Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 15 de septiembre de 2013

Siria: acuerdo y carencias- Dilma y el espionaje de Washington- Chile: del golpe militar al país de las maravillas- La guerra de Mambrú- Memoria del mundo

Siria: acuerdo y carencias
Por fortuna para la población de Siria y la comunidad internacional, la posibilidad de una incursión militar estadunidense en contra del régimen de Damasco –en represalia por el ataque con gas sarín contra civiles del pasado 21 de agosto, atribuido por Washington al gobierno de Bashar Assad– ha quedado temporalmente desactivada luego del acuerdo suscrito ayer por Estados Unidos y Rusia, que concede al gobierno sirio una semana para que informe sobre las cantidades precisas de sus depósitos de armas químicas y la localización, y establece un plazo de dos meses para que se permita que inspectores internacionales confirmen esos datos. Como consecuencia, el gobierno de Damasco ha solicitado su adhesión a la Convención de Armas Químicas de la Organización de las Naciones Unidas.
 
Es de saludar, sin duda, la suscripción del acuerdo citado, en la medida en que cancela en lo inmediato la perspectiva de una intervención militar que habría multiplicado la violencia y la barbarie que se desarrollan en el ensangrentado país levantino del norte y que no habría beneficiado a nadie salvo, seguramente, al complejo militar industrial de Estados Unidos, que suele encontrar grandes oportunidades de negocio en los escenarios de guerra.

No obstante, la hoja de ruta trazada por las representaciones diplomáticas de Washington y Moscú no resulta suficiente para garantizar una perspectiva de pacificación en ese país y en la región. Respecto del segundo ámbito, la eliminación del arsenal químico de Damasco –agendada para mediados del año entrante, según el acuerdo referido– podría alterar el delicado equilibrio que prevalece en esa región, caracterizada por una población numerosa, una importante posición geoestratégica y riqueza notable en recursos naturales, al eliminar los pocos elementos disuasorios actuales al belicismo de Israel. Hasta donde se sabe, Tel Aviv posee el único arsenal nuclear de la región, y su gobierno ha eludido sistemáticamente las inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica y rechazado suscribir también la convención de la ONU sobre armas químicas, lo cual lo convierte en factor permanente de inestabilidad y amenaza regional.
 
Por lo demás, si bien la perspectiva de un ataque estadunidense hubiera sin duda incrementado las cuotas de violencia y sufrimiento que padece la población, la cancelación de éste no ayuda ni poco ni mucho a reducir la barbarie que se desarrolla en el país y que ha cobrado la vida de unas 100 mil personas.
 
Tal circunstancia obliga a recordar la injerencia inocultable de Washington y Bruselas contra el régimen de Assad y a favor del bando rebelde, la cual ha contribuido a atizar el fuego del conflicto y a prolongar la guerra civil en la nación. Por elemental congruencia, es necesario que la cancelación de una intervención militar occidental en Siria se haga acompañar del fin de las acciones de Washington y sus aliados en respaldo de los grupos opositores al gobierno de Bashar Assad, entre los que se encuentran, en forma paradójica, milicias pertenecientes a la organización Al Qaeda que Washington dice combatir.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
Dilma y el espionaje de Washington
Eric Nepomuceno
Las iniciativas de Estados Unidos y la comunidad internacional suelen convertirse en lecciones redondas y perfectas de hasta qué punto la torpeza se mezcla con la soberbia y la prepotencia. Es como si, escudados en la certidumbre de una superioridad imperial, los sucesivos gobiernos se crean con el derecho de despreciar a todo y a todos, aliados y adversarios, amigos y enemigos.
 
Ahora mismo, Brasil se ve como blanco de una de esas demostraciones. La razón: el amplio esquema de espionaje desenfrenado de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), revelado por Edward Snowden, el técnico informático de alta especialización que decidió contar al mundo lo que antes sólo decía a sus jefes.

Se trata del más amplio y sofisticado esquema de invasión de privacidad pública, personal y empresarial de la historia, y se realiza desde hace por lo menos siete años mediante redes sociales, teléfonos (fijos y celulares) e Internet.

Dilma Rousseff fue uno de los blancos de la NSA. Se sabe, con seguridad, que se espía el correo electrónico privado de la presidenta, al igual que los teléfonos de su despacho, de la residencia oficial, y los celulares, tanto los institucionales (dos números decodificados por los expertos estadunidenses) como los de uso personal.

El sistema altamente sofisticado también controla empresas, con énfasis en la petrolera estatal Petrobras. En su caso, se trata de un trabajo a la altura de su importancia: cada 72 horas, el gobierno de Barack Obama recibe un informe detallado y actualizado sobre lo que fue filtrado del sistema interno de Petrobras.

Conviene recordar que en 2006 Brasil descubrió gigantescos yacimientos de petróleo en aguas marítimas profundas. Así que no convence a nadie que el esquema de espionaje se dedica exclusivamente a cuestiones de seguridad: trata también de negocios, de datos estratégicos del Estado brasileño.

Lo de Petrobras causó profunda irritación en Dilma Rousseff. Durante el encuentro que tuvo con Obama en la cumbre del G-20 realizada en San Petesburgo el viernes 6 de septiembre, fue bastante clara: con determinación exigió saber qué hay en los informes sobre sus comunicaciones personales y de Petrobras.

Brasil, aclaró a Obama, es una fuerte, sólida y gran democracia. Convive desde hace 140 años de forma pacífica con sus vecinos. No tiene conflictos étnicos ni religiosos, no abriga grupos terroristas, y su Constitución veda expresamente el uso y la fabricación de armas nucleares. Esas características, fácilmente comprobables, echan por tierra cualquier justificación a los actos de espionaje, sobre todo con el pretexto de proteger a Estos Unidos contra el terrorismo.
 
Con relación a los informes enviados por la NSA a Obama, la mandataria dijo que quería saber todo lo que hay, lo que contienen y lo que no. Y, anticipándose a la traducción, espetó a su interlocutor: Everything, mister president. Everything.
 
Claro que aún sigue sin saber qué hay en el material colectado de sus conversaciones, y mucho menos de lo que se obtuvo del sistema de comunicación interna de Petrobras.
 
Por esas y otras razones, las relaciones entre Brasilia y Washington enfrentan tiempos de fuerte turbulencia. En realidad, desde la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, y luego de un periodo inicial de intercambio de coqueteo explícito con el entonces presidente Lula da Silva, el trato entre los dos gobiernos se enfrió.
 
Entre los mandatarios, también: el primer obrero y el primer negro en alcanzar la presidencia de sus países jamás lograron buena química personal. Con la llegada de Dilma Rousseff, algunos analistas y diplomáticos creyeron que pudiesen establecerse relaciones personales más fluidas, que facilitarían el diálogo entre ambos gobiernos. Pues no, nada.
 
Ahora, la tensión alcanzó su grado más elevado. Brasil sabe de la importancia de las relaciones comerciales con Estados Unidos, pero igualmente sabe que a Washing-ton no le conviene para nada que persista el actual ambiente de profundo malestar e irritación.
 
Ese interés mutuo seguramente se impondrá sobre las malas relaciones personales entre los mandatarios de ambos países y sobre la grosería de violar la privacidad de los brasileños, que empezó por la presidenta misma. Pero los diálogos serán más duros.
 
Es obvio que Estados Unidos siempre espió a Brasil, a sus presidentes, a sus políticos, a sus empresas, a sus figuras más prominentes, pero nunca al nivel de invasión e intromisión que llegó ahora.
 
Es muy poco lo que se puede hacer para impedir ese espionaje permanente. En todo caso, Dilma dejó bien claro que no quedará inerte. Pretende denunciar la situación en el pleno de la ONU, buscará aliados para proteger los intereses brasileños, de empresas, inclusive, y podría sancionar a las compañías estadunidenses que sirven de cómplices al esquema.
 
Brasil ya no es el país periférico que era y Dilma lo sabe. Obama, al parecer, todavía no se da cuenta.
Enlaces:
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
Chile: del golpe militar al país de las maravillas
Marcos Roitman Rosenmann/III y última
 
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Soldados y bomberos sacan el cuerpo del presidente Salvador Allende del palacio de La MonedaFoto Ap
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La respuesta de Salvador Allende no se hizo esperar: ... los diputados de oposición han exhortado a fuerzas armadas y carabineros a adoptar una posición deliberativa frente al Poder Ejecutivo, a que quebranten su deber de obediencia al supremo gobierno, a que se indisciplinen contra la autoridad civil del Estado a la que están subordinadas (...) Cada ataque, cada peldaño que franquea la reacción en su afán de destruir las vidas, los bienes materiales, las instituciones cívicas y las militares, obra esforzada de décadas de historia, fortalecen mi ánimo, multiplican mi voluntad de luchar por el presente de tantos millones de chilenos que buscan paz, bienestar y amor para ellos y la patria.
 
El 11 de septiembre de 1973 las fuerzas armadas y de carabineros echaron mano de todo ese aparato conceptual proporcionado por quienes urdieron la trama civil del golpe. Sería el contralmirante Ismael Huerta, el 9 de octubre de 1973, como ministro de Relaciones Exteriores de Pinochet, quien lo hiciera explícito en su discurso ante la Asamblea General de la ONU. Utilizando todos los argumentos ya citados, concluye: Después de las elecciones de marzo del año en curso y en cumplimiento de nuestro sagrado deber de preservar el régimen democrático, en múltiples oportunidades hicimos saber a quienes dirigían la marcha del país el peligrosísimo camino por el cual se estaba conduciendo a Chile. Se nos respondía con promesas que nunca se cumplieron (...) mientras entraban al país agitadores profesionales, armas y otros elementos de alto poder destructivo, con el fin de preparar el golpe de gracia a nuestro sistema democrático.
 
Así aparece el tercer elemento: el plan Zeta y el autogolpe. Bajo ese principio se justifica la violación de los derechos humanos y el Estado de guerra interno. Ellos o nosotros. Había que actuar primero impidiendo la masacre orquestada por los dirigentes de la Unidad Popular. Chile, plagado de terroristas internacionales, adiestrados por los cubanos, en un número, según Pinochet, de 15 mil y 30 mil, con armas de grueso calibre, tenían la orden de actuar. Existía, dicen, un plan concebido para deshacerse de la oposición y miembros de las fuerzas armadas contrarios a la Unidad Popular. El autogolpe tendría lugar los días 18 y 19 de septiembre de 1973. Hubo que adelantarse. Era necesario actuar. De lo contrario Chile caería en manos del comunismo internacional. La junta militar encargaría al historiador conservador Gonzalo Vial la fabricación de las pruebas apócrifas, con el fin de dar a conocer dicho plan Zeta y el autogolpe. A finales de 1974 aparecerá el Libro Blanco del cambio de gobierno en Chile. Su objetivo: dar credibilidad a la existencia del plan Zeta, el autogolpe y la decisión de matar a los miembros relevantes de la oposición política. Por sus servicios, Vial Correa ocupó entre 1978 y 1979 el cargo de ministro de Educación. Durante la redacción de la Comisión Rettig de la Verdad, en 1990, donde participó Vial Correa, se reconocerá que fue una acción de propaganda, en la cual se montaron las pruebas y se alteraron los hechos.
 
3.- Chile 1973-2013
 
Tras 40 años del golpe de Estado, los objetivos que se propusieron sus ejecutores, tanto las fuerzas armadas como los civiles que participaron en su elaboración, se han cumplido. Nada del viejo sistema republicano, democrático y participativo vigente en Chile, por más de medio siglo, quedó en pie. Como sucediese con los imperios coloniales, los conquistadores imponen su proyecto cultural de dominación política y explotación económica a sangre y fuego y arramplan con todo. Baste recordar el genocidio y exterminio de los pueblos originarios de nuestra América. Sus tierras fueron expropiadas, sus mujeres violadas y su cultura arrinconada, menospreciada bajo el mito de la superioridad étnico-racial. Las luchas de resistencia del pueblo Mapuche se homologan y suman al grito de dignidad, sentido ético y restitución de la verdad de lo ocurrido el 11 de septiembre de 1973.
 
Uno de los pilares del Chile actual, orgullo de la élite política de la derecha y la concertación, lo constituyen los mil 556 centros de tortura, detención y muerte diseminados por todo el territorio, según consta en el informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura de 2004, así como el asesinato político y violencia de Estado sobre 2 mi 279 personas reconocidas en el informe Rettig. A los cuales hay que agregar los detenidos, exonerados y torturados del informe Valech. Pocos quieren señalar los estrechos vínculos entre el Chile actual, tan neoliberal, con la dictadura. Hay un pacto de traición. Sirva de ejemplo el comportamiento espurio de los dos ministros de Exteriores que actuaron de manera abierta en defensa del dictador, mientras se encontraba detenido en Londres por crímenes contra la humanidad. José Miguel Insulza, hoy secretario general de la OEA, espetó: Defiendo al senador Pinochet, no al ex dictador. ¿Esquizofrenia? No. Juan Gabriel Valdés, su homólogo, precisó: Si Pinochet se aleja de la vida política y los exámenes médicos confirman lo que han dicho los británicos, es muy probable que no tenga que afrontar juicios.
 
Era una forma de tranquilizar a las fuerzas armadas. No olvidemos que entre otros actos de ignominia está la nominación como candidato a diputado de la Concertación de Federico Willoughby, primer portavoz de la junta militar, coautor del plan Zeta. Patricio Aylwin, a las pocas semanas del golpe, pedía comprensión y entender a las fuerzas armadas en su labor de erradicar el cáncer marxista de raíz. Estas fueron sus palabras: Nosotros tenemos el convencimiento de que la llamada vía chilena al socialismo, que empujó y enarboló como bandera la Unidad Popular y exhibió mucho en el extranjero, estaba rotundamente fracasada, y eso lo sabían los militantes de la Unidad Popular y lo sabía Salvador Allende, y por eso ellos se aprestaban, a través de la organización de milicias armadas, muy fuertemente equipadas que constituían un verdadero ejemplo paralelo, para dar un autogolpe y asumir por la violencia la totalidad del poder, en esas circunstancias, pensamos que la acción de las fuerzas armadas simplemente se anticipó a ese riesgo para salvar al país de caer en una guerra civil o una tiranía comunista. Aylwin, nada más electo presidente, devolvió el favor a Willoughby: lo nombró su asesor personal. ¿Casualidad?
 
Otro pilar básico del actual régimen es la Constitución de 1980, engendro político y vergüenza para cualquier ciudadano que se considere demócrata. Chile se rige por un aparato legal nacido de las entrañas de la dictadura. Su élite política parece sentirse cómoda. La remoza, creyendo que al borrar la firma de Pinochet y sustituirla por la de Ricardo Lagos es suficiente para olvidar su origen. Tras ella se esconden la ley binominal vigente y, sobre todo, el carácter ideológico que le dio vida en 1980. Un referéndum espurio la aupó como corazón del régimen, facilitando su institucionalización y borrando el carácter ilegítimo de sus padres fundadores. Su mantenimiento condensa el sentido antidemocrático del actual sistema político que impera en Chile.
 
Imposible de soslayar la falta de libertad de prensa, mecanismo básico para hablar de un régimen democrático. La crítica al modelo se convierte en acción osada y temeraria, supone la marginalidad. Poco a poco las revistas y publicaciones diarias que poblaban Chile a finales de los años 80 fueron estranguladas en los años de la Concertación. Baste recordar dos casos: la revista Análisis, pilar de la lucha democrática durante la dictadura, dirigida por Juan Pablo Cárdenas, y el escándalo que pervive, silenciado por todos: el secuestro del diario Clarín desde el 11 de septiembre de 1973. Hoy existe una sentencia condenatoria contra el Estado chileno, dictada por el Ciade, organismo del BM, obligando a pagar el costo del juicio a su legítimo propietario Víctor Pey y negociar una indemnización con sus abogados. Chile se niega a pagar y devolver las instalaciones del viejo periódico a sus legítimos dueños. Hoy sigue en manos de las fuerzas de carabineros, lo cual muestra el acuerdo y compromiso de todos los partidos, avalados por los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como por la Contraloría General, con los dos grupos monopólicos que controlan la prensa en Chile, pertenecientes a los empresarios Agustín Edwards (grupo Mercurio) y Alvaro Saich, (Copesa).
 
¿Y qué hay de las fuerzas armadas? Salvo casos excepcionales, todos los encausados lo han sido por querellas particulares. La fiscalía no actúa o se inhibe. No hay posibilidad de avanzar hacia una sociedad democrática si los responsables de crímenes de lesa humanidad transitan por las calles de las ciudades, sabedores de una ley de amnistía que les protege y les hace inmunes. Así mantiene sus prerrogativas y permite que el actual comandante en jefe del ejército, Juan Miguel Fuente-Alba, diga sin ruborizarse que se debe tener una mirada humanitaria con los miembros de las fuerzas armadas condenados por violación a los derechos humanos, dado su avanzada edad. No hay vergüenza.
 
La dictadura sigue vigente, porque la Concertación en sus cuatro mandatos y la derecha pinochetista con uno han dado continuidad al proyecto. A 40 años la traición se consuma. Chile vive una farsa y una borrachera de poder, donde la amnesia y la infamia construyen un relato épico e idílico que justifica el asesinato y la tortura bajo el eslogan Chile, modelo de democracia, libre mercado y éxito neoliberal. Se hace necesario liberar la conciencia secuestrada por una clase política que prefiere la deshonra a la dignidad. Ese es el dilema a 40 años del golpe de Estado.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
La guerra de Mambrú
Guillermo Almeyra
Si diariamente no sufriese o muriese tanta gente, las dificultades que encuentran los proyectos bélicos de Barack Obama y de su faldero François Hollande contra Siria recordarían la canción satírica dedicada hace cuatro siglos por los soldados franceses al belicoso sir John Churchill, conde de Marlborough (nombre que, con su don para las lenguas extranjeras, los galos pronunciaban Mambrú).
 
La amenaza del matón de la Casa Blanca y de su valet del Eliseo de intervenir en Siria no tiene otro sostén que el cinismo y la prepotencia, porque su afirmación de que el gobierno sirio bombardeó con armas químicas los barrios suburbanos de Damasco habitados por sus simpatizantes y donde combatían en ese momento sus mismos soldados de infantería carece de cualquier prueba y de toda lógica. La aceptación por el gobierno de Bashar Assad de la misión de control de la ONU (cuyo trabajo facilitó), después, de la propuesta rusa de control por las Naciones Unidas de sus arsenales químicos y, por último, la firma del tratado sobre la prohibición de las armas químicas, quitan argumentos a los Mambrú de los dos lados del Atlántico y los dejan aislados. Sobre esa base Vladimir Putin, ex agente de la KGB soviética y autócrata representante del capitalismo mafioso ruso, saca a Hollande y a Obama del callejón sin salida en que se habían metido al pretender meter a sus respectivos países en una gravísima aventura sin contar ni siquiera con el apoyo de la mayoría de los franceses y de los estadunidenses ni de la aplastante mayoría de los países. Rusia logra un triunfo diplomático y aparece así como garante de la dictadura de Assad y del régimen iraní de los ayatolas y, con China, mantiene con ellos un comercio importante para ambas partes que, de paso, le da fuerte influencia en Damasco y Teherán.

La guerra de Obama-Hollande tenía como objetivo debilitar fuertemente al ejército sirio, que está venciendo en el campo de batalla al sector de la oposición siria formado por salafistas de diversos países, suníes extremistas financiados desde hace tiempo por Qatar y Arabia Saudita, franceses manipulados por los servicios parisinos (Francia gobernó Siria como potencia colonial y tiene siempre sus agentes en el país) y grupos de Al Qaeda. Este sector, al asesinar a cristianos, kurdos de izquierda o alauitas simpatizantes de Assad o neutrales frente a éste y al ajusticiar a los soldados gubernamentales prisioneros, se aísla crecientemente y depende sobre todo del exterior para tratar de compensar la superioridad militar del gobierno, y es muy probable que el fracaso de sus esperanzas en los bombardeos imperialistas lo desmoralice y desaliente. Cualquier nueva victoria importante del ejército sirio podría agravar mucho esta crisis.

Por su parte, el gobierno está intentando convencer al sector democrático de la oposición que salió a la calle sin armas estimulado por la caída del egipcio Mubarak de que aún es posible una salida política negociada. Este sector democrático, reprimido por los salafistas y en buena parte obligado a sumarse a los exiliados en Líbano o Turquía, se opone también a la consecuencia inevitable de una agresión imperialista: o sea, a una guerra que involucraría a Turquía, Irán, Líbano, Irak, Israel, le daría ocasión a este país para exterminar a los palestinos y se convertiría, además, en los países islámicos, en un conflicto fratricida entre suníes y chiítas.
 
En el hipotético caso de una victoria imperialista, toda la región volvería a ser una colonia controlada por Turquía –la potencia colonial hasta 1918– y por Israel como capataces de Estados Unidos, lo cual implicaría inevitablemente levantamientos permanentes en los países árabes, nuevas guerras entre éstos e Israel y un posterior conflicto bélico mayor con Rusia y China. En cambio, si el régimen de Assad derrotase con armas rusas a los rebeldes salafistas sostenidos por Estados Unidos, tanto Tel Aviv como Ankara se debilitarían, lo cual favorecería a los kurdos de Siria, Irak y Turquía, a los pueblos árabes y a las minorías religiosas en la región, además de evitar una nueva guerra civil en Líbano. Por eso es necesario oponerse a toda aventura bélica imperialista en Siria a pesar e independientemente de la dictadura de Assad. No se trata de defender a un gobierno indefendible sino a la nación siria, cuyo derecho a la autodeterminación está siendo pisoteado. No se trata tampoco de elegir entre dos males y de apoyar al aparentemente menos peor.
 
La izquierda socialista en el mundo árabe repudia la dictadura del clan Assad, que empezó en los años 70, hace 40 años, pero no cae en la trampa de pedir a los imperialistas que, junto a Israel, otorguen la democracia a los sirios ni tampoco en la idealización del autócrata ruso Putin, quien simplemente mantiene la vieja política de la ex Unión Soviética de apoyo a las dictaduras árabes a cambio de posiciones militares. La conquista de la democracia exige mantener y defender la independencia nacional y la lucha por el socialismo es inseparable de ambas pues un país destruido no podrá iniciar jamás el camino a un régimen no capitalista sino con la más amplia participación popular y la más amplia democracia.
 
Putin, en realidad, no defiende a Siria sino el statu quo entre las potencias mundiales y busca dar a Obama una vía de retirada menos costosa que un bombardeo limitado que podría tener consecuencias incontrolables para Washington. Putin defiende su régimen capitalista-mafioso. Es hoy un aliado necesario y útil para evitar lo peor, pero sigue siendo un aliado artero e interesado, no un paladín de la paz mundial.
 
El rechazo a la guerra imperialista de los pueblos del mundo, y de los franceses, estadunidenses y británicos en particular, acaba de obtener una victoria parcial. Pero Washington buscará nuevos pretextos para agredir y sigue armando a sus agentes en Siria. Hay que impedirle que siga amenazando al mundo.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
Memoria del mundo
Ángeles González Gamio
Fuentes fundamentales de información son los archivos históricos. En México hay varios que son reconocidos como los más importantes de América en su género, sin embargo, muy pocos han sido reconocidos por la Unesco como Memoria del mundo. Hace unos meses recibió ese reconocimiento el Archivo Histórico del Colegio de San Ignacio de Loyola, mejor conocido como las Vizcaínas.
 
Sin duda a ello contribuyó la labor de su directora Ana Rita Valero de García Lascuraín, apasionada historiadora. Ella continuó la labor que inició hace varias décadas Josefina Muriel, esa notable investigadora que nos legó una vasta obra sobre los conventos de monjas, los colegios, los recogimientos de mujeres y los hospitales de la Nueva España.

En manos de Ana Rita, el archivo fue modernizado y ahora permite la consulta a los investigadores. Actualmente se conoce con precisión su rico acervo, que incluye además de los fondos propios, los del que fuese conocido como Colegio de Niñas, los del Recogimiento de Belén, los de la Congregación del Divino Salvador del Mundo y Buena Muerte, de la Archicofradía del Santísimo Sacramento y Caridad y la Cofradía de Nuestra Señora de Aranzazú, a la que pertenecieron los vascos fundadores y que mantenía la bella capilla dedicada a esa virgen, que se encontraba en el convento de San Francisco. Otro de los tesoros del archivo es la sección de música, que alberga partituras de gran valor, que van del siglo XVI al XX.

Las Vizcaínas guarda esos fondos conventuales gracias a la visión que tuvieron los vascos que lo crearon a mediados del siglo XVIII: Francisco de Echeveste, Manuel de Aldaco y Ambrosio de Meave, cuyos apellidos, merecidamente, nombran las calles que rodean el imponente inmueble, muestra de la más bella arquitectura barroca.

Ellos se empeñaron en que la institución fuera laica y autónoma, algo impensable en esa época. Esto la salvó de desaparecer cuando le quitaron los bienes a la Iglesia, tras la aplicación de las leyes de Exclaustración. Al ser prácticamente el único colegio de niñas que permaneció, le fueron entregados archivos y obras de arte de otras escuelas de religiosas.
 
Todo este rico acervo ha sido conservado a través de los siglos, al igual que ha continuado prestando sus servicios como institución educativa. En algunas épocas con magníficos resultados y en otras a la baja, pero ininterrumpidamente. Como mencionamos hace un tiempo ahora está en uno de sus mejores momentos, con un patronato de vascos dignos herederos de los fundadores, quienes se han preocupado por restaurar el soberbio edificio, sin duda uno de los más hermosos de la ciudad, y de elevar el nivel educativo, función primordial para la que fue creado.
 
No hay que olvidar la hermosa capilla con sus extraordinarios retablos que realizó el notable dorador y ensamblador Joaquín de Sallagos. Otro sitio de deleite es la antigua capellanía; solía ser una construcción separada para que los capellanes no tuvieran ningún acercamiento físico con las mujeres del colegio. Aquí se encuentra el museo, que muestra cuadros de varios de los mejores pintores virreinales, como Juan Correa, Cristóbal de Villalpando y José de Ibarra; el cuarto del tesoro luce en bien resguardada vitrina: custodias, copones, candelabros y demás objetos de culto, labrados en plata, que heredaron de los colegios de religiosas que mencionamos.
 
Del propio colegio hay una colección soberbia de bordados, que era una de las actividades que realizaban las pupilas y que tenían fama por su finura y belleza; lucen cuidadosamente enmarcados y en un enorme mueble-vitrina que muestra una amplia variedad.
 
Y ya que estamos a un par de cuadras de la calle de Uruguay, vamos al No 3, donde se encuentra el restaurante El Danubio. Tiene menú del día, sabroso y económico, o la carta con lujillos gastronómicos como la sopa verde de mariscos, los langostinos al mojo de ajo o las manos de cangrejo moro. De postre, ya sabe, un pastel de La Vasca.

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