Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 14 de septiembre de 2013

Los de Abajo- Apuntes postsoviéticos- Reformas como procesos

Los de Abajo
Golpes a la democracia
Gloria Muñoz Ramírez
Sin un espacio para el respiro, el autoritarismo del gobierno federal encabezado por Enrique Peña Nieto le asestó dos golpes a la ya violentada vida democrática de este país: la negación de la libertad al profesor tzotzil Alberto Patishtán, y el desalojo, violencia y desconocimiento de las justas demandas del magisterio democrático.
 
Los dos sucesos no pueden leerse aislados, pues vienen de la misma mano, es decir, de un gobierno impuesto que está decidido a no dejar espacio a la movilización ciudadana, a la protesta, a la oposición, a la denuncia de quienes defienden lo que queda de este país.

Este viernes, a las 5 de la tarde, el Zócalo capitalino representó la imagen del abandono de la política y el desmantelamiento de la nación. Cual postal de campo de batalla, con la bandera a media asta (en paradójica alusión a los Niños Héroes), este 13 de septiembre colmaron la plancha principal del centro de la ciudad de México decenas de zapatos sin su par, braseros aún humeantes con la cazuela de la sopa arrojada, fruta pisoteada, cobijas, trastes, mantas, carteles, cepillos de dientes que dan fe de la vida del plantón instalado el pasado 19 de agosto por maestros y maestras que defienden no sólo sus derechos laborales, sino la soberanía nacional. Aquí la lucha es por un proyecto de nación.
 
Apenas un día antes, los pueblos indios recibieron la noticia de que el primer tribunal colegiado de circuito con sede en Tuxtla Gutiérrez, negó el recurso de reconocimiento de inocencia al profesor Patishtán, hombre inocente de todo cargo que ya bastante ha sido lastimado con 13 años de injusta prisión. El Estado mexicano decidió, no obstante las pruebas que demuestran las irregularidades de un proceso plagado de injusticias, que el indígena tzotzil debe permanecer tras las rejas otros 47 años. Ni más ni menos.
 
Ánimo y gracias por creer en mi inocencia y luchar por mi libertad, expresó Patishtán apenas unos días antes de conocerse el fallo. Y esa fue la consigna este viernes por la noche cuando, lejos de rendirse y dejar caer la toalla, la gente que lucha por la justicia volvió a tomar aire y decidió redoblar esfuerzos para lograr su libertad.
 
Unas horas después del desalojo, el Zócalo capitalino lució limpio. Miles de foquitos tricolores se encendieron como preámbulo de la próxima fiesta patria con desfile militar incluido. Mucha gente, es verdad, volvió a caminar las calles como si nada. Pero mucha otra, también es cierto, se concentró de nuevo. El Comité por Patishtán en el Ángel de la Independencia, y los maestros en el Monumento a la Revolución. Aún no está dicha la última palabra.
 
Grito-Helguera
Apuntes postsoviéticos
(E)lecciones
Juan Pablo Duch
El candidato del Kremlin, Serguei Sobianin, tomó posesión como alcalde de Moscú el mismo día que el opositor Aleksei Navalny presentó en las cortes de la capital rusa 951 demandas sobre irregularidades –más de 50 mil cuartillas de documentos, entrevistas, análisis– que, en su opinión, demuestran que el ganador sacó menos del 50 por ciento requerido y, por tanto, tendría que haber segunda vuelta de votación.
 
Esas prisas, sumadas a la proclamación de su triunfo después de 8 horas de silencio sobre los resultados, cuando no se habían recibido las actas de uno de los distritos más poblados de Moscú y faltaba revisar un tercio de los votos, hicieron recordar –toda proporción guardada– el calderoniano “haiga sido como haiga sido…”.

Un paréntesis obvio: el adjetivo calderoniano, que el diccionario de la Real Academia Española reconoce sólo para el gran dramaturgo Pedro Calderón de la Barca, aquí se refiere al iniciador de la guerra contra el narcotráfico en México que, con 21 mil muertos más, superó durante su sexenio el número de civiles que han perecido en el conflicto de Siria, que lleva en torno a los 100 mil.

Con su sorprendente éxito, cerca de 30 por ciento de los votos y pese a la campaña de desprestigio en su contra, así como la desigualdad de condiciones respecto de Sobianin, Navalny se convirtió de activista de las protestas y bloguero anticorrupción en líder de la oposición al Kremlin.
 
El entorno presidencial tiene la tentación de hacer efectiva la condena de cinco años de cárcel que, de modo infundado por un supuesto robo de madera, pesa sobre Navalny y que, según una polémica ley, lo podría inhabilitar de por vida para presentarse como candidato a otras elecciones.
 
El Kremlin cometería un grave error si menosprecia a los 500 mil moscovitas que votaron por Navalny, igual que si no da marcha atrás, en el supuesto de que la Corte Constitucional anule esa ley, y mantiene la enmienda de la Duma que aumenta en dos años el plazo para poder ser postulada una persona con antecedentes penales (Navalny tendría que esperar hasta 2024 para disputar la presidencia de Rusia).
 
Es notorio el declive del electorado del partido comunista, que apenas supera 10 por ciento, debido al fallecimiento de los ancianos formados en los tiempos soviéticos, la incapacidad de la actual dirigencia de renovar su discurso y la falta de un relevo generacional en la militancia, mientras los otros dos partidos con representación en el Parlamento, el liberal-democrático y Rusia Justa, por su sumisión a la hora de votar en la Duma, tienen escaso apoyo popular.
 
El hartazgo se tradujo en 70 por ciento de abstención, a la vez que las autoridades ya no pueden alterar los resultados con métodos que daban al partido oficialista hasta 25 por ciento de sufragios inexistentes: ahora apenas lograron 28 mil votos más de los necesarios para poder anunciar la victoria de su candidato.
 
¿El viento es nuestro?
Juan Carlos Ruiz Guadalajara*
La verdad y la no violencia constituyeron la esencia del pensamiento de Mahatma Gandhi. Su vida, definida por él mismo como su mensaje, fue una búsqueda cotidiana de la verdad, única fuerza capaz de transformar al individuo como primer paso de cualquier cambio social. En todas sus acciones y programas constructivos Gandhi buscó para el mundo el triunfo de la verdad, herramienta de humanización contra la violencia provocada por el error de aceptar la injusticia y la mentira; en 1920, afirmó que quien no sabe lo que es decir la verdad es como una moneda falsa y sin valor.
 
Pienso en esto mientras observo el escenario mexicano, marcado por la intención del poder constituido de imponer la mentira a través de una violenta ofensiva mediática que raya en el fascismo, estrategia que funcionó en la compra de la Presidencia y que ahora se aplica como praxis de gobierno para confundir, desinformar y utilizar el odio social como instrumento de dominación. Analicemos una cara del mensaje que Peña Nieto pretende inocular cada minuto en el imaginario del nacionalismo basura que predomina en México: el viento es nuestro. ¿De verdad?

El viento fue considerado hace décadas como fuente renovable de energía eléctrica (energía eólica), esperanza de mejoras en la vida de las regiones que cuentan con dicho recurso y factor de posible autosuficiencia energética. En la última década del siglo XX y ante el calentamiento global, las energías renovables y la transición energética fueron convertidas por los corporativos trasnacionales en oportunidad para millonarios negocios calificados falsamente como verdes. El viento fue transformado entonces en una codiciada mercancía, despojándolo de sus potenciales beneficios sociales. Con ello, las magníficas corrientes eólicas de México quedaron en la mira del neocolonialismo empresarial. Las reformas impuestas por Salinas en 1992, por Zedillo en 1997 en materia de energía eléctrica y por Calderón en 2008, abrieron el camino de la privatización del sector eléctrico nacional. Los particulares adquirieron facultad de generación, cogeneración, autoabastecimiento y garantías para la compra de sus excedentes eléctricos por parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la cual ha abatido artificialmente su capacidad para dejar espacio libre a estos negocios. Hoy, 31 por ciento de la energía eléctrica que se genera en México proviene de empresas privadas, mayoritariamente extranjeras.

En cuanto al viento, la CFE centró sus esfuerzos en el corredor eólico del Istmo de Tehuantepec, único en el mundo, que permitió en 1994 instalar con éxito un primer campo de siete aerogeneradores que produce 1.5 megawatt (Mw). Sin embargo, en lugar de crear un plan de desarrollo sustentable de energía eólica en beneficio de las comunidades del istmo, la CFE entregó el recurso eólico para megaproyectos de abastecimiento eléctrico a empresas privadas que adquirieron, además, posibilidad de traficar mundialmente bonos de carbono. Las poblaciones del corredor eólico, predominantemente indígenas, quedaron así expuestas al desarrollo de campos eólicos a gran escala. En la década reciente, la ocupación del istmo para instalación masiva de aerogeneradores avanza, y los enfrentamientos aumentan entre quienes se resisten al despojo de sus recursos y quienes deciden entregar por 30 años sus tierras a las empresas a cambio de una miserable renta, pero sobre todo, a cambio del bien comunitario.
 
La presión sobre la tierra istmeña para transferir intensivamente la riqueza eólica de sus cielos al capital privado ha causado daños sociales y ambientales, muy superiores a los supuestos beneficios que debió traer a la región el aprovechamiento de sus vientos. En el corredor de Tehuantepec operan ya 16 campos eólicos que impactan una superficie mayor a 50 mil hectáreas; nueve producen 650 Mw con más de 350 aerogeneradores para autoabastecimiento de empresas como Cemex, Bimbo, Femsa-Coca-Cola, Walmart y Peñoles, y pertenecen en su mayoría a trasnacionales de España e Italia. Cinco campos más, de empresas españolas, son productores independientes y generan 511 Mw con 393 aerogeneradores. Los dos restantes pertenecen a CFE y cuentan con 107 aerogeneradores para 85 Mw.
 
De los mil 280 Mw de energía eólica que se producen actualmente en México, mil 184 Mw son generados por empresas predominantemente extranjeras, mismas que concentran en Tehuantepec la mayor parte de la producción (mil 161 Mw). Sin embargo, esto es sólo el comienzo. En su lógica de máxima ganancia las trasnacionales pretenden contar para el 2030 con cinco mil aerogeneradores en el istmo para producir hasta 7 mil Mw, equivalentes al 10 por ciento de la producción nacional, lo que impactaría, en cálculos conservadores, más de 150 mil hectáreas de tierras ejidales y comunales, además de daños a ecosistemas asociados, afectaciones profundas a las relaciones sociales y económicas de la región y pérdida de soberanía política y energética.
 
La publicitada limpieza de la energía eólica en México es un mito: su origen mercantil y masivo tiene como destino final industrias depredadoras, no el beneficio social. La embestida trasnacional sobre los recursos eólicos del país incluye múltiples estrategias: reclutamiento de ex funcionarios como Georgina Kessel, ex secretaria de Energía y actual asesora de Iberdrola; cabildeos políticos para modificar la Constitución y consolidar la privatización del sector energético; inducción de conflictos comunitarios y violencia social; despliegue de organizaciones no gubernamentales trasnacionales y mercenarias para penetrar comunidades, como el caso del Barefoot College al servicio de la italiana Enel en Oaxaca, etcétera.
 
Lázaro Cárdenas calificó en 1938 la expropiación petrolera como un acto de soberanía, dignidad y profunda liberación económica del país. Peña Nieto, en contraste, está convertido en una moneda falsa y sin valor.
* Investigador de El Colegio de San Luis, AC
 
Reformas como procesos
Gustavo Gordillo/ IV y último
Las reformas no son actos fundadores, como se suponían que sí eran las revoluciones. La diferencia central no es sólo el gradualismo sino la secuencia. Precisamente porque son procesos de larga duración importa mucho qué va primero y que va después.
Las reformas de los 90 fueron realmente concebidas como actos fundadores revolucionarios. No sólo suponían un funcionamiento sin obstáculos de los mercados, sino que exigían un funcionamiento sin contrapesos del Estado. Desde luego nunca funcionaron así ni aún en los casos extremos de los gobiernos de Reagan, Thatcher e incluso Pinochet. Se les cruzó en el camino la realidad misma. Esa sociedad que la Thatcher declaró palurdamente que no existía.

En efecto, la sociedad sí existe. Por ello las reformas deben ser graduales porque por su propia naturaleza las reformas implican un proceso pedagógico. Aprenden todos: los actores sociales y los agentes gubernamentales. Así se construyen nuevas instituciones. Las reglas del juego son formales –se encuentran en las leyes y códigos–, pero también son informales a través de normas de conducta. Dado que suponen un proceso de enseñanza y aprendizaje, el verbo central que rinde cuenta de la sensibilidad de los reformadores es el de rectificar.

A la luz de estas observaciones generales me gustaría pasar lista a algunas de las reformas que están en proceso.

La reforma educativa. Nada debería ser más pedagógico que una reforma educativa. No lo ha sido. En la instrumentación se requiere la participación decisiva de maestros, alumnos y padres de familia. Apenas con esa participación se podrá avanzar en el cambio del modelo educativo. Tema insuficientemente planteado en las reformas aprobadas. ¿Cómo zanjar lo que parece ser contradicción insuperable entre los maestros de la CNTE y las autoridades? No con la represión por más que sea esa un función del Estado. Resolver la crisis de representación en el magisterio es clave. El sindicato debe ser un actor decisivo –pero no único– de la reforma educativa. Una cúpula sindical que presume representar a la mayoría y que lo único que ha sido capaz de hacer es sacar desplegados frente a una aparente minoría pero con gran capacidad de movilización, significa un grave problema para el gobierno reformador. Sin maestros adecuadamente representados no puede realizarse una reforma.
 
La reforma energética. Sigo creyendo que asumiéndola como proceso y a la luz de las muy distintas voces de alerta, la primera fase de la reforma debería circunscribirse a dos temas: Pemex como empresa nacional y una política rigurosa de combate a la corrupción y la impunidad. Esto también significa democratización del sindicato. Sobre todo significa construir las capacidades reguladoras del Estado en esta materia. Recomiendo por ello el artículo de Juan Carlos Boue en la revista Nexos sobre los usos de la renta petrolera en una dimensión comparativa www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2204148
 
Me gusta en cambio el talante gradual en la reforma hacendaria. Lo es en materia recaudatoria donde se avanza hacia una mayor progresividad en los impuestos, a través de los cuales se debe avanzar también hacia un sistema universal en términos de derechos sociales. No lo será aún aprobadas las reformas propuestas. Pero debe avanzarse en esa dirección.
 
Hablando de fetiches: qué bueno que se discutan los déficits en condiciones de una economía estancada. Se requiere además una rigurosa revisión del gasto público –muchos subsidios tienen un carácter regresivo–, amén de reforzar transparencia y rendición de cuentas. Pero mayor tributación requiere mejor representación.
 
Escribo este artículo cuando ya comenzó la operación policiaca de desalojo en el Zócalo. Hago votos porque no desemboque esto en una espiral de confrontación social que terminará perjudicando al país democrático que aspiramos construir.
Twitter: gusto47
FUENTE: LA JORNADA OPINION

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