Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 13 de febrero de 2012

Respondo a @Reformacom sobre su nota de Ectivismo

lunes 13 de febrero de 2012


Respondo a @Reformacom sobre su nota de Ectivismo

Por Victor Hernández

Señores del diario Reforma,

El día de hoy ustedes publican e una nota llamada "Tweetácora: ofensiva de los 'ectivistas'" que un "grupo" llamado "ectivismo" contribuyó a hacer trending topics en Twitter a los hashtags #EPNenBajaCalifornia, #Peñaypormucho, #NiNosDespeinan, #FormasDeDespeinarAPeñaNieto y #EPNenEdomex. Dicen también yo (@toliro) estoy entre los twitteros que más contribuyeron a las menciones negativas contra Peña Nieto.

El "grupo" al que ustedes se refieren fue armado por el PRI y, de acuerdo con información que me relatada por fuentes internas de ese partido, operan desde el piso 11 de la sede de la CNOP en la Ciudad de México (cerca del Monumento a la Revolución). Estarían supervisados, se supone, por Emilio Gamboa.

El coordinador general de ese grupo de priistas, según este mismo reporte, es @SergioJose, quien administra unos mil 500 bots (cuentas falsas) para inflar los hashtags. Su principal operadora es @erikacabrerap a nivel nacional y @elfamosomarvin para operar a nivel local a favor de Beatriz Paredes en el DF.

Hago estas aclaraciones porque ustedes publicaron:

"Los "ectivistas", autodenominados voceros de Peña Nieto en las redes sociales, fueron los impulsores de la mayoría de ellas, utilizándolas para hacer menciones positivas, por supuesto."




No son "autodenominados". Es un grupo de priistas que operan desde una organización del PRI. Según el reporte en mi poder, a los chavitos que contratan para estar tuiteando a favor de Peña Nieto en Twitter les pagan mil 600 pesos al mes.

También escribieron ustedes:

Pero como ocurre siempre en esta plataforma, a esa etiqueta también se sumaron detractores que contribuyeron a que muchas de las impresiones relacionadas a #EPNenBajaCalifornia fueran negativas. Entre ellos destacan, por la cantidad de seguidores que tienen y las veces que utilizaron esa etiqueta, @librería_epn, @jramirorr, @toliro y @JesusNuestroSr.




Eso es cierto, pero lo que ustedes no dijeron es que no fuimos los únicos. Somos muchísimos twitteros más los que criticamos tanto a Enrique Peña Nieto y a Josefina Vázquez Mota por representar LO MISMO.

Francamente, Reforma, su periodismo en lo que se refiere a redes sociales deja mucho qué desear. Lo señalé cuando empezaron con sus absurdas mediciones de "popularidad" en redes sociales. Hoy salen con que Josefina es la más popular en Twitter. Pero no mencionan que el PAN infló a Josefina por medio de un programa hospedado en el servidor de la página de Vázquez Mota, como bien demostró Pateando Piedras:
http://youtu.be/kDRlyCtLKxo


Tanto el PRI como el PAN están intentanto inflar a sus candidatos en Twitter de manera artificial. Y ustedes validan ese fraude al hacer mediciones de redes sociales como si no existieran los bots y como si no se tratara de gente pagada para hacer propaganda.

La realidad es que la mayoría de los twitteros no quieren ni a Peña Nieto ni Vázquez Mota. Y si les preguntan por quién votarían, AMLO ganaría la encuesta. No lo digo yo. Lo dice una encuesta de Uno Noticias:
http://youtu.be/7wD9VMyKlNI




Por eso mejor AMLO 2012.
Jesús Silva-Herzog Márquez

Un frasco peligroso

Un frasco puede ser un recipiente de agua o de veneno. El mismo envase puede alojar una medicina o una sustancia letal. Por eso importa la etiqueta. Confiamos en el marbete para identificar la composición del líquido, para mantenerla lejos de los niños, para aplicar la dosis correcta, para separar los líquidos de la cocina de los del botiquín o la cochera. Una de las campañas más intensas de los consumidores en los últimos años ha sido precisamente la batalla por las etiquetas: contar con información veraz y comprensible de lo que uno compra en un empaque. El consumidor, (como el votante) requiere información para decidir. No puede arriesgarse a probar con la tripa el misterio de los frascos.
Enrique Peña Nieto es un frasco sin etiqueta porque carece de contenido propio. Puede ser garrafón de gasolina, una olla de sopa vieja o una botella de cocacola. Peña Nieto será lo que otros viertan en el recipiente. Es un envase, un frasco vacío. ¿Alguien puede dudar del peligro que significa beber de un frasco sin nombre? Lo advirtió Manlio Fabio Beltrones y creo que tiene razón: un político sin ideas es un político peligroso. Si el atractivo del candidato único del PRI es estrictamente formal (una imagen, una carátula, un actor que representa el papel de un político joven), sus respaldos provienen de su vacuidad. No es raro que así sea. ¿Qué mejor para los grupos de interés en México que patrocinar a un político atractivo que no presenta el inconveniente de pensar por sí mismo? Conforme pasa el tiempo, parece claro que el escándalo de los libros no fue un resbalón menor. La incapacidad del candidato para lidiar ágilmente con lo imprevisto mostró su vulnerabilidad central: no solamente se trata de un político ignorante, sino de un político sin fibra, un cartón sin constitución propia, un estuche sin esqueleto. Si aquel incidente de la chachalaca fue tan nocivo para la primera candidatura de López Obrador fue porque ofreció a muchos dubitativos la confirmación de una sospecha. El candidato de la izquierda no era un hombre tolerante, como mostraba esa orden de silencio al presidente. Los escándalos no se evaporan fácilmente cuando conectan con una intuición colectiva, cuando alimentan un recelo preexistente. Esa es la puntería del escándalo de los libros. Creíamos que Peña Nieto era un actor en busca de un papel protagónico para el que no está preparado. Lo confirmamos. De ahí la posibilidad de que aquel tropiezo con autores y títulos sea más que un accidente para convertirse en una definición.
Digo definición pero debo decir caricatura. El tropiezo de Peña Nieto no lo convirtió en un político temible sino risible. En unos minutos, Peña Nieto se ganó la peor de las descalificaciones para un hombre que aspira al gobierno: el ridículo. En Guadalajara, el candidato priista perdió algo más que la imagen de invulnerable: perdió respetabilidad. No será fácil ya tomarse en serio al exgobernador del Estado de México. Y cuando lo vemos de nuevo en el estudio de televisión deseándonos una feliz Navidad, mientras su esposa lo acaricia y lo admira con ojos tiernos, ratificamos que se trata de un político de aparador. Un político inventado por los reflectores de la televisión que puede ser destruido por la luz natural. Si mostraba habilidad política como gobernador y como líder del priismo mexiquense, parece que ese talento termina en la frontera del Estado de México. A Peña Nieto no le sienta bien cruzar las Torres de Satélite: fuera de la protección de la política local, el político ha tropezado una y otra vez.
Se dirá que ha firmado un libro que es un programa serio y razonable de gobierno y que en sus propuestas se mide su estatura pero, evidentemente, la solidez de un político no está en los documentos que suscribe, sino en el temple . Peña Nieto navega con instrumentos prestados. No contempla el mundo con sus propias herramientas, los utensilios que ha ido formando a lo largo de la vida, producto de su experiencia, del éxito y del error. En ausencia de curiosidad intelectual, de una vida nutrida de experiencias, carente de ideas propias, su vínculo político con el mundo es indirecto: el que su corte le ofrece. La dependencia de su entorno es absoluta. El frasco no se llena desde dentro. ¿Con qué elementos podría, por ejemplo, resistir la influencia de un tecnócrata arrogante que convirtiera en su asesor principal? ¿Tiene elementos para ponderar sensatamente juicios contrarios? ¿Cómo reaccionaría ante una crisis imprevista? ¿Cómo podría resistir las intimidaciones de los poderes económicos? Votar por un frasco vacío es arriesgarse a beber una botella de amoniaco con la ilusión de que sea agua de limón.

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