Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 28 de julio de 2012

México SA- Cerco cívico al poder mediático- «El Presidente del IFE»

México SA
El IFE en su laberinto
Ya despierta, Leolerdo
Pruebas y más pruebas
Carlos Fernández-Vega
 
        Insólito, pero el tribunal electoral pidió al IFE que, a la de ya, le envíe información relacionada con las indagatorias que realiza la unidad de fiscalización acerca de presuntas irregularidades de gastos de la campaña del priísta Enrique Peña Nieto, y para ello al instituto le dio un plazo de apenas 48 horas. ¡Qué falta de respeto para la autoridad electoral!, pues el esforzado consejero presidente Leolerdo Valdés Zurita ya había fijado fecha para entregar los resultados de esa investigación: enero de 2013, es decir, un semestre más adelante, con el cochinero ya cocinado y más de un mes después de estrenar inquilino de Los Pinos, o lo que es lo mismo con la cereza coronando el pastel del proceso electoral ejemplar (el propio Leolerdo dixit), el cual, dicho sea de paso, arroja una fetidez digna de una cloaca.
 
La semana que concluye ha sido pródiga en ejemplos sobre cómo procede la autoridad (sea esta federal, estatal, municipal o electoral) cuando ve en riesgo el status quo: entre ellos, el voluminoso lavado de dinero en HSBC y el veloz carpetazo de la Secretaría de Hacienda y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores; la (evitable) muerte de siete mineros en Coahuila, en la que está involucrado un ex presidente municipal priísta, y las inspecciones de la Secretaría del Trabajo en las zonas carboníferas, que nadie registró y que, de ser ciertas, nada evitaron; el cerco a Televisa y la solícita protección brindada por Marcelo (2 mil policías acordonaron la fábrica de sueños, cuando en las zonas de mayor índice delincuencial no aparece ninguno) y, para colmo, nuevas pruebas en contra del cochinero electoral, las cuales tienen menor difusión en los medios que los acalorados cuan cínicos boletines de prensa del PRI en defensa de las instituciones.

La autoridad nunca tiene prisa, salvo cuando se trata de esconder pruebas y lavarse las manos. Un día sí, y el siguiente también, el peje candidato presenta nuevas pruebas sobre el cochinero priísta en el proceso electoral (mientras, al candidato copetón lo tienen entre algodones, no vaya a ser que meta la pata, una vez más), y a estas alturas, en un país civilizado, la autoridad tendría que haber documentado y entregado al citado tribunal la relación detallada de los movimientos financieros de Monex y Soriana a favor de Peña Nieto, el voluminoso gasto en espectaculares, el grueso inventario de tarjetas prepagadas, el balance de las erogaciones de la campaña tricolor, la inyección de capital privado para apoyar al copetón, la procedencia del dinero en efectivo repartido a lo largo de noventa días de campaña, la participación de los gobiernos estatales, etcétera, etcétera. Pero nada de nada, porque en el IFE no despiertan del sueño ejemplar, y en el mejor de los casos declararía que las elecciones de 2012 fueron un cochinero sin cochinos, tal y como sucedió en las de 2006.

Casi un mes después de la denuncia original –presentada antes de los comicios del 1º de julio– la autoridad ha invertido más tiempo y esfuerzo en esconder, distorsionar, desestimar o de plano desaparecer el cúmulo de pruebas contra el cochinero comicial, que en transparentar el proceso electoral y pronunciarse en consecuencia. Largas y más largas, es lo único que da. Por ejemplo, si Leolerdo hiciera el trabajo que le corresponde, en lugar de defender histéricamente a la dupla encuestadoras-empresas mediáticas, tal vez se estaría hablando de otra cosa, y otro fuera el rumbo. Pero no, el susodicho deja para enero de 2013 el resultado de la investigación (incluso mucho después de que el tribunal electoral se pronuncie), se aferra al idílico calificativo por él difundido el 1º de julio (elección ejemplar e histórica), y no se sale un milímetro del guión, por mucho que la credibilidad del IFE esté nuevamente en entredicho (Luis Carlos Ugalde, reloaded) y la estabilidad nacional en juego.
Cómo estará la cosa, que hasta los magistrados reclaman y muestran impaciencia. La información dice así: el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación pidió al Instituto Federal Electoral le envíe información relacionada con las indagatorias que realiza la unidad de fiscalización acerca de presuntas irregularidades de gastos de la campaña del priísta Enrique Peña Nieto. El IFE deberá entregar este reporte al tribunal en un plazo de 48 horas, contado a partir del momento en que reciban el documento de los magistrados.

Lo anterior se deriva de una petición del Movimiento Progresista para que el IFE realice y/o concluya las investigaciones pendientes y subsane inconsistencias. En un documento del tribunal electoral, con fecha 26 de julio de 2012, se precisa que los magistrados que integran la comisión calificadora de la elección presidencial (Constancio Carrasco, Flavio Galván y Salvador Nava), recibieron la solicitud del Movimiento Progresista el pasado 23 de julio, en la cual exigen se realice esta petición al IFE (excitativa). Con base en la ley orgánica del Poder Judicial de la Federación y el reglamento interno del tribunal electoral, los magistrados acordaron la recepción del escrito de la coalición de partidos de izquierda y dar trámite a la petición de información para que el consejo general, el secretario ejecutivo y la unidad de fiscalización de los recursos de los partidos políticos, todos del IFE, realicen y/o concluyan las investigaciones y subsanen inconsistencias en el trámite de los procedimientos administrativos sancionadores electorales de su conocimiento, así como asuntos vinculados, respecto de los cuales refieren, no ha recaído de resolución alguna (La Jornada, Fabiola Martínez).

Y la autoridad debe espabilar, porque va tomando forma la alternativa planteada por el peje candidato: hay suficientes pruebas para declarar la invalidez de la elección presidencial, nos preparemos para un presidente interino y se convoque a nuevos comicios. No debe causarnos ninguna inquietud, lo resiste el país. Es preferible lograr un acuerdo de carácter político para que el Congreso, con base en sus facultades constitucionales, nombre Ejecutivo interino y se llame a una nueva votación para elegir a un presidente que concluya el sexenio. Un interinato no provocará una crisis política. Les aseguro que nos va a ir peor como nación si hay impunidad, si se decide que haya un presidente que asuma el cargo violando la Constitución y que llega a ese cargo comprando la Presidencia.

Las rebanadas del pastel
Y para un buen fin de semana, dos documentales de primera: Catastroika y Deudocracia (www.youtube.com/watch?v=EIl7Jw-gCkc y www.youtube.com/watch?v=CyEgZtMEzeM, respectivamente). Cualquier parecido con el caso mexicano, de ninguna manera es coincidencia.
Cerco cívico al poder mediático
      El cerco de 24 horas a las instalaciones de Televisa, convocado por #YoSoy132 y por otras organizaciones integrantes del Movimiento contra la Imposición –el Sindicato Mexicano de Electricistas, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, entre otros— fue calificado de éxito rotundo por sus organizadores, no sólo por la nutrida convocatoria que se logró a los alrededores de la televisora de Chapultepec y en sus sedes en diversas ciudades del país, sino también por el eco alcanzado a escala internacional y en las redes sociales. Salvo algunos momentos de tensión durante la jornada de protesta, ésta se desarrolló sin incidentes mayores y en medio de un ambiente festivo, marcado por la realización de actividades artísticas y culturales.
 
Quedó descartado, así, uno de los principales elementos de crítica que surgieron prácticamente desde el momento en que se anunció la movilización referida, de que ésta pudiera ser el marco para la aparición de algún tipo de violencia. Por el contrario: la acción política y social a las afueras de Televisa confirmó que el movimiento estudiantil y juvenil y su entorno social de apoyo han evolucionado mucho en cuestión de semanas en cuanto a capacidad organizativa, deliberativa y de convocatoria, y se han posicionado como actor principalísimo en el ámbito de las resistencias sociales del país, frente a los eventos políticos y electorales de coyuntura pero también, y sobre todo, frente a las problemáticas estructurales que aquejan el desarrollo económico, social y democrático de la nación.

Es importante recordar que el cerco a Televisa tiene su origen en la inconformidad de un sector amplio de la población ante la inequidad con que se condujo la televisora –junto con la mayoría de los medios electrónicos– en las pasadas elecciones en favor del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto; pero también en la crítica al poder fáctico e indebido que han adquirido los medios de comunicación en las décadas recientes –particularmente en la actual administración– y en el rechazo que genera su obstrucción sistemática a la apertura y democratización del sector telecomunicaciones y su capacidad de presión y chantaje sobre los poderes formales de la República.
Uno y otro aspectos se inscriben, a su vez, en el marco de las definiciones que #YoSoy132 y las organizaciones sindicales, campesinas y sociales que lo acompañan han esbozado ante los rezagos del país en materia democrática; ante los efectos nefastos del modelo económico vigente –particularmente, la acumulación desmedida de poder económico en unas cuantas manos y la desigualdad social– y ante la configuración de un el poder político-mediático-empresarial de características claramente oligárquicas. Frente a tales elementos, las reivindicaciones de quienes convocaron y participaron en la toma simbólica de Televisa adquieren una proyección que va mucho más allá del conflicto poselectoral en curso.

Las consideraciones anteriores resultan pertinentes sobre todo en un momento en que, desde distintos sectores de la clase política, desde los propios medios e incluso desde las propias autoridades políticas y electorales, persisten los intentos por desacreditar al movimiento estudiantil y juvenil y por presentarlo como brazo social de la coalición partidista de izquierda y de su candidato, Andrés Manuel López Obrador, pese a que es palmariamente claro que una y otra expresiones –más allá de los puntos en común que puedan tener en algunas de sus posturas– son independientes entre sí.

Dado el delicado escenario político y social que vive el país, lo peor que podría hacerse desde la institucionalidad política, pero también desde ese poder mediático y empresarial que ha sido objeto de impugnación en las últimas horas y días, sería menospreciar los distintos descontentos sociales que convergieron en la protesta de ayer y anteayer, regatear los motivos que los originan, minimizar su energía y desvirtuar su carácter genuino, plural y autónomo. A menos, claro, que se quiera profundizar la evidente fractura entre las élites políticas y económicas del país y la ciudadanía.

El Presidente del IFE
Javier Jiménez Espriú
 
      Inusitado, increíble, pasmoso, fuera de lugar, en fin, varias calificativos podrían aplicarse a la participación del consejero presidente del IFE, quien ayer, en memorable sesión, se constituyó en el oficioso Defensor de Oficio de las encuestas del pasado proceso electoral y de su cotidiano y más conspicuo promotor, el diario Milenio.
 
Aunque no corresponde al IFE calificar las encuestas, su consejero presidente se arrogó la potestad, se envolvió en la bandera de su defensa y decidió que no influyeron en la decisión de los electores –dejando por decreto fuera todas las consideraciones científicas de quienes de esto saben– y defendiendo con demagógico chantaje sentimental a los mexicanos, quienes –¡nomás eso faltaba!–, no se dejan influir por esas nimiedades que con cotidiano celo estampó Milenio en su portada durante 101 días, ¡sólo para informar y de ninguna manera para influir! Si de verdad eso piensa, aunque no lo creo, se demostraría que es uno de los que sucumbió a su influencia.

Todavía más, en una actitud de no me aguanto, el consejero presidente del IFE” tomó y retomó la palabra para increpar y preguntar con irónica sorna al representante del PRD, qué opinaba del cintillo que bajo el de la elección presidencial, el “disculpante Milenio” publicaba, diariamente también, sobre la elección del jefe de Gobierno capitalino.

Yo le contesto: el sondeo sobre la elección del jefe de Gobierno, asunto siempre más claro que el agua, fue la coartada de los encuestadores, que sí saben hacer encuestas, para poder señalar que la de la Presidencia fue un caso atípico de error inexplicable.
Inexplicable error que explico: Las encuestas se hicieron con gran conocimiento de causa y gran conocimiento de la manera de hacer encuestas. Y no sólo mantuvieron el objetivo –que era su función– de mostrar una enorme diferencia de preferencias entre el primero y segundo lugares para inducir el voto por el que va a ganar –le atinaron a la prelación, dice el PRI, y yo digo que cumplieron con la PRIlación–, sino que además, indujeron a la gente a pensar que entre el segundo y tercer lugares, según ellos, había empate técnico, lo que evitaría la tentación del voto útil en contra del PRI, del contingente que agrupa, cuando menos, sin contar a quienes votaron por Monex o por Soriana, a 63 por ciento de los votantes.

¿Se ha percatado el consejero presidente que la diferencia final entre el primero y el segundo, de los votos contados, es la misma que entre el segundo y el tercero? También se equivocaron en el empate técnico, qué puntería de las equivocaciones. Qué precisión, qué coincidencia.

Pero según el consejero presidente, las encuestas no influyeron en los votantes.

El consejero presidente del IFE; mostró Usted el cobre –otros ya mostraron el cobro–, pero Usted tiene una responsabilidad mayor, porque esas posturas y esas pasiones incontenidas, esclarecedoras, de sus altos representantes, es lo que conduce a que se lleve el diablo a las instituciones.

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