Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Argumentos que se repiten- Norberto Rivera, el capellán de la opulencia- Fracking cerebral

Argumentos que se repiten
Ana María Aragonés
Tal parecería que los argumentos del presidente Peña Nieto se repiten sin tomar en cuenta los resultados que esos mismos han producido en otros momentos históricos. Han pasado cerca de 20 años de cuando Carlos Salinas de Gortari planteaba las reformas estructurales cuyo eje central serían las privatizaciones y las inversiones extranjeras, con lo cual se lograría la modernización del país y, por supuesto, del crecimiento económico. De las mil 155 empresas en manos del Estado, en la administración de Miguel de la Madrid se redujeron a 743, y para 1994 Carlos Salinas dejó sólo 200 empresas. Los argumentos eran parecidos a los esgrimidos hoy día: serían más eficientes y se lograría bajar los costos de los servicios. Se reformó la Ley de Inversiones y poco a poco se fue incrementando la participación extranjera en un conjunto de actividades económicas, hasta llegar a su completa privatización, como sería el caso de los bancos en México. Hay que señalar la reforma al artículo 27 que dio lugar al fin del reparto agrario y a la privatización de los ejidos. La estrategia central de esa administración fue la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que iba a permitir que en lugar de exportar hombres exportaríamos jitomates y era una llave para nuestra incorporación al primer mundo. La realidad fue muy distinta, pues es cierto que las inversiones extranjeras llegaron en forma sustancial a México, pero también fue el momento del mayor flujo migratorio hacia Estados Unidos.
 
Algunos datos son importantes para situar los supuestos beneficios de las privatizaciones y de las inversiones extranjeras en la economía mexicana, y nos daremos cuenta que de ninguna manera son la varita mágica como se pensaba. El Inegi, por medio de la ENOE, revela que el trabajo informal se ha mantenido prácticamente en los mismos niveles desde 1995, con una población de alrededor de 27.5 por ciento respecto del total de la población y que en 2010 fue de 27.2 por ciento. En relación con la calidad de los empleos, cerca de 48 por ciento de los trabajadores subordinados y remunerados no tenían un contrato escrito en 1995 y para el año 2010 se mantiene casi igual, 47 por ciento. La OCDE señala que el salario mínimo real por hora se ha reducido, pasando de un dólar por hora en 1996 a 0.6 dólares por hora en 2012. En cuanto a la pobreza, el Coneval afirma que la pobreza alimentaria, por capacidades y patrimonial se incrementó entre 1992 y 2012 en 1.7, 1.6 y 0.8 por ciento, respectivamente. En torno al sector agrícola, que fue uno de los sectores más afectados por el TLCAN, de acuerdo con los datos del Banco Mundial, la participación del sector agropecuario sobre el PIB nacional se redujo casi a la mitad, pasando de contribuir con 6.3 por ciento del PIB en 1993 a sólo 3.6 en 2012. Lo cual permite comprender por qué la balanza comercial del sector agrícola tiene una tendencia decreciente, ya que las importaciones de productos agropecuarios se han incrementado considerablemente, pasando de 227.2 millones de dólares en 1993 a mil 102 millones de dólares en 2012, de acuerdo con cifras del Inegi. En cuanto al sector industrial, se ha favorecido más una política maquiladora, incrementándose de mil 703 establecimientos maquiladores en 1990 hasta llegar a 2 mil 879 en 2007. El problema de este tipo de industrias es que no generan encadenamientos con el resto de la economía, ya que se integran a las cadenas internacionales de producción y no son la forma para desarrollar al país. Si bien se les ensalza por ser altamente generadoras de empleo, la realidad es que, de acuerdo con el Banco Mundial, la proporción empleada en el sector industrial se ha incrementado muy poco, al pasar de 22 por ciento a 25.5 por ciento del total de la población empleada en ese sector entre 1992 y 2010.
 
A pesar de estos datos, en la presente administración vuelve a ponerse el énfasis en la inversión privada extranjera que permitirá al país modernizarse y lograr el crecimiento económico. Parece que ha llegado el momento de privatizar lo que todavía en el periodo de Salinas de Gortari era responsabilidad del Estado: el petróleo y la electricidad, por más que los funcionarios actuales insistan en que eso no es privatizar, y son los mismos argumentos: la modernización del país y el desarrollo económico. Serían los últimos sectores en los que el Estado es soberano, lo demás ya está en manos extranjeras.
 
Sin embargo, esto es preocupante, pues el momento es muy distinto al de Salinas de Gortari. Los enormes flujos migratorios que se produjeron fueron una válvula de escape a los descontentos sociales que se generaban ante los problemas económicos originados por ese proyecto privatizador, pero Estados Unidos estaba en un momento de extraordinario crecimiento económico, por lo que requería trabajadores migrantes. Sin embargo, en estos momentos ese país no acaba de despegar y por tanto los flujos migratorios se han reducido sustancialmente, algunos hablan de migración cero, y las remesas, que son un pilar de la economía, ahora están disminuyendo. Por tanto, no resulta extraño que los conflictos sociales internos estén en ebullición. Lamentablemente así seguirán en tanto no se comprenda que el proyecto neoliberal está basado en la venta del país (como diría Óscar Chávez) y este es un camino inaceptable.
 
Norberto Rivera, el capellán de la opulencia
Bernardo Barranco V.
Mientras el papa Francisco visitaba a los migrantes y denunciaba sus condiciones infrahumanas en la isla de Lampedusa (7 de julio de 2013), un mes después el cardenal Norberto Rivera se daba la gran vida con sus amigos magnates en el pueblo gallego de Avión, España, según consta en las páginas del número más reciente de Proceso. Ofició misa, jugó dominó y compartió manjares con personajes acaudalados como Olegario Vázquez Raña, Carlos Slim, Miguel Alemán y el hombre más rico de España, Amancio Ortega. Mientras el Papa demanda sencillez y humildad a sus pastores en su visita a Brasil, en ese momento el cardenal degusta los exquisitos vinos franceses y gusta viajar en los jets privados de sus amigos multimillonarios. ¿Es pecado que el arzobispo Rivera cultive amistades poderosas? Por supuesto que no, es muy libre de tener las amistades que quiera, pero es cuestionable que el cardenal falte a uno de los principales juramentos de la vida religiosa: el voto de pobreza. Es un voto que libera –con sabiduría los padres de la Iglesia lo proclamaban– porque aparta las tentaciones de la comodidad y apego a necesidades materiales que alejan a los religiosos de una profunda vida interior, que es la base de un liderazgo espiritual entre sus fieles.
 
En Río de Janeiro, en la reunión con los obispos latinoamericanos del Celam, el papa Francisco advirtió de la crisis de credibilidad de la Iglesia en la actualidad y demandó a los obispos conducirse ante el rebaño, ser pastores cercanos a la gente, sencillos y austeros, hombres que no tengan sicología de príncipes, que no sean ambiciosos. Podemos establecer de manera categórica que el cardenal Norberto Rivera es justo la antítesis del modelo pastoral que el papa Bergoglio quiere diseñar para la sacudida y debilitada Iglesia católica actual. En esa misma reunión, el Papa subrayó a los obispos: Deben ser pastores, cercanos a la gente, padres y hermanos, con mucha mansedumbre, pacientes y misericordiosos, hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida.

Desde hace muchos años, he venido cuestionando a través de diferentes colaboraciones en La Jornada el comportamiento poco evangélico del cardenal, especialmente su voraz fascinación por el poder económico y político, dentro y fuera de la Iglesia. Lo paradójico es el notable desclasamiento del cardenal, ya que proviene de una cuna muy humilde e indígena, me refiero a la comunidad de La Purísima en el municipio de Tepehuanes, del estado de Durango. Probablemente la influencia determinante se deba a sus dos principales mentores. El obispo cristero y teocrático Antonio López Aviña, por un lado, y el perverso Marcial Maciel por otro, quien convence al nuncio Girolamo Prigione de encumbrarlo como arzobispo de la arquidiócesis en 1995. El entorno que arropa a Rivera durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI es el grupo de Angelo Sodano y los llamados cuervos y lobbys de poder, marcados por la corrupción, el poder y la desmesura, que han sumergido a la Iglesia católica en una de sus peores crisis. Ese universo de perversión eclesiástica enquistada en la curia vaticana está seriamente amenazado y en franca descomposición. A ese grupo al que pertenece Rivera, eclesiocéntrico y clericalista, es precisamente el que enfrenta el papa Francisco. En Brasil señaló al respecto: Existen pastorales lejanas, que privilegian los principios, las conductas, los procedimientos organizativos, por supuesto sin cercanía, sin ternura, sin caricia, y recordó el papa Bergoglio las categorías de cercanía y encuentro de los pastores en la periferia, especialmente entre los pobres y sus sufrimientos.
 
En sus 18 años como arzobispo de la arquidiócesis de México, Rivera ha hecho gala de contradicción. Hoy es anticlimático ante los parámetros del nuevo Papa, ya que contradice la prédica y hasta estilo de vida de Jorge Mario Bergoglio en Roma. Rivera ha protegido curas pederastas como Nicolás Aguilar, ha exaltado figuras muy cuestionables como el profesor Carlos Hank González en sus exequias; ha sido codicioso para hacer negocios con la figura de la Virgen de Guadalupe (arrebató el negocio al abad Guillermo Schulenburg, vendió el copyright de la imagen guadalupana a Viotrán y la gestión de la Plaza Mariana). Sólo señalo algunos de los muchos escándalos en los que el cardenal ha estado en el centro de la polémica, además de su proclividad por aparecer en revistas de moda y de socialité; seguido se le ve compartiendo vida con las élites de este país. Cuando estas verdades afloran, sus jilgueros se desgarran las vestiduras advirtiendo sobre conjuras anticlericales y muchas veces el cardenal ha perdido la compostura comparando a los periodistas con prostitutas que deshacen la fama de los demás, no mata el cuerpo del otro, pero es una víbora que mata la fama de los demás. El cardenal hace una desafortunada asociación de su necesaria visibilidad con la fama, propia de artistas y políticos. Una verdadera proyección, dicen los sicólogos. Como si los periodistas inventaran los hechos, pero los datos duros ahí están y el Censo de Población 2010 muestra que mientras el porcentaje de católicos cayó en cuatro puntos a escala global, en la ciudad de México, zona de la arquidiócesis de Rivera, cayó ¡ocho puntos!, el doble de la media nacional y sólo comparable a los datos de la frontera sur del país.
 
Las fotos seculares de Rivera con poderosos potentados retratan muy bien la actitud y prioridades de un actor religioso que se ha definido más en la opción por las élites y el poder terreno, relegando lo pastoral. Rivera espera una severa evaluación a su gestión, que pronto llegará a 20 años al frente de la arquidiócesis y que el 6 de junio de 2017 deberá presentar al Papa, según el derecho canónico, su renuncia. Como recordamos, todo obispo debe presentar su renuncia al cumplir 75 años de edad. Es decir, al día de hoy faltan tres años, ochos meses y 26 días.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
Fracking cerebral
José Steinsleger
En el año 1968 de nuestro Señor hubo grandes momentos de dicha. Los vietnamitas se llenaron de optimismo con la Ofensiva del Tet, y los castellanos de gozo con el advenimiento del infante Felipe de Borbón. Pero los argentinos cayeron en honda depresión luego de que en la disputa por el título mundial de los pesos pesados, Joe Frazier le asestó un perfecto knock out a la esperanza blanca nacional, Ringo Bonavena.
 
En el cuadrante de las ideologías, algunos giraban más y más a la izquierda para terminar, sin darse cuenta, en la derecha. Algo confundido, el presidente Enver Hoxha abandonó el Pacto de Varsovia, y pocos años después envió un saludo fraternal a los marxistas premanufactureros y preagrarios, que en la mitad del mundo inauguraron la Casa de la Amistad Albania-Ecuador.

¿Que la ocupación de Moscú en Checoslovaquia representó un conflicto ético para las izquierdas? Quizá. Pero León Tolstoi, Arnold Toynbee y José Stalin ya habían dado pruebas de cuán todopoderosa era la Santa Madre Rusia. O, más fácil: que desde la época de Pedro el Grande, ninguna sirenita occidental podía ponerse a cantar gratis en sus fronteras (¿Siria hoy?).

Los revolucionarios de la época tenían claro el origen de sus luchas y (sin proponérselo) tres películas denotaron la ética disímil que los animaba: Dios y el diablo en la tierra del sol (Glauber Rocha, 1964), 2001: odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968) y una que llegó más tarde: Solaris (Andrei Tarkovsky, 1972).
Las de Rocha y Tarkovski desbarataron el fracking cerebral de los astronautas de Kubrick, que en aquel misterioso monolito clavado en la superficie lunar (hecho de un material que resistía cualquier tipo de análisis de estructura) intuyeron el principio extraterrestre de nuestra civilización. ¿Y por qué no, de su origen?

Fracking es un término derivado de una agresiva tecnología petrolera de perforación, que puede ser extensivo para describir las trastornadas facultades de algunos intelectuales autopersuadidos de que ética y principios son sinónimos, confundiendo con liviandad el origen de ambos conceptos.

Por ejemplo, los que simpatizaban con la teología de la liberación (creyentes) razonaban como los astronautas (científicos): creían que la ética de Cristo y Marx eran iguales. Cuentos del 68 que, vaya uno a saber, inspiraron posiblemente el poema No me contéis más cuentos, de León Felipe, fallecido en México pocos días antes de algo que no fue cuento: la masacre de Tlatelolco.

Uno de aquellos, quizá el más puro y humilde pretoriano de la ética esencialista (que por definición es como la filosofía de Parménides, paralizante), viene desde hace años tergiversando el origen de los gobiernos progresistas de América Latina. Días atrás nuestro héroe publicó un artículo titulado “ Fracking progresista”, que le sirvió para conjeturar, sin más recursos que la ética, los alcances de la referida tecnología en la explotación petrolera de Argentina. Y de paso, pegarle al diario Página 12 de Buenos Aires que a más de corajudo es oficialista, añadiría un trosco dominical.
 
El texto empieza diciendo que la debacle ética antecede a la material (¡bien dicho!), añadiendo: “… para las personas de izquierda, la experiencia histórica podría servir de referencia e inspiración, pero sobre todo como impulso hacia la coherencia más allá de las conveniencias del momento, que de eso se trata la ética”. ¡Uf!, no… No se equivoca.
 
Sin embargo, eso de la experiencia histórica podría suscitar interrogantes políticamente desangelados. Porque si el oro de Moscú ya no existe (como en los 60)… ¿cómo se financiarían las políticas sociales en los países saqueados y empobrecidos por el capitalismo salvaje? ¿Entonando “… con los pobres del mundo quiero yo mi suerte echar”, en alguna escuelita liberada de ideologías totalitarias? ¿Y después qué? ¿Retornar a casa con la frente en alto, la ética a salvo, y desarmados de ideas?
 
El castísimo teórico agrega: La justificación ideológica de las deserciones de la ética son las peores consejeras, porque ensucian las ideas que dicen defender. ¿Alguna objeción? Hasta acá, todo bien. Pero cuando aceptó que lo entrevistara la revista argentina Ñ, perteneciente a un monopolio mediático cómplice del terrorismo de Estado, y que hoy bloquea en la Corte la aplicación de la Ley de Medios… ¿dónde dejó su ética?
 
Patético: observantes ideologistas de la primera hora, devenidos en observantes eticistas en las horas que les restan. ¡Viejos! Viejos que decidieron olvidar el origen de sus luchas, para decirnos ahora que sólo los buenos, los justos, los profilácticamente purgados de maldad, llevarán a buen puerto los cambios estructurales que reclaman nuestros pueblos.
 
La hidrografía política de América Latina muestra torrentes y riberas de variada intensidad y colores. Ríos donde algunos pueblos perfeccionan la democracia real. Ríos que en el día a día de nuestros días se libran múltiples y complejas batallas. Contra los piratas que disparan a las naves que surcan sus aguas y con la invalorable ayuda de los éticos que por miedo a cometer errores duermen con la conciencia en paz.
FUENTE: LA JORNADA OPINION

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