Aquinogate, la mano dura de Peña
EPN y su equipo de transición: Murillo, Videgaray y 
Osorio. 
Foto: Germán Canseco
Foto: Germán Canseco
MÉXICO, D.F. (apro).- Un despacho de cabildeo que asesoró al presidente 
golpista de Honduras, Roberto Micheletti, y un buffette de abogados 
especializados en defender a altos mandos de la Marina de Estados Unidos y con 
importantes contactos en el Pentágono, son las dos nuevas “adquisiciones” del 
equipo de Enrique Peña Nieto para defenderse en los medios y ante el tribunal de 
California por el escándalo detonado por el empresario José Aquino, y los 
tentáculos que representa su demanda en el caso “Monexgate”.
Por sugerencia de Diego Gómez Pickering, un colaborador de Luis Videgaray, 
cerebro del equipo de Peña Nieto, los peñistas contrataron, por un monto aún no 
aclarado, a la firma Chlopak, Leonard, Schechter and Associates (CSLA) para 
contrarrestar en los medios estadunidenses las versiones sobre la compra de 
voto, el presunto fraude y el presunto lavado de dinero a través del 
Monexgate.
Los peñistas estaban desesperados desde hace 15 días. La demanda presentada 
por José Aquino y la cobertura crítica de la prensa internacional al triunfo de 
Peña Nieto el 1 de julio, les generó la urgencia de contratar a CSLA, 
especializada en “asesoría en comunicación y asistencia al equipo de transición” 
de Peña Nieto, según el Acta de Registro de Agentes Extranjeros (FARA, por sus 
siglas en inglés).
Casualmente, CSLA también cabildea a favor del expresidente mexicano Ernesto 
Zedillo, también priista, demandado en un tribunal federal de Estados Unidos por 
presunta responsabilidad en crímenes de lesa humanidad a raíz de la matanza de 
Acteal Chiapas, en diciembre de 1997. La versión, nada secreta, entre las filas 
del PRI es que esa demanda contra Zedillo fue impulsada por su archienemigo 
interno en la tecnocracia gobernante: Carlos Salinas de Gortari.
De esta manera, el peñismo parece enredarse contratando también a una empresa 
de cabildeo que seguramente hará mucho negocio con los pleitos internos en el 
bloque que llevó a Peña Nieto al poder.
CSLA también cabildeó a favor del expresidente colombiano Álvaro Uribe, cuyo 
exjefe de la Policía Nacional, el general Oscar Naranjo, es el asesor estelar de 
Peña Nieto para temas de seguridad. Y su otro cliente es Roberto Micheletti, 
quien asumió el poder en Honduras tras el golpe de Estado contra Manuel 
Zelaya.
En el reino del pragmatismo y del contraataque, los peñistas también 
acudieron a un poderoso despacho de abogados para defender a Erwin Lino, 
secretario privado de Peña Nieto; a David López, su jefe de Comunicación Social, 
y a Roberto Calleja, vocero del PRI, mencionados entre otros personajes en la 
demanda interpuesta por José Aquino desde el 7 de junio en California.
El abogado de este despacho es Christopher L. Ludmer, formado en la Armada de 
Estados Unidos, donde llegó a tener grado de teniente. Fue asistente del abogado 
de la USA Navy, y ejerció en Pennsylvania y Georgia, antes de litigar en San 
Diego.
En su página oficial el despacho presume:
“Tenemos una amplia experiencia en derecho militar…y un historial probado de 
éxito que representan los oficiales al mando, los médicos, jefes, suboficiales y 
sargentos de artillería.”
¿Qué tendría que ver un despacho especializado en asuntos militares en un 
tema relacionado con una demanda por presunto fraude?
Por lo pronto, Ludmer logró un primer objetivo: la renuncia del representante 
legal de Aquino, Maxwell C. Agha, según un boletín oficial del PRI enviado desde 
la tarde del domingo 30 de julio.
Curioso asunto: los voceros del PRI han negado reiteradamente que la demanda 
de Aquino tenga que ver con el partido, pero boletinan la renuncia de Agha como 
si fuera un logro partidista.
La carta que Ludmer le envía a su colega Agha para que desista de la defensa 
de José Aquino es una joya del litigio mediático. Ludmer le advierte que han 
revisado “a fondo” la demanda presentada a nombre de Frontera Television 
Network. Y que esta empresa es controlada “por un individuo que se hacía llamar 
José Luis Ponce de Aquino. El señor Aquino al parecer tiene varios alias”. Y 
enumeran los diferentes alias que ha utilizado.
Luego enlista una serie de irregularidades en la demanda para concluir que el 
litigio de Aquino “ha sido presentado para hostigar” al PRI y a Enrique Peña 
Nieto. Incluso, Ludmer argumenta en su alegato que las declaraciones de Aquino 
“en los medios de comunicación opositores al nuevo presidente (sic)” demuestran 
que “esta demanda fue presentada con el objeto de acoso y para crear publicidad 
negativa en el contexto de una acalorada y controvertida campaña. Es indignante 
tratar de utilizar los tribunales de Estados Unidos para ganar puntos 
políticos”.
Ese es el punto de vista de Ludmer, el abogado defensor de Erwin Lino, David 
López y Roberto Calleja. Tiene todo el derecho de argumentar como quiera. Lo 
preocupante es que, en el contexto de un claro endurecimiento del PRI y de los 
peñistas frente a los medios críticos y a movimientos sociales como #YoSoy132, 
utilicen ahora también la demanda de Aquino para enviar un claro mensaje a 
México.

 
 
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