Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 1 de julio de 2012

Ejecutivo de Televisa alardea de ser el «creador» de Peña Nieto, dice el WSJ- EL DESPERTAR- Por una insurgencia electoral- Democracia a prueba

Elecciones 2012
Se refiere a Alejandro Quintero, quien rechaza la imputación
Ejecutivo de Televisa alardea de ser el creador de Peña Nieto, dice el WSJ
De la Redacción
Periódico La Jornada
Domingo 1º de julio de 2012, p. 13
Un día antes de la elección presidencial, la estrecha relación entre Enrique Peña Nieto, candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y Televisa centró la atención de uno de los diarios más influyentes del mundo, The Wall Street Journal (WSJ), el cual publicó que un vicepresidente de la televisora, Alejandro Quintero, presume entre sus amigos de ser el creador del aspirante priísta.
La larga historia de Televisa con el PRI ha hecho crecer las dudas entre algunos votantes de que Peña Nieto pueda actuar de manera independiente, publicó.
El diario recoge los señalamientos sobre millonarias transferencias de recursos a Televisa desde el gobierno del estado de México en los años en que Peña Nieto gobernó esa entidad. También refiere la forma en que desde 2005 la televisora proyectó a nivel nacional a quien, hasta entonces, no había ocupado puestos políticos de relevancia.
Alejandro Quintero, vicepresidente de ventas y mercadotécnia de Televisa, fue el encargado de la estrategia para posicionar a Peña Nieto, según el WSJ.
El diario menciona que los políticos que entran en conflicto con esa televisora son borrados de su cobertura noticiosa.
Recuerda el caso del ahora senador panista Santiago Creel, quien apoyó la legislación para impedir que las televisoras vendieran anuncios electorales y cuya imagen fue eliminada de una escena que transmitió uno de los noticieros de la televisora. Peña Nieto, en cambio, disfrutaba de la atención de Televisa, apunta.
Añade el WSJ: “Quintero se jactaba ante sus amigos y compañeros de trabajo de haber ‘creado’ a Peña Nieto. ‘Llamaba al gobernador desde su teléfono celular enfrente de otras personas sólo para demostrar lo cerca que estaban’, dijo una persona cercana a la empresa”.
En un correo electrónico enviado al Journal, Quintero negó que hubiera hecho ese tipo de llamadas para fanfarronear de haber creado a Peña Nieto.
El diario recuerda que en la elección de este domingo, 17 de los candidatos que contienden para diputados federales con los colores del PRI y de su aliado el Partido Verde tienen vínculos con Televisa o Televisión Azteca.
La relación entre Peña Nieto y Televisa se convirtió en el tema más controvertido de la elección presidencial, encima de problemas como la falta de empleo o la violencia relacionada con la guerra contra las drogas, que ha causado unas 55 mil muertes desde que el presidente Felipe Calderón asumió el cargo en 2006, dice el diario.

El Despertar
Por una insurgencia electoral
José Agustín Ortiz Pinchetti
 
        Las posibilidades de triunfo de la democracia en México son reales. Pero depende de que los mexicanos nos manifestemos mediante una insurgencia electoral. Me explico: si los mexicanos hoy salimos a votar masivamente, la democracia ganará. Si dos de tres ciudadanos nos manifestamos en las urnas, por muchos votos que compren no alcanzarán para revertir el triunfo de la democracia. Según los expertos, si la votación rebasa 62 por ciento del padrón electoral, ganará la democracia. Si no alcanza 50 por ciento, perderemos. Ha habido gran rechazo a las encuestas: más de 50 por ciento y crece. El índice de indecisos, lejos de disminuir, en la mayoría de las elecciones aumenta.
 
Un voto oculto enorme no se ha definido. Su ejercicio podría significar un cambio dramático. Aquí aparece una cuestión de responsabilidad: quienes han trabajado seis años por un cambio genuino y profundo han cumplido con auténtica entrega y devoción. Nada han dejado de hacer. La oposición progresista es la más grande organización cívica en la historia de México. Pero sus esfuerzos no son suficientes, se requiere una insurgencia electoral. Es decir, que el pueblo, masivamente, reafirme su convicción en la democracia electoral como un camino para la renovación de la sociedad. Por insurgencia electoral entiendo que todos debemos asumir la responsabilidad que nos toca en esta circunstancia. No es retórica. La gente debe estar más allá de la manipulación de la televisión y de la guerra sucia. Si no seguirá en el vasallaje. En México la condición de súbditos ha estado arraigada, de ahí el peligro de la restauración autoritaria. De ahí que los grupos de interés determinen quién gobernará y con qué estrategia. Esto sólo se puede romper por un impulso de emancipación. La hazaña del cambio no será de algunos pioneros, sino de una parte sustancial del cuerpo social.
Hoy, al borde del desenlace, me he preguntado por qué estoy en esta causa. Meses, años enteros construyendo una organización política. No busco ni dinero ni influencia ni poder, en ningún caso: soy un hedonista. Podría pensar que lo hago por indignación, como una respuesta a la brutalidad sórdida de la política mexicana. También me indigna la desigualdad no sólo por mi visión cristiana de la vida, sino por el inmenso desperdicio de millones cuyas vidas se van a extinguir sin provecho para una patria que tanto los necesita. Estoy en esto por gusto; cada vez que entro en contacto con el despertar de los grupos y comunidades salgo rejuvenecido y revitalizado. Además, el ejercicio del pionerismo es una práctica maravillosa. Estamos abriendo una brecha que se convertirá en un camino para millones. (Este texto fue hecho a mano, al alimón, con César Cravioto.)
Democracia a prueba
Tras una campaña electoral breve pero intensa, marcada por las denuncias sobre las tradicionales prácticas de distorsión de la voluntad popular y opacidad –sobre todo en su etapa final–, pero también por la irrupción de movilizaciones ciudadanas saludables y vigorizantes –principalmente las protagonizadas por jóvenes–, la ciudadanía asiste hoy a una nueva cita con las urnas. La trascendencia de ésta se mide no sólo por el número de cargos de elección popular en disputa –la Presidencia de la República, 500 diputaciones y 128 senadurías federales; seis gubernaturas y la jefatura de Gobierno del Distito Federal; 579 curules legislativas estatales, 876 ayuntamientos y 16 jefaturas delegacionales–, sino porque en ella se juega buena parte de la vigencia y la credibilidad de la institucionalidad democrática en el país, que actualmente se debate entre el innegable proceso de avance y modernización que ha experimentado la sociedad en los años recientes y la persistencia de inercias autoritarias, antidemocráticas y turbias de gobiernos, partidos y poderes fácticos.
 
Si la presencia de las segundas tuvo el efecto de ensuciar el proceso electoral de hace seis años, y legó un gobierno deficitario de legitimidad, un conjunto de autoridades cuestionadas y un sentir de retroceso respecto de lo que se había avanzado hasta entonces en materia de democracia, la aparición de esos mismos elementos en los comicios actuales es un factor indeseable de incertidumbre, que amenaza no sólo con la posibilidad de un nuevo conflicto poselectoral, sino también de provocar un cisma en la actual institucionalidad republicana. La democracia del país asiste hoy, pues, a una de sus pruebas decisivas.

Precisamente por ello, es necesario que la ciudadanía, en vez de sentirse desmotivada, acuda hoy a las casillas a expresar su voluntad soberana, en la inteligencia de que una emisión masiva y libre de sufragios es el mejor antídoto contra las prácticas de compra, coacción o conducción corporativa del sufragio, y el mejor método del que dispone actualmente la población para elegir el rumbo por el que el país habrá de caminar los próximos seis años. Cabe esperar asimismo que, llegado el momento de emitir su voto, las y los electores se sobrepongan a los vicios observados en este proceso, que hayan aprovechado el tiempo de veda electoral para reflexionar e informarse sobre los distintos proyectos políticos en pugna y que tomen, en consecuencia, la mejor decisión para el país, es decir, aquella que brinde mejores garantías de enfrentar los problemas más acuciantes: la desigualdad social, la corrupción institucional, la vulneración sistemática de derechos básicos, la inseguridad pública y la pérdida del estado de derecho, así como el estancamiento del tránsito nacional hacia una democracia plena.
Por su parte, la autoridad electoral tiene hoy el desafío, pero también la oportunidad, de remontar los cuestionamientos y preocupaciones derivados de sus actuaciones en comicios anteriores e incluso de su desempeño tibio y hasta omiso durante las campañas recién concluidas. Para ello, es imperativo que el Instituto Federal Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y los organismos análogos a escala estatal actúen, desde la jornada de hoy y hasta la conclusión del proceso, como árbitros y jueces coherentes, firmes e imparciales, más allá de toda duda, para que desde esta noche, y en las horas y días posteriores, la ciudadanía pueda tener certidumbre de que su voto ha sido debidamente protegido y contado. De su desempeño depende la credibilidad de los resultados y, por tanto, la legitimidad de las instituciones que se constituyan a partir de esta elección.

Finalmente, cabe hacer votos porque, en el curso de este día, se mantenga la tranquilidad y el espíritu cívico, que todo intento de presión y distorsión de la voluntad popular sea oportunamente denunciado y sancionado y que los propios ciudadanos utilicen el conjunto de recursos y mecanismos de denuncia creados para defender su sufragio y contribuir a la transparencia de la elección. Si los electores, los partidos, los candidatos y las autoridades cumplen cabalmente con sus respectivas obligaciones, se podrá vencer la perspectiva indeseable de la duda, la polarización y el retroceso, y el país, sus instituciones y su democracia saldrán fortalecidos.

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