Pussy Riot: “Nosotras acusamos”
Activistas protestan a favor de la liberación de las
integrantes de Pussy Riot.
Foto: AP
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MÉXICO, D.F. (apoo).- El pasado 7 de agosto durante un concierto en el
estadio olímpico de Moscú, Madona apareció en el escenario con un pasamontañas
negro y con el nombre de Pussy Riot escrito en la espalda.
El mensaje fue inequívoco: la cantante protestaba de esta forma por el
encarcelamiento de las tres integrantes del grupo de rock punk Pussy Riot
–Nadezhda Tolokonnikova, Maria Aliojina y Yekaterina Samustsevich— detenidas en
marzo pasado por realizar una “plegaria-protesta” de un minuto contra Vladimir
Putin en la catedral de Cristo el Salvador, el 21 de febrero de este año.
El próximo viernes 17 de agosto se conocerá la sentencia contra las tres
chicas del grupo. Los fiscales las acusan de realizar una “vulgar provocación”,
que tuvo “un impacto psicoemocional en los creyentes ortodoxos”, una “burla a la
gente en la Iglesia”, actuando “de forma irrespetuosa e irreverente, carente de
los fundamentos de la moral”.
Además de Madonna, artistas como Sting, Faith no More, Peter Gabriel, Red Hot
Chili Pepper, y dirigentes y parlamentarios europeos y del mundo, han pedido la
liberación de las jóvenes.
“La campaña internacional tuvo una importante trascendencia, porque antes
habían pedido siete años de condena, y ahora la redujeron a tres, y aplazaron la
sentencia una semana para pensar bien qué resolución toman”, dice a Apro Nikolai
Podolov, uno de los abogados de las tres jóvenes.
De cualquier manera, “esperamos una sentencia condenatoria, ya que el
procurador pidió tres años de condena, pero vamos a denunciar cualquier
sentencia ante los órganos que corresponden en Rusia y ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos”, agrega.
“Juicio contra el sistema”
Tras cinco meses de detención, el pasado miércoles 8 las tres jóvenes
pudieron por primera vez hablar ante la corte, pero en lugar de justificarse y
defenderse, hicieron un vibrante alegato acusador.
“Este es un juicio contra todo el sistema estatal ruso, que,
desafortunadamente, se enorgullece de su crueldad en relación con las personas,
su indiferencia hacia su dignidad”, dijo Tolokonnikova.
“Quién podía imaginar que no aprendan de la historia, en particular, la
experiencia del terrible terror estalinista. Dan ganas de llorar al ver los
métodos de la inquisición medieval de vuelta en nuestro sistema judicial”,
agregó, justo cuando se cumplen 75 años del Gran Terror Estalinista, cuando las
famosas “troikas” condenaron a muerte a los más importantes dirigentes del
partido bolchevique y a cientos de miles de personas.
Tolokonnikova se considera en el mismo camino de los opositores soviéticos.
“Como Alexandr Solzhenitsin, creo que al final de cuentas la palabra destruye al
cemento. Katia, Masha y yo estamos en prisión, detrás de estas rejas, pero no
hemos perdido, así como no perdieron los disidentes soviéticos desaparecidos en
cárceles y clínicas psiquiátricas”.
Tolokonnikova recordó famosas acusaciones contra filósofos, escritores y mártires, acusados de atentar contra la Iglesia o las creencias religiosas.
Tolokonnikova recordó famosas acusaciones contra filósofos, escritores y mártires, acusados de atentar contra la Iglesia o las creencias religiosas.
El escritor ruso Fiodor Dostoyevsky fue condenado a pena de muerte por
“salvajes declaraciones contra la Iglesia ortodoxa”, sentencia que se conmutó
por la de prisión, minutos antes de la ejecución. Sócrates tomó un vaso de
cicuta ante las acusaciones de que estaba desviando a la juventud griega con sus
discursos dialécticos. El apóstol Esteban, acusado de hablar contra Moisés y
Dios, fue condenado a morir lapidado, y a Cristo le dijeron: “no te condenamos
por tus buenas acciones, sino por tus blasfemias contra Dios”, recordó la joven
punk.
Tolokonnikova se refirió con ironía al primer ministro Dmitri Medvedev, quien
declaró que las chicas de Pussy Riot eran afortunadas, ya que “en otros países,
actos similares hubieran sido castigados de manera mucho más dura”.
“Gracias a las palabras de Medvedev, el tercer mandato de Putin, tiene la posibilidad de hacerse bajo un nuevo lema: ‘Mejor la cárcel que la lapidación’”, dijo.
“Gracias a las palabras de Medvedev, el tercer mandato de Putin, tiene la posibilidad de hacerse bajo un nuevo lema: ‘Mejor la cárcel que la lapidación’”, dijo.
Al finalizar su alegato, la joven leyó las conclusiones del informe
psiquiátrico pedido por los acusadores, en el cuales los expertos dijeron que
“los valores por los cuales lucho en la vida son la justicia, el respeto mutuo,
la igualdad y la libertad”.
“Rusia en miniatura”
“Hoy observo el fracaso de este sistema político, porque no se produjo lo que
el sistema esperaba. No nos condena toda Rusia. Y cada vez más gente nos cree y
considera que nuestro lugar está en la libertad y no en la cárcel”, dijo Masha
Aliojina en su alegato.
“Si el sistema político se ensañó contra nosotras por treinta segundos de
actuación, es porque este sistema teme la verdad”, porque existe “una
superioridad ontológica de la verdad sobre la mentira y los caminos de la verdad
siempre triunfan sobre los caminos de la cobardía y la mentira”, dijo.
Prosiguió: “La cárcel es Rusia en miniatura. En la cárcel, como en el país,
se trabaja para deshumanizar a las personas o a los detenidos. Este régimen es
una farsa que en realidad es un caos. Estamos en contra del caos putinista, que
sólo se puede llamar régimen visto desde afuera.”
Aliojina recordó las palabras del poeta soviético Vladimir Bukovski, quien
pasó mucho tiempo en clínicas psiquiátricas y campos de reclusión durante los
años sesenta y setenta: “Qué infeliz este país, donde los valores más sencillos
se toman como heroísmo o como enfermedad psíquica.”
La joven continuó: “Yo no les tengo miedo. No le tengo miedo a las mentiras y
a la ficción, al engaño mal maquillado de la sentencia de la ‘tal llamada’
Corte, porque ustedes me pueden quitar mi ‘tal llamada libertad’, tal como esta
libertad existe en Rusia. Pero mi libertad interna, nadie me la puede quitar.
Vive en las palabras, y vivirá cuando miles y miles de personas lean estas
palabras.”
Samustsevich, por su parte, denunció la unión entre la Iglesia ortodoxa y el
gobierno: Putin usa la religión ortodoxa y su estética, siguiendo las mejores
tradiciones zaristas, “donde el poder emanaba no de una expresión terrenal, como
las elecciones democráticas y la sociedad, sino de Dios”, dijo en su
alegato.
Para Samustsevich, Putin decidió utilizar a la Iglesia, perseguida durante la
época soviética, y presentarse como el restaurador de “los valores morales
perdidos de Rusia”. Pero ahora la Iglesia no está en la oposición, sino que
apoya al gobierno, y está en contra de “las manifestaciones actuales de la
cultura de masas y sus concepciones de pluralidad y tolerancia”.
“Nuestra presentación en la Catedral violó este esquema largamente trabajado
y demostró esa mentira. Con nuestra actuación, logramos demostrar que la cultura
ortodoxa no sólo pertenece a la Iglesia, al patriarca y a Putin, sino que
también puede estar del lado de la protesta en Rusia”, señaló.
“Nosotros no perdimos, ganamos; porque todo el mundo ve que la acusación
contra nosotros es fabricada y el sistema no puede ocultar el carácter represivo
de este proceso. Rusia vuelve a verse ante los ojos del mundo, no como la quiere
presentar Putin”, porque “los pasos prometidos por él hacia un estado de derecho
no se dieron”, concluyó.
Pierden todos
Konstantin Sonin, comentarista del diario de negocios Vedomosti escribió el
pasado 23 de julio que el perjuicio del caso Pussy Riot para la Iglesia ortodoxa
es sólo comparable con el perjuicio del caso León Tolstoi, cuando hace cien años
la Iglesia excomulgó al conocido escritor.
Para el gobierno de Putin, el perjuicio sería similar al que provocaron los
juicios contra los escritores Siniavski y Daniel en los años sesenta, que
crearon “una grieta entre la inteligencia y el poder, que se siguió abriendo
hasta la destrucción de la Unión Soviética”. Y para el país, el perjuicio es que
“se aísla cada vez más del mundo civilizado”, al mostrar tres chicas bajo un
muro de vidrio, con grilletes y perros rotweiler custodiándolas.
El gobierno está en un aprieto: no puede liberarlas, porque rompería su
matrimonio con la jerarquía ortodoxa. Pero la condena será vista en Occidente
como un hecho medieval o de la época soviética. Por eso, el oficialista
periódico Izvestia expresó una conclusión categórica: “En el caso Pussy Riot,
todos perdieron, ya sea que se les condene o se les declare inocentes”.
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