Pobreza y piratería del brazo de Calderón y empresarios
Autor: Álvaro Cepeda Neri *
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Sección: Conjeturas
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Las reporteras Ivette Saldaña y Dayna Meré (El Financiero y Reforma, 13 de octubre de 2011), han informado sobre la encuesta Hábitos de Consumo de Piratería en México 2011, que realizó la compañía American Chamber of Commerce of Mexico, realizada en Jalisco, Guadalajara, Puebla, Puebla y Nuevo León, Monterrey, donde los queseros de los Larrazábal fueron pillados en hermandad de turbios negocios en los casinos).
En estas capitales, un 52 por ciento de los entrevistados han comprado un cd pirata; 49 por ciento alguna película; 15 por ciento tenis; y 16 por ciento algún otro artículo. Con ello, cada año han causado un daño económico a las empresas de productos legales, de más de 964 mil millones de pesos, muy similar al resultado de la encuesta de 2009.
Simultáneamente, apareció la evaluación respaldada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (cuyo presidente es el salinista Ángel Gurría, nefasto como funcionario, que ahora presume ser eficaz personaje internacional) diciendo que “pese a carencias en salud, vivienda, educación y seguridad, los mexicanos ?consideran que tienen un nivel de satisfacción superior’ a otros países”.
El desempleo en México es cuantioso, ya que no menos de 20 millones lo padecen y los ocupados tienen bajos salarios y 50 millones, cifra oficial, sobrevive en diferentes grados de pobreza. Así que la piratería es una salida a esa situación social, donde las mayorías, no menos de 100 millones (ya somos más de 112) de habitantes, tienen que hacer circo, maroma y teatro para subsistir.
Éste mercado que se extiende por todo el territorio está siempre en ebullición. En éste se surte mercancía extranjera, sobre todo procedente de China, Corea del Sur, India y países europeos: computadoras, móviles, a precios accesibles al estado económico de los mexicanos quienes, en su mayoría, sobreviven en medio de todas las carencias y no pocos dedicados a labores que rayan en la delincuencia.
En dicho mercado de las ilegalidades, los narcotraficantes cooptan hasta niños, ante la deserción escolar por la pobreza y el cuantioso desempleo. Son productos de mala calidad y hasta defectuosos, pero sacan del apuro a sus consumidores ya que el encarecimiento en el mercado legal no permite a 70 millones de connacionales surtirse en éste.
La piratería seguirá, porque a cambio de sobornos las aduanas lo permiten. El 80 por ciento de la población adquiere productos de la piratería y los comerciante establecidos dicen que hacen campañas en contra de ese mercado, sin que nadie les hagan caso, ya que esos 8 de cada 10 que consumen productor piratas no tienen el dinero para ir a las tiendas que, en su legalidad, todos los días reetiquetan para aumentar los precios en una inflación reptante.
Así que por la calle y del brazo del presidente Felipe Calderón y empresarios van, a su vez, de la mano la pobreza y la piratería. Los dos primeros podrán llamar a misa y ninguno de los consumidores les hará caso, al no escuchar sus prédicas ya que con su miseria apenas si pueden adquirir piratería que es más barata.
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