de otra corporación para interrogarnos acerca de si ese pre lo pagaban oportunamente. Curiosamente un oficial nos lo entregó antes de que nos preguntaran. Obviamente nos entraron sospechas de que pasaban cosas indebidas.

Pero es más que claro que, tratándose de las elecciones, la corrupción tiene alcances infinitamente más negativos. Nos hace, simplemente, vivir en la mentira. Y con muy escasa confianza en que las cosas cambien.

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