Infructuosa manipulación en el PAN
Creel, Vázquez Mota y Cordero. Torneo de trampas.
Foto: Octavio Gómez
Foto: Octavio Gómez
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Al menos tres lecciones se pueden sacar del proceso interno del PAN para elegir a su candidato a la Presidencia de la República: una, las prácticas de manipulación de la voluntad del electorado están muy presentes en México; dos, dichas prácticas tienen efectos limitados, es decir, rinden frutos en contiendas muy reñidas y/o con un número reducido de votantes; y tres, hoy por hoy, los candidatos únicamente pueden aspirar a ganar si realizan una buena campaña y cuentan con una buena estructura electoral.
Aunque en el 2005, cuando eligieron a Felipe Calderón su abanderado para buscar la Presidencia, los panistas ya habían mostrado (como los perredistas y priistas en las elecciones de sus dirigencias en 1999 y 2002, respectivamente) que ellos también recurrían a las tradicionales prácticas de manipulación (compra y coacción de votantes, inflado de los padrones, acarreo de electores, etcétera), en esta ocasión diversos medios recolectaron evidencias de las mismas que los dirigentes blanquiazules ya no pudieron negar y sólo trataron de minimizar.
De acuerdo con dichas constancias, fueron los aparatos electorales de Ernesto Cordero (soportado fundamentalmente en gobernadores y presidentes municipales panistas) y de Josefina Vázquez Mota (finalmente la candidata ganadora, apoyada por aspirantes a otros puestos de elección, sus colegas dentro del grupo parlamentario del PAN en la Cámara de Diputados o las redes que construyó a su paso por la Secretaría de Desarrollo Social) los que las implementaron. Lo cierto es que ninguno de los dos equipos escatimó ningún recurso, legal o ilegal, para lograr la postulación.
Se llegó a pensar que Josefina Vázquez Mota no tendría el triunfo, pese a que todas las encuestas le otorgaban una amplia ventaja, porque el apoyo presidencial sí podía torcer la voluntad de la mayoría blanquiazul. Sin embargo, esto no fue suficiente porque, a pesar de de todo, hoy los márgenes del fraude electoral tienen límites, pues aunque los operadores electorales logran encontrar los resquicios para ejecutar sus operativos fraudulentos, los contrapesos existentes (las nuevas reglas, la vigilancia de los medios de comunicación y los equipos de sus opositores, entre los más significativos) acotan sus alcances.
Así, en elecciones disputadas y con pocos electores, como las de Guanajuato y Jalisco, los gobernadores lograron imponer su voluntad y sus delfines abanderarán al PAN el próximo 1 de julio; o, en Nuevo León, la fuerza del llamado Grupo San Nicolás fue suficiente para que Cordero se impusiera por un ligero margen (10 puntos porcentuales) a Vázquez Mota. En el caso de Nuevo León y Guanajuato, el número total de votos de los militantes panistas osciló entre 18 mil y 25 mil; y en el caso de Jalisco, donde la elección se abrió a la ciudadanía en general, las diferencias entre el primero y el tercer lugares apenas fueron de 9 puntos porcentuales, equivalentes a unos 10 mil votos.
En estos escenarios la manipulación puede resultar exitosa, pero en la elección por la candidatura a la Presidencia, donde el universo de votantes potenciales era de casi 1 millón 800 mil y sólo votaron alrededor de 520 mil, con15 puntos porcentuales de diferencia entre los dos primeros lugares, los operativos resultaron insuficientes para modificar el sentido de la voluntad de los electores, a pesar del evidente y decidido apoyo de algunos de los gobernantes blanquiazules (Sonora y Puebla, destacadamente) a favor de Cordero.
Finalmente, vale la pena reflexionar sobre el fracaso de Santiago Creel en su segundo intento por ser el abanderado blanquiazul, especialmente por el bajísimo porcentaje de sufragios que obtuvo, escasamente el 6%, después de que hace apenas unos meses encabezaba las preferencias entre los simpatizantes blanquiazules, lo cual indica que para aspirar a ganar una elección (interna o constitucional) hay que contar con una muy buena estructura electoral adicional a toda la estrategia de campaña y posicionamiento.
Es decir, en estos momentos en México se tienen que conjugar una buena campaña (lamentablemente no es indispensable tener un buen candidato) y una buena estructura electoral. Cualquiera de las dos que falle impide que se obtenga un buen resultado y, en algunos casos (como en éste) puede rayar en el ridículo. De hecho, en la elección blanquiazul ganó quien logró conjugar los dos factores; en cambio, los dos contendientes que se quedaron en el camino fallaron, al menos, en uno de los dos.
En esta ocasión es evidente que todos los candidatos presidenciales (Enrique Peña Nieto, de la coalición Compromiso por México; Andrés Manuel López Obrador, del Movimiento Progresista; Josefina Vázquez Mota, del PAN, e incluso el del Panal, que todavía no está designado y cuyo porcentaje de participación electoral seguramente será marginal) cuentan ya con su estructura electoral; así que ahora falta conocer su estrategia electoral y ver sus impactos en el escenario de la participación para poder pronosticar sus posibilidades de éxito.
En la medida en que las campañas logren estrechar las diferencias en los porcentajes de preferencia que hoy muestran las encuestas, crecerá la importancia de la operación de las estructuras electorales, pues de ellas dependerá en buena medida el resultado. Una de las mayores debilidades de la Coalición por el Bien de Todos en la elección presidencial del 2006 fue que no cubrió con sus representantes más del 20% de las casillas, dejando el campo libre para la operación de la estructura electoral que apoyaba a Felipe Calderón.
La elección interna del blanquiazul evidencia que los avances en materia electoral acotaron las prácticas de manipulación de la voluntad popular y limitaron los impactos de éstas en los resultados, pero siguen presentes, y en elecciones reñidas todavía pueden ser determinantes.
Aunque en el 2005, cuando eligieron a Felipe Calderón su abanderado para buscar la Presidencia, los panistas ya habían mostrado (como los perredistas y priistas en las elecciones de sus dirigencias en 1999 y 2002, respectivamente) que ellos también recurrían a las tradicionales prácticas de manipulación (compra y coacción de votantes, inflado de los padrones, acarreo de electores, etcétera), en esta ocasión diversos medios recolectaron evidencias de las mismas que los dirigentes blanquiazules ya no pudieron negar y sólo trataron de minimizar.
De acuerdo con dichas constancias, fueron los aparatos electorales de Ernesto Cordero (soportado fundamentalmente en gobernadores y presidentes municipales panistas) y de Josefina Vázquez Mota (finalmente la candidata ganadora, apoyada por aspirantes a otros puestos de elección, sus colegas dentro del grupo parlamentario del PAN en la Cámara de Diputados o las redes que construyó a su paso por la Secretaría de Desarrollo Social) los que las implementaron. Lo cierto es que ninguno de los dos equipos escatimó ningún recurso, legal o ilegal, para lograr la postulación.
Se llegó a pensar que Josefina Vázquez Mota no tendría el triunfo, pese a que todas las encuestas le otorgaban una amplia ventaja, porque el apoyo presidencial sí podía torcer la voluntad de la mayoría blanquiazul. Sin embargo, esto no fue suficiente porque, a pesar de de todo, hoy los márgenes del fraude electoral tienen límites, pues aunque los operadores electorales logran encontrar los resquicios para ejecutar sus operativos fraudulentos, los contrapesos existentes (las nuevas reglas, la vigilancia de los medios de comunicación y los equipos de sus opositores, entre los más significativos) acotan sus alcances.
Así, en elecciones disputadas y con pocos electores, como las de Guanajuato y Jalisco, los gobernadores lograron imponer su voluntad y sus delfines abanderarán al PAN el próximo 1 de julio; o, en Nuevo León, la fuerza del llamado Grupo San Nicolás fue suficiente para que Cordero se impusiera por un ligero margen (10 puntos porcentuales) a Vázquez Mota. En el caso de Nuevo León y Guanajuato, el número total de votos de los militantes panistas osciló entre 18 mil y 25 mil; y en el caso de Jalisco, donde la elección se abrió a la ciudadanía en general, las diferencias entre el primero y el tercer lugares apenas fueron de 9 puntos porcentuales, equivalentes a unos 10 mil votos.
En estos escenarios la manipulación puede resultar exitosa, pero en la elección por la candidatura a la Presidencia, donde el universo de votantes potenciales era de casi 1 millón 800 mil y sólo votaron alrededor de 520 mil, con15 puntos porcentuales de diferencia entre los dos primeros lugares, los operativos resultaron insuficientes para modificar el sentido de la voluntad de los electores, a pesar del evidente y decidido apoyo de algunos de los gobernantes blanquiazules (Sonora y Puebla, destacadamente) a favor de Cordero.
Finalmente, vale la pena reflexionar sobre el fracaso de Santiago Creel en su segundo intento por ser el abanderado blanquiazul, especialmente por el bajísimo porcentaje de sufragios que obtuvo, escasamente el 6%, después de que hace apenas unos meses encabezaba las preferencias entre los simpatizantes blanquiazules, lo cual indica que para aspirar a ganar una elección (interna o constitucional) hay que contar con una muy buena estructura electoral adicional a toda la estrategia de campaña y posicionamiento.
Es decir, en estos momentos en México se tienen que conjugar una buena campaña (lamentablemente no es indispensable tener un buen candidato) y una buena estructura electoral. Cualquiera de las dos que falle impide que se obtenga un buen resultado y, en algunos casos (como en éste) puede rayar en el ridículo. De hecho, en la elección blanquiazul ganó quien logró conjugar los dos factores; en cambio, los dos contendientes que se quedaron en el camino fallaron, al menos, en uno de los dos.
En esta ocasión es evidente que todos los candidatos presidenciales (Enrique Peña Nieto, de la coalición Compromiso por México; Andrés Manuel López Obrador, del Movimiento Progresista; Josefina Vázquez Mota, del PAN, e incluso el del Panal, que todavía no está designado y cuyo porcentaje de participación electoral seguramente será marginal) cuentan ya con su estructura electoral; así que ahora falta conocer su estrategia electoral y ver sus impactos en el escenario de la participación para poder pronosticar sus posibilidades de éxito.
En la medida en que las campañas logren estrechar las diferencias en los porcentajes de preferencia que hoy muestran las encuestas, crecerá la importancia de la operación de las estructuras electorales, pues de ellas dependerá en buena medida el resultado. Una de las mayores debilidades de la Coalición por el Bien de Todos en la elección presidencial del 2006 fue que no cubrió con sus representantes más del 20% de las casillas, dejando el campo libre para la operación de la estructura electoral que apoyaba a Felipe Calderón.
La elección interna del blanquiazul evidencia que los avances en materia electoral acotaron las prácticas de manipulación de la voluntad popular y limitaron los impactos de éstas en los resultados, pero siguen presentes, y en elecciones reñidas todavía pueden ser determinantes.
En cuatro meses, 646 personas desaparecidas
MÉXICO, D.F. (apro).- Con cuatro meses de operación, la Procuraduría Social de Atención a Víctimas del Delito (Províctima) informó que se han reportado 646 personas desaparecidas, de las que sólo se ha localizado a 19, tres de ellas sin vida.
La dependencia que encabeza Patricia Bugarín Gutiérrez, y que fue creada por decreto presidencial para atender a las víctimas de delitos de alto impacto, como desapariciones, secuestros, homicidios, extorsiones y trata de personas, informó en un comunicado que seis entidades del país encabezan la lista de desapariciones.
Se trata de Coahuila, con 113 casos; Tamaulipas, 99; Nuevo León, 69; Veracruz, 61; Chihuahua, 33, y Distrito Federal con 28 casos.
De las entidades que han reportado casos de desapariciones, las que tienen el índice menor de solicitudes de apoyo en los cuatro meses de operación son Querétaro, Tabasco, Sonora, Tlaxcala, Guanajuato, Yucatán y Baja California.
El comunicado detalla que “del número de personas desaparecidas reportadas en Províctima, 16 personas han sido localizadas con vida y desafortunadamente tres han sido ubicadas sin vida”.
El informe de la dependencia señala que de los 646 reportes de personas desaparecidas que se han recibido, 479 corresponden a hombres y 167 a mujeres. Del total, 64 son menores de edad.
Províctima indicó que en 310 de los casos no se especifica la ocupación, profesión u oficio de la persona desaparecida, y del resto, 48 son estudiantes, 43 empleados, 30 comerciantes, 25 choferes y las ocho restantes eran de profesiones u ocupaciones diversas.
En cuanto al rango de edades, la dependencia señala que 180 de las personas reportadas tiene entre 18 y 29 años; 104 entre 30 y 39; 56 más están entre los 40 y 49; 27 entre 50 y 69 años; dos más son reportados como adultos mayores, y en el resto, 213 casos, no se especifica la edad.
Províctima recibe los reportes de desaparición a través de una línea telefónica gratuita 01 800 84 2 84 62 o 01 800 (VICTIMA), que opera las 24 horas de los 365 días del año; también atiende a través del correo electrónico contacto@provictima.gob.mx y en el Centro de Atención de la Ciudad de México localizado en Ángel Urraza 1137, esquina Pestalozzi, colonia Del Valle, en la delegación Benito Juárez, o en cualquiera de los 14 centros ubicados en igual número de entidades en el país.
Por decreto, la dependencia está obligada a asegurar el acceso a la justicia, proporcionar atención integral, gratuita, personal, profesional y confidencial a través de asesoría jurídica, apoyo psicológico, trabajo social y asistencia médica.
La dependencia que encabeza Patricia Bugarín Gutiérrez, y que fue creada por decreto presidencial para atender a las víctimas de delitos de alto impacto, como desapariciones, secuestros, homicidios, extorsiones y trata de personas, informó en un comunicado que seis entidades del país encabezan la lista de desapariciones.
Se trata de Coahuila, con 113 casos; Tamaulipas, 99; Nuevo León, 69; Veracruz, 61; Chihuahua, 33, y Distrito Federal con 28 casos.
De las entidades que han reportado casos de desapariciones, las que tienen el índice menor de solicitudes de apoyo en los cuatro meses de operación son Querétaro, Tabasco, Sonora, Tlaxcala, Guanajuato, Yucatán y Baja California.
El comunicado detalla que “del número de personas desaparecidas reportadas en Províctima, 16 personas han sido localizadas con vida y desafortunadamente tres han sido ubicadas sin vida”.
El informe de la dependencia señala que de los 646 reportes de personas desaparecidas que se han recibido, 479 corresponden a hombres y 167 a mujeres. Del total, 64 son menores de edad.
Províctima indicó que en 310 de los casos no se especifica la ocupación, profesión u oficio de la persona desaparecida, y del resto, 48 son estudiantes, 43 empleados, 30 comerciantes, 25 choferes y las ocho restantes eran de profesiones u ocupaciones diversas.
En cuanto al rango de edades, la dependencia señala que 180 de las personas reportadas tiene entre 18 y 29 años; 104 entre 30 y 39; 56 más están entre los 40 y 49; 27 entre 50 y 69 años; dos más son reportados como adultos mayores, y en el resto, 213 casos, no se especifica la edad.
Províctima recibe los reportes de desaparición a través de una línea telefónica gratuita 01 800 84 2 84 62 o 01 800 (VICTIMA), que opera las 24 horas de los 365 días del año; también atiende a través del correo electrónico contacto@provictima.gob.mx y en el Centro de Atención de la Ciudad de México localizado en Ángel Urraza 1137, esquina Pestalozzi, colonia Del Valle, en la delegación Benito Juárez, o en cualquiera de los 14 centros ubicados en igual número de entidades en el país.
Por decreto, la dependencia está obligada a asegurar el acceso a la justicia, proporcionar atención integral, gratuita, personal, profesional y confidencial a través de asesoría jurídica, apoyo psicológico, trabajo social y asistencia médica.
Calderón, verdugo de Mexicana
Extrabajadores de Mexicana repudian al PAN.
Foto: Germán Canseco
Foto: Germán Canseco
MÉXICO, D.F. (apro).- Ante la inminente declaratoria de quiebra de Mexicana, la empresa de aviación que cancelaría de plano 8 mil 500 empleos directos y unos 100 mil indirectos, es preciso vencer la amnesia que pretende Felipe Calderón y a la que también apuesta Josefina Vázquez Mota.
Hace seis años, el candidato Calderón, de cuya campaña era coordinadora Vázquez Mota, prometió fortalecer la industria aeronáutica y poner “especial atención” en el personal de aviación, sobre todo en los sobrecargos, compromisos que no pueden ignorarse no sólo para juzgar este gobierno, sino para elegir al que lo sustituirá.
El 19 de junio de 2006 –dos semanas antes de las elecciones–, Calderón envió una carta a los “estimados sobrecargos de aviación”, firmada por él, en la que se comprometía a impulsar de manera real y comprometida mecanismos, programas y políticas que permitan una calidad de vida digna y segura.
“Yo he expresado y ahora lo reitero que promoveré una industria aeronáutica nacional en la que las empresas cuenten con certidumbre a mediano y largo plazo, a fin de que sus trabajadores puedan tener un empleo justamente remunerado, un hogar seguro y un país al que puedan representar siempre con orgullo. Mi compromiso con la comunidad aeronáutica es impulsar y velar porque esto sea una realidad.”
Enseguida, con un lenguaje meloso, Calderón pedía a los sobrecargos que, “así como cumplen el importante papel de representar nacional e internacionalmente a nuestra cultura”, le dieran su voto, pero también que “infundamos a nuestra familias el valor de ejercer el derecho a elegir y a que no elijan otros por nosotros”.
La carta concluye con un agradecimiento a los sobrecargos “por todas las atenciones que siempre han tenido conmigo como pasajero”, y firma el documento con los dos lemas de su campaña: “Presidente del empleo” y “Para que vivas mejor”.
Seis años después, luego de que en agosto de 2010 Mexicana dejó de prestar servicio, qué trabajador de la industria aeronáutica podrá volver a creer, ya no en Calderón –que hasta de México planea irse–, sino en Vázquez Mota, quien es candidata del Partido Acción Nacional (PAN) a sucederlo y quien fue algo más que la coordinadora de campaña.
En efecto, Vázquez Mota –quien ha guardado silencio sobre el tema, como en muchos otros– fue clave para establecer contubernios con personajes de la industria aeronáutica y en el sector privado en general, que ahora ha reactivado para su propio proyecto y que están involucrados con la inminente declaratoria de quiebra de Mexicana.
No está de más recordarlo: Gastón Azcárraga, el que exprimió a Mexicana, fue uno de los principales financieros de Calderón y la principal empresa aeronáutica beneficiaria, Aeromexico, es dirigida por otro personaje clave en el entramado de intereses que lo impuso en 2006: José Luis Barraza.
Barraza, en 2006, era presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), el organismo que agrupa a las cúpulas del sector privado, y fue el que gastó más de 100 millones de pesos en promocionales de radio y televisión que, junto con los que pagaron membretes de El Yunque, infundieron miedo a la población.
Otro personaje clave para evitar la reactivación de Mexicana es Héctor Rangel Domene, director general de Nacional Financiera (Nafin) y Banco de Comercio Exterior (Banxico), que negó los 300 millones de pesos para reactivar la empresa. Este sujeto fue uno de los propagandistas de Calderón y ahora será senador por el PAN.
Y Rangel Domene como Barraza son los impulsores de Vázquez Mota, lo mismo que Mario Sánchez Ruiz, quien recién renunció al CCE para ser diputado del PAN. Por eso no hay que perder la memoria…
Apuntes
Efectivamente, Vázquez Mota es, también, la candidata de El Yunque, la organización extremista de derecha a la que pertenece aún Juan Manuel Oliva, uno de los gobernadores que traicionaron a Ernesto Cordero. Josefina es amiga íntima de Guillermo Velasco Arzac, cuyo seudónimo es “Jenofonte”, jefe general de El Yunque, una de cuyas fachadas es la Coordinadora Ciudadana, en la que ella presidió la Comisión de la Mujer…
Comentarios: delgado@proceso.com.mx y Twitter: @alvaro_delgado
Hace seis años, el candidato Calderón, de cuya campaña era coordinadora Vázquez Mota, prometió fortalecer la industria aeronáutica y poner “especial atención” en el personal de aviación, sobre todo en los sobrecargos, compromisos que no pueden ignorarse no sólo para juzgar este gobierno, sino para elegir al que lo sustituirá.
El 19 de junio de 2006 –dos semanas antes de las elecciones–, Calderón envió una carta a los “estimados sobrecargos de aviación”, firmada por él, en la que se comprometía a impulsar de manera real y comprometida mecanismos, programas y políticas que permitan una calidad de vida digna y segura.
“Yo he expresado y ahora lo reitero que promoveré una industria aeronáutica nacional en la que las empresas cuenten con certidumbre a mediano y largo plazo, a fin de que sus trabajadores puedan tener un empleo justamente remunerado, un hogar seguro y un país al que puedan representar siempre con orgullo. Mi compromiso con la comunidad aeronáutica es impulsar y velar porque esto sea una realidad.”
Enseguida, con un lenguaje meloso, Calderón pedía a los sobrecargos que, “así como cumplen el importante papel de representar nacional e internacionalmente a nuestra cultura”, le dieran su voto, pero también que “infundamos a nuestra familias el valor de ejercer el derecho a elegir y a que no elijan otros por nosotros”.
La carta concluye con un agradecimiento a los sobrecargos “por todas las atenciones que siempre han tenido conmigo como pasajero”, y firma el documento con los dos lemas de su campaña: “Presidente del empleo” y “Para que vivas mejor”.
Seis años después, luego de que en agosto de 2010 Mexicana dejó de prestar servicio, qué trabajador de la industria aeronáutica podrá volver a creer, ya no en Calderón –que hasta de México planea irse–, sino en Vázquez Mota, quien es candidata del Partido Acción Nacional (PAN) a sucederlo y quien fue algo más que la coordinadora de campaña.
En efecto, Vázquez Mota –quien ha guardado silencio sobre el tema, como en muchos otros– fue clave para establecer contubernios con personajes de la industria aeronáutica y en el sector privado en general, que ahora ha reactivado para su propio proyecto y que están involucrados con la inminente declaratoria de quiebra de Mexicana.
No está de más recordarlo: Gastón Azcárraga, el que exprimió a Mexicana, fue uno de los principales financieros de Calderón y la principal empresa aeronáutica beneficiaria, Aeromexico, es dirigida por otro personaje clave en el entramado de intereses que lo impuso en 2006: José Luis Barraza.
Barraza, en 2006, era presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), el organismo que agrupa a las cúpulas del sector privado, y fue el que gastó más de 100 millones de pesos en promocionales de radio y televisión que, junto con los que pagaron membretes de El Yunque, infundieron miedo a la población.
Otro personaje clave para evitar la reactivación de Mexicana es Héctor Rangel Domene, director general de Nacional Financiera (Nafin) y Banco de Comercio Exterior (Banxico), que negó los 300 millones de pesos para reactivar la empresa. Este sujeto fue uno de los propagandistas de Calderón y ahora será senador por el PAN.
Y Rangel Domene como Barraza son los impulsores de Vázquez Mota, lo mismo que Mario Sánchez Ruiz, quien recién renunció al CCE para ser diputado del PAN. Por eso no hay que perder la memoria…
Apuntes
Efectivamente, Vázquez Mota es, también, la candidata de El Yunque, la organización extremista de derecha a la que pertenece aún Juan Manuel Oliva, uno de los gobernadores que traicionaron a Ernesto Cordero. Josefina es amiga íntima de Guillermo Velasco Arzac, cuyo seudónimo es “Jenofonte”, jefe general de El Yunque, una de cuyas fachadas es la Coordinadora Ciudadana, en la que ella presidió la Comisión de la Mujer…
Comentarios: delgado@proceso.com.mx y Twitter: @alvaro_delgado
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