Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 7 de julio de 2012

Armamento nuclear: hipocresías escandalosas- Carestía de huevo y medidas erróneas- MEXICO, S.A.

Armamento nuclear: hipocresías escandalosas
Immanuel Wallerstein
     El mundo se ha preocupado por un posible Armagedón nuclear desde que Estados Unidos arrojó dos armas nucleares sobre Japón en 1945. Éstas fueron, digamos, las únicas dos bombas atómicas que se han utilizado en alguna guerra real.
Que Estados Unidos poseyera la bomba atómica le dio, por supuesto, una ventaja militar enorme. De ahí siguió que Estados Unidos quisiera mantener un monopolio del arma y que otros países intentaran romperlo. Primero, sobre todo, la Unión Soviética lo intentó, y lo logró en 1949. Lo que se temía como una gran catástrofe resultó una bendición maravillosa. Desde ese punto en adelante las dos superpotencias se trabaron en un acuerdo mutuo, no expresado, de no ser el primero en utilizarla. Pese a las constantes sospechas de cada uno, el acuerdo tácito se mantiene hasta el día de hoy.
Hubo otros, sin embargo, que pensaron que merecían ser parte del club. Gran Bretaña fue invitado a entrar por Estados Unidos. Y tanto Francia como China ignoraron todos los ruegos y presiones de que permanecieran no nucleares. Así, en la década de 1970, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas eran potencias atómicas.
Fue en ese momento que Estados Unidos hizo el intento de cerrar el club a futuros miembros. Promovió un Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares (NNPT, por sus siglas en inglés), que en esencia ofrecía un trato. Si todos los otros (no los cinco) renunciaban a desarrollar armas atómicas obtendrían dos cosas a cambio: 1, el derecho a desarrollar los usos pacíficos de la energía nuclear, y, 2, una promesa de que los cinco nucleares negociarían una reducción de sus arsenales atómicos, encaminados hacia un eventual punto cero.
El mundo entero firmó ese tratado, excepto tres países: Israel, India y Pakistán. Los tres procedieron a desarrollar armamento nuclear. Y pese a las reprimendas iniciales de varios tipos, quienes no fueron invitados al club se volvieron miembros de facto.
Desde el principio han existido dos problemas con este pacto. El primero es que ninguno de los cinco iniciales (mucho menos los tres adicionales) han tenido nunca la intención de reducir su arsenal nuclear y nunca lo han hecho. En fechas recientes, con el fin de que el Congreso estadunidense ratificara una extensión al NNPT cuando expiraran los primeros 25 años planteados en el tratado, el presidente Obama anunció una actualización de las armas estadunidenses. No hay duda de que lo están emulando las otras potencias atómicas.
El segundo problema fue técnico y tuvo implicaciones políticas enormes. Parece que, con el fin de garantizar los usos pacíficos de la energía nuclear, un país necesita alcanzar niveles de competencia técnica tales que, entonces, es muy fácil ir un paso más allá y construir armas atómicas. Este derecho, sin embargo, fue la gran zanahoria que se ha ofrecido a las potencias no nucleares que accedieron a no proliferar.
Eso nos deja en donde estamos ahora. Los cinco atómicos (sin duda los ocho nucleares) han estado mejorando sus armas. Simultáneamente, Estados Unidos (y algunos otros) intenta tenazmente negar a las potencias no nucleares el único derecho que tenían en el tratado que firmaron. Éste es el punto que se debate con Irán. Lo que Estados Unidos e Israel argumentan vociferando es que a Irán no puede confiársele que pueda ejercer el derecho que el tratado le da a Irán, porque entonces, no importa lo que diga ahora, irá un paso más allá. Y entonces, implican, utilizará la bomba para atacar a Israel.
Corea del Norte se retiró del NNPT (aunque un tanto ambiguamente) y ahora es la novena potencia nuclear. Toda una serie de países están siguiendo el mismo camino que Irán, es decir, aumentar el nivel técnico de sus procesos atómicos. Pero Estados Unidos parece pensar que son más dignos de confianza y, por tanto, no hace escándalo público sobre el asunto.
Todo mundo miente con todos los dientes. Los países no están trabajando para evitar una catástrofe nuclear. Están buscando mantener y/o mejorar su posición política vis-à-vis sus supuestos antagonistas. Nadie quiere una bomba para arrojársela a otros. Todo mundo desea una bomba para que nadie le arroje una.
Se trata de un estancamiento total, y continuará siéndolo. No está en el interés de ningún país hacer concesiones. El mundo se mueve, por tanto, hacia la proliferación en todas partes. ¿Es esto peligroso? Por supuesto. ¿Implicará esto necesariamente una catástrofe? Hay muy poca probabilidad. Incluso una probabilidad en mil, sin embargo, es demasiado. Pero dado que nada cambiará, no tenemos otra opción que confiar en que una probabilidad en mil no ocurra antes de que todos recapacitemos. El acuerdo tácito de facto de no utilizar la bomba le funcionó Estados Unidos y a la Unión Soviética. Le ha funcionado a India y Pakistán. ¿Por qué no podría seguir funcionando con más potencias nucleares en el juego, que ahora es no sólo un juego de buscar la ventaja geopolítica sino también prestigio y orgullo?
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein

Carestía de huevo y medidas erróneas
      Es innegable que el alza registrada en días recientes en el precio del huevo –hasta de 60 por ciento en algunos puntos del país–, atribuida por las autoridades a un brote de influenza aviar en varias granjas de Jalisco y a acciones de especulación de intermediarios, debería conducir a la adopción de medidas orientadas a proteger a las mayorías de los efectos de esos incrementos. Pero la decisión anunciada ayer por el gobierno federal, de ampliar en 60 por ciento las importaciones de ese producto –es decir, de 132 mil a 211 mil toneladas– dista mucho de representar una solución eficaz, profunda y duradera, y se presenta, en cambio, como mero paliativo, en el mejor de los casos, o como factor de agravamiento del problema, en el peor.
En efecto, el aumento de las importaciones del producto avícola elude el problema principal de la crisis presente, que no es otro que la pérdida de capacidades del Estado mexicano, consecuencia de la aplicación de las políticas neoliberales en vigor, lo cual se expresa con particular crudeza en la ausencia de directrices alimentarias y agropecuarias adecuadas. En un entorno de pleno cumplimiento de la ley –particularmente del mandato constitucional que confiere el derecho de toda persona a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, y que obliga al Estado a garantizarlo–, las autoridades tendrían que trasladar a los hechos sus advertencias de sanciones en contra de quienes han especulado con los precios del huevo y tendrían, también, que enfocarse a garantizar el abasto de ese producto a la población, así fuera por la vía de los subsidios.
Por el contrario, lejos de ser una solución, el incremento en las importaciones de huevo favorecerá a los exportadores extranjeros de alimentos, a los grandes distribuidores e intermediarios privados, y dañará severamente al sector avícola. La historia reciente del país ha demostrado que la proliferación de importaciones baratas de productos agropecuarios (particularmente extendida a raíz del capítulo correspondiente en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte), si bien tiende a frenar los precios a corto plazo, a la larga resulta desastrosa para el abasto popular, pues conlleva a la destrucción de los productores nacionales y coloca las necesidades de consumo de la población en los vaivenes del libre mercado internacional. En el caso que se comenta, la apertura de las fronteras al huevo foráneo no corrige, por añadidura, ninguno de los dos fenómenos vinculados a la carestía actual de ese producto –la epidemia de gripe aviar y la especulación– y sí abona a la posibilidad de que sus precios sean controlados, más temprano que tarde, no sólo por los especuladores nacionales, sino también por los extranjeros.
La circunstancia descrita es ilustrativa de la imperiosa necesidad de que el país disponga de una política alimentaria orientada a lograr el abasto del mercado interno y el control de los productos agropecuarios destinados al consumo humano. Ya que las autoridades no han podido, o no han querido, cobrar conciencia de esa importancia, corresponde a la sociedad hacerlo y exigir a las primeras que actúen en consecuencia, pues un país que no controla la calidad y la cantidad de los alimentos que produce y consume termina por colocarse en una situación de precariedad extrema.

México SA
Poder adquisitivo a la baja
Compra del voto: bara, bara
Los sorianos: ciegos y sordos
Carlos Fernández-Vega
      Si escuálidos resultan los grandes logros calderonistas en lo que se refiere a generación de empleos en el sector formal de la economía, los relativos al poder adquisitivo son aún más raquíticos. Por ejemplo, si se atiende la estadística de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, el mini ingreso real en este 2012 de elecciones limpias y equitativas no alcanza los 10 pesos diarios, por mucho que nominalmente tal indicador sobrepase las 60 unidades por jornada laboral. Así es: descontada la inflación, el valor real del salario mínimo ni siquiera alcanza para comprar un kilogramo de tortilla, cuyo precio, a lo largo del presente sexenio, se ha multiplicado por dos.
A la escasez y creciente precariedad de empleo formal debe añadirse los bajos salarios y la pérdida del poder adquisitivo, el cual no sólo se observa en el mini ingreso (cuyo nivel es totalmente anticonstitucional) sino que afecta a los sectores profesionales, algo diametralmente opuesto a lo que sucede a la hora de analizar el veloz avance de las utilidades del capital. Del mapa político-económico del país se borró cualquier intento de equilibrio entre lo que se llamó factores de la producción. Cuarenta años atrás, la relación entre trabajo y capital se aproximaba a 45-55 por ciento, tajadas que pretendían llevar las cosas medianamente en paz. A estas alturas, tras cinco gobierno neoliberales al hilo, la nivelada distribución es cercana a 29-71 por ciento.
Tres décadas al hilo de gobierno neoliberales han tenido rotundos resultados, aunque desde luego no favorables para el grueso de los mexicanos: mayor concentración del ingreso y la riqueza (a niveles monárquicos), desplome del nivel de bienestar a la mayoría, escaso y precario empleo formal, crecimiento a paso veloz de la informalidad y caída en vertical del poder adquisitivo. Es cuestión de hacer números. Por ejemplo, aquellos mexicanos que aceptaron vender su voto al partido tricolor a cambio de mil pesos (en efectivo o monedero electrónico de Soriana, les hayan cumplido o no) obtuvieron el equivalente a cerca de quince días de salario mínimo nominal. Si la compra de ese mismo voto se hubiera registrado en Estados Unidos, tomado como base el salario mínimo vigente en el vecino del norte, los mercaderes del sufragio hubieran obtenido veintidós veces más.
Escaso empleo formal, raquítico salario y desplome del poder adquisitivo no es precisamente una mezcla socialmente atractiva, a menos de que los promotores de esa fórmula estén en busca de un estallido. En vía de mientras, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados reitera que los principales indicadores económicos del país siguen sin recuperar los niveles que observaba antes de la crisis; lo mismo ocurre con el salario base de cotización al Instituto Mexicano del Seguro Social, el cual acumula una pérdida real de 0.8 por ciento respecto a su registro de 2008. Lo anterior se desarrolla en un contexto internacional en el que persiste la incertidumbre sobre el rumbo que tomará la crisis de deuda en Europa y en el que se está dando una desaceleración del ritmo de crecimiento, tanto de Estados Unidos como de las principales economías emergentes; sucesos que ya han afectado a la dinámica de nuestras exportaciones y que pueden continuar restando impulso a nuestra economía.
Los salarios que ganan los trabajadores del sector formal siguen creciendo a un ritmo lento, apunta el CEFP. De acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social, el salario básico de cotización promedio en mayo se ubicó en 261.2 pesos al día, o bien, 7 mil 836 pesos al mes (nominales). De esta manera, al comparar con el año anterior, el salario real (descontando la inflación) creció en sólo 32 pesos mensuales, lo que equivale a un crecimiento anual de 0.43 por ciento, o si se prefiere 2.67 pesos por mes.
Además, a pesar de que el salario básico de cotización acumula dieciséis meses de incrementos, aún no ha logrado recuperar el poder de compra que tenía antes de la crisis. Comparando mayo de 2012 con mayo de 2008 (antes de la crisis), el salario básico acumula una pérdida real de 0.8 por ciento, es decir, se trata de un ingreso inferior en 62.2 pesos mensuales. Por otro lado, en la última década (de mayo de 2002 al mismo mes de 2012) el salario base de cotización real ha crecido en promedio sólo 0.7 por ciento anual. Como ya se ha mencionado en otros boletines, el CEFP considera que el bajo crecimiento de los salarios pareciera sugerir que el actual modelo económico ha basado su competitividad en una mano de obra barata. No obstante, en el actual escenario de desaceleración del sector externo, el bajo crecimiento en los salarios también limita el desempeño del mercado interno, por lo que el crecimiento económico del país podría tener importantes riesgos a la baja.
La situación en el vecino del norte tampoco ayuda, pues la creciente dependencia de la economía mexicana de la estadunidense incluye empleos, salarios y poder adquisitivo. Sbre el particular, el CEFP señala que en aquel país las solicitudes iniciales del seguro de desempleo continúan en un nivel elevado. Durante la semana que terminó el 23 de junio, éstas se ubicaron en 386 mil, para una disminución de 6 mil respecto de la semana previa. Sin embargo, las solicitudes de la semana anterior fueron revisadas al alza, al pasar de 387 mil a 392 mil (la más alta de 2012). La cifra anterior estuvo en línea con lo esperado por el mercado que se estimaba fuera de 385 mil solicitudes iniciales. Por su parte, usando el promedio móvil de cuatro semanas (indicador más estable), las solicitudes fueron de 386 mil 750, setecientos cincuenta por arriba del promedio anterior.
Asimismo, en la semana que terminó el 16 de junio(última información disponible), el número de personas cubiertas por el seguro de desempleo estatal (sin subsidios federales) fue de 3 millones 296 mil, 15 mil por debajo de lo presentado en la semana previa. Los datos anteriores reflejan una nula mejoría semanal y parecen confirmar que la nómina no agrícola del mes de junio será decepcionante. Por esta razón, es previsible que la tasa de desempleo tampoco muestre una recuperación, e incluso podría retroceder. Así lo ha estimado también la Reserva Federal, al proyectar que la tasa de desempleo se ubicará entre 8.0 y 8.2 en 2012, 0.2 puntos porcentuales por arriba de la estimación hecha en abril pasado.
Las rebanadas del pastel
Mientras los sorianos –tricolores y autoridades electorales– siguen ciegos y sordos, crece el número de pruebas que documentan la descarada cuan masiva compra de votos.

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