Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 10 de septiembre de 2013

¿Cuál será el mejor nombre para la operación de EU en Siria?- El huracán magisterial- Mensaje a pueblos indígenas

¿Cuál será el mejor nombre para la operación de EU en Siria?
Robert Fisk
Foto
Estadunidenses de origen sirio expresaron ayer frente a la Casa Blanca su rechazo a una ofensiva militar contra Damasco
Foto Reuters
 
Hace casi exactamente 30 años, desayunaba con mi casero, debajo de mi casa en la carretera de la Cornisa de Beirut. Era el 19 de septiembre de 1983, pero nada ha cambiado: ni el pequeño jardín de Mustafá, con sus flores amarillas y rojas, ni mi balcón dos pisos abajo, ni las mariposas que se posan en las flores, ni el gran Mediterráneo azul enfrente de nosotros. Escribo esto en el mismo balcón. Bebíamos el segundo o tercer café árabe, caliente y pegajoso, cuando vimos el destructor estadunidense John Rodgers cruzar frente a la costa, echando humo. Pasó cerca de nosotros; hasta podíamos ver a la tripulación en cubierta y la bandera de las barras y estrellas ondeando en la cálida brisa.
 
Luego partió del barco un sonido hueco, como de un globo que explota. Fue una serie de ruidos sordos, como si alguien jugara tenis bajo el mar. Como escribí después, no había nada bélico en la escena. Mustafá sacó sus binoculares y enfoqué el navío. Los lentes captaron una nube de humo, apenas un manchón cerca del cañón de proa, de cinco pulgadas. Segundos después hubo otro chasquido y entonces vi un proyectil de bronce, que refulgió al sol al saltar de cubierta y rodar del barco hacia el mar. Pop-pop. Otro cartucho de brillante color dorado saltó al agua. Esa fue la manera en que los estadunidenses entraron en guerra en Líbano.
 
Para nosotros, no tenía sentido. Estados Unidos disparaba a los milicianos drusos que combatían en las montañas de Chouf, con el apoyo de Siria, para destruir el (dudosamente) electo gobierno del presidente Amine Gemayel, quien según el deseo del presidente Ronald Reagan, y de Israel, debía gobernar Líbano. Washington había tomado partido en una guerra civil y ahora estaba comprometido a hacer triunfar a un grupo de libaneses sobre otro grupo de libaneses. En Estados Unidos sí tenía sentido, al menos en apariencia. Reagan había apoyado a Gemayel y ahora el honor de Reagan estaba en riesgo. No hablaré de paralelismos.
 
 
 
 
Lo que me recordó aquella escena digna de Conrad fue un artículo de mi viejo amigo Rami Khouri que me conmovió profundamente, el cual apareció la semana pasada en un periódico local del Beirut que rara vez compro. A menudo cito por nombre a mis colegas árabes, pero no lo que escriben. Pero el texto de Rami en The Daily Star es brillante.
 
Rami describe cómo hace unos años, poco antes de la guerra en Siria, recibió una carta de Peggy Stelpflug, madre del cabo Bill Stelpflug, infante de Marina estadunidense que fue enviado a Líbano en mayo de 1983, y apunta que Peggy y su familia gozan de credibilidad especial al cuestionar los ataques militares estadunidenses en el mundo árabe.
 
En el artículo cita una carta que Bill escribió a su familia desde Beirut el 7 de septiembre de 1983, hace poco más de 30 años. Estoy vivo y bien, decía el joven soldado. “Tal vez un poco sucio, cansado y perturbado por tanto estallido de proyectiles, pero hablo y camino. Nuestra ‘guerra’ ha durado tres días hasta ahora. Dos marines han perecido por cohetes y hay otros heridos. Hemos estado recibiendo cohetes y balas. Hemos devuelto los disparos con algún efecto, sobre todo de francotiradores o destruyendo puestos de cohetes con artillería. Estoy sucio y con dolor de huesos, y 100 por ciento apto. Más que preocuparme por mí, me preocupa saber que ustedes se preocupan. Creo que Beirut no es más que una base de entrenamiento realista para la Infantería de Marina. No voy a hacerla de héroe ni nada por el estilo; sólo cumpliré mi encargo en el deshuesadero del Mediterráneo. Pienso en mi casa. Los quiero mucho.”
 
Al día siguiente de que se escribió esa carta, el navío estadunidense Bowen –primo cercano del John Rodgers que disparaba frente a mi casa en la Cornisa– abrió fuego sobre el mismo objetivo: las fuerzas respaldadas por Siria en Chouf. Y el 23 de octubre de ese año, un islamita se lanzó en un camión bomba hacia el cuartel de la Infantería de Marina estadunidense junto al aeropuerto. Aún recuerdo cómo cambió la presión del aire dentro de mi habitación cuando estalló esa bomba. Mató a 241 militares estadunidenses. Y vi con mis propios ojos los cuerpos de muchos infantes muertos, tirados junto a los escombros de su cuartel.
 
Seis días después, un oficial visitó a la familia Stelpflug en Auburn, Alabama, para decir a Peggy y su marido que su hijo Bill estaba entre los muertos.
 
Rami relata sus conversaciones con Peggy y cómo lo iluminaron las nobles reacciones de la familia. Comparte sus sentimientos de que la vida, servicio y muerte de Bill podrían enriquecer nuestro deseo común de aprender unos de otros en la causa de promover nuestra humanidad compartida, y acaso las lecciones de su vida y muerte iluminen a otros.
 
El penúltimo párrafo de Rami merece ser leído en su totalidad: “Es apropiado que hoy –30 años después de que barcos estadunidenses bombardearon las montañas de Líbano– todos estemos bien seguros de que, antes que hombres y mujeres estadunidenses sean enviados una vez más a atacar objetivos árabes, se consulte a ciudadanos como la familia Stelpflug sobre una decisión tan importante. Aquellos que en las encuestas de opinión expresan escepticismo merecen una respuesta clara. Al igual que el pueblo sirio. Al igual que el mundo.”
 
Contra un periodismo de ese nivel, debo guardar silencio. Lo dice todo.
 
Si –y repito si porque aún no estoy seguro de que Barack Obama de veras vaya a la guerra en Siria sólo para respaldar sus palabras– se va a poner nombre a esta ridícula aventura, ¿cuál será? Churchill solía advertir a sus muchachos que jamás debían dar un nombre tonto a una operación militar, porque las viudas no querrían oír que sus maridos murieron en una batalla ridícula. Supongo, entonces, que el nombre operacional más honesto –Operación Tundir de Nuevo a los Árabes– está descartado. También Operación Porrazo a Bashar. En consonancia con la racha evangélica de Obama, probablemente Operación Castigo es demasiado reveladora, pero sospecho que Operación Empeño Punitivo podría dar resultado. A la mayoría de las personas les dará flojera buscar punitivo en el diccionario, y empeño da a entender un gran esfuerzo, una lucha enorme arraigada en una profunda moralidad (que es de lo que supuestamente trata la retórica de Obama).
 
Y entonces –una vez más, si Washington ataca– debemos tener un buen rosario de excusas por los hospitales/autobuses/blancos civiles que destruiremos. Sin duda los corresponsales de guerra recurrirán a los daños colaterales, pero la frase se está desgastando. Si un misil crucero le da al techo de la mezquita de Omeya en Damasco, recordaré las mentiras que usamos cuando un avión disparó misiles a un atestado mercado de Bagdad durante una tormenta de arena, en 2003. No era un misil: era un cohete antiaéreo iraquí mal disparado que estalló cerca de la gente.
 
Lo mismo se dijo en Libia en 1985, cuando armas estadunidenses destruyeron vidas de civiles en Trípoli: fue un misil antiaéreo libio el que las mató. De inmediato se demostró la falsedad, al igual que en la mentira sobre el cohete iraquí. Aun así, esperemos el cohete antiaéreo sirio que matará a su propia gente. Es un viejo cuento. Igual que tundir a los árabes.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
El huracán magisterial
Luis Hernández Navarro
Algo nuevo acontece estos días entre los trabajadores de la educación. La explosión de su descontento en contra de la reforma educativa no es una repetición mecánica de sus viejas gestas. Su incontenible presencia en las plazas públicas de casi todo el país retoma la experiencia de sus luchas pasadas, pero no lo hace como una mera continuidad de sus movilizaciones tradicionales. En su actual ciclo de protestas hay una ruptura con su dinámica usual. Vivimos algo inédito y excepcional: se despliega una nueva primavera magisterial.
 
El agravio central que desencadena esta oleada salvaje de protestas es la modificación de su estatuto laboral que, de la noche a la mañana, cancela conquistas centrales como la estabilidad y la permanencia en el empleo. Súbitamente, sin consultarlos, burlándose de su disposición al diálogo y la negociación, el Ejecutivo, el Pacto por México y la mayoría de los legisladores decidieron sobre las vidas de profesores y los lanzaron a la incertidumbre y a la precariedad profesional.

La aprobación de la reforma educativa estuvo precedida de una humillante campaña, intensificada a raíz del inicio de las acciones de resistencia de los docentes, que lastimó su dignidad y abrió una profunda herida. Se les ofendió y difamó. Con un odio de clase apenas disimulado, organismos empresariales y televisoras los exhibieron ante la opinión pública como trabajadores privilegiados, ignorantes, flojos y abusivos con los niños, que tienen secuestrada la enseñanza. El resentimiento que nace de esa injuria y que demanda la reparación del daño se ha convertido en un poderoso combustible que alimenta la movilización de los mentores.

La actual oleada de lucha magisterial ha tenido dos etapas distintas. La primera, de movilización escalonada de los maestros más politizados, protagonizada por la disidencia sindical histórica, que se identifican como trabajadores de la educación y diferencian claramente los nacional-popular de lo estatal. Y, la segunda, de desbordamiento, detonada por la exitosa convocatoria a la insurgencia magisterial del pasado miércoles, caracterizada por la incorporación a las protestas de profesores que se ven a sí mismos como servidores públicos protegidos por el Estado, identifican lo nacional-popular con lo estatal, y laboran de entidades controladas hasta hace poco por líderes sindicales institucionales.

Antes aún de que se aprobara la nueva normatividad, la disidencia histórica la caracterizó como una contrareforma no educativa, sino laboral y administrativa, lesiva a los intereses del magisterio. Por turnos, en sucesivas oleadas, sus bastiones principales, en Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Chiapas, interrumpieron labores y tomaron la calles masivamente desde abril de este año. Simultáneamente, sus activistas en el resto del país se dedicaron a esclarecer la naturaleza de las modificaciones constitucionales y a preparar las condiciones para la acción de masas.

En cambio, el magisterio institucional aguardó primero a ver el resultado de las leyes secundarias, y, cuando constató su carácter punitivo, explotó, por lo pronto, de manera localizada en algunos estados. Su reacción es producto, entre otros factores, de la indignación y el despecho. La reforma educativa rompió, de manera unilateral y arbitraria, el pacto existente entre Estado y profesores. De la noche a la mañana, el Estado los dejó en la orfandad, sujetos a las fuerzas del mercado y al autoritarismo de los funcionarios educativos. Peor aún, les declaró la guerra. Para muchos de ellos, provenientes del normalismo, que es una profesión de Estado, esto fue traición desconcertante.
 
El encarcelamiento de Elba Esther Gordillo y la designación de Juan Díaz de la Torre como su relevo al frente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) fracturaron los mecanismos de control gremial y abrió grietas, a través de las cuales emergió en muchos estados el descontento magisterial.
 
Absolutamente subordinado al gobierno federal, sin rumbo, rebasado por los acontecimientos, Juan Díaz perdió capacidad de operación política ante la crisis en curso. Su labor se ha limitado a expresar el apoyo sindical a la reforma y a viajar por el país para advertirles a los dirigentes seccionales que deben sumarse a ella, pues, de no hacerlo, el gobierno, que cuenta con sendos expedientes en su contra, puede encarcelarlos en cualquier momento.
 
Las luchas faccionales dentro de la dirigencia nacional del sindicato han facilitado el surgimiento de una nueva disidencia. En Nayarit, por ejemplo, marcharon entre 17 y 20 mil maestros contra la reforma educativa. Allí Juan Díaz envió como delegado a Miguel Ángel Islas, antiguo secretario particular de Elba Esther Gordillo, para contrarrestar el cacicazgo de Liberato Montenegro y su hijo Gerardo, aspirante a sucederlo al frente del SNTE. En medio de esa bronca se abrió paso la revuelta docente.
 
El huracán magisterial azota todo el país. Dos hechos son claves para elaborar una cartografía que de cuenta de su paso y sus orígenes. Uno es la lucha nacional contra las reformas al ISSSTE en 2007, que tuvo en Chihuahua episodios ejemplares. Otro es la movilización nacional para rechazar la Alianza para a Calidad de la Educación en 2008, relevante en estados como Quintana Roo, Puebla, Tlaxcala y Zacatecas. Muchas de las entidades que hoy se incorporan a la protesta contra la reforma educativa fueron protagonistas claves de la resistencia en contra de ambas iniciativas.
 
También desempeñan un papel en esta nueva primavera magisterial los núcleos adscritos al Comité Ejecutivo Nacional Democrático, y un archipiélago de sindicatos magisteriales diferentes del SNTE, algunos, como los veracruzanos, con una larga historia tras de sí, y otros de reciente creación.
 
A cada rato, distintos funcionarios y analistas anuncian el inminente fin del conflicto. No ha sucedido así. Por el contrario, cada día que pasa el movimiento crece. Por lo pronto ya se empalmó con la lucha contra la privatización petrolera. El huracán magisterial es un genuino acontecimiento político.
Twitter: @lhan55
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
Mensaje a pueblos indígenas
Magdalena Gómez
A tres días del sexto aniversario de la Declaración de Naciones Unidas sobre pueblos indígenas, el Estado mexicano reitera su distanciamiento con el horizonte de autonomía y libre determinación. Es necesario analizar las implicaciones de la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en torno a la interpretación del artículo primero constitucional en materia de derechos humanos. Con la salvedad del ministro José Ramón Cossío, el pleno determinó que los derechos humanos reconocidos en tratados internacionales están al mismo nivel de la Constitución; ello de entrada es positivo al establecer el bloque de constitucionalidad y precisar que la Constitución y los tratados internacionales no se relacionan jerárquicamente y, sin embargo, acto seguido se agregó: Entendiendo que cuando en la Constitución Federal existe una restricción expresa al ejercicio de los derechos fundamentales, se deberá estar a lo que indica la norma constitucional. (29/3/11).
 
¿Cuál es el impacto en materia indígena cuando el artículo segundo constitucional fue redactado, pleno de restricciones y candados, frente a lo que señala el convenio 169 de la OIT? Para no hablar de la declaración de la ONU, que tiene otro estatus jurídico. Veamos: en materia de consulta y participación la restringió al Plan Nacional de Desarrollo (art. 2-B fr. IX), mutilando la dimensión integral que se establece en el convenio 169.

Ya con anterioridad la SCJN había establecido que en el artículo segundo se incluían mínimos, pero ahora con el nuevo criterio ¿cuál norma prevalece ante la restricción constitucional expresa?

Otra implicación: la fracción VI-A del artículo segundo limita expresamente el acceso al uso y disfrute preferente de los recursos naturales de los lugares que habitan y ocupan, bajo el respeto a las formas y modalidades de propiedad y tenencia de la tierra establecidas en la Constitución y a las leyes de la materia, así como a los derechos adquiridos por terceros o por integrantes de la comunidad. ¿Estas restricciones prevalecerán sobre el convenio 169, que regula el acceso al territorio como factor para la supervivencia de los pueblos?

Ya la propia Corte, en el caso de Ocotepec, Morelos, dio prioridad a las autoridades de la ley agraria por encima de las formas propias de organización social que supuestamente se reconocen en el artículo segundo, señalando que no forman parte del ejercicio del derecho a la libre determinación de los pueblos y comunidades indígenas, ya que el referido precepto constitucional establece respecto de aquéllas una reserva legal, la cual debe atenderse, pues de lo contrario se correría el riesgo de quebrantar la unidad nacional, límite de aquel derecho.(tesis aislada XVII, 2010) Respecto a la autonomía para aplicar sus propios sistemas normativos en la regulación de sus conflictos internos, se dice que la ley establecerá los casos y procedimientos de validación por los jueces o tribunales correspondientes (art. 2º-A fr. II).
 
En realidad no se reconocen dichos sistemas, sino que remite su validación a la ley y al Poder Judicial. Todo ello contraría lo señalado en el convenio 169.
 
Por otra parte, la SCJN admitió la vinculatoriedad de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual en materia indígena es avanzada y está alineada a tratados internacionales y justamente se refieren a los temas en los que el artículo segundo tiene restricción. ¿Cuál prevalece en congruencia con el criterio regresivo acordado? A este panorama se suma Nuvia Mayorga, directora de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, señalando, ni más ni menos, que a los indígenas se les debe enseñar a trabajar. Además criticó el asistencialismo, pues no sólo fomenta que las familias de las comunidades tengan más hijos, sino que también acostumbra a la gente a recibir apoyos, lo que no incentiva el avance. ( El Universal y La Jornada, 6/9/13) La funcionaria que compró mobiliario cuyos altos costos fueron denunciados, bien haría en consultar a los pueblos antes de decidir por ellos, sin conocerlos, por cierto. No hay esperanza de los lineamientos para los comités comunitarios de la Cruzada contra el Hambre que ella asume centralmente. El noveno señala, contra toda autonomía: En los municipios y comunidades conformados mayoritariamente con población indígena, se procurará integrar la opinión de las autoridades tradicionales de la comunidad en el nombramiento de la mesa directiva del comité. Mientras procuran una autoridad tradicional tzeltal, señaló que los apoyos del gobierno quieren: haciendo nada más como zángano en nuestro hogar, viviendo de sus programas, tantos engaños que nos ha dado y tanto sufrimiento no le gusta al gobierno que estamos organizados. (Manuel Gómez Deara, San Sebastián Bachajón).
 
Como vemos, no es a los pueblos a quienes se debe enseñar a trabajar, de paso a no discriminar y respetar derechos adquiridos.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
 

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